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Capítulo 15: Piano.

Me desperté de sopetón.

Mi pecho subía y bajaba rápidamente mientras el sudor frio cubría mi piel. Puse mi mano en mi corazón logrando calmarme unos minutos después.

La habitación estaba fría, debían de ser probablemente las 2 o 3 de la madrugada aún. Antes de levantarme miré a Namjoon a mi lado, me daba espalda cubierto completamente por las gruesas mantas, debía tener frio, sabía que solo traía puesto la ropa interior. Anoche no había pasado nada en realidad, solo besos y toqueteos fugaces, después de pasar el día junto a los chicos. Taehyung realmente estaba feliz de vernos juntos, yo no había sido el único que lo extrañó, pero no hizo gran cosa, supuse que era porque en realidad sabia donde había estado metido el moreno todos estos días y yo, en cambio, no.

Cuando la suave melodía de piano llegó a mis oídos pensé que era algún zumbido proveniente de mi abrupto despertar, pero no, está ahí, en el aire y cada vez lo escuchaba más claro.

Besé la cien de Namjoon antes de poner mis pies en las acolchadas pantuflas que evitaban que tocase la fría madera. Caminé a tientas solo guiándome por la tenue luz de la luna que entraba por una pequeña abertura en la cortina, sin embargo, me topé con alguien antes de abrir la puerta, yo mismo.

Estratégicamente la luz iluminaba un espacio entre la puerta y un espejo en él me podía reflejas bastante bien, solo llevando un gran camisón de marga larga y el interior, entonces me puse a mirar con detenimiento.

No tenía ninguna marca en la cara o en los brazos, eran los lugares más normales, pero la gran cicatriz en le pierna nunca desaparecería, esta surcaba su muslo, desde la cadera izquierda hasta 8 centímetros más al interior. También tenía otra en el vientre, del lado derecho, durante años mintió con que la del vientre había sido una apendicitis y la de la pierna un accidente en bicicleta, nadie desconfió de sus palabras.

Sí todos sabían sobre mí y el señor Park, entonces también sobre el verdadero origen de las cicatrices.

El piano se detuvo unos segundos, eso me hizo reaccionar de mi reflejo, pero la sonata volvió a comenzar, igual de dulce, igual de misteriosa.

Igual de atrayente.

Abrí la puerta con cuidado y cerré detrás de mí, solo di dos pasos hasta toparme con Jimin asomándose desde su habitación, con los ojos entreabiertos, el cabello despeinado y visiblemente desnudo.

–¿Te despertó el ruido, hyung? –negué con la cabeza–. Lo siento, supongo que debe sentirse muy mal.

–¿Quien? –esta vez Jimin abrió bien los ojos comprendiendo lo que estaba diciendo.

–Yoongi hyung.

Mi boca se sintió como un desierto al escuchar ese nombre.

–Yo hablaré con él, puedes regresar a descansar, hyung –dijo antes de volver al cuarto.

Curioso me asomé por este. Ya había visto el cuarto de Jimin antes, con su enorme cama glamour de cabezal aterciopelado blanco y el enorme dosel beish, el gigantesco armario blanco de 8 puertas, las lámparas de bronces y el tapete café. Sin olvidar lo aficionado que era Jimin a las flores en jarrones y canastas que decoraban más que las fotos en las paredes.

Lo que antes no había visto era a Jin envuelto en sábanas blancas sobre la cama y quien tenía una alta probabilidad de estar desnudo también.

–Jimin –lo llame a susurros algo fuertes.

Él sacó la cabeza del armario con una bata de baño en las manos.

–¿Puedo ir yo?

Se quedó muy quieto después de escucharme, el gesto que hizo con su mano en su nuca no me gusto realmente.

–No lo sé... –¿por qué? –. No ¿sabes qué? Si, adelante.

Igual se puso la bata y volvió a acercarse a mí.

–Sé que al igual que Namjoon hyung, a Yoongi no lo habías visto desde hace días –dijo probablemente recordando todo lo que pregunté por él en la tarde y no obtuve respuesta.

–Gracias.

–Su cuarto es el segundo más grande después del de Taehyung, solo llega hasta el final del pasillo y dobla a la izquierda –Jimin tomó mi hombro antes de que me marchara–. Solo toca el piano cuando se siente mal, si te habla muy feo no dudes en volver y yo intentaré calmarle.

Por mi mente pasó la pequeña, pero expresiva pelea que tuvieron cuando llegué a la mansión.

Asentí y él me dejo marchar.

La melodía se hacía más fuerte conforme caminaba, era una mezcla entre tocadas suaves y melancólicas, con una efímera felicidad que no duraba más de 8 teclas.

Cuando llegue ante mí se regía una puerta doble de madera gris, el pomo era de manilla alargada y con la forma de un colmillo. No sé si me daba más miedo encontrar a Yoongi enojado o que la decoración me incitara a correr.

Toqué dos veces y esperé.

El piano siguió sonando por lo que asumí que los golpes fueron muy débiles.

Mi mano temblaba no solamente por el frio.

Una tocada abrupta hizo el silencio y antes de volver a tocar la puerta se abrió con brusquedad. Yoongi, vestido con sus comunes trajes de dormir oscuros, se posó frente a mí, la dura y brutal mirada que me dio fue suavizada al darse cuenta que quien estaba delante de él era yo y no Jimin.

–Hose-

–Escuché el piano –dije sin realmente pensar en mis palabras–. No sabía que fueras tu –mentí.

–Lo siento, pararé.

–No, no, solo vine por curiosidad, no puedo dormir.

Yoongi me recorrió con la mirada, le vi morderse el labio y se apartó de la puerta invitándome a entrar.

El frio era el mismo tanto afuera como adentro. La habitación de Yoongi era tal vez una mezcla entre la de la de Jungkook y la de Namjoon, con el piso de madera oscura, las pareces de un gris claro y las lámparas modernas colgando a diferentes alturas del techo cóncavo. La cama estaba desarreglada, un manojo de sabanas marrones y negras que combinaban perfectamente con los muebles oscuros y el somier sencillo.

Las paredes estaban tapizadas con fotos nuestras y cuadros que debieron pertenecerle a algún pintor loco del siglo 19, pero nada resaltaba más que el enorme piano de cola en una esquina de la habitación, entre la puerta y la salida al balcón.

No era un secreto que Yoongi trabajaba como compositor, solía hacerlo desde casa y escondía su identidad a la mayoría de personas, era apodado como DM-nim, nadie más haya que electos en las industrias le conocían y un número aún más reducido a quienes les haya dejado ver su cara por debajo de la extravagante mascarilla con diamantes. El piano era uno de los muchos instrumentos que sabía tocar y lo mezclaba con el buen uso de su voz y mente para hacer obras de arte, no por nada grandes grupos y solistas debían su popularidad a sus producciones.

Me quedé parado en medio de la habitación mientras él cerraba la puerta, sentía una gran ansiedad por saltar sobre él y aprisionarlo entre mis brazos hasta que los años pasaran y solo quedaran los huesos.

Lo había extrañado muchísimo.

Había extrañado a mi alma gemela.

–Supe por Taehyung que estas entrenando con Jungkook y Jimin –asentí–. Eso es genial.

"Oh venga Yoongi, dime lo que realmente piensas" fue lo que paso por mi mente.

"Por favor atráeme a ti, sostenme en tus manos y devora mis labios. Dime lo mucho que me extrañaste, pídeme que me quede a tu lado, que no me marche y hazme tuyo".

Él se sentó en el borde de la cama y jugó con sus dedos.

–Me siento... –se mordió el labio antes de continuar–. ...feliz de ver que te estas adaptando bien a Nigreos.

"oh por el amor de Dios, cállate"

–Oh, veo que Namjoon te puso el anillo –apreté mi puño con esas palabras–. Yo también lo tengo, gracias, Hobi, es el mejor regalo que he recibido –alzó la mano y puse ver el contraste entre la plata brillante del anillo con el diamante negro en la mitad.

La sonrisa fue todo lo que necesite para ir a por él y darme cuenta que lo que deseaba que hiciera era justamente lo que yo quería hacerle.

Corrí hacia él con las lágrimas cubriéndome la cara y el puñetazo que recibió fue suficiente para hacerle caer de la cama. No fue lo suficientemente fuerte como para romperle el labio o la nariz, pero sí que lo dejo estupefacto y con la mano en la mejilla tratando de entender que estaba pasando.

–¿Hoseok?

–Min Yoongi, eres la persona más irresponsable, egoísta, tonta y odiosa que he conocido en mi vida –él me seguía mirando desde el suelo–. No sabes lo preocupado y solo que me he sentido sin sabes de ti, sin que nadie supiera que decirme, no puedes simplemente desaparecer así y esperar que yo no me enoje contigo. Todos estos días, solo pensando en ti y en Namjoon, él me visitó ayer, pero tu seguiste sin ir a verme ¿ya no me amas?

–¿Que? Claro que te amo –inquirió velozmente.

–Entonces no entiendo –me derrumbé entre lágrimas–. ¿soy yo? ¿acaso es un problema que ahora sepa lo que realmente eres?

Él bajó la mirada sin quitar la mano de su mejilla.

–Ese es Taehyung.

–¿Eh?

–Quien no quería que supieras era Taehyung, de haber sido por mi te habría dicho desde que comenzamos nuestra relación.

–¿Entonces que es, Yoongi?

–Cuando llegaste y te vi tan afectado, pensé en retractarme, en no contarte nada, pero de igual forma tendrías que saberlo. El problema es que casi te pierdo por eso.

–Pero no salté.

–¡Pude perderte! –me sujetó de los hombros, su mejilla roja por el golpe no le quedaba nada a esa piel tan palida–. ¿Cómo crees que podría vivir sabiendo que mis ganas por decirte la verdad te mataron? Ahora tengo un miedo peor ¿de qué forma todo esto te cambiará?

–Yo no cambiaré, Yoongi.

–Claro que lo harás, lo estás haciendo ¿entrenar? ¿aprender a lanzar cuchillos? ¿golpear? Este no eres tú, Hoseok –tenía razón, el baile era mi entrenamiento, solo tocaba los cuchillos para cocinar y nunca en mi vida me pasó por la cabeza golpear a alguien–. Tengo miedo de que los Kim te conviertan en lo que sé que no quieres ser y cariño, la primera muerte nunca se olvida.

Lo sé, en algún momento tendría que disparar un arma y no solo para defenderme, eso se llevaría la vida de alguien por delante en vez de la mía.

Y estoy seguro de que eso no lo podría olvidar.

–Quiero que sepas quien soy, pero no si eso te cuesta tu identidad, Hobi –sollozó.

Acaricié la zona cada vez más roja en su mejilla derecha, debía de doler, igual que mis nudillos.

–Yoongi –comencé, suave–. Tendré que cambiar, si quiero poder amarlos a ustedes sin miedo, lo tendré que hacer, pero seguiré siendo tu Hobi.

Seguiré siendo la persona a la que buscar en las tormentas frías.

Seguiré siendo quien te preparé tu desayuno favorito.

Seguiré siendo quien baile al compás de tus canciones.

–Mirame –lo hizo y al ver sus ojos comprendí que nunca había visto la vulnerabilidad en persona. Pensar que Taehyung tenía miedo, que Jimin estaba nervioso, que Jin se preocupaba, que Namjoon ocultaría cualquier cosa por seguir viendo mi sonrisa, que Jungkook realmente quería verme sobrevivir, pensar en que por fin estaba viendo sus debilidades, me ponía feliz.

Había llegado hasta donde sé que no habría podido de no estar en la mansión.

–Algún día una bala escapará de mis manos y acabará con la vida de alguien, quiero que, en ese momento, sin importar lo destrozado que me veas, me protejas, porque cuando el sol salga mi sonrisa será solo para ti y veras que no he cambiado por mas cicatrices que tenga mi cuerpo.

Bese sus labios unos pocos segundos.

–¿Puedo contar contigo?

Nos miramos sin obtener respuesta, sonrió suavemente y apoyó la cabeza en mi pecho.

–Lo juro por mi vida.

Me reí un poco.

–Ustedes los Kim y sus juramentos, solo quiero un sí.

Sin que me lo esperaba levantó la cabeza y me empujó contra la alfombra blanca.

–Yo no soy un Kim –me besó con ferocidad, invadiendo mi boca con su peligrosa lengua y sus manos evitaban poder moverme–. Soy un Min.

La música del piano regresó, pero no era él quien la tocaba.

La suave sonata se mezcló con sus manos cuando me reclamaron con ansias. 

En el inició deje cual es la canción que toca Yoongi en el piano, es una de las tocadas mas lindas que he escuchado, suena melancólico, como si recordara algo que se perdió en el tiempo. 

Ahora sabemos un poco mas de como se siente Yoongi, pero no ha dicho donde estuvo todo este tiempo, aunque ha Hoseok no le preocupa nada mas siempre que este a su lado. 

¿Alguien se preguntaba en que trabajaba Yoongi? ahora lo saben, es su trabajo a medias, ya que lo mezcla con los deberes de la familia Min. 


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