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Capítulo 12: Padres.

Caí al suelo jadeando, no lograba que mis pulmones se llenaran de aire y el sudor cubría por completo mi piel ahogándome el doble. El piso no tenía alfombra y la baldosa lisa estaba fría, eso me ayudaba un poco.

–¿Estas bien? –Jungkook corrió hacia mí cuando me desplomé en el suelo. Me miraba sonriente encima de mí, con su típico traje holgado y negro lleno de correas que usaba para ejercitarse.

–Si sigo me desgarraré un músculo.

Él soltó una leve risa.

–Pensé que el baile ayudaba con tu condición física, pero supongo que realmente no.

Agarré su hombro y él me ayudó a sentarme, debía de tener la cara roja del esfuerzo.

–No creo que el baile se compare a la lucha.

Ya habían pasado casi dos semanas desde que había llegado a la mansión y algunas cosas interesantes habían pasado. Después de la pequeña charla con Taehyung lo veía más abierto, no solo como si hubiese vuelto al Tae antes de llegar, sino como si ya no cargase con un peso encima, me alegraba el corazón verlo más relajado.

Jimin me presentó a las mascotas del lugar, Iglesia, el gato al que odiaba Jin, Mión, Aza y Tangerin, tres dobermans que curiosamente se parecían a su dueño, duros por fuera y tiernos por dentro. También estaba Jhonny, un conejo que no me sorprendí al escuchar que era de Jungkook.

Pude conocer a más personal de la mansión, principalmente guardias, todos bastante amables, Jimin se murió de los celos durante media tarde y no pude librarme de él por un día entero.

No he visto a Yoongi ni a Namjoon, Jin sigue diciendo que están ocupados, pero por más que recorría la enorme mansión no los encontraba, al final desistí, conocía bien a ambos, cuando tuviesen tiempo me verían, no debía ser impertinente, menos en un campo en el que no tengo conocimiento.

Recientemente Jungkook y yo acordamos entrenar, él realmente quería que yo pudiese escapar de situaciones peligrosas solo, al menos lograr ponerme a salvo. Taehyung no estuvo de acuerdo y durante días estuve entre dejar que me protegiesen a toda hora o valerme por mi mismo.

Jin fue quien logró convencer a Taehyung, no para ponerme a luchar a la par de ellos, pero si para que pudiera mantener una condición física que me permitiese sobrevivir sin ellos, pero ahora me doy cuenta de que bailar no te sirve mucho cuando estas en peligro.

Jungkook era un buen maestro, se paciente y bromear todo el tiempo era lo suyo, pero yo apestaba para los combates. Antes de llegar a Nigreos habíamos estado haciendo ejercicio juntos y me enseñaba pequeñas posiciones de defensa personal, luego la situación se encendía y la lección quedaba a la mitad, pero eran cosas casuales, algo que nunca crees que llegaras a usar.

–Wow ¿qué ha pasado aquí? –ambos nos giramos a ver a Jimin que venía con una bandeja, en esta algo que supuse seria para beber y un par de toallas–. Espero que no te hayas excedido con hyung, cabeza de conejo.

Jungkook resopló y se sentó frente a mí, menos agitado que yo, pero igual debía de estar cansado.

Jimin se sentó a nuestro lado dándonos un vaso frio de lo que supuse era limonada y las toallas, a Jungkook no le importo verse bárbaro y en tres simples tragos acabó con la bebida, soltando un sonoro suspiro.

–Mal educado –comentó Jimin con los ojos estrechos.

–Y así me amas –Jungkook le sacó la lengua para luego reírse con sorna.

–¿Y qué hay de ti, hyung? ¿este baboso te hizo pedazos?

–No, creo que yo solo me destrocé –Jimin me dedicó una sonrisa ladeada y se apoyó en mi hombro–. Ustedes son geniales.

Jungkook dejo la toalla en su propio hombro y le miro curioso.

–Me refiero a esto, como se muestran ahora, parecen superhéroes y yo soy... una Gwen Stacy.

Jimin aspiró aire por la boca muy sonoramente y por supuesto ofendido.

–Primero que todo, Gwen era genial, segundo, tú eres mejor que ella y tercero, no permitiremos que termines igual –respondió él velozmente.

–También puedes ser un superhéroe, hyung, solo tenemos que encontrar tus superpoderes –comentó Jungkook recostándose en la oscura baldosa.

–¿A ustedes les costó, cuando entraron en la familia?

Jungkook se levantó de sopetón al igual que Jimin, alejándose un poco de mí y se miraron durante unos segundos.

Entendí perfectamente la situación. En algunas familias de la mafia cuando no eras parte desde el nacimiento te obligaban a olvidar toda tu vida anterior, para muchos era difícil, sobre todo si nadie más que tu entraba. Podía ser eso o tal vez eran recelosos a contar su juventud.

Podía saber perfectamente casa cosa actual de ellos, como que comida preferían o que ropa les gustaba más, incluso recordaba pequeñas cosas sobre sus padres o de la etapa escolar, peleas, amoríos, trabajos y más, pero ¿que realmente era verdad y que no? ¿realmente sabía todo de ellos?

–No me lo tienen que decir –oculte mi rostro en la toalla, momentos como estos me ponían realmente nervioso–. Lo siento –dije al final.

–Cariño, no –comenzó Jimin–. No es que no te lo queramos decir, es solo que, bueno, noso-

–Yo nací dentro de la familia –la voz de Jungkook hizo callar de repente a Jimin–. Mis padres trabajaban en la sede de Busan, él era un técnico y ella... no lo recuerdo, lo siento.

Me destapé la cara y pude ver el extraño gesto del menor, miraba sus manos y tenía un semblante tranquilo, pero por la tensión en su mandíbula sabía que se estaba esforzando.

–Sé que ambos tenían 26 cuando me tuvieron a mí, no los conocí, fallecieron cuando tenía 2 años, fui criado junto a Taehyung en la sede de Daegu –Jungkook soltó una leve risa–. No tuve nada de ellos hasta cumplir los 16 cuando recibí una foto, me la dio el padre de Tae antes de morir.

Nuestros ojos se encontraron.

–Tal vez después pueda mostrártela –sonrió–. No tuve realmente una iniciación o algo así, crecí entrenando para ser el guardaespaldas de Tae, pero él me permitió conocer mi propio camino.

–¿Cuál era?

–Cuidar a los que amo.

Tanto Jimin como yo sonreímos.

–¿Entonces te acostabas con el jefe desde antes? –pregunto Jimin apoyándose en sus codos tomando una postura sensual.

Jungkook bajo la cabeza riéndose y asintiendo.

–Desde los 18, cuando ya tuve edad para descontrolarme.

–Oh claro que sí, recuerdo mucho esa etapa tuya –conocí a Jungkook cuando era rebelde, solía estar retraído todo el tiempo y se pegaba a Taehyung, si algo no le gustaba lo decía directamente y sin filtro, si lo molestabas había una alta probabilidad de que terminaras en el hospital, a veces iba a visitarlos –ya que ambos vivían juntos– y me encontraba al menor fumando como una chimenea o pasando los límites de la borrachera.

Jungkook hizo ademán de querer enterrar la cabeza en el suelo.

–Quisiera borrar esa parte de mí vida.

Sé que en realidad no lo decía por su actitud, tampoco por los cigarrillos ni el alcohol, aunque estos si tuvieran que ver, sé que hablaba de las drogas.

Era un tema del que estaba prohibido hablar, recordar que pude haberle perdido me hace temblar, no puedo imaginar la vida sin Jungkook en ella.

–Oh, cierto –habló de repente–. Jimin-ssi puede enseñarte a luchar.

–¿Cómo me dijiste, idiota?

El soltó una carcajada antes de continuar.

–Tu estilo de lucha puede ser más fácil de aprender para hyung, si sigue entrenando conmigo probablemente se rompa un músculo.

–Supongo que es verdad –me miró de arriba abajo y yo pellizque su mejilla–. Podemos comenzar mañana, si lo hacemos ahora Jin tendrá la noche ocupada cuidándote.

Jugué un momento con la toalla mientras ellos hablaban sobre el entrenamiento, esperaba que con Jimin las cosas fueran un poco más llevaderas.

Ahora me ponía a pensar que tampoco sabía nada de la familia de Taehyung, una vez Jin comentó que su madre vivía en Japón y que su padre había muerto de cáncer, como era un tema clandestino nunca pude preguntarle a él directamente.

Y ahora tenía curiosidad.

–¿Qué habrá pasado? –no me había dado cuenta de que había pensado en voz alta.

–¿Qué cosa? –preguntó Jimin, sorprendiéndome.

–Lo siento, estaba pensando en voz alta.

–Déjame adivinar –Jungkook hizo un ademán con la cabeza–. Pensabas en los padres de Jimin.

No precisamente, pero algo sí.

Al final asentí.

–Ellos están bien –me respondió con una sonrisa–. Mamá es cocinera, tiene su propio restaurante en Busan, papá es profesor, no recuerdo de que exactamente.

–¿Hablas con ellos? –en general el tema de la familia no era algo que se tomara en nuestra vida de pareja, éramos como un pequeño mundo, solo los siete y nadie más.

–No muy seguido, a veces mando cartas a mi madre cuando estoy en Busan, aunque no puede responderme, ya sabes, la confidencialidad, pero sé que están bien y que mi hermano menor, Yooin estudia arte.

Eso realmente me dejo sin habla.

–Nunca me dijiste que tenías hermano.

–Lo siento, es fácil hablar de padres porque siempre tienes un par, pero quería proteger a mi hermano, por eso nadie, además de nosotros y la familia Kim, saben que tengo un hermano.

–Espero conocerlo un día –quería sonar emocionado, pero en realidad me sentía enrevesado, entendía porque Jimin quería proteger a sus familiares, pero lo que más pasaba por mi cabeza era que efectivamente no sabía nada de ellos.

Otra sombra se cernía detrás de Jimin, una llamada familia.

¿Habrían más?

Claro que sí.

Ahora sabemos un poco más de Jimin y Jungkook, o más bien, de su familia. 

Hoseok quiere creer que sabe todo de sus novios, pero ahora entenderá que había cosas que están ocultas por una buena razón.

¿Cuáles serán los secretos que se descubran mas adelante?

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