Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28.

Hola mis bonitos lectores~ Dios, ha pasado un montón desde que actualice como se debía love struck, por eso, como puse en los anuncios, estas dos semanitas vamos a estar a full con las actualizaciones, el fic tendrá 3 capítulos más contando este y un epilogo, amo esta historia y soo me queda agradecerles por el cariño y apoyo, ahora, el capítulo pasadomos en el delicioso en la fiesta de Halloween, hoy nos toca confrentar a navajazos a Arthur (pero sin los navajazos asjas).

Espero que les guste~

El techo se cae en Cape Cod.

El techo cae como gotas de rocío sobre un campo de pecas trigueñas y salpican su nariz de botoncito.

El mundo se cae encima de Ash.

Cuándo Griff se enlistó en Irak, Aslan hizo que encerrarse en su cuarto fuera su pasatiempo preferido puesto que Jim no comprendía cómo ser un papá ni mucho menos una compañía, él tuvo que desear la compañía en la soledad de su cuarto, a veces buscaba al fantasma de su hermano ante la montaña de ropas que almacenaba, las rayaduras de los libros amarillos o las grietas de las tablas, nunca logró encontrarlo pero eso no lo detuvo ni una sola vez a seguirlo buscando

Griffin.

Por favor vuelve por mí.

Pero Griff no volvía y Ash se quedaba mirando un punto blanco en el techo preguntándose la manera de haberlo hecho quedarse, a veces buscaba constelaciones en los orificios de los muros ya que Griff amaba las estrellas y esperaba verlo en una de ellas, otras veces empezaba dibujar con los ojos entre las líneas de palo esperando que su hermano o padre volvieran para contarles. Así que ahí se quedó siempre. En un cuarto habitado por dos fantasmas desvelándose hasta que papá llegaba (no siempre llegaba, la mayoría del tiempo se iba con Jennifer o a la cantina) de igual forma lo esperaba entre la calidez de la cama con un libro en el pecho y mantas medio desarmadas para que lo acurrucaran, su hermano siempre le leía sin importar qué tan agotado llegara del trabajo pero su papá nunca le leyó.

Jim no era Griffin ni tampoco era papá.

Nadie era Griffin.

Así que el pequeño Aslan miraba el vacío por horas y se ahogaba en el techo.

Algunas veces se sentía como si el techo fuera a tragárselo, como si sus tablas de madera se pudieran separar para moldear dientes y devorarlo de un solo mordisco sin dejar un solo cabello de trigo pero entonces se decía que se lo merecía, que es injusto que el sótano de Barba Azul no se lo haya tragado como a sus otros amigos, no siempre era así, por supuesto, a veces las tablas se quedaban realmente quietecitas y eran tan impasibles que podía jurar que susurraban un nombre a través de las telas de araña. Aslan. Eso le daba miedo, cuándo tenía miedo solía correr a la cama de su hermano casi como si fuera un refugio contra los monstruos, sin embargo su hermano no estaba y la cama era tan helada como las otras camas de la casa.

«No dejes nunca de soñar, solo quien sueña aprende a volar»

Solía decirle mientras le leía Peter Pan.

Pero su Peter Pan dejó Nunca Jamás y Cape Cod se convirtió en la tierra en dónde los niños perdidos se pierden pero en sus propios traumas. Aslan temía ser un niño perdido como su papá. Quería irse.

Huir.

Escapar.

Volar lejos, no importa que el techo se lo comiera.

Entonces le es realmente gracioso detenerse en estas memorias considerando que acabó convertido en Peter Pan, no obstante, es Halloween y las tablas del cuarto se asemejan demasiado al techo que tanto miraba cuando niño y es gracioso cómo puede reescribir su propio pasado a medida que crece, tal vez no se quedó atrapado en Nunca Jamás o quizás, creció para convertirse en un Capitán Garfio.

Todos esos pensamientos pierden importancia cuando un suspiro golpea sus labios, es dulce, tierno, suave y grácil, sus jades navegan desde el techo para aterrizar en las dos estrellas más brillantes que ha contemplado en su vida. En Eiji.

Su Wendy.

—¿En qué piensas Ash? —Le cuestiona, se han quedado acurrucados en la cama como dos polluelos, ambos siguen desnudos y ha empezado a hacer frío aunque es Octubre.

—En lo extraño que ha sido todo desde que te conozco.

—¿Eh? —El moreno ladea la cabeza, se ha acomodado encima de su pecho, aunque al inicio le daba terror que fuera tan consciente de los latidos de su corazón ahora cree que le gusta—. ¿Ha sido raro para ti?

—Bastante. —Ash contiene la respiración, posee a su novio demasiado cerca y más cerca que nunca, sonríe, supone que si no hubiera tenido a ese terco en el panorama no habría visto o hecho las cosas tan diferentes, gracias—. Salvaste mi vida.

—Creo que estás exagerando. —Le dice con sus mejillas rojas y levemente infladas, como Aslan está enamorado de esos hoyuelos que tanto se esfuerza para esconder se inclina a besarlo.

—Creo que no estoy exagerando.

—Lo haces.

—Deja de ser terco un segundo y escúchame. —Si bien, nota que a Eiji lo ofende de sobremanera la insinuación por la patada de conejo que pega bajo las frazadas, de todas maneras aprieta su manito para mirarlo con sus ojos gigantes de las-cosas-oscuras-me-daban-miedo-de-niño—. Me siento muy agradecido de que la primera discusión que tuve por teléfono con Griffin la escucharas por accidente porque nunca nadie se había preocupado en ese nivel por mí y no sé, sentí una conexión muy intensa contigo, sabía que veníamos de mundos diferentes.

—¿De pandillas diferentes? —El japonés ríe por su dramatización.

—Sí. —Ash solo puede besar esa sonrisa y todo de él en realidad—. Aun así, sentía que me entendías mejor que nadie, poco a poco te dejé entrar, no fue a propósito, no te quería ahí, estaba aterrorizado porque más encima había malinterpretado a Max, algo de hablar contigo no solo fue... lindo, además fue sanador poder mostrarle tanto a alguien y que no salieras corriendo.

—Ash.

—Te amo y desde que te conozco he sido más feliz que nunca. —El lince se inclina, le presiona justo encima de la coronilla un beso que lo incita aún más a enrojecer.

—¿Por qué esta súbita sinceridad? —Eiji se acurruca debajo de su mentón como si fuera un conejito.

—Porque sé que todavía te afecta lo de Yut-Lung y que odias que vaya a batallar con él y con Arthur.

—Me conoces bien. —Sonríe.

—Pero sigues acá.

—Claro que sigo acá. —Eiji se acurruca encima de su tórax, dicho calor compartido resulta tan bonito que casi arroja un ronroneo—. Te prometí un "para siempre", ¿verdad?

—Siento que vas a usar ese argumento el resto de mi vida.

—Probablemente. —Suspira contra su cuello y quema—. También me asusta ¿sabes? —Hay una ola de emoción creciendo y salpicando dentro de Aslan hacia su pecho y endureciéndose hasta terminar siendo conchas marinas.

—¿Qué cosas te asustan?

—Muchas cosas. —Eiji no le permite ver su expresión, en su lugar prefiere abrazarlo para construirse un hogar en ese lugar, gracioso considerando que siempre ha estado—. Viste lo feas que se pusieron las cosas con el entrenador, supiste de mi mala situación financiera para pagarme terapia psicológica como una rehabilitación física y aun así te quedaste a mi lado y me apoyaste, me amaste.

—Yo...

—Me amaste, Ash. —Su voz se encuentra cargada de tantas emociones que al mirarse siente que el mundo entero se derrumba en dicha vulnerabilidad—. Me amas aunque tengo muchas cosas no tan bonitas y tengo trabajo que hacer, me amas y no me tratas como una carga y me ayudas, eso a veces me angustia mucho, la mayoría del tiempo creo que no te merezco y batallo contra este sentimiento.

—Eiji... —De repente, sus ojitos se han atiborrado de lágrimas—. Mereces ser amado honestamente, nos merecemos el uno al otro.

—Lo sé.

—¿Entonces?

—Es fuerte pasar toda una vida escondiéndole a la gente quién realmente eres al estar 100% seguro de que nadie te amará si les muestras lo imperfecto y... dañado que estás, si muestras que realmente no puedes sostenerlos como les hiciste creer y solía abrumarme preguntándome cuánto soportarías de mi malestar, es doloroso tener que aceptar que alguien me puede amar siendo yo, aceptarlo creo que implica que no era solamente un problema y si escuchas tanto tiempo eso, es raro, es raro tener que entender que solo se desquitaban conmigo.

—Mi girasol.

—Pero estoy haciendo lentamente mis duelos.

Ash comprende bien a lo que se refiere, después de todo ahí estuvo su tema con Max y Griffin, todos temían mostrar auténtica vulnerabilidad ya que la vulnerabilidad tiende a ser "fea" por eso tampoco le había contado a su familia sobre los rumores de Dino Golzine ni había querido encararlo, se sentía responsable de eso, claro que vislumbraba que no había hecho nada malo, ni siquiera tenía relación con ese tipejo, sin embargo le dio vergüenza sentirse responsable de los rumores. A veces sigue acá. Cape Cod. Jim. Todo lo que podría haber ocurrido, pero no ocurrió en relación al entrenador. A veces se cuestiona si efectivamente tuvo responsabilidad y le da pena, es humano sentirse así, puede verlo y merece verlo, esto no significa que se quedará pegado ahí. Por eso quiere enfrentar a Arthur ahora.

—La noche de Halloween. Te estaremos esperando en la estación de metro.

Es hora de ponernos final.

Y es verdad. Puede ser una manera incluso infantil de confrontar a sus fantasmas, no obstante, Aslan está cansado de correr de sí mismo, de sus seres amados y de todas esas cosas valiosas que aprendió a amar. Del béisbol que para su sorpresa es divertido jugar con Max. De la literatura que ama porque Griff se la inculcó e hizo suya. De Jim por estar gateando en esto de la paternidad. De Shorter ya que quiere hacerlo hablar. De la pandilla. De Eiji. Dios. Eiji merece tener un cierre con Yut-Lung, solo esto se lo dará.

—Lo siento, he tenido suficiente de huir Sophie. —Entonces recuerda esa cita muy especial—. Ahora tengo algo que quiero proteger. Y es a ti.

Siempre a ti.

—Sabía que te terminarían gustando mis películas otakus. —El nipón se burla esbozando una sonrisa de muchos dientes más brillante que el mismo sol y mierda, él elige perecer en los brazos de su sol.

—Sí, bueno. —Ash bufa falsamente amurrado—. Eres una mala influencia.

—No soy una mala influencia si te hago valiente.

—Y estúpido.

—Ay no, de eso no me eches la culpa, según recuerdo ya eras así de antes. —Y claro que esa pequeña mierda debe decir algo que sabotea descaradamente un momento tan romántico como este.

—Tú me pediste ayuda para hacer un ensayo del inicio. —Chilla conteniendo su respiración, se elevó de la cama y quedó demasiado cerca de Eiji—. ¡¿Cómo puedo ser estúpido si literalmente me pediste ayuda por mi inteligencia superior?! No tiene sentido.

—Porque pensaba que eras lindo.

—¿Eh? ¿Entonces admites haberte quedado flechado con mi belleza del inicio?

—¡Sí, Aslan! —Eiji espeta con dramatismo—. Admito haberme quedado pasmado de tu gran belleza al momento de darte una paliza y patearte el trasero.

—¡Eiji! —Gimotea—. ¡Yo te pateaba el trasero a ti!

—No es cómo lo recuerdo. —El nipón es irracional y se mantiene de esa forma ugh, lo saca de quicio.

—Bueno... —Sus manos aprietan las nalgas del japonés consiguiendo que arroje un adorable gemido contenido, sigue sensible luego del sexo—. Ahora hay otras cosas que podemos hacer con tu trasero, onii-chan.

—¡Ash! —Chilla, es un chillón—. Solo bésame antes de que me arrepienta de dejarte ir. —Y algo con esas palabras hace que le duela un poquito el corazón—. Más tarde no seré capaz de soltarte.

—No lo digas con esa cara. —Musita cambiando de posiciones para acomodar a Eiji sobre la cama y él quedar arriba—. Que haces que acá me duela y es desagradable que me duela el corazón, no creo poderlo soportar tampoco.

—Pero Aslan... —Entonces el nipón extiende sus manos y acuna sus mejillas, el roce cosquillea como un fuego indómito o rayos de sol, pero ¿qué otra cosa podría esperar de su sol?—. El corazón es una carga pesada.

—Eiji.

—Y además del tuyo, tú cargas con el mío, así que tienes que cuidarlos.

Oh, Dios.

Eiji.

Solo puede besarlo luego de semejante confesión, desde su viaje a Cape Cod no ha dejado de pensar en lo afortunado que es por tener la vida que tiene y porque Eiji esté a su lado, así que ahueca ambas manos en sus mejillas, se inclina suavemente y apenas roza sus labios, son dulces, tiernos y cándidos, sueltan un jadeo exasperado antes de que se posen con más dureza sobre los suyos, su novio lo toca del cuello mientras que sus palmas se dedican a memorizar su rostro, ama su carita: sus mejillas tan regordetas que se sonrojan con tanta facilidad, su nariz respingada y pequeña, su piel de tonos cobre junto a un cabello de pluma de pájaro bebé, su boca, Dios, su boca que lo lleva al cielo.

Así que lo besa. Lo besa lento y delicado por si es la última vez que puede besarlo. Lo besa como Eiji merece ser besado. Lo besa por las primeras veces. Las últimas. Y las del medio. Lo besa, lo besa casi como si no quisiera dejarlo, sabe que cuándo lo haga deberá partir con Arthur.

Pero se separan.

Eiji lo aprieta con fuerza, rogándole que se quede, temiendo perder algo tan frágil como es el amor, no obstante, justamente porque Ash lo ama debe partir.

—Mantente a salvo.

—Lo prometo. —No luce convencido de esa promesa—. Eiji...

—Confío en ti. —Suspira—. E iré contigo.

—No esperaba que fueras flexible con eso. —Aslan ríe—. ¿Crees que puedas prestarme tu camiseta?

—¿Eh? Creí que las musculosas te hacían ver gay. —Su tono es descarado. Travieso. Desvergonzado.

—Lo hacen, pero no iré a pelear con la camisa de vampiro.

—No pensaste bien tu disfraz. —Eiji le alcanza su camiseta rojiza.

—No lo hice. —Y Ash lo cubre con su camisa repleta de volantes—. Tú puedes vestir la mía por ahora para evitar el frío.

—¿Por qué no admites que solo quieres verme con tu ropa? —Su corazón da un brinco al haber sido descubierto.

—Es cierto. —Ash le cubre los hombros con la tela de raso—. Quiero verte usando mi ropa, prometo ganar si me motivas así, onii-chan. —El aludido alza el mentón, un espasmo eléctrico atraviesa hasta su alma ante tan transparente mirada, ¿por qué siempre tiene que ser así? Es injusto, entonces cree.

—La usaré. —Admite—. Y solo me la podrás quitar cuándo regreses a salvo a mis brazos. —Ash toma ese incentivo más que encantado.

Entonces lo deja ir pero no del todo, salen a la fiesta luego de asearse cogidos de las manos, el aroma de Eiji todavía está impregnado a su piel y a esa camiseta, siempre ha creído que el pertiguista tiende a desprender un olor delicioso que a veces es un poco dulce e intoxicante, ansía que su olor lo tenga concentrado en la pelea. No confía en Arthur, sabe que trama algo con Yut-Lung, además el bastardo es cercano a Dino, los ha visto charlando, no le extrañaría que él hubiera esparcido esos rumores en primer lugar.

Los hará pagar.

—Ash. —Shorter ha acomodado una palma encima de su hombro, están saliendo de la fiesta porque su destino es la estación de metro—. ¿Estás seguro de que esto es una buena idea?

—¿Por qué te acobardas ahora? —Se han apartado levemente de Eiji y el resto de la pandilla, es casi obvia la incomodidad en el rostro de su mejor amigo—. Arthur no ha dejado de jodernos.

—Sí pero...

—Además, tengo la impresión de que está vinculado a personas peligrosas.

—¿Personas peligrosas? —Shorter suda debajo del disfraz de Frankenstein, la pintura se descascara poco a poco para manchar su polera contra las luces iridiscentes.

—Como Dino.

—Dino Golzine. —Y algo en la manera que lo dice...—. No deberías ir, Ash.

—Shorter.

—Hablo en serio, estoy preocupado.

—¿Por qué te preocupas ahora? —La pregunta rompe el corazón de su mejor amigo y Aslan desearía nunca haberla pronunciado para empezar, sabe que siempre le ha preocupado pero carece de forma para verbalizarlo y está siendo injusto—. Lo siento. —Muy tarde.

—Ya has sufrido demasiado con esos rumores y lo siento si nunca dije nada, no quería obligarte pero nuestra amistad tiene ese consenso extraño e implícito en dónde hay una línea invisible que ninguno de los dos puede cruzar y a veces eso es agotador, los chicos también saben de lo que hablo, siempre me dio miedo cruzar esa línea ya que no quería perderte pero ya es mucho, no voy a seguir fingiendo que no te veo. Estás afectado. Estás herido. Estás temeroso de lo que pueda hacer Dino, ¿no es así?

—Lo es.

—¿Podemos empezar a hablar las cosas con claridad? —Shorter ruega.

—Podemos. —Ash les da el permiso de estar bien o mal pero al menos de sincerarse respecto a eso.

—Gracias, estaba enloqueciendo.

Y Ash sabe de lo que habla.

Ya que así era el trato que solían tener antes de Eiji, ambos callaban y nadie decía nada para respetar esa línea por más que quisieran cruzarla por temor a romper algo tan frágil como su amistad, Shorter siempre daba la impresión de qué quería decirle algo que nunca le decía. ¿Qué sería?

—¡Confía en mí! —Esto, finalmente se arranca la espina—. No necesitas probarnos nada, confiamos plenamente en ti como líder, Ash.

—No es por eso. —Entonces le explica suavizando la mirada—. Te prometo que no estoy intentando probarles algo.

—¿Entonces? —La preocupación escalda en sus ojos rasgados—. ¿Por qué insistes en arriesgarte en algo tan peligroso? Arthur no es Eiji, sus peleas no serán iguales.

—Porque necesito probarme algo a mí mismo.

—Oh.

—Y esta es la manera.

No dicen más.

Pero Shorter de todas formas lo acompaña como la mano derecha que es, Ash recuerda el comienzo de su amistad, si bien, se encontraba reticente dado su pasado en la pandilla china le permitió entrar porque Wong lucía tan sinceramente dispuesto a ser amigos que no tuvo chance, Griff siempre decía que la clave para la amistad era encontrarse con personas mejores que uno, no en relación al estatus u otras cosas de apariencia sino mejores de adentro: con corazones grandes, con caracteres amables y almas bondadosas. No sabe cómo terminó con tantos hijos de puta si esa era la idea, pero los ama.

Los ama mucho.

—Ash. —Finalmente llegan al metro.

Es Halloween.

Es de madrugada.

—Pensé que te acobardarías.

—¿Por ti? —El lince esboza una sonrisa divertida y sarcástica—. No te tengo miedo, Arthur.

—Deberías. —Amenaza, están en el carril subterráneo, los hombres de Arthur los han rodeado junto a la pandilla china—. Te ganamos en número.

—Este es un combate uno a uno.

—Lo sé, pero ¿por qué no calentar antes? Wookie ha estado deseando vengarse de "tu presa" desde que lo noqueaste para defenderlo. —La mirada de todos salta inmediatamente hacia Eiji, Ash aprieta su mandíbula para tragarse la espuma rabiosa que ha empezado a brotar de su estómago. No caigas, él quiere sacarte de quicio, respira.

Respira. Respira. Respira.

Concéntrate.

—Más que tu presa ahora debe ser tu perra.

—Déjalo afuera de esto.

—¿Por qué lo tratas como una damisela en peligro? —Entonces aparece esa voz—. Cuando el traidor estaba bajo mi ala sabía muy bien pelear y ahora no es más que un trofeo.

—Yut-Lung.

—¿Qué? —La serpiente le da una sonrisa torcida—. ¿Te dolió lo que acabo de decir?

—Para.

—¡Te dolió porque es verdad! —El daño en los ojitos cafés de Eiji es algo que lo mata, quiere callarlo, Eiji ya ha tenido más que suficiente mierda con toda la situación del Fly boy y su propia familia como para que siga recibiendo mierda de este histriónico—. Eres un traidor.

—Para. —Ash gruñe con la respiración agitada. Cálmate. Cálmate. Cálmate.

—Eres la puta de Lynx.

—¡Qué pares!

Cuándo Aslan menos se lo esperaba ha estampado a Yut-Lung contra un puntal de cemento mientras sus puños aprietan con mucha fuerza su delicada camiseta de seda, la siente rasgarse debido a la ira contenida. Quiere matarlo. Quiere cortarle el maldito pescuezo por lastimar a la persona más buena, bondadosa y brillante que yace en la faz de la tierra ¿cómo se atreve a llamarlo una carga? ¿con qué derecho lo hace elegir? Es suficiente.

—Qué te calles. —Lo amenaza—. No dejaré que hables así de Eiji.

—Tal vez la puta es otra. —Ash lo azota hacia el pilar, se inclina para volverlo a amenazar no obstante la serpiente ha enrollado sus brazos alrededor de su cuello para acercarlo sutilmente—. Ten cuidado con Arthur.

—¿Eh? —Sus puños se aflojan alrededor de la tela, las palabras lo han agarrado por sorpresa y tienen todas las miradas encima—. ¿Qué dijiste?

—Cuida tu desnalgado trasero de Arthur. —Repite exasperado.

—Pero...

—Planea hacer trampa, creo que tiene un arma blanca escondida, no te distraigas durante la batalla porque va a intentar provocarte, Lynx. Disimula tu debilidad por Eiji o los herirán a ambos.

—¿Por qué me estás ayudando? —Ash se aparta empezando a entender por qué el comportamiento más bien errático de Yut-Lung.

—Porque Arthur tiene información importante sobre Dino y el entrenador de Eiji.

—Oh.

—Y ellos tienen conexiones con mis hermanos.

—No tenía idea.

—Claro que no, estabas demasiado ocupado odiándome, convirtiéndome en tu némesis imaginario.

—Tú me odias.

—Sí. —Yut-Lung lo empuja para mantener la actuación—. Te odio con toda mi alma, pero por alguna razón desconocida eres importante para alguien importante para mí.

—Yo no...

—Anda, si tanto amas a ese traidor ten las pelotas suficientes para vencer a Arthur en batalla.

Eiji y Yut-Lung cruzan una mirada.

Dolorosa. Lenta. Triste.

«Perdón».

Ambos la apartan.

Y poco a poco el comportamiento de Yut-Lung empieza a cobrar sentido: que apartara a Eiji e incluso que lo sacara del cuarto, que desapareciera algunos días, que se "uniera" al bando de Arthur aunque cargara consigo a toda su pandilla. Tal vez, ese histriónico está empezando a hacerse cargo tanto de sus acciones como de sí mismo. Quizás, está siendo una ayuda interna tanto para Eiji como para Ash en relación a Dino y ese entrenador o tal vez no y efectivamente es un hijo de puta que solo pretende destruirlos. Nunca se sabe qué pasa por su cabeza. Pero sí sabe que Yut-Lung intercambia una mueca de corazón sangrante con Shorter y de repente no carece de tanto sentido que alguna vez estos dos se hallan amado. Ugh, vomitará antes de la pelea, genial.

—¿Qué? ¿Tanto te molestó lo que dijo mi nuevo socio? —Pero más tarde habrá tiempo para golpear a Shorter por ser un idiota y omitir información más importante, Yut-Lung mencionó a sus hermanos y supone que lo hizo para transmitirle indirectamente que lo tienen amenazado.

—Lo que tú y tu nuevo socio hagan me es indiferente.

—Ja. —Arthur arroja una simple risa—. Siempre eres así, por eso me irritas tanto.

—Deberíamos arreglarlo entonces.

—Bien, será una pelea uno a uno por el poder de las pandillas y quien pierda lo perderá todo.

—Bien.

—No se permitirá ningún tipo de ayuda.

—Que nos registren entonces. —Ash sonríe con astucia—. No me gustaría encontrarte cargando de manera accidental una navaja o algo así.

—Bien. —Gruñe de mala gana—. Que nos registren a los dos.

Así lo hacen.

Como no encuentran nada fuera de lo común la pelea inicia, se acechan igual que dos depredadores, dan vueltas uno enfrente del otro en la estación de metro, el aire apesta a humedad y hay un silencio mortificante que serpentea alrededor de Ash, asciende como una cobra por su columna para estallar haciendo un eco sordo contra las baldosas mugrientas. Arthur sonríe y balbucea. Algo anda muy mal y Aslan lo presiente en los huesos. Mira a Eiji. Eiji está a salvo. Shorter lo está cuidando. Sin embargo, Shorter luce...extraño. Casi como si supiera algo que no le ha dicho.

¿Qué será?

Pero no hay tiempo para detenerse en eso, Arthur ha corrido para darle el primer golpe en la quijada y aunque Aslan retrocede por poco casi cae a las vías del subterráneo, le devuelve el favor y lo golpea en una de las costillas con un puntapié, Arthur gruñe entre dientes y lo tironea del cabello con mucha brusquedad para estamparle la nuca contra un pilar de concreto. Lo hace una vez. Otra. Otra. Y otra.

Ash se libera dándole un codazo en las costillas, lo deja sin aire, Arthur vuelve a retroceder igual que una hiena cobarde a la espera de que la carroña ya esté muerta.

—Si gano me gustaría que te encontraras con Dino. —Cálmate, solo está intentando provocarte, Ash se dice a sí mismo—. El vejete parece haber quedado profundamente flechado por ti pero bien sabes de qué rumores estoy hablando ¿verdad?

—Yo nunca hice nada con él.

—Y aun así él está obsesionado contigo. —Ash no quiere que Eiji escuché esto—. Debes ser bastante bueno en lo que haces para que esté tan prendado.

—Arthur. —Advierte.

—Debes ser realmente fantástico chupando pollas, por eso nunca te pude respetar como líder, pero mis chicos tampoco.

—Cállate.

—En el fondo, todos saben lo que eres.

—Para.

—Lo sedujiste. —Tu culpa, tu culpa, tu culpa, tu culpa, tu culpa, tu culpa, tu culpa, tu culpa, tu culpa.

—Te lo estoy advirtiendo.

—Tú lo pediste.

—¡Qué pares!

Ellos no están vivos y tú sí.

Lo siguiente que sabe es que Arthur está encima golpeándolo una y otra vez en su mentón, su cabeza rebota contra el piso en una sensación mojada y pegajosa, sangre, debe haberle pegado lo suficiente como para que su nuca se abriera y ahora esté revolcándose en un charco rojo, no obstante entiende que no es solo eso cuándo durante uno de esos golpes se clava algo. Filoso. Puntiagudo. Le atraviesa la piel del cuello. Cabello dorado empapado de rojo. Un grito asfixiado. Una risa sórdida. De repente, se siente mareado. Va a vomitar. Pero el objeto se sigue clavando casi como una estaca. Duele como el infierno. Alguien grita su nombre. Ash-u. No Ash.

—Eiji. —Jadea.

—¡No dejes que te distraiga, Lynx!

Lo sabe y sin embargo algo de lo que Arthur dijo reactivó la herida que recién se está cerrando desde Cape Cod, Griff lo llamó "la culpa del sobreviviente" y le refirió que igual la padecía ante Irak, aunque racionalmente Ash entiende que no hizo nada malo, que era solo un niño, un niño que ignoraba esto que pasaba a puertas cerradas en la cabaña del entrenador, un niño al que no le creyó la policía, ese niño que sino fuera por Jim habría terminado enterrado junto a sus compañeros o peor, el niño cuyo pasado lo persiguió hasta la universidad y se viralizó distorsionadamente, un niño que hizo su propia pandilla para protegerse...se siente culpable todavía.

¿Culpable?

Y avergonzado.

Avergonzado de que Eiji...

—No quiero que me mires así. —Suplica, no obstante, es tarde y esos ojitos cafés lo han vislumbrado absolutamente todo.

—¿Eh? —Arthur ladea la cabeza divertido—. ¿Te preocupa que sepan lo que realmente eres? Infiero que Okumura no es tan ingenuo, probablemente se te acercó porque conocía tu reputación, ¿sabes?

—¡No es cierto! —Shorter debe afirmar a Eiji para que no se entrometa—. ¡No sabes nada!

—Bueno, si traicionó a su propia pandilla es porque debes hacer un muy buen trabajo.

—¿Ya terminaste de ladrar? —Ash detiene un puñetazo en medio del aire—. Quiero ponerle fin a la pelea innecesaria en que nos metiste.

—Ja.

Arthur no consigue retenerlo a pesar de sus asaltos, solo cuando Ash se vuelve a parar en sus propios pies comprende que la revisión de armas fue inútil del comienzo puesto que la estación se encuentra repleta de potenciales trampas, son apenas perceptibles, algunos pedazos de madera tirados, trozos de vidrio ingeniosamente rotos como garrotes, guijarros puntiagudos, carajo, de pronto está encima de un campo minado. Bastardo. La nuca todavía le arde y acá recuerda que nunca se sacó ese objeto. Ash se palpa la cabeza. Percibe un cacho frío y sólido de algo. Se lo arranca de un tirón. Un fragmento de botella. Gruñe entre dientes. Siente la sangre caer hacia la musculosa de Eiji. El trozo posee forma de una estaca. Es pequeño. Tuvo suerte. Estará bien. Más tarde deberá desinfectarse. Griff lo matará si le pasa algo. Se recompone. Respira lentamente. Mira a Arthur a través de la cortina brillante que tiene por pestañas.

Se lanza para matar.

Lo golpea una. Y otra. Y otra vez.

Ash acorrala a Arthur contra un pilar de concreto y lo estampa como si se tratara de una muñeca de trapo cualquiera, el cuerpo del pandillero rebota y se constriñe a causa del dolor, lucha más no logra liberarse puesto que lo posee bien agarrado, alza un puño, lo hunde en la quijada cuadrada y percibe cómo diente por diente encaja entre las venas de su mano, le arde, cada golpe le raspa como si fuera lija en vez de diente contra sus ataques pero no se detiene hasta que Arthur queda con el rostro casi irreconocible de lo hinchado y morado que está. Más. Tiene sed de sangre. Lo humilló. Y el bastardo merece un castigo por eso.

Ash está hecho una furia, deja de escuchar los gritos de los demás o del propio Arthur, es como si la cabeza la tuviera sumergida en un mar más denso que líquido. Oscuro. Solitario. Rojo. Solo distingue el peso de su puño contra sus facciones duras, hay un chorro caliente cayendo hacia su brazo, seguro es sangre desde una nariz rota, debería detenerse. Pero Arthur no solo lo ha humillado ahora. Nunca dudó en herir a sus seres amados. Por ende, la ira que ya hervía en su estómago se enrosca alrededor de cada órgano interno para sedimentarse ahí de manera irremisible, su nariz se abre y se cierra casi como un animal rabioso, le cuesta respirar, sus latidos taladran sus tímpanos y hay un grito. Un grito.

—¡Ash! ¡Detente! Lo puedes matar.

Antes de que regrese a sí mismo siente dos filas de dientes encajar en su puño, tironear la piel arriba de los huesos de sus dedos, en ese lugar dónde está especialmente cerca y arrancarla como si fueran animales salvajes peleando.

Ash grita al ver la herida.

Arthur escupe sangre junto a un trozo de carne.

—¿Acaso eres un perro?

—No dejaré que me ganes con tanta facilidad y luego te entregaré al viejo. —Aprieta sus puños para que sangren todavía. Plic. Plic. Plic. El pavimento se mancha de rojo ¿de quién...? Tiene rabia. Porque no quiere tener que lidiar otra vez con Dino, en el fondo, le tiene miedo aun sino lo admitirá.

—Ni siquiera debe agradarte Golzine.

—¿Y eso qué importa? —Arthur ríe en un tono maniático—. Tú lo odias, eso es suficiente.

Ash analiza lo personal que se ha vuelto esto, cree que Arthur ha dejado que Dino haga lo que anhele con su pandilla a causa del rencor que le tiene a Ash.

—Realmente te odio. —Entonces gruñe—. Y apenas te gane me encargaré de destruir todo eso que es importante para ti.

Eiji.

Está mirando a Eiji.

—Se vería bonito con otra lesión ¿cierto?

—¡No te atrevas a tocarlo!

Y aunque Aslan sabe que esa reacción es exactamente la que Arthur quiere no logra controlarse más a sí mismo, le salta encima, grave error, Arthur ha cogido de uno de los mástiles del metro un cuchillo y hay una guerra desatándose a su alrededor entre las diferentes pandillas, por ende está solo, nadie lo va a ayudar. Mierda. Debió saber qué algo tramaban. Shorter. ¿Dónde? Está gritándole algo a Yut-Lung con Eiji. Están a salvo. Wookie va tras ellos. Pero Shorter lo protegerá. Es su mejor amigo. Como un hermano. Confía ciegamente su vida. Fue el único que no tuvo prejuicio tras los rumores.

—¿A dónde te has ido? —Arthur está encima con una navaja apuntando a su tórax, Ash necesita las dos manos para frenarlo de convertirse en un asesino—. Oh, estás mirando al Fly boy otra vez.

—Déjalo en paz. —Toca su fibra sensible.

—Planeábamos dejarlo en paz por una cuestión de lealtad con Yut-Lung pero la perra no impresiona querernos ser leales así que... nosotros tampoco le debemos nada.

—Lo tocas y te mato.

—Inténtalo. —Lo amenaza—. Yo soy quién está sosteniendo la navaja.

Arthur baja lo suficiente para presionarla contra su pescuezo y que el filo arda, ¿siempre estuvo así de resentido?

—No me gusta la tortura, pero algo en ti me hace querer torturarte.

—Eres un enfermo. —Gruñe hundiendo su rodilla en sus costillas, empujándolo más y más lejos para crear una brecha lo suficientemente grande y levantarse.

—Gracias.

—¡No era un cumplido!

La estación de metro arde, están pasando demasiadas cosas al mismo tiempo, todo avanza tan veloz que no lo logra registrar, escucha los alaridos de los chicos, saborea el requeme oxidado de su propia sangre mientras la navaja intenta abrirse paso a través de su pescuezo, pero Ash resiste, hay un caos catastrófico a su alrededor, las tres pandillas impresionan estar en guerra, se pregunta si Griff así de desconcertado se habrá sentido en medio de Irak y ríe por tan patética comparación. Aun así aprecia la cuchilla helada respirarle bajo el cuello mientras cae sangre de su cara y su cuerpo pierde conexión a causa del cansancio. Mira a Eiji. Eiji intenta luchar contra Wookie. Va por su lesión. Hay un mordisco de culpa pinchándole en el interior. Si no fuera tu novio esto no le estaría pasando. Ni siquiera puede pelear bien a causa de la ridícula camiseta que le prestó.

—De verdad te está afectando esto, ja.

Arthur patea sus costillas una y otra vez para que ceda. No cede. No cederá.

—Si hubiera sabido que él era tu debilidad lo habría atacado mucho antes, aunque el entrenador ya se me debe haber adelantado. —No hables de él con tu sucia boca—. Vaya, me pregunto cómo serán los rumores a su alrededor, el Fly boy mantiene su posición al ser la puta de Fox.

—¡Ya cállate!

Voltea las posiciones, escupe al costado de Arthur quién arroja una mueca dolorida, probablemente se lastimó con una de sus propias trampas. Lo ataca. Arthur logra arañarle la piel con la navaja. Los dos se limitan a luchar por la cuchilla, mientras lo hacen Ash se cuestiona de dónde surge tanto odio.

—Debió ser frustrante. —Entonces dice atrapando una de sus muñecas con sus manos, apretándola hasta que cruja y Arthur grite—. Debió ser jodidamente frustrante para ti que te compararan cientos de veces conmigo y saber que yo siempre sería mejor que tú en todo.

—Cállate. —Arthur lo amenaza con su último aliento, están agotados, empapados de sangre y sudor.

—Debiste sentirte inútil y patético sabiendo que todos, incluso tú, tenían la certeza de que nunca lo ibas a lograr y me alcanzarías, por eso me odias tanto, solo estás celoso y aprovechaste esos rumores con Dino para intentar ser alguien y vengarte de mí pero ¿sabes? Al carajo, no puede hacerme nada, no estoy solo a diferencia de antes.

—¡Tú...!

—Probablemente tú fuiste quién me apuñaló por la espalda y esparció los rumores de todas formas.

—¿Qué diablos crees que haces?

Ash le da un codazo en la quijada y le quita la navaja, basta un segundo para que la sostenga encima de la garganta de Arthur, lo ve soltar el aire y aprecia el miedo ardiendo en sus ojos por primera vez, le gusta lo que ve y eso es aterrador.

—Ríndete.

—No. —El contrario sigue batallando—. Nunca me rendiré ante ti.

—Ríndete. —Lo amenaza esta vez hundiendo el cuchillo contra su mentón, Arthur sangra y así sabe que habla en serio.

—Me rindo. —Finalmente suspira.

—Tu pandilla queda oficialmente disuelta.

Ash se levanta y le pone fin a la pelea.

Arthur gruñe, toma uno de los trozos de madera e intenta atacarlo por la espalda, sin embargo Aslan esperaba un movimiento así de bajo, patea su muñeca y con un solo tirón usa la diferencia de fuerza para estampar a Arthur contra el piso, pisa su cara con su zapatilla embarrada de mugre, las pandillas observan anonadadas y en silencio, Ash sostiene la navaja contra los dedos de Arthur. Quiere ejercer un castigo ejemplar. Desea ser respetado.

—Ash.

Pero Eiji está mirando.

Y a estas alturas Arthur le da lástima más que nada.

—¡Su pandilla queda disuelta! He ganado la contienda. —Declara hundiendo levemente la navaja al borde de sus huesos, Arthur se contrae asustado—. ¿Entendido?

—Sí. —Wookie es el primero en desarmarse—. Lo entendemos.

—Bien.

Aslan suelta a Arthur, no tiene intenciones de mancharse las palmas de sangre, lo ve encogerse para soltar un grito de absoluta frustración que retumba por la estación de metro vacía.

Despechado. Herido. Humillado.

Patético.

—¡Dices que yo esparcí esos rumores y te apuñalé por la espalda, pero no fue así! —Entonces brama en un último intento por hacerle daño.

—Vámonos. —A Ash no le importa más.

—Fue Shorter. —Hasta que...—. Shorter es quién te traicionó.

—Ya no sabes qué diablos inventar, solo ríndete, ¿verdad? —Hasta que...—. ¿Shorter?

—Perdón.

Hasta que la verdad cae.

«Confía en mí», le pidió mientras todo este tiempo le fue fiel a los suyos y efectivamente lo apuñaló.

Y entonces el techo se cae en Nueva York.

¿Vamos a lidiar altiro con el tema de Shorter? Sí y no. Sí porque obviamente es algo que se tiene que tocar y no vamos a fingir que no, pero no tan directamente porque nos quedan varios conflictos con Eiji, por ende, el otro capítulo está enfocado en nuestro amante del natto y el final lo tiene Ash.

Nos vemos el viernes~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro