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— Ve a los lugares que estuvimos,... Y recuerda las noches que tuvimos.
Le recordó SeokJin con dulzura en la madrugada, acurrucado en el pecho de este.
El pelinegro acercó más el cuerpo del rubio al suyo, dándole calor y la tranquilidad que necesitaba su corazón.
Ambos se aferraron ente sí, pidiendo al creador o a quien fuera responsable de la vida que el tiempo se volviera eterno, pues aún querían disfrutar de la existencia combinada de ambos.
Y con ese pensamiento compartido y dos corazones adoloridos no durmieron en toda la noche.
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