Capítulo 20: Lo olvidado.
-¡Hmm! Oh sí -un sonido gutural de satisfacción salió de su garganta cuando se deslizó sobre mi cuerpo desnudo y se regó en mi interior. Sujeté el borde del escritorio con fuerza cuando sus uñas se clavaron en mis caderas, pero solo un par de segundos después dejé caer mi brazo al sentir que todo había acabado por fin.
Una palmada brutal a mis nalgas me hizo jadear, pero nada cerca a ser placentero.
-Eso fue increíble, muñequito, esta vez te comportaste muy bien -me susurró al oído, no había realmente necesidad estábamos solo en esa alcoba, él solo gustaba de hacerme temblar ante su voz-. Mi querido Hoseok, en una semana cumplirás 16 años ¿tienes planes para ese día?
Me mordí el labio intentando olvidar aún seguía enterrado en mí.
"Piensa en otra cosa, vamos, piensa en otra cosa"
Él se irguió más sobre mi espalda haciendo que mis piernas quedaran colgando del bordillo.
-¡Ah! Por favor...
-Sigo esperando una respuesta, muñequito -su lengua recorrió mi cuello, nunca creí que algo podía ser tan electrizante, pero asqueroso al mismo tiempo-. ¿No dirás nada? -solté un alarido cuando sus dientes se clavaron en mi hombro.
De reojo podía ver la sangre gotear en el escritorio de madera.
-N-no haré nada.
-Genial, podemos pasar juntos ese día ¿Qué dices? -apreté mis labios cuando una de sus uñas presionó mi omoplato y bajó, claramente dejando una marca.
-¡Si! Está bien -respondí.
-Oh, creo que no escuché bien.
Con una fuerza bestial me hizo girar, aun sin apartarse de mí, quedando esta vez cara a cara. Sus ojos oscuros brillaban con malicia, haciéndome temblar y no poder contener las lágrimas.
Con una mano seguía agarrando mi cintura y con la otra me sujeto el cuello con fuerza, solté un quejido ante esto que solo le hizo ensanchar la sonrisa.
-¿Podrías repetírmelo, querido?
Cualquier residuo de dignidad que quedaba ese día se esfumó en el aire.
-Por favor, quedémonos juntos en mi cumpleaños -lloriqueé tomando tu cara entre mis manos-. No me dejes solo, por favor, te amo.
Una desagradable sensación subió por mi pecho, decir esas palabras sin realmente sentir nada más que dolor, me partía el alma.
-Siempre tan dulce, mi Hoseok, claro que me quedaré contigo -llenó mi cara de suaves besos, lo único dulce de toda la velada.
-¡Ah! -solté cuando dio una última estocada simplemente por imposición.
Duré tirado sobre el escritorio más de lo que hubiese deseado, Park se marchó después de tomar una ducha y vestirse, no dijo nada más, tampoco preguntó sobre mí.
Realmente nada.
Cuando volví a sentir las piernas intenté ponerme de pie, pero solo terminé cayendo sobre la áspera alfombra.
¿En qué momento las cosas se torcieron de esta forma? Meses atrás el amor que sentía por Park era tan grande, entregarme a él no era ningún problema, incluso disfrutaba de ello, porque le amaba. Sonaría estúpido viniendo de un puberto que apenas estaba creciendo, pero realmente creía haber encontrado el amor verdadero a los 14 años.
Hasta que todo se fue cuesta abajo.
La puerta de la alcoba fue abierta, dejando entrar un poco de luz del pasillo exterior mientras la sombra alta y fornida avanzaba a paso lento hacia mí.
No lo reconocía, simplemente se acercó y me habló-. Que desastre.
"y que lo digas" pensé.
-No debería hacer esto, pero me lo han pedido -comentó colocándose en cuclillas y apoyando una rodilla en el suelo para levantarme. Solté un quejido por la incomodidad de mi cuerpo al ser recogido, un calambre me sacudió del abdomen para abajo, haciendo hormiguear mis pies.
Apreté mis dientes intentando no quejarme.
-Sé que estas despierto.
Dio largas zancadas por la habitación, dejándome sobre el sofá de cuero y apoyando mi cabeza en un cojín. Sus manos eran grandes, pero era muy cuidadoso, suave, se podría decir que me trataba con delicadeza. Agradezco que lo hiciera así, en ese estado un par de golpes más podría dejarme unos buenos días en reposo total -cosa que de igual forma mi familia no permitiría-.
No me atreví a abrir los ojos, no sabía quién era. Podía reconocer la voz de Felix, uno de los perros fieles de Park, de los más sanguinarios, solía evitar cualquier contacto con él, siempre había hambre en su mirada, como si fuese un pequeño animal esperando su turno de caer en la hoya.
Solo que no supe si era hambre de seguir los pasos de su jefe o realmente clavar sus dientes en mi mejilla.
También estaba Bang Chan, era el más tranquilo de los perros, no se metía conmigo para nada, era como si no existiese para él. Solo otra cuchara más en una enorme mesa llena de cubiertos. Otros que si no le perdonaban la existencia eran Woojin y Seungmin, no tenían permiso de tocarme, las golpizas eran cosa de Park, lo más afilado que tenían además de sus navajas eran sus lenguas.
Estúpido de mí al convencerme de ser algo importante para Park y restregárselo en sus caras cuando todo era color de rosa. Tal vez por eso me tenían un odio voraz, no los culpaba, me arrepiento de mi comportamiento tan infantil.
-Voy a limpiar primero abajo y después me encargaré de los moretones -informó el desconocido
Yo no me moví, por muy incómodo que fuese el paño mojado con el que me limpiaba, solo me quedé recostado, simplemente respirando.
La vergüenza no me dejaba hacer nada.
Dí un respingo y un quejido cuando el paño pasó por una mordida en mi nalga.
-¿Te duele? Seré más suav-
-Por favor, deténgase -levanté la cabeza para mirarle-. No tiene que hacer esto, solo déjeme aquí, estaré bien.
Él me ignoró y siguió limpiando-. ¿Así que te gusta mentirte a ti mismo?
-No estoy-
-Si no cuidamos estas heridas tendrás una infección y un boleto vip directo a la sala de urgencias -su mirada me cayó como piedra en la cabeza-. Y me imagino que no tienes para pagarlo ¿o sí?
Inconscientemente negué con la cabeza.
-Bien, solo sé un buen niño y déjame tratas tus heridas, no tardaré mucho.
Dejé caer mi cabeza avergonzado y le permití continuar. Aun no podía mover mis piernas por lo que "escapar" no era una opción.
-Nunca antes lo había visto por aquí ¿es nuevo? -pregunté por curiosidad.
-Algo así, vengo de otro distrito.
Era raro que el señor Park trajese gente nueva o de otros distritos, le gustaba alardear de lo que tenía y hacia, pero no cambiaba a sus hombres de confianza.
-¿Qué edad tienes?
-37 ¿y tú?
-15 -su mano se detuvo unos segundos, pero luego continuo, indicándome que me volteara un poco para limpiar mi espalda.
-Eres muy joven... -sabía lo que pensaba "muy joven para estar en este lugar y haciendo estas cosas"-. ¿Estudias?
-Sí, aunque en estos momentos estoy de vacaciones.
-Ya veo.
La situación era realmente incomoda, un hombre desconocido estaba limpiando mi cuerpo de los estragos sexuales del señor Park. Una típica película de Disney.
-¿Por qué esas aquí?
-Park me lo pidió.
-Eso es mentira -me erguí rápidamente, aunque seguía sin sentir del todo las piernas-. No me mienta por favor, solo le pido eso.
Su gesto serio fue interrumpido una mirada de compasión, no, de pena.
-Una mujer me dijo que viniera a ayudar a una persona herida, eso es todo.
-¿Quién era?
-No lo sé.
-¡¿Quién era?! -exclamé ¿Quién era la persona que sintió tanta lastima por mi como para mandar a un hombre desconocido a ayudarme? Todos me odiaban en el grupo del señor Park, todos detestaban el favoritismo con el que me trataba meses atrás. Ahora solo se regocijaban de mi miseria.
-Ey, cálmate -poso su mano en mi hombro-. Te juro que no sé quién era, solo se veía preocupada por ti.
Nadie se preocupaba por mí. Dejé pasar la mentira, de igual forma no me diría nada más.
-¿Hace cuánto que estas aquí?
-Se meterá en problemas por andar preguntando tanto.
-Ya estoy en unos cuantos solo por estar aquí contigo, saber un poco más no hará la diferencia.
¿Acaso ese señor era masoquista?
-No recuerdo, tal vez 3 años o más... ¿está tratando de distraerm- ¡Auch!
Él estaba desinfectando la mordida en mi nalga y el ardor me hizo saltar-. Aún falta un poco más de destrucción, la mordida es profunda, tardare unos minutos.
Suspiré y tapé mis ojos con las manos. Un hombre estaba curándome una nalga, no, no había nada de raro en eso.
¿Cómo fue que llegué hasta ahí? ¿Qué hice mal?
Cuando menos lo pensé estaba ocultando mi cara por el llanto.
-¿Estas bien? -solo negué con la cabeza y continúe llorando-. Ey, ey, calma.
-Debería morirme ahora.
-¿Qué? No, no, no, eso no es verdad -al parecer se había puesto nervioso.
Aun con las lágrimas en mis ojos el solo paró unos segundos para intentar calmarme y luego terminó de curarme rápidamente.
-Ey, chico, vamos, relájate -se poyó más cerca de mí y me estrechó entre sus brazos, se sentía raro, era una sensación que no había sentido en años.
Seguridad.
-Yo no puedo hacer mucho, no más que esto, p-
-Por favor no me des palabras de aliento... es inútil...
-Escucha -se alejó de mi para mirarme-. Sé que podrás salir de esto.
-¿Mágicamente?
Él soltó una suave risa-. No del todo.
Entonces el silencio reinó y solo éramos nosotros dos, mirándonos.
-Mi nombre es Gong Ji Chul, puedes decirme Gongyoo, recuérdalo, si logras salir de esta mierda búscame.
-¿Cómo?
-Solo recuerda mi nombre.
Él siguió curando mis moretones y vendando las laceraciones.
-Hay una maestra, señor Gong, ella... creo que puede ayudarme,
Él me miró serio unos segundos, tenía un gesto indescifrable ¿Qué estaría pensando?
-Confía en ella... y no olvides buscarme.
-Lo prometo.
Pero ella me había traicionado. Me había entregado a Park.
Confié en las personas equivocadas.
-Oh Dios, estas aquí, realmente eres tú -balbuceaba-. Está bien, estarás bien, yo cuidaré de ti.
¿Quién era?
Su voz, la había escuchado antes...
Me removí sobre la tierra húmeda y dura bajo mi cuerpo ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? No lograba recordar.
-¡Oh! Despertaste -una silueta desconocida se acercó a mí entre la luz cegadora que entraba por entre las ramas de los árboles.
-¿Quién... eres?
-¿Hoseok? ¡Hoseok!
Aparece un personaje oculto entre los recuerdos de Hoseok.
La pregunta es; ¿es amigo o enemigo?
¿Hay algo en el pasado que Hoseok no llegara a enterarse?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro