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Rodear la ciudad a máxima velocidad por la noche, era lo más divino que Marain Bleach había hecho. Aunque le habían advertido que no andara con motora de noche, ella no le hacía caso a los comentarios de los demás. Aparte de que salía de deligencias muy tarde.

Su celular sonó de un momento a otro, pero Marain no contestaría a no ser que se estacionara, gracias a las curvas. Las curvas de la avenida principal de su pueblo son muy peligrosas, ya que no sabes qué encontraras por los oscuras y arriesgadas que son.

Marain vió una pequeña silueta en medio de la avenida cruzar, pero de pronto se desplomó en el suelo cual hoja caer se su rama.

Cedió la velocidad mientras avanzaba hasta quedar totalmente parada. Miles de ideas sucumbieron la mente de Marain, podría ser un animal salvaje como también podía ser una persona medio muerta. Marain, llena de valentía, se bajó de tu motora y se aproximó hasta la silueta, que más de cerca, se dió cuenta de que era un chico. Lo primero que pensó es que estaba muerto por sus heridas fatales. Lentamente se había acercado al chico de mal estado y con su pie derecho, tocó su brazo para ver si estaba vivo.

—Ay Dios... -esperaba que estuviese vivo y en "buen" estado-. ¿Qué hago ahora? —el pánico la cundía cada vez más. Comenzaba a desesperarse por qué el chico reaccionara. Cómo último intento dijo—; Oye, levántate...

La chica no es que sea del todo amable, siempre era ruda pero con su toque simpático y sereno. Al ver que el chico no reaccionaba, creía Marain que tomaría la peor elección que sería dejarlo ahí tirado en el suelo.

—No puedes, no debes... —se repitió una y otra vez—

Un pequeño mascullo se apropió del silencio sepulcral de la avenida oscura. El chico había reaccionado y eso le alegraba bastante a Marain, ya que no tendría que tomar aquella horrorosa decisión.

—¿Estás bien? —tímidamente preguntó ella—

No respondió, al parecer tuvo un leve choque del que no puede hablar, pensó Marain.

De pronto, se empezaba a escuchar una voz muy aguda; era la voz del chico.

—Vivo estás... —un leve cosquilleo se aproximó en la columna vertebral de Marain al ver al chico levantarse débilmente. Con sólo la luz de su motora, pudo observar detenidamente al chico; cabello marrón lacio y ojos que al parecer eran color esmeraldas—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, solo estoy un poco aturdido —el chico lentamente se había levantado, Marain iba a ayudarlo cuando por poco se iba a caer, pero no lo hizo ya que mantuvo el equilibrio—

—¿Qué te ocurrió? —se atrevió a decir ella. Y aunque no fuese su asunto, muy dentro de ella, estaba preocupado por el estado del chico—

—¿Acaso debo de contartelo? Qué yo sepa, tú sólo eres una desconocida que se ofreció a ayudarme.

—Exactamente, soy una desconocida para tí y no es una obligación contarme si te iban a matar o no —sonó fría—

_Siempre mujeres —negó con su cabeza—

—Machista —masculló—. En fin, es momento de que me vaya antes de que ocurre algo más. Adiós —dió media vuelta para subirse a su motora y prender el motor, lista para irse—

—¡Espera!

¿Y ahora qué quiere? Pensó Marain. Él estaba interviniendo en sus planes atrasados, y él estaba interviniendo en su llegada a casa, que probablemente, le espere con una buena charla con su madre

—¿Qué pasa ahora? —suspiró profundamente—

—¿Puedes llevarme a San Diego?

Marain pensó muy bien en la pregunta del chico, no era raro que le propongan eso ya que su motora era la más exótica de la región, no tanto como otras, pero lo es.

—Anda, sube. Vivo cerca de ahí.

—Gracias.

A simple vista el chico parecía el típico mujeriego del lugar, sí que era elegante por sus facciones finas, pero eso no le importaba a Marain.

—Si sales volando no me haré responsable.

—Pero si crees voy a tocarte, estás muy equivocada.

—Problema tuyo es si te caes.

Arrancó a máxima velocidad entre la curvas oscuras y peligrosas. Al parecer por la acción prudente de Marain, el chico se aferró s su cintura. Qué terco es...

Minutos más tarde ya habían llegado a San Diego, una pequeña urbanización cerca de San Griego, lugar en donde Marain vive.

—Ya llegamos, puedes respirar tranquilo.

—Eso fué impresionante... ¿Enserio eres una chica? —pregunto el mientras se bajaba de la motora—

—Lo soy...

—Mi nombre es Iker, Iker Fredeck.

_Marain Bleach.

—Un gusto, y perdon por ser arrogante al principio —asintió ante su disculpa—

—Esta bien. Adiós.

🏍️

Cansada de tanto trabajo, Marain se tiró en su cama para descansar un poco. ¿Marain estudiaba? Claro, apenas tenía diez y siete años, pero ya a esa edad se dedicaba a competir en motora -solo arreglaba motoras, no estaba preparada para competir con otros todavía-, pero por lo menos tenía algo de qué subsistir.

—¡Marain Bleach Anthony! ¿Estabas con Freddy otra vez? —la madre de Marain entró a su habitación sin ni siquiera tocar, claramente estaba enojada—

—No te alarmes, sólo arreglé su motora, más nada.

—Me arrepiento de haberte comprado esa motora.

—Ya no te sigas quejando, igual fué papá quién me la compró.

—No puedes negar que eres hija de Thyler.

Thyler, su padre, es el mejor motorista de la región, pero aún así; decidió darse un respiro yendose de la ciudad por un tiempo.

—Gracias por el halago, mamá.

—Ya, duérmete. No te quejes mañana que vayas a la escuela... Hablando de escuela, ¿cómo te fue hoy en la ceremonia de bienvenida?

—Ni me lo recuerdes —pase mis manos por mi cara—. Podría jurar que era la peor ceremonia de bienvenida de toda la existencia. No sé el porqué estaban tan locos hoy. ¡Casi me robaban la motora!

—Eso te pasa por pintarla exótica.

—Igual sólo tiene colores típicos, nada lo normal. Buenas noches mamá.

—Buenas noches, Trizzy.

🏍️

Otro día más en la escuela Sindra Hight School, donde lo inteligentes estudian.

—Patrañas, será en donde los vagos estudian.

Parqueó su motora en un estacionamiento, justamente al lado de Marain había llegado un Cadillac negro.

—Quita tu sucia moto, niño —espetó el dueño—

—Primero que nada —Marain quitó su casco para poder ver mejor al que ofendió su linda motora—. No es una sucia moto, ya que en este parqueo, también de puede estacionar motoras. Y segundo, no soy niño, soy una chica.

—Peor aún si eres chica —rió, sus demás acompañantes rieron igual—

Marain no siguió protestando, a fin de cuentas, no le importaba mucho si le decían marimacho o entre muchas cosas más. Pero el mundo está equivocado, usando motora o no, no significa que seas más hombre que mujer. La sociedad lo sabe, pero no quieren aceptar la realidad, de que las mujeres también pueden hacer cosas de hombres, que no pueden valer menos que los hombres, ya que hombre y mujer, valen lo mismo y hacen lo mismo.

La chica se adentro a la escuela y fué hacia su casillero para dejar su casco con varios diseños echos por ella misma. Cerró su casillero y se dirigió hacia su salón.

—Otro año en esta espantosa escuela—. Llena de discriminación y machismo —rechistó—

Entró al salón y por primera vez en la historia de Sindra Hight School, el aula A10 estaba tranquilo, tanta serenidad que daba miedo. Una risa bulliciosa puso los cinco sentidos de Marain en tierra.

—No me jod...

Marain no recordaba el nombre del chico quien rescató ayer, pero recordaba perfectamente su rostro y su voz. Maldijo en sus adentros al tener que encontrarselo otra vez.

—Sí, ayer me rescató una chica, llevaba una moto super exótica —dijo—. Era raro ver a una chica con una moto que manejaba super bien.

—Las motos son de hombres, esa chica es un marimacho.

—No lo creo así...

—¡Admítelo, Iker! No te dejes engañar del porqué es hermosa.

El chico rió mientras negaba. Ella estaba apunto de decir unas tres cosas a esos chicos, pero se reuse al ver que él no la había reconocido.

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