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Capítulo 30.

Hola mis bonitos lectores~ Me atrase un día con las actualizaciones pero acá seguimos a pesar de todo, pucha, este es el capítulo final de LS y no me queda hacer más que agradecerles infinitvamente por el apoyo, el cariño y la validación, cuando entré en un bloqueo heavy de escritura a raíz de esa accidente feito hace casi un año creí que creativamente me había quedado drenada y LS fue la primera cosa que pude sacar y sentir que podía seguir escribiendo, así que, gracias por alimentarme con esto igual.

Los quiero muchisimo, el cierre es de Ash hoy pero el epilogo es de Eiji.

—Eiji. —Aslan repite el nombre con suma lentitud, permite que las letras se derritan sobre su lengua como si se tratara de un pastel de chocolate decadente, sus papilas gustativas bailotean bajo la mera mención de aquel nombre. Es delicioso. Sublime. Tentador. Significativo. Coqueto. Inefable. Inasible.

«Ei-ji».

Como si fuera una palabra compuesta.

Un rezo. Un grito. Una última señal de auxilio.

Su alma gemela.

—Eiji.

Entonces repite, despegando su cara del libro que yace en su regazo para mirar al dueño del nombre.

Hay fuegos artificiales en los ojos de Eiji cuando entablan contacto visual, están sentados contra una pared de su cuarto estudiando con las manos entrelazadas y los hombros casualmente ceñidos entre la hora cérea y el partido de béisbol que será su debut público. Dios, ha estado pateando la idea de ser un jugador oficial desde principio de semestre (más considerando la renuncia de Eiji) no obstante el tic tac lo alcanzó.

Dino Golzine. Arthur. La traición de Shorter. Tic. Tac.

Pero eso no es lo relevante en esos momentos, no, lo único importante es lo lindo y besable que Eiji luce reflejado en sus jades con su rubor de rosas, sus sonrisas tímidas con hoyuelos de girasoles, sus mechones crispados hacia sus racimos negros de pestañas, Aslan se siente demasiado tentado sobre la idea de arrojar su estudio a la mierda y solo besarlo, pero es paciente, es un caballero después de todo, por eso prefiere jugar repasando las líneas en su palma pequeñita, así que lo acaricia y acaricia.

—Eiji. —Entonces repite una vez más y Eiji sonríe y Ash tiene que ceder al impulso de besarlo aunque sea en la mejilla y el contacto es simplemente glorioso—. Ei-ji.

—¿Por qué mencionas tanto mi nombre?

—Estoy pensando con qué apellido tu nombre suena más bonito. —Por supuesto que eso intensifica aun más el sonrojo y los nervios, lo nota en cada microexpresión que el nipón le confiere en conjunto a su respiración, ese es el secreto para que Eiji crea que es genial, entonces piensa disimulando todos los latidos de corazón en orquesta y limpiándose el sudor de la frente—. Tu nombre y mi apellido es una combinación perfecta.

—¿Lo es? —Ash es un maestro camuflando lo malditamente enamorado que está, Eiji es un libro de candado roto y páginas abiertas.

—Sí. —No siempre y en más de una ocasión la pandilla le ha referido que suaviza inconscientemente tanto voz como mirada—. Lo es.

—Eiji Callenreese.

—¿Ves? Es perfecto.

—¿Entonces eso estabas pensando en vez de estudiar para el examen?

—Estaba inspirándome para escribir un ensayo sobre homosexualidad.

—¡Ash! —El aludido se encoge de hombros con un "¿qué?".

—No es mi culpa tener tanto IQ que ya haya terminado. —Una de las cosas que más lo engatusa del nipón es lo fácil de leer que es (y eso lo hace molestable también, es un bonus) es que no debe existir nada más evidente que este orgulloso tratando de encubrir sus nervios cambiando de tema, dejando de lado sus libros sin saber si estudiar o mantener el contacto visual y obviamente eso lo hace querer joderlo aún más—. Yo acabé hace horas, onii-chan.

—¿Qué has estado haciendo todo este rato? Debiste decirme.

—Estaba entretenido.

—¿Cómo?

—Te estaba viendo a ti. —Aslan deja de lado los libros—. Me gusta verte.

—¿P-Por qué? —La satisfacción escalda en su vientre, adora verlo nervioso por su culpa—. No poseo nada especial o destacable para entretenerte. —Qué vil mentira.

—Porque eres bonito. —"Bonito" se queda corto.

—Ash.

—Eres deslumbrante, Eiji Okumura.

—Ya basta, me estás poniendo ansioso.

Ash sonríe.

—Esa es la idea.

Eiji libera el aliento apenas Ash lo acorrala contra la pared, lo ha encerrado aprovechando la posición de estudio en que estaban, quedan frente a frente, con Ash casi sentado sobre el regazo de Eiji y Eiji muy pegado a la pared mirándolo con sus ojos grandes, enrollando sus dedos al costado de los libros y entendiendo que pocas son las intenciones que el rubio tiene de trabajar.

Hay cosas más entretenidas que podría hacer con Eiji.

—Eres precioso. —No teme repetir, Aslan desliza sus yemas por el mentón, lo siente derretirse sobre aquellas caricias de terciopelo—. Por eso no me puedo concentrar. —De pronto su iris cobrizo pende hacia sus labios y ha ganado su batalla—. Quedo noqueado con tanta belleza y ni siquiera lo intentas, solo me seduces por existir, eso es trampa.

—Solo me estás usando como excusa para no pensar en el partido y debes saber que los halagos no te llevarán a ninguna parte.

—Tal vez. —Ash presiona su pulgar en el labio inferior de Eiji—. Pero tú mueres por besarme ¿cierto?

—Tal vez. —Y claro que Eiji le sigue el juego, enrollando sus brazos alrededor de su cuello, separando las piernas para que se logre sentar y quede a horcajadas—. Quizás muero por besarte toda la noche, quizás muero por hacer más que eso y luego acurrucarnos en tu cama dándonos mimos y apreciando las marcas que nos habríamos dejado pero a diferencia de ti, tengo vergüenza.

—A Griff y Max no les importará, las paredes son gruesas.

—Y además, le prometí a Griffin arrastrar tu trasero a la camioneta cuando sea la hora.

Tch. —Se queja—. No eres divertido.

—Ni tengo que ser divertido, tengo que ser la voz de la razón del noviazgo. —Y aunque comprende que eso es verdad prefiere recargar todo su peso sobre las caderas de Eiji, sintiendo cómo sus manos convierten la tensión en una bruma fantasma que abandona su cuerpo y se desprende de su espíritu.

Estará bien, se repite.

Estará bien, abraza a Eiji para convencerse un poco más.

Se queda ahí un momento, permitiendo que las yemas de Eiji delineen los huesos de su espalda, con la cara apoyada en el hombro del nipón, apreciando a la pelusa negra hacerle cosquillas y hundiendo la nariz deliberadamente más hondo en su lugar seguro: el hueco entre el cuello y el omóplato. Aslan flota ceñido por todas las sensaciones que Eiji le transmite mientras le devuelve el mimo, procura la suavidad en sus toques, lo hace como si estuviera acariciando a un animal pequeño, a un conejo tan esponjado que recién salió de la lavadora y eso lo hace reír. Pero entonces su amante tirita tensando el agarre y se percata de la brecha corporal.

—¿No estoy muy pesado? No quiero romperte.

—No subestimes a un deportista e incluso si dejé el equipo de pértiga sigo siendo fuerte ¿sabes? Así que no temas romperme, no me romperás.

—Eiji.

—A menos que quieras romperme de otra manera. —Hay una chispa oscura en las pupilas cafés que despierta un lado depredador que lo incita a estrechar aún más sus caderas y a anhelar.

—Estás travieso.

—Tú empezaste.

—¿Yo? —Ash bate sus pestañas doradas con falsa inocencia—. No hice nada más que estudiar.

—Por favor. —El japonés resopla consiguiendo que en su flequillo rompa una tormenta y sus onditas calmas se conviertan en trazos de óleo de su propia noche estrellada—. No me cambies de tema, ya escuchaste a Griff, todavía tienes que ducharte antes del partido.

—Entonces... —Aprovechando tanto la brecha corporal como la postura indefensa del deportista no duda en cogerlo de las caderas para elevarlo—. Ayúdame a bañarme, no sé hacerlo solo.

—¡Ash! —Eiji protesta apenas siente cómo el nombrado lo despega del suelo—. ¡Bájame! —Pero es muy tarde y antes de que consiga seguir gimoteando ya se encuentra alzado—. ¡No seas infantil! Te estás portando como un niño.

—Enreda tus piernas alrededor de mis caderas, no quiero que te caigas.

—Ash. —Le advierte.

—Vamos. —Pero Aslan es malditamente convincente, más cuando lo mira con semejante intensidad que le desemboca el corazón y le corta la respiración—. Bañarme contigo realmente me ayudaría a poder sanar mi ansiedad antes del partido.

—Eres un manipulador.

—Soy un genio.

—Ya cállate.

—Cállame. —Claro que Ash lo desafía—. ¿Acaso no te creías tan macho? Entonces ciérrame la boca.

—No caeré en ese truco.

—Vaya, parece que no eres tan rudo como crees, supongo que toda esa testosterona deportiva que tuviste que lidiar con los neandertales acabó con tus...

Eiji lo besa.

Joder.

Ash se sale con la suya y acaba metido en la ducha con las piernas de Eiji enredadas alrededor de su cadera, sus dedos hundidos en su melena dorada, su boca estrechándose con su boca en un huracán de pasión mientras el agua los empapa. No pudo evitarlo. Entiende que es arriesgado excitarse antes de su primer juego, no obstante, existe algo en Okumura que lo saca de quicio y lo hace actuar como todo un imbécil irracional, es que sus ojos, Dios, es una maldita tentación la chispa de terquedad en sus pupilas con la que le hace frente, Eiji nunca le temió ni quiso nada de Aslan, siempre fue un bruto al momento de confrontarlo y adora que eso no haya cambiado en su noviazgo.

Así que Aslan se permite ser codicioso en ese beso, apoya a Eiji contra la regadera, la ropa empapada les empieza a pesar, pero no permite que eso lo distraiga.

Muere por follarlo.

—A-Ash...

—Trata de aguantar tus gemidos. —Sonríe, mordiéndole la oreja, alzándolo de las caderas contra la pared de la ducha, apretando su trasero con firmeza para sacarle otro jadeo—. Max y Griffin podrían escucharnos si gimes demasiado alto.

—No podemos hacerlo. —Eiji suspira arrojando el cuello hacia atrás, claro que Aslan aprovecha para lamerlo, paseando su lengua de arriba hacia abajo con una tortuosa seducción para detenerse sobre la manzana de Adán y morderla, intensificando aún más la fuerza con que esos torneados muslos lo devoran—. Necesitas estar concentrado en el partido.

—No podré concentrarme si me quedo pensando en todo lo que podría haberte hecho.

—¡A-Ash!

Shh. —El rubio es malicioso, le muerde una oreja mientras lo acalla—. No queremos que los demás se enteren de las cosas sucias que queremos hacer.

—No llegaremos hasta el final, no podemos.

—No necesito llegar hasta el final.

—¿Estás seguro?

—Sí. —Ash sonríe con malicia—. Solo apóyate contra la regadera y muéstrame tu tan apetitoso culo.

Eiji obedece.

Ash se relame la boca contemplando al moreno, algo en tener a Eiji con la camisa totalmente mojada debajo de la ducha, con las piernas separadas y desnudas, con las palmas apoyadas encima del muro de cerámica, con una expresión lujuriosa y expectante mientras le deja su culo al aire, con sus nalgas levemente separadas y su ano clamando por su atención es malditamente sucio, la imagen le resulta tan erótica que su pene no tarda en responder.

Erecto. Palpitante. Caliente.

—Estoy listo para recibirte.

Ash no se hace de rogar, primero se dedica a amoldar su trasero con toques apenas superficiales de pluma que le ponen los vellos de punta a su pareja, eso lo hace sonreír, mira lo expuesto y vulnerable que se concibe en dicha posición y eso solo lo incita a molestarlo aun más, Ash amasa sus nalgas con un descaro pecaminoso, las mancilla, las nalguea y las estimula antes de subir poco a poco, se arrima encima de su amante, apoyando su pecho contra su espalda delgada (aunque marcada en los lugares correctos por el entrenamiento). Sexy.

—Eres tan sensual.

—Ahí. —Eiji aprieta sus manos—. Me gusta que toques ahí.

—¿Quieres que se ponga mejor? —El agua helada hace vapor sobre sus cuerpos hirviendo, queman.

—¿Cómo podría?

—Voy a restregar mi pene contra tu trasero, ¿eso está bien?

—S-Sí. —Eiji jadea usando toda su fuerza para no caer, debe estar al límite.

—Y mientras hago eso. —Sin movérsele de encima Ash baja una mano para acariciar el miembro del nipón—. Yo te cuidaré.

—¡A-Ah! Si me tocas tan de repente no puedo...

—Pobrecito. —Pero el lince lo ignora con maldad—. Mira lo mojado que estás y apenas te he tocado.

—Aslan. —Eiji lo llama con una voz obscena, las paredes de la ducha se llenan de neblina—. Se siente muy bien cuándo me tocas ahí, tócame más.

—Diablos, Eiji.

Se besan sin ceder la fricción, Ash empieza a restregarse contra las nalgas del moreno, usa una mano para atender la erección palpitante y dura de su amante mientras que la otra la cuela hacia su pecho, pasa por debajo de la camiseta empapada mientras se llena de Eiji. Su aroma. Su calidez creando un manto de vapor apenas el agua fría golpea sus cuerpos. Sus besos mojados. Su piel adicta. Eiji es esa maldita droga que una vez probada lo llevará a su perdición. Y sabe. No lo deja de besar. Usa dientes. Lengua. Labios. Lo estimula hasta llevarlo a la locura. Eiji. Eiji. Eiji.

Eiji, Dios.

Entonces Eiji inclina un poco más sus caderas necesitado consiguiendo que la erección de Ash se vea apretada por el delicioso espacio entre sus muslos superiores y la base de su pene, esa masturbación arde al punto de que se siente como fuego tener a Eiji debajo, su cara se siente caliente, muy caliente y por eso supone que su aliento sale en brumas transparentes, el agua se siente como lluvia eléctrica encima, empuja su pene hacia el ano rosado y palpitante, no lo mete, no lo meterá y aún así la punta de su erección está goteando hacia esas nalgas firmes y sirviendo de lubricante para intensificar aún más las caricias. Se siente delicioso.

Ash se restriega, presiona con la punta el borde del ano, lo mete entre las nalgas, lo desliza hacia los muslos, se restriega contra la base y los testículos hasta ir más allá y sentir dureza contra dureza con un calor delirante. Ambos gimen el nombre del contrario. Es sucio. Es imprudente. Está mal, pero al carajo, le encanta demasiado.

Es el cielo. El infierno. Es el paraíso.

—Te amo. —Ash le recuerda presionando una serie de besitos en su nuca, sintiéndolo desmoronarse por el candor del encuentro.

—También te amo, Aslan.

Eiji le da permiso para ir más allá, por eso, penetra el espacio entre sus muslos con mayor intensidad, sus penes se tocan por detrás, están duros, mojados y palpitantes, ambos se restriegan ansiosos con el otro mientras que Aslan intenta llevarlos hacia el éxtasis usando su mano para marcar el ritmo de las estocadas. Arrima sus caderas sobre las de Eiji, se aprecia flotando en un mar de placer al hacerse cada vez más y más grande. Arde. La excitación es tanta que arde. No piensa con claridad, Eiji lo mira con esos ojitos de Bambi escaldando en el deseo. Entonces le dice una sola palabra. «Más».

Joder.

No existe nada más sensual que la dualidad Okumura. Malditamente adorable y malditamente sexy.

¿Cómo es posible?

Ash gime cuando las manos de Eiji se unen a la masturbación, de pronto, su mente se pone en blanco por lo rico que se aprecia, el ambiente se torna insoportablemente fogoso, los pies se crispan encima del tapete de goma, sus piernas tiemblan con tanta violencia que no puede sostenerse y termina en una última estocada hacia los muslos internos del nipón, ambos se corren. Es surreal. Cada músculo. Fibra. Centímetro de Aslan estalla en una explosión de puro placer. Besa la nuca de Eiji. Se aleja para recomponerse pero el semen escurre desde sus jugosas nalgas hacia sus muslos desnudos, la imagen le hace agua la boca otra vez.

—Supongo que de todas maneras tendremos que bañarnos juntos. —Eiji lo asesina con la mirada al caer al piso, no pudo con tanta estimulación.

—Si pierdes el partido por esto no será mi culpa.

—Sí, mi amor.

—Manipulador.

—Encantador, querrás decir.

—Te odio. —Eiji finge estar enojado.

—Eso es falso, tú me amas. —Así que Ash lo besa para que se le pase el enojo y la peor parte es que.

—Sí. —Le funciona—. Te amo tanto.

Llenan la tina para tomar un baño juntos y más calmo.

Existe algo extraordinariamente reconfortante en envolver a Eiji contra su torso y acurrucarse juntos en una tina demasiado pequeña para dos hombres adultos, sus largas piernas apenas caben adentro de la bañera para darle espacio al contrario y claro que eso lo hace soltar una burla sobre esta brecha corporal puesto que Eiji se siente aún más diminuto usando su tórax de almohada y por supuesto la jugada le sale mal cuando le llega agua a la cara y vuelven a juguetear, es raro saber que antes juraba un odio casi irracional por Okumura y hoy se encuentre llenándolo de besitos.

Ja.

Cree que su pandilla todo el tiempo tuvo razón y solo quería atención, vaya homofobia internalizada.

—¿Estás seguro de querer ir? —Ash pone el tema en medio del baño, presiona sus labios en la matita entintada para relajarlo y funciona, sus dedos se deslizan por el vientre del nipón como trino de ave.

—Estoy seguro. —Su amante ha cerrado los ojos, impresiona estar disfrutando del baño en conjunto a los mimos otorgados—. Incluso me pondré tu chaqueta, así todos sabrán que soy tuyo.

—Eso es sexy, tú eres sexy.

—Lo sé. —Eiji sonríe inconscientemente—. Tú me lo dijiste.

—¿Quieres que gane el partido o quieres verte tan adorable que me hagas dejar el partido para que corra a besarte?

—Tu equipo te matará si haces eso.

—Valdría la pena morir por uno de tus besos. —Una tenue capa rojiza se expande desde sus pómulos hacia la punta de sus orejas, como Ash se ve tentado a mirarlo de más cerca usa la excusa de quererle acariciar las orejas para inclinarse mientras memoriza con sus yemas cada línea escultural.

—Suenas como un protagonista de wattpad.

—No lo digas.

—Suenas como Edward.

—¡Eiji! —Lloriquea, si estuviera más resentido le tiraría la mejilla, no obstante, no siempre existe la posibilidad de vislumbrarlo con una expresión tan calma, por ende, se contiene—. Eres terrible.

—Soy tu Bella. —Se burla el hijo de puta—. Pero regresando al tema... —Los tupidos racimos negros que tiene por pestañas se alzan con la majestuosidad del vuelo de una mariposa—. Estoy bien yendo a apoyarte, de hecho, me he sentido más tranquilo con lo de la pértiga.

—Oh. —Finalmente pusieron el tema.

—Antes no entendía por qué despertaba con una pelota de angustia todas las mañanas, era horrible sentir que tenía que contener el llanto durante las cinco horas diarias de la práctica, me sentía vacío, pero sobre todo, me sentía atrapado, como si estuviera en un círculo de autodestrucción, no lograba romperlo por mí mismo, no podía pararme.

—Cariño.

—Finalmente paré. —Abre los ojos, jade se funde con cobrizo.

—¿Cómo se siente parar por primera vez? —Ash extiende sus manos para coger las del contrario y empieza a acariciar su palma con el objetivo de hacerle cosquillas y robarle una sonrisa.

—Como el fin del mundo primero.

—Eiji.

—A veces aún parece el fin del mundo, creo que tengo mis instantes de catástrofe, estoy trabajando en ello, no te preocupes.

—Eso me alegra. —Es sincero, debe acoger la fragilidad que le ha sido expuesta—. Y ansío que sepas que a pesar de esos momentos catastróficos te ves mucho más feliz.

—Me percibo así, especialmente cuando estoy contigo y no porque seas mi única fuente de felicidad o algo similar pero me haces feliz, Aslan, no lo puedo evitar.

Eiji usa palabras simples.

«Me haces feliz».

«No lo puedo evitar» lidia con eso.

Y es gracioso considerar que siempre amó a Eiji con cierta culpabilidad dado el sitio arduo al que eso lo exponía en relación a ambas pandillas, siempre tuvo las palabras ahí astilladas en el alma, ansiosas por salir, incluso las llegó a poner en un papel durante esa primera confesión que Griff pilló, aun así, nunca planeaba pronunciarlas en voz alta ya que sentía que lo condenaría. Sabía que Eiji era la palma derecha de Yut-Lung, ¿con qué derecho se interponía? pero Eiji, Dios, Eiji siempre fue el más valiente entre ellos dos, tocó su puerta la primera noche, le habló de corazón y corazón, se expuso al rechazo, fue el primero en no ignorarlo diciendo que llorar solo era triste. Salvó su vida. Una y otra vez. Jamás le pidió algo a cambio. Al contrario, lo llenó de para-siempre y aunque-el-mundo-entero-esté-en-tu-contra-yo-siempre-estaré-a-tu-lado. Palabras simples.

Palabras que lo son todo.

Y acá está otra vez, usando palabras simples para consolarlo, dándole el peso que Ash no puede aun darle a sus propias heridas.

Porque sí.

Es duro tener que confrontar el partido de béisbol que nunca terminó a raíz de lo vivenciado en su pueblo de origen y ¿a quién engaña? Si su debut se demoró todo el año fue ya que está asustado en esto de tener que jugar enfrente de Max y Griffin. Griffin. Mierda. Y es lindo que Eiji le de peso a ese trauma cuando él no puede hacerlo, sacando esos sentimientos que viven dentro de Aslan y sangran hacia su pecho con la esperanza de florecer. Debe ser cosa de Eijis tener este efecto sobre los Aslans.

—Los chicos van a ir. —Y como es propio de Eiji ser afín con su dolor, pone el tema.

—Lo sé, serán un terrible equipo de porras.

—Puede que Shorter vaya.

—Sí. —Ash arroja la cabeza hacia atrás—. Puede que sí.

—Ash.

—Lo sé, hablaré con él, pero ahora... —El lince entrelaza sus dedos a los de su amante—. Deseo que nos quedemos así un ratito.

—¡Aslan! —Al parecer la voz gruñona de Griffin no piensa igual—. ¡Vamos a llegar tarde! Apresúrate.

—Sí, sí, ya casi estoy listo. —Miente.

—¡Aslan!

Pero igual tiene que salir.

Y debería ponerse nervioso camino al partido, es la primera vez que posee la chance de lucirse frente a sus seres amados, no obstante, Eiji le está dando la mano vistiendo su chaqueta que muestra tanto su número de equipo como su apellido y luce malditamente bien.

Aslan Jade Callenreese.

El 20.

Aslan se hunde en el asiento con la esperanza de que en el partido las cosas sean diferentes por arte de magia, que sus problemas se vean resueltos como si hubiese llegado a una realidad paralela o tal vez yendo un poco más lejos al narcisismo, desea que el mundo se moldee a sus propias necesidades como las historias que suele escribir. Al abrir sus ojos pasada la hora dorada se da cuenta de que...no ha cambiado absolutamente nada. Tal como todos los días, choca sus converse por la alfombrilla de felpa de la camioneta, se abanica la polera pegoteada y salpicada de sudor mientras el verano sangra desde la ventana del automóvil y las paredes se inundan por una patética canción.

«Oh, My Darling Clementine», mierda, la canción favorita de Griffin, Ash adora escucharlo tararearla mientras prepara con su sonrisa energética el desayuno sobre aquella isla de granita ridículamente extravagante para la que ahorró desde que estaban en Cape Cod.

Oh my darling, oh my darling.

Oh my darling, Clementine.

Una canción para ancianos por donde se mire, la interpreta Freddy Quinn y es tan mala que ninguna estación de radio la dilucida y convienen escuchar el mismo casete una y otra vez pese a la existencia de aplicaciones como Spotify, pero su hermano es chapado a la antigua, es parte de su encanto, Ash lo piensa, uniéndose al tarareo de la canción. No es su tonada favorita. No es su género favorito. No es su cantante favorito. Ni siquiera es su ritmo favorito. Aun así...

You are lost and gone forever.

Dreadful sorrow, Clementine.

Pero Max está ahí cuando va a unirse a la canción y Ash sabe que el universo sí ha cambiado y todos los problemas que lo acomplejan siguen ahí, eso es cierto, pero hace un año cuando Max le apretaba la mano a su hermano con esa mirada tan dulce escaldando en sus pupilas, cuando intentaba acercar la brecha entre ellos usando apodos empalagosos como "mocoso" o "campeón", Aslan simplemente se engrifaba y ya no es así.

El mundo no ha cambiado.

Pero Ash ha cambiado y mucho.

Todos a su alrededor.

Supone que por eso está dispuesto a finalmente tener ese partido, ni siquiera importa cómo termine o quién gane, sino lo que implica. Enfrentarse. Pararse en el equipo, arrancarse esa espina que nunca salió del todo, pero siempre se mantuvo ahí. No está solo. Probablemente nunca lo estuvo pero solo ahora puede verlo, diablos, su amor realmente le dio otra perspectiva a su vida ¿eh? Es cosa de Eijis.

—Estaré en primera fila gritando más fuerte que nadie. —Eiji no quiere dejarlo ir, sus dedos se hallan enrollados en el elástico de su pantalón y Aslan quiere que lo sostenga así para siempre—. Recuerda que soy tu mayor fanático.

—Eres adorable. —Ash tiene que besarlo en la coronilla después de esto—. Te amo tanto.

—Te amo más.

—Yo también te amo, mocoso.

—Qué asco, no era para ti, viejo.

—¡Oye! —Max chilla mortificado—. El pequeño Maxie quiere amor.

—De pequeño no tienes nada. —Ash resopla.

—Bueno... —Max esboza una sonrisa pícara—. Griff te puede corroborar mejor eso. —Aslan entorna sus jades en blanco en una mueca de absoluto asco, genial, va a vomitar jugando, justo lo que quería.

—¡Max! —El aludido se sonroja con suma violencia.

—¿Qué? Él empezó.

—Ya vayan a sentarse. —Les ordena—. Necesito unas palabras con mi hermanito bebé.

Ambos lo respetan y se van.

Quedan Ash y Griffin.

Es el inicio.

¿Cómo volver sabiendo que mi pequeño Aslan me creía un héroe y era un drogadicto? Así que no volví. No volví y la jodí. Lo siento.

—Griff...

Estoy en casa. Finalmente estoy en casa contigo.

Bienvenido.

De pronto Aslan se siente muy cohibido de tener a su hermano enfrente, acomodándole el uniforme con sus manos gentiles, colocándole la gorra para que no le estorbe, planchándole los hombros para que la camiseta se mire cool incluso de lejos, el corazón del lince se hace un nudo ante tan nostálgico instante, se siente como si hubieran hecho esto lejos y tan lejos que parece otra vida. Pero quizás lo sea un poco. Quizás el Griff que dejó Cape Cod para enlistarse en Irak y regresó con Irak dentro junto al Aslan que fue dejado siendo un niño y regresó siendo un sótano de traumas son personas distintas o son las personas que estaban destinadas a ser.

De cualquier manera, Aslan permite que Griffin lo mime como solía mimarlo, que recuperen los años que les arrebataron, que finalmente tengan esto porque se lo merecen, su mirada jade cae sobre el brillante anillo de compromiso y esto lo hace feliz. Finalmente. Es feliz del hogar que han construido.

Están en casa.

—Tú y el viejo deberían fijar la fecha de la boda. —Entonces lo anima y lo hace en este momento ya que ambos saben implícitamente lo que significa.

Es una promesa.

Un deseo.

—Sí. —Griffin recibe más que devoto aquella gratitud—. Vamos a fijarla pronto.

—Quiero ser el niño de las flores. —Se burla.

—No puedes. —El lince frunce el entrecejo, hay personas gritando por todas partes antes del partido junto al caos del éxtasis.

—¿Por qué no?

—Porque Eiji será mi niño de las flores.

—¡Griffin! —Gimotea.

—¿Qué? —Pero su hermano le resta relevancia—. Somos besties de trastornos mentales. —Debería haber sabido que la influencia de Yut-Lung se propagaría de Eiji a Griffin tal como una cepa venenosa y mortífera—. Besties de depresión a las tres de la mañana.

—Creo que me opondré a tu boda.

—¡Aslan! —Lo regaña—. No hagas eso.

—Entonces no me provoques.

—Este niño. —Suspira—. De hecho, te quería pedir algo pero no tenía planeado hacerlo antes de tu primer partido oficial.

—¿Qué cosa?

—Yo... —Las mejillas de su hermano pasan de un rosa suave a un rojo furioso—. Quería pedirte que me llevaras tú al altar, no papá.

—Oh. —Su corazón estalla—. ¿En serio? —No puede creerlo.

—No tienes que sentirte obligado sino quieres, yo...

—Sí. —Ash detiene el tren de la catástrofe—. Sí quiero.

—Bien. —Griffin sonríe—. Gracias.

Y hay muchas palabras que Ash quisiera darle en esos momentos, quisiera hablarle de lo significativo que es aquella petición, de lo importante, de lo afortunado, de lo amado que lo hace profesarse, sin embargo, su lengua no coopera y es Griff quién solo necesita de dos palabras para que toda la guerra se acabe.

—Aslan.

—¿Sí?

—Estoy orgulloso.

Es todo.

Va al partido.

Entra a Cape Cod siendo una persona diferente, se mete al sótano del entrenador.

¿Qué pasa en el juego? Ni siquiera lo recuerda, se encuentra demasiado ocupado mirando la sonrisa tan risueña que su novio le entrega desde las gradas mientras viste con orgullo su chaqueta, mirando la conmoción arremolinarse en lágrimas contenidas que hacen de los ojos de su hermano más azules de lo que ya son, vislumbrando la sonrisa de un papá orgulloso y permitiendo que todos esos buenos recuerdos nuevos se escriban sobre los viejos.

Ahora pensará en Eiji y sus ondas saltando mientras grita su nombre en vez de la policía irrumpiendo una práctica, en Griffin chillando a todo pulmón cuando da su primer homerun en vez de la cara que antes interpretó como asco y ahora sabe que era vergüenza, verá a Max agitando una pancarta y no a Jim batallando cómo explicarle sobre la muerte de sus amiguitos, pensará en su pandilla cantando porque el "boss es el mejor" y se siente de esta manera, pensará en Shorter que a pesar de todo fue a verlo, pensará en Yut-Lung que se puso hasta una capucha para no ser descubierto, pero que acabó expuesto por el comportamiento de simp que tiene Sing.

No se culpa más.

Griffin tiene razón, sobrevivió lo suficiente para que ambos volvieran a casa.

Así que se divierte jugando, se ríe, se permite ser un niño otra vez.

Wow.

¿Así que de esto se estaba perdiendo? Y aunque sabe que la emoción brota a causa del mero éxtasis del perdón, cuando Ash está compitiendo y se mira reflejado por el rosetón puede jurar que un niño está corriendo en su lugar.

Ja.

Así que vive este partido como si fuera el último de su vida. Lo ganan, por supuesto, Lynx es un genio innato.

Festejan y pasan el rato y es extraño porque nunca le importó realmente conocer a esos compañeros pero hey, son buenos tipos y quizás fue un error cerrarse antes a causa de los rumores y sin embargo sabe que se estaba protegiendo y que hizo lo mejor que pudo.

Está bien.

Las cosas estarán bien.

—Aslan.

O eso pensaba hasta que Dino Golzine se planta enfrente.

—Tengo que hablar contigo.

Dino le ha hecho la vida dolorosa sin siquiera estar en ella.

Fue realmente duro enfrentarlo tanto con Eiji como con Griff ¿saben? Cuándo esto comenzó él venía cargado de la culpa del sobreviviente y la suciedad a raíz de su propia distorsión cognitiva y lo lastimó que tanto profesores como alumnos empezaran a tratarlo como una puta ya que según Golzine "era su mascota preferida" cuando ni siquiera habían hablado cara a cara. Antes no habría tenido el valor para enfrentarlo, antes se habría sentido indigno, puede que inclusive se hubiera dejado extorsionar pero ya no más. Suficiente tuvo su primer año universitario hecho mierda.

—Supongo que sabes por qué he querido hablar contigo.

—Porque eres un loco obsesivo. —Entonces esboza una sonrisa lánguida que francamente le genera escalofríos en la guata.

—Sé lo que estás haciendo con el periodista y el fotógrafo.

Max e Ibe.

—Acabo de salir de juicio, no quiero tener más problemas ¿sabes? Ya estoy bajo la mira. —Están en los camarines a solas, aunque Ash comprende que podría vencer a este anciano en una batalla física, algo en su presencia lo incita a sentirse paralizado, es intimidante y le da un mal presentimiento—. Tuve demandas por acoso sexual.

—Si te dieron tantos problemas debieron ser reales, ¿no?

—Ja. —Dino se relame—. Eres astuto.

—O tú eres un tonto.

—He estado poniendo mi atención sobre ti desde hace un tiempo. —El mayor se acomoda las manos en la espalda, dando pasos pesados y largos como si se tratara de un cazador observando una presa.

—Pues te felicito.

—Seré directo, me gusta lo que veo.

Asco.

Asco es el único sentimiento que podría describir sus desmesuradas ganas de vomitar.

—Podría dártelo todo si me lo permites.

—No, gracias.

—Podría dárselo todo a Eiji en ese caso. —En cuestión de segundos su expresión fría y casi ensayada se desvanece para dar paso a algo más: desesperación—. O podría quitárselo todo también, después de todo está involucrado en un escándalo de drogas que mi buen amigo testificó.

—No te atreverías. —Tensa los puños.

—Claro que lo haría. —Aslan gruñe sintiéndose completamente atrapado porque él puede lidiar con toda la mierda que le lancen, no le importa, ¡se alimenta de eso! Pero Eiji. Dios. Su Eiji que lucha con una depresión activa, su Eiji que tiene las alas rotitas, su Eiji que hace lo que mejor puede incluso en las recaídas, su Eiji que lo ama tanto, vino a su partido, gritó su nombre y usó la chaqueta—. Y asumo que así te interesó más la conversación.

—Bastardo.

—Tienes una boca muy sucia para ser tan bonito.

«Bonito».

Ja.

Barba Azul también le dijo bonito en algún instante, se pregunta si Dino será karma y eso le da pena.

Ash clava su mirada en la puerta del camarín, las manos de Dino se aprecian como tentáculos encima de su chaquetita, esa misma que Griffin le alisó para que luciera cool y guapo en el partido y el cerdo está tocando como si nada. Se lo advirtieron, ¿no es así? Tanto Shorter como Arthur. A Aquiles no lo mató su talón, sino haber tenido un Patroclo y Eiji...Eiji es su Patroclo.

—Entonces, ¿estás dispuesto a negociar conmigo?

—Sí.

Porque por Eiji se dispararía sin dudar en la cabeza si así se lo pidieran.

Está dispuesto a quemar la investigación con Max, está dispuesto a sacrificar su cuerpo, alma, mente y su corazón con tal de garantizar su seguridad.

—Estoy dispuesto a "negociar" contigo.

—Grandioso. —Las palmas de Dino descienden hacia su cintura baja—. Vamos a mi oficina, tenemos que ponernos más cómodos.

Ugh.

Qué asco.

—Supongo que los cerdos no aprenden.

Ash conoce esa voz y a juzgar por la reacción perpleja de Dino, él también.

—Vaya, vaya. —Yut-Lung está sosteniendo su celular en alto—. Tú y mis hermanos son tal para cual, creen que se pueden salir con la suya solo porque poseen más poder que el resto, pero se equivocan.

—Yut-Lung.

—Ustedes los cerdos merecen ir al fondo de la cadena alimenticia. —Hay rabia hirviendo en sus ojos y Ash acá nota lo agotado que el chino luce, probablemente debió drenarlo fingir pertenecer al lado contrario para obtener información, sabía que lo subestimaba—. Ahora suéltalo o apretaré el botón y lo subiré antes de que siquiera puedas contactar a tus abogados.

—Les hice un favor a tus hermanos al dejarte terminar tus estudios acá.

—Pues no quiero tus asquerosos favores. —Brama—. Anda, suéltalo.

—Esto no se quedará así. —Dino se aparta—. Me las pagarás.

—Ya veremos.

Se va.

—¿Por qué?

Ash solo puede soltar esa pregunta mirando con perplejidad a Yut-Lung ya que no tiene sentido que se haga el héroe a estas alturas del partido, pero... si Ash cambió luego de décadas guardando rencor para sí mismo y para sus seres amados, ¿por qué este histérico no podría? No es un mal chico, puede que en el fondo haya querido cambiar y simplemente no haya sabido, si bien, le enfermaba toda esa dependencia que sentía hacia Eiji, ¿no es lo esperable a juzgar por su pasado? Tal vez esa es su forma de redimirse e iniciar las cosas de cero. Tal vez esta es su manera de pedir disculpas, tal vez Yut-Lung tampoco espera que el mundo sea diferente por arte de magia, quizás, Yut-Lung es quien cambió al verse acorralado.

Paso a paso.

Gota a gota.

Día a día.

—No creas que me agradas, te sigo odiando. —Yut-Lung dice aunque impresiona poco sincero—. Es que eres importante para Eiji y...

—Gracias. —Ash lo abraza—. Gracias por intervenir con Dino.

—¿Qué? —Yue se sonroja—. ¡Quítate, Lynx!

—Gracias. —Pero Ash no se quita y al contrario...

Hace algo impropio de sí mismo y abraza a su némesis, hacen las paces, la guerra ha acabado aunque ambos sean de pandillas contrarias y lo dejan más que claro en el abrazo silencioso, no hablarán con nadie de esto y justamente por eso Yut-Lung le corresponde como si fuera un niño, carece de sentido pelearse entre ellos si pueden pelear contra los verdaderos cerdos.

—Vamos a hundir a ese tipejo entre todos, no te preocupes.

Ash sonríe.

Incluso Yut-Lung ha cambiado bastante a su manera, vaya.

¿Quién lo diría?

—Habla con Eiji. —Entonces lo incita—. Te extraña.

—Esa... —Yut-Lung se aparta—. Esa debería ser mi línea.

Alguien más entra al camarín.

Su corazón da un brinco.

Las manos le sudan.

—Shorter. —El nombrado posee la cabeza gacha y los puños apretados, el ambiente se vuelve tenso.

—Ustedes se deben una conversación.

—Sí pero...

—Los dejaré a solas. —Yut-Lung suaviza su mirada, acaricia el hombro del chino, carajo, era evidente lo que estaba pasando entre ellos en retrospectiva—. Te estaré esperando afuera, Shorter.

—Gracias. —Shorter le sonríe ansioso—. Te quiero, bebé.

—Sí, sí. —Yut-Lung se ruboriza—. También te quiero.

¿Qué diablos?

No hay tiempo para procesar el trauma emocional que implica ver a Shorter siendo empalagoso con la víbora, se han quedado a solas en el camerino y la atmósfera es tan incómoda que bien Ash podría hacer combustión espontánea por los sentimientos reactivos. Pero no lo hace. Y pensándolo distinto Ash podría escapar si quisiera, ¿para qué va a escuchar a Shorter? En teoría es su culpa el sufrimiento que Dino le generó de manera directa o indirecta. Shorter pudo haber desmentido esos rumores, al menos podría haber sido honesto con Aslan, pero no lo hizo.

Y eso duele.

Ash no puede fingir que no le duele.

—Así que estás saliendo con Yut-Lung. —Dice para romper la tensión.

—Sí. —Ríe—. Las cosas se dieron a última hora, hemos estado pasando mucho tiempo juntos.

—Claro, como no estás más en la pandilla.

—Cierto. —Shorter se abraza a sí mismo—. Ash.

—¿Sí?

—Lo siento.

—Shorter...

—Lo siento, te prometo que traté de arreglarlo.

Y de alguna manera estas cosas que Shorter no le dice son mucho más dolorosas que cualquiera que podría haberle dicho.

En el pasado Ash habría condenado a Shorter por su traición, pero estamos hablando de un Ash muy diferente, no, no es porque crea en el poder de la amistad o la magia del amor, pero Shorter...Shorter estuvo ahí durante la primera riña que tuvo con Griffin, Shorter lo recibió en el Chang Dai las noches que se escapaba como un gato callejero porque no soportaba a Max, Shorter recibió miles de palizas por mantenerse fiel en su pandilla, Shorter aceptó y lo hizo consciente de sus sentimientos hacia Eiji e incluso lo alentó, Shorter le preparó comida deliciosa cuando no tenía nada, Shorter lo apoyó a su manera que no es tanto de palabras. Siempre hubo un muro entre ellos dos.

Ash solía creer que ese muro era de su lado nada más.

Ahora sabe que era de ambos.

Qué cuando Ash quería decirle «¿por qué me lo preguntas tú?» Shorter no se sentía con derecho de hacerlo y siendo franco, toda la pandilla conocía el consenso silencioso que implicaba ser sus amigos al no tener voz ni voto sobre su vida personal. Debió ser duro para Shorter. Quería decirle y lo conoce lo suficiente como para asegurarlo.

—Te escucho.

Así que le da una chance.

Y Shorter le explica de principio a final cómo fue ese tema de Dino, le comenta que Arthur aprovechó una conversación fuera de contexto que tuvo con Yut-Lung para amplificar lo dicho y le cuenta cómo trató de arreglarlo millones de veces, le habla de los problemas que eso le trajo con Yue (su novio y jefe en ese entonces), le explica cómo incluso siendo desconocidos Shorter quiso conocerlo y aclarar lo ocurrido pero que acabaron siendo amigos, le habla de cómo Yue se tomó su amistad y la ruptura inminente que tuvieron, el ultimátum que recibió, cómo Shorter eligió a Ash porque lo admiraba de manera genuina. La culpa por no decirle. La impotencia. Las veces que estuvo a punto de pasar. Y el cómo eso lo comía vivo. Le habla del dolor y quiebra esa imagen irrompible que tenía.

Cómo un error pequeño que ni siquiera fue su culpa al verse esparcido en Arthur rodó igual que una bola de nieve cuesta abajo hasta ser una avalancha.

Le pide perdón, le dice que es su bro, que lo adora, que lo lamenta, que hizo lo mejor que pudo, Ash sabe que es de esa manera.

Y mirando en retrospectiva, Ash cree que Dino fue una excusa para aislarse y confirmar sus creencias negativistas y catastróficas en relación a sí mismo, sí, fue desagradable recibir este trato y repercutió en una herida de su infancia pero justamente por eso...está dónde está. E incluso siendo un "traidor" y habiendo sido expulsado de la pandilla, Shorter está acá, protegiéndolo, siendo fiel, siendo un bro.

Un mejor amigo.

¿Valdría la pena tirar toda esa amistad solo para castigarlo? E incluso si lo castigara ¿acaso no estaría castigándose a sí mismo al privarse de la existencia de Shorter?

No es tan masoquista.

No más.

—Tienes méritos que hacer. —Ash le dice y sus ojos brillan.

—¿Es en serio?

—Me debes una cerveza.

—Ash...

—Y una buena comida. —Los ojos de Shorter se cristalizan debajo de los lentes de sol, Ash hace otra vez algo impropio y esta vez es quien primero abraza a Shorter, no puede dar su amistad por sentada nunca más ni quiere hacerlo, esto es recíproco—. Ahora cuéntame cómo terminaste con esa víbora.

—¿Qué te puedo decir? Tiene un bonito culo y lo extrañaba.

—Eres asqueroso.

—Lo dice el asqueroso que pasa babeando por Eiji en sus shorts deportivos.

—Tienes un punto.

Ambos ríen.

—¡Aslan!

El resto de su familia lo está esperando afuera.

—Vamos a celebrar tu victoria, Eiji quiere cocinar natto.

—No otra vez. —Gimotea.

Aslan corre hacia su familia, mira las estrellas y abandona aquel anhelo de que al levantarse las cosas serán diferentes por arte de magia, que llegará a una realidad paralela dónde es un lince y no precisa preocuparse por nada, deja de ir al narcisismo y esperar que el universo se amolde a todas sus ansias puesto que la vida es buena así. Se suben a la camioneta y cantan camino a casa.

Oh my darling, oh my darling.

Oh my darling, Clementine.

Sí, nada cambió esta noche.

You are lost and gone forever.

Dreadful sorrow, Clementine.

Pero al mismo tiempo, todo cambió en Aslan.

Si quedaron con ganitas de ver más de esto, nos veriamos el viernes, pero ha sido un honor.

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