𝑐𝑒𝑟𝑜
El más rubio tosió, con expresión de dolor, recargando su cuerpo sobre su brazo.
—H-Hey... ¿Estás bien?
El otro asintió, y sus ojos se encontraron por primera vez en lo que sus memorias recordaban, pero una extraña sensación de familiaridad los invadió a ambos.
Cuando sus miradas se desconectaron, vieron a su alrededor por primera vez.
Los ojos del mayor viajaron hacia arriba y hacia arriba, donde el cristal infinito no terminaba, y tampoco veía de donde provenía esa luz.
El mayor negó, no lo sabía, sus pies retrocedieron mientras buscaba algo más en aquel lugar, pero nada.
Escuchó un golpe, y miró al otro muchacho, quien comenzó a golpear el cristal con todas sus fuerzas, con los puños, a patadas, lo escuchó gritar de furia, y tuvo miedo de detenerlo y recibir uno de esos golpes, así que se mantuvo detrás de él.
— Ya, ya, para... Para... ¡Que pares! — tomó su brazo y lo tiró hacia atrás, para su sorpresa, el chico sólo se rompió en llanto y lo abrazó con firmeza, llorando en su hombro,
haciendo que el mayor se sintiera incómodo—. Ya... — finalmente rodeó con sus brazos, dejándolo desahogarse, porque no podía hacer nada más.
Mirando a la infinita caja, no supo qué más podían hacer a demás de llorar, de miedo, de impotencia o de ignorancia, quizás de todo eso y más.
@Junchi95
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