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Capítulo 26.

Hola mis bonitos lectores~ Retomamos oficialmente LS y tengo buenas y malas noticias: la buena es que esta en la recta final, la mala es que se alargaron los capítulos que tenía previstos. Así que deben quedarle unos cuatro o cinco porque este que es de Cape Cod tuve que dividirlo en dos por el glow up de un personaje. Espero que no se cabreen mucho. Estuve revisando mi perfil acá y cache que tenía 11 borradores de historias ahí, olvidadas para siempre, qué terrible, probablemente muy poquitas personas alcanzaron a leerlas porque la mayoría son de mis origenes con horrografías ortograficas en este fandom, pero me pego mucha nostalgia del tiempo que llevo acá. Gracias por el apoyo siempre.

—Ash. —El aludido sonríe, está reposando encima del pecho de su novio, se siente calentito y suave, cree que podría quedarse de esa manera para siempre, con los dedos de Eiji cepillándole los cabellos desde la nuca hacia el flequillo, con su latido de corazón bajo el oído y el movimiento de la camioneta haciéndolo sentir como si flotara—. Cariño. —No sabe qué le gusta más aún: sus apodos azucarados o cómo estornuda su nombre con esa «u» final—. Amor.

—¿Sí? —De cualquier forma, resulta gracioso cómo pasaron de arrojarse insultos a ser... ¿cómo dijo Shorter? Ah sí, una masa gay y rosada.

—¿Te gusta que te toque ahí?

—Mucho. —Aslan ronronea igual que un gato mimoso—. Especialmente detrás de la oreja, lo adoro.

—¿Acá? —Claro que Eiji procede a acariciarle el lugar que más adora porque es Eiji después de todo.

—Justo ahí. —Las manos de Aslan descansan alrededor de la cintura de su amante—. Amo que sepas dónde tocarme. —Las de Eiji yacen en sus cabellos y encima de su espalda, se encuentran recostados sobre los asientos traseros de la camioneta, al ser demasiado alto tuvo que encoger sus piernas para caber (Okumura no tuvo ese problema, es un enano).

—Solo dos centímetros de diferencia, Ash. —Lo regaña como si le leyera la mente.

—¿Cómo sabías en lo que estaba pensando?

—Por tu sonrisa maliciosa, siempre me molestas porque soy bajo.

—¿Eh? —Entonces el lince se levanta, acomodando ambos brazos sobre el tórax del japonés, el forro de cuerina no tarda en chillar, el bamboleo de Clementine es ameno—. ¿Entonces admites que eres prácticamente un enano y ya no clasificas como persona?

—¡Ash! —Lo intenta patear y vaya pelotas.

—¿Qué? Solo estoy diciendo una verdad objetiva y universal. —Por supuesto que el irracional arruga el entrecejo e infla las mejillas en un intento de puchero lindo—. Pero te amo aunque seas la versión de bolsillo de un deportista, tiene sus ventajas, puedes pagar boletos para niños en el cine.

—¡Una vez! —Gimotea—. Pasó una sola vez en nuestras citas.

—Eso te pasa por usar ropa de niños, ese pájaro horrendo da para mal pensar.

—Pensé que mis suéteres eran de abuelos.

—Vaya dualidad, Okumura. —El comentario solo exacerba aún más su molestia y Ash posee muchas ganas de tomarlo de los mofletes para pellizcárselos pero se contiene, es considerado como amante.

—Eres malo.

—Y tú eres un conejo del tamaño de un chiguagua.

—Alto. —Sus ojos negros brillan con lucidez—. ¿Fuiste tú quien nos apodó como trío de chiguaguas?

—No. —Ash finge demencia—. Jamás haría eso. —Sí, admite ser culpable porque ¡vamos! Sing mide medio metro de altura, Yut-Lung es chillón y Eiji...bueno, Eiji tiene esos ojos grandes de bebé que te ponen de rodillas, aunque jamás lo admitirá, claro. Además, eran "enemigos" en ese entonces y por ende, no debería juzgarse por sus acciones—. Nunca haría eso y hieres a tu dulce novio por pensarlo.

—Ajá.

—Pero si lo hiciera estaría justificado.

—¿Eso qué significa?

—Qué cuando estamos en una misma habitación me da miedo pisarte por lo bajito que eres, cariño.

—¡Ash! —Ah, claro que el desgraciado intenta quitárselo de encima pero no se la dejará fácil así que procede a apretarlo con fuerza y a hundirse con más ganas en su pecho—. No te pongas tan cómodo ahí, estoy enojado, no es momento para manosearme.

—¿Qué culpa tiene tu pecho de que estés enojado? —El americano se restriega contra su tórax igual que un felino—. Tus pectorales merecen atención. —Y sus manos traviesas están a punto de dársela.

—No te pases de listo. —Eiji le advierte—. Mi pecho queda fuera de límites cuando estoy enfadado.

—Pero te ves antojable y necesitado.

—No estoy necesitado.

—¿Quieres apostar? —Ash engancha sus dedos por la musculosa de su amante, tirándola levemente para deleitarse con su escote—. Porque podría apostar que están erectos, onii-chan.

—¡Ya! —Max frena la camioneta—. ¡Les voy a tirar agua fría sino se comportan el resto del trayecto! Mocosos calenturientos.

—¿Nosotros? —Ash alza su ceja, totalmente indignado—. Tú eres quien conduce con solo una mano porque tiene la otra en el muslo de mi hermano.

—Yo no... —Lobo mira mortificado la evidencia mientras Griffin se sonroja sutilmente, no hace falta que se dé vueltas para comprobarlo, puede verlo en el espejo retrovisor de forma descarada—. Creo que tengo ansiedad al conducir y el muslo de Griff es mi herramienta de contención emocional.

—Viejo. —Ash bufa—. Esa es la peor mentira que existe, puedo ver cómo lo manoseas, sino te corté las pelotas es porque Eiji me mantiene contento acá atrás.

—De todas maneras deberían sentarse bien. —El periodista ignora deliberadamente la advertencia, sin embargo, se niega a soltar el muslo de Griffin y ya se está volviendo un poquito molesto—. Deben usar cinturones de seguridad.

—Este es el cinturón de seguridad que necesito. —Aslan reclama volviéndose a acomodar sobre ese lugar seguro y de confort que su novio representa.

—¿Ah sí? —Entonces Max arranca la camioneta y la frena con brusquedad.

—¡Auch! —Como si fuera un saco de papas Ash cae hacia el piso, llevándose a Eiji consigo debido al acuno entre ellos—. ¡Lo hiciste a propósito!

—Lo siento, no te escuché. —Lobo sonríe con malicia—. Solo soy un viejo senil.

—Viejo mierdoso.

—¡Aslan!

Están en un viaje familiar hacia Cape Cod.

El pueblo dónde podrían haberlo matado o podría haber tenido un destino aún peor que la muerte.

Dónde murieron sus compañeros de equipo.

Dónde murió una parte de sí mismo.

Joder.

Está asustado, le dijo a Griff que estaría bien, que lo había superado y que era Griff quién proyectaba su propia reticencia a volver en Aslan pero ¿alguna vez se puede superar semejante trauma? Resulta factible considerar a Cape Cod como un posible gatillante de recuerdos para los que aún no se siente listo de liberar, debería pasar la página, le aconsejan diciéndole que el tiempo sana todas las heridas, pero en su caso no cree que sea así, ya que mientras más viejo se hace, mientras más averigua sobre lo que pasó en el sótano de Barba Azul, mientras más se obsesiona con los detalles es más...doloroso todo. Sí, Ash desglosa que era un niño en este entonces y si se salvó fue porque Jim adoptó la postura que un padre siempre debería tener, pero a veces lo piensa: si hubiera invitado a Jackson a la cabaña a jugar en vez de dejarlo irse con el entrenador Wilson, si me hubiera quedado con Liam, si después de la práctica le hubiera hecho compañía a Lucas, si lo hubiera seguido, sino los hubiera dejado solos o si hubiera hablado antes tal vez ellos...a veces incluso olvida sus nombres, sus caras, sus voces y le da rabia consigo mismo. Aslan fue el único que sobrevivió y seguramente habría sido su víctima final si Jim hubiera tenido una respuesta mierdosa.

Así que sí, en ese sentido le da terror regresar a Cape Cod y más considerando que está en un terrible lugar en Nueva York porque pronto será Halloween y Arthur lo desafió a un duelo en el subterráneo por el liderazgo y él no tenía previsto delegar su pandilla antes. Pero Griff merece un cierre con Cape Cod, puede verlo en los ojos de su hermano, puede ver a Irak viviendo en su iris cerúlea, germinando igual que una semilla venenosa y arrojando raíces en su alma. Griffin necesita sanar, para sanar debe comprender primero que incluso sino son las mismas personas que dejaron este pueblo, no es malo.

—Aslan, desearía tener tú mismo valor, ser lo suficientemente hombre para mostrarte lo mal que la he pasado.

Ve la culpa en su hermano.

La misma culpa que él siente por sus amigos.

La misma culpa que de vez en cuando aparece en los ojos de Max incluso si no se conocían.

Ve la rabia. La impotencia. La pena. La saña. La frustración. El arrepentimiento. La desesperanza. Las ve, pero las deja ir. Está agradecido de tener a Griff y a Max sanos, aquel es el significado que escogió darle a su sufrimiento.

—Cariño. —Por supuesto, traer a Eiji ayuda un montón—. Te ayudo a bajar. —Porque Eiji carajo, Eiji nunca ha dejado de ser su soporte emocional incluso con sus propios problemas, no sabe pero le da serenidad poder mostrarse vulnerable sin temor a ser juzgado, es duro ponerse en el papel del lince todo el tiempo, con su novio no tiene que ser eso sino que puede ser un gatito mañoso y regalón.

—Gracias. —Solo Ash es suficiente, así que toma su mano y baja de la camioneta.

—Vaya. —Max silva, impresionado por los eternos campos de trigo y el cielo de acuarela—. La noche debe ser preciosa acá. —Lo es, solía recostarse con Griff afuera de su cabaña, jugaban reclinados en una manta contando historias inventadas de las constelaciones, era divertido—. Podríamos prender una fogata o algo así.

—No es un campamento. —Ash es un aguafiestas cruel—. ¿Acaso nunca fuiste a uno? Qué patético.

—Tú solo fuiste porque Shorter te arrastró, no seas tan duro con Max. —La traición lo apuñala en el pecho cuando su hermano toma partido por el viejo—. Te aferraste a las sábanas con las uñas, fuiste tan difícil de despegar que entre Max, Shorter y yo te tuvimos que jalar de los tobillos.

—¡Griff! —Gimotea rojo—. No me humilles ante Eiji, quiero sonar cool.

—Oh, Aslan. —Su hermano le revuelve su pelusa rubia con amor—. Estoy seguro de que para Eiji no eres cool.

—¡Ah! ¡La influencia del viejo te está contagiando!

—¿Puedes dejarme de llamar viejo cada segundo? ¡Me acomplejas! Piensa en mi pobre autoestima.

—Nunca.

—Chicos. —Jennifer y Jim se les acercan, la camioneta debe ser visible desde el Green Hill Diner, sin embargo, Griff se tensa apenas se encuentra con la mirada pétrea de papá—. Por fin llegaron.

—Así que al fin decides visitarme. —Hay saña escondida en su voz, los ojos fríos de Jim paran encima del agarre de manos que tiene con Eiji—. ¿Tu novio? —Por favor, no digas una idiotez.

—Mi novio. —Su padre lo analiza de pies a cabeza y Eiji se tensa visiblemente, incluso tiembla, Aslan tiene muchas ganas de esconderlo y protegerlo de todo.

—¿Deportista?

—Saltador de pértiga, señor.

—Por fin otro hombre real en la casa. —Griff y Ash comparten una mirada ofendida—. Ven conmigo para ver los partidos, tú también, Max. Mis mocosos solo hablan de libros y esas mierdas aburridas.

—Wow. —Ash parpadea sin todavía procesar el encuentro, de alguna forma Jim terminó abrazando a Eiji con un brazo y a Max con el otro mientras conversan de cosas de jocks que su IQ superior niega a procesar—. ¿Qué acaba de pasar?

—Creo que papá acaba de adoptar a Max y a Eiji y a nosotros nos desheredó. —Al menos hay gracia en la voz de Griffin mientras se encaminan hacia el comedor—. ¿Desde cuándo "los hombres reales" no leen? ¿Acaso para ser un "hombre real" debemos ser analfabetas cavernícolas?

—No puedes esperar mucho de un pueblo si tiene más cantinas que bibliotecas ¿cierto? Todos están un poco tontos acá, creo que la cerveza debe haberles atrofiado el cerebro, solo mira a papá.

—Touché, Aslan.

Sorprendentemente resulta nostálgico volver a casa y hasta ¿agradable? Si bien, al inicio la conducta tan apropiada de Jim enciende sus alarmas mentales (y las de Griff además) llevándolos a hipotetizar sobre una posible enfermedad terminal o alguna epifanía al final...se relajan. Jim no es tan mal padre a fin de cuentas, Aslan sabe que pudo haber sido mucho peor incluso con las carencias en su infancia, que podría haberle no creído o culpabilizarlo, llamarlo putita o pedir dinero, Ash podría haber estado en el sótano de Barba Azul o haber sido violado por ese pedófilo. No pasó. Por ende, aun si Griff usa su lugar como "papá" y "mamá" al mismo tiempo, valida a su propio progenitor. Sí, es malhumorado, pertenece a la generación de concreto, todavía cree que la homosexualidad se puede curar, que sus estudios son un capricho, que los psicólogos son inútiles y que la depresión se cura echándole ganas, pero hey, está riendo con Eiji y bebiendo con Max y les consulta por sus estudios aun si lo lastima el hecho de que ninguno se quedara con el comedor.

Lo intenta.

Realmente lo está intentando.

¿Y qué fue lo que la psicóloga de Eiji le dijo? Ah sí «es importante que vayas haciendo ese duelo con tu madre, Eiji. Porque ella nunca será la mamá que necesitas».

Es lo mismo para Aslan, Jim nunca será el papá que necesite o que lo comprenda o con quien disfrute la confianza suficiente para salir del clóset, ni lo lleve a pescar, ni use apodos lindos como "campeón" o "mi niñito" porque este es el papá que le tocó y ya. No es bueno ni malo y sin duda puede ser peor considerando las circunstancias y la propia crianza de Jim, aun así, le da pena venir de un hogar roto.

—¿Qué hace una belleza como tú en un bar como este? —Debe admitir que es sumamente gracioso ver a Eiji con una botella de cerveza en una mano, una espiga entre los dientes igual que un cigarrillo, el sombrero de vaquero de Jim y una mirada coqueta.

—Parece que la vida de campo te cambió.

—Me hizo un hombre real. —Ambos ríen, están en un rincón del comedor y como Ash se siente más audaz tira a Eiji para que se siente en sus piernas—. Oye, está tu familia acá, ten decencia y respeto.

—¿Qué pasó, onii-chan? —Las manos del rubio juguetean alrededor de su cadera y siente a su novio estremecerse sensible, el toque quema, tener a Eiji pegado quema, probablemente ha quemado del inicio y por eso adoraba andar golpeándose de enemigos—. ¿No eras tan audaz? Creí que pretendías mostrarme lo que era ser un hombre real.

—Sí, pero me empezaste a manosear.

—Es que eres manoseable.

—Manoseable no es una palabra real.

—¿Y por qué mis manos están en tu trasero entonces? —Y como Ash cumple siempre con su palabra deja que sus manos se acomoden en sus nalgas, son firmes y lo hacen babear en ese short deportivo.

—Eres un... —Eiji cae dócil encima de su hombro, gimoteando—. Me rindo, no puedo contradecir algo tan irracional.

—Lo dice el rey de los irracionales. —Ash lo sostiene cerca, le gustan las caricias de su amante, nunca se proyectó como una pareja necesitada de toques o de piel y sin embargo, apenas consigue quitarle las palmas de encima a su conejito pero con Eiji se siente bien, es seguro, está a salvo—. Gracias por venir conmigo, sé que estás ocupado con el tema de las Olimpiadas y debe ser molesto.

—No. —No duda en refutar—. No es molesto.

—Pero...

—Gracias por pedirme acompañarte. —Aunque quiere refutar de alguna manera la voz de Eiji suena tan sincera, genuina y abierta que se queda paralizado—. Gracias por dejarme entrar.

—Siempre. —Ash entrelaza sus dedos, hay música en el comedor, Jim y Griffin están hablando en la barra e impresiona una conversación importante así que no interrumpirá, no todavía—. Es imposible resistirse a tu encanto ¿sabes? Te ganaste a mi papá.

—Tu papá es fácil de ganar, solo tuvimos que hablar de deportes.

—¿Y entendió lo que era el salto de pértiga?

—No. —Eiji crispa una ceja y frunce el labio y el gesto es tan adorable que Ash tiene que besarlo, así que lo hace—. Primero confundió el salto de pértiga con el baile de caño, pero al final entendió que me tenía que elevar en un tubo para volar otro tubo.

—Eso suena a baile de caño.

—¡No empieces! —Eiji lo regaña tirándolo de las mejillas, Ash se quiere enojar pero Eiji ríe mientras lo hace y es imposible enojarse si está enamorado de esa risa—. Tú eres un beisbolista en la facultad.

—Sí, pero él no sabe. —Ni sabe si le quiere decir todavía—. ¿Está mal que me guste el béisbol ahora?

—¿Eh?

—Ya sabes... —De repente, el tema arremete como una marejada salvaje, empujándolo mar adentro en las memorias, es peligroso, si va demasiado hondo se puede ahogar—. Por lo que ocurrió de niño.

—Aslan.

—Me siento como una persona asquerosa. —Entonces suelta—. No debería gustarme pero me hace feliz y soy alguien grotesco por eso, debería asociar el béisbol a la muerte.

—No, cariño. —Eiji se inclina aún más cerca, entrelaza sus dedos con los de Aslan, acariciando suave, dulce y pacientemente el dorso de su mano como si fuera algo digno de atesorar, eso le deja el pulso siendo un desastre—. Es entendible que te sientas de esa manera, pasaste por cosas muy duras aquí pero admiro de sobremanera que hayas vuelto y estés enfrentando tus miedos, admiro que te hayas dado el coraje para jugar béisbol aun con lo duro que debe ser y no solo eso, que te gustara y además que fueras extraordinariamente bueno. No eres la estrella por nada.

—Eiji.

—Admiro que estés acá porque amas a Griff y probablemente para Griff también sea duro. —Y obvio que Eiji lee a través de sus intenciones sin decirle nada—. Admiro que cuides a quienes amas aunque estés herido, muy herido. Pero sobreviviste, eres un sobreviviente y creo que mereces disfrutar esas cosas que amas y te hacen feliz y si el béisbol es una de ellas...es una forma impresionante de validar tu propio sufrimiento y resignificarlo porque puedes volver a Cape Cod, a casa, jugar el béisbol, pero no regresas siendo el mismo Aslan, has crecido, has cambiado y ahora tienes a muchos que te ansían proteger y están acá.

—Carajo. —Es así de simple, como si fuera arte de magia la pelota de angustia que tenía atorada en sus entrañas se derrite como caramelo y se expande hacia su pecho en un cosquilleo, cada músculo se relaja entre los brazos de su amante, porque Eiji tiene este poder sobre él, es el único—. ¿Siempre tienes que ser tan Eiji? —Gimotea, estrujándolo hacia su pecho, sin quererlo dejar ir, no lo va a dejar ir jamás. Lo adora. Lo ama. Lo quiere. Lo enloquece. Lo desea. Lo agradece. Diablos.

—Lo tomaré como un halago. —Eiji le acaricia el cabello, la sensación es suave y reconfortante y de repente no hay más culpa, no porque se haya esfumado sino que la resignifica, es cierto, fue el único sobreviviente entre sus compañeros, por eso ¿acaso no debería vivir su vida al máximo?—. Deberías hablar con Griffin también.

—Lo sé. —Suspira—. Debo contarle lo de Dino Golzine ¿verdad?

—O el pobrecito se infartará cuando se entere.

—Bien. —Aslan gimotea—. Solo déjame quedarme un segundo más acá para recargar mis energías.

—Puedes quedarte toda la vida acá, Ash. —Y aunque el comentario resulta jodidamente cursi y gay...

Se sonroja y sonríe.

Te amo tanto.

Gracias.

Para Griffin la situación es opuesta y efectivamente regresar a Cape Cod fue meterse en esa máquina del tiempo que tanto trató de bloquear, otra vez es un adolescente desvalido que necesita aplazarse a sí mismo porque tiene un hermanito que cuidar, no puede dejar que a Aslan le pase nada, lo adora, lo adora con su propia vida, por ende, deja de estudiar, trabaja a tiempo completo, trata de que Ash no mire sus carencias, que no note que cuando le compra zapatitos nuevos los suyos apenas parecen pegados, que cuando le da regalos de navidad él se queda días sin comer, que incluso volviendo con las energías drenadas, totalmente agotado y muerto, siempre tendrá energía para jugar, porque Ash es su corazoncito, es la familia que le queda. Fue duro vivir con Jim, fue duro hacerse un adulto dada la falta de uno y no sabe si puede perdonar eso. Pero no es lo único. Sino que Cape Cod... Todo Cape Cod es el sótano de Barba Azul.

Se culpa.

Se odia.

Se resiente.

No estuvo ahí cuando Aslan lo necesitó, Griff prometió que siempre estaría ahí, ¿qué clase de basura era para estarse drogando cuando su hermanito...? Podrían haberlo violentado.

Mierda. Griff se moriría si eso pasaba.

Porque se imagina a su bebé con solo siete años entrando a la cabaña. Sus ropas están desarregladas y es obvio lo que podría haber pasado, sus ropas, sus ropitas, las mismas que eligieron con la propina que Griff ganó, su jardinera, Dios, todavía ni siquiera sabía atarse los zapatos y necesitaba que Griffin lo ayudara cuando lo dejó, quiere vomitar pero en su lugar los ojos le queman. Y su uniforme de liga infantil, Griffin insistió tanto en que jugara en la universidad, mierda, lo siento, no sabía, nunca quise lastimarte, eres mi hermanito y te amo y lo siento. Quería hacerlo mejor. Quería darle una vida más digna y menos carente pero terminó drogándose en Irak y volviéndose un adicto demasiado cobarde para volver cuando más lo necesitó.

Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló. Le falló.

—Sé que he sido un padre de mierda todos estos años. —Entonces Jim le dice y no sabe por qué usó de todos los asientos disponibles el que está a su lado—. Pero no lo he hecho todo mal. —Acá va de nuevo, victimizándose con su discurso para aligerar la culpa y no asumir la responsabilidad por haber sido un papá negligente, si papá, me encantó tener depresión por el puto estrés de pagar las cuentas.

—No, no. —Griff rueda los ojos y pasea su mirada por el comedor, sonríe al ver a Aslan coqueteando con un Eiji totalmente rosado, son una pareja preciosa, piensa—. Eres un grandioso papá. —Escupe.

—No lo hice todo mal. —Balbucea, repasando con sus obesos dedos la boquilla de la cerveza porque sorpresa, es un alcohólico, vaya, ya ve de dónde heredó la predisposición al consumo de sustancias, wow, gracias por los genes papá—. He estado haciéndolo mejor ese último tiempo ¿lo comprendes?

—Por supuesto, estás haciéndolo maravilloso. —Bufa con obvio sarcasmo.

—Eso sonó un poco pesado.

—Pues tú te viniste a sentar a mi lado sin mi permiso así qué... —¿Dónde carajos está Max? Dijo que no tardaría en ayudar a Jennifer en la cocina, ¿acaso fueron a cazar una gallina?—. Quizás si te pongo tan incómodo podrías irte a hablar con tus amigos, deben echarte de menos.

—¿Me odias?

—¿Qué?

—¿Me odias? —Jim repite con tanta pero tanta seriedad que Griffin se queda helado sobre la butaca de cuerina, dejando que la consulta ronde por su cabeza una y otra vez sin hallar una respuesta real, hay una espina en su corazón que piensa que se puede arrancar si se desquita con papá, si se libera.

—No vales mi odio. —Sin embargo, la espina sigue ahí—. Es raro que ahora te quieras llevar con mi prometido considerando que me trataste de maricón toda mi vida ¿sabes?

—Max es... decente. —Se esfuerza por decir aunque oculta una sonrisa y de repente, sabe de dónde Ash heredó ese terrible sentido del humor—. Parece haberte cuidado bien.

—No gracias a ti.

—No tienes que estar tan a la defensiva ¿sabes?

—¿No tengo? —Ríe con amargura—. ¿Por qué no solo lo dices? Sé que mueres por decírmelo, hazlo.

—¿Qué cosa? —Pero Jim luce genuinamente anonadado con el comentario y eso no puede ser real, Griff lo conoce demasiado bien, debe ser una trampa.

—Te encanta verme así de jodido, anda, restriégamelo en la cara.

—¿Jodido?

—¡Sí! —Se esfuerza por no gritar en vano, tiene que levantarse y sacar a rastras a su padre, necesitan acabar la conversación pero odia pelear frente a su hermanito, así que estampa a su progenitor ante la pared, sus nudillos se tensan en su mugrienta camiseta, tiene rabia, tiene mucha rabia puesto que ninguno de sus escenarios mentales lo preparó para esto...—. Dilo, ¡di que estoy jodido y que adoras verme así! Sé que has estado esperando para sacármelo en cara, así que dilo.

Ver a Jim genuinamente arrepentido.

Jugando a la casita.

Siendo un papá.

¿Con qué derecho?

—Estás estudiando en la universidad y te vas a casar, no entiendo cómo eso pueda ser estar jodido. —Pero su sonrisa burlona solo lo irrita y es como si le estuviera tirando cerveza en los ojos, le punza.

—¡¿Bromeas?! Apenas puedo mantenerme en clase sin tener un ataque de pánico, tengo pesadillas todo el tiempo y reexperimento, es un infierno, tuve que retomar la terapia, me siento mal y tenerte acosándome por mensaje para venir tampoco fue precisamente agradable. —Sus nudillos apretujan con tanta ferocidad esa vieja camisa de cuadros que las costuras se tensan—. Y Aslan. —Todavía no le ha preguntado sobre Dino Golzine y se va a volver a desmayar. Otra vez, está pasando otra vez.

Alto. Alto. Alto.

No pudo protegerlo. No pudo...estuvo ahí. ¡En la misma puta universidad! Pero no tuvo la confianza. No le dijo. Se lo imagina llamándolo. Griffin. Tengo miedo. Ayuda, por favor. Sálvame. ¿Y dónde está ahora?, ¿cuál es su excusa sino es Irak? Su cerebro está jodido. Griffin se siente jodido. Y enrabiado. Y frustrado. Y dolido. Y va a explotar. Las emociones...muchas. Es mucho que soportar. No. No puede soportarlo. Va a...va a... ¡ayuda!

—Haces lo mejor que puedes.

—¡No necesito que me lo digas! ¡Lo sé! —Pero no es suficiente, no es suficiente, nunca es suficiente.

—Yo también... —Jim baja la cabeza, tiene los brazos extendidos, podría defenderse pero no lo hace.

—¿Qué dijiste?

—Yo también hice lo mejor que pude. —¿Lo mejor qué...?—. Deberías agradecerme por eso.

Algo se rompe en Griffin en esas palabras igual que una represa de agua porque le da risa, ¡ja, ja, ja! Qué divertido, ¿lo mejor que pudo hacer?, ¿agradecerle? Que no lo joda. Gracias papá, sino hubieras sido tan duro conmigo no me hubiera costado salir de mi closet, gracias por llamarme maricón, por burlarte de mí sensibilidad siendo un crío, vaya, sino fuera por ti no me daría atracones de emociones que después explotan como bombas igual que los malditos cadáveres en Irak, gracias por tus ataques de borrachera y por hacerme limpiar el puto vomito y ser tu saco de boxeo, gracias por sacar a mamá de casa para meter a la mamá de Aslan y luego a Jennifer, ja, gracias por obligarme a trabajar y por sacarme de la escuela, por hacerme responsable de Aslan y por hacer que me fuera de ese pueblucho de mierda, ¡me habría quedado de no ser por ti! Pero me fui y nadie estuvo para Aslan. Yo debí estar para él y ahora apenas puedo respirar por la culpa.

Pero tú estuviste, tú estuviste y te odio y te lo agradezco y me duele. Porque debí estar yo. Debí estar bien, se lo prometí, le juré que lo protegería y no lo hice.

También era un niño, un niño que mandaste a la guerra.

Ay.

—Necesitaba un papá. —De repente, los ojos le escuecen y hay lágrimas corriendo desde sus pupilas porque recuerda demasiado bien lo duro que fue la carencia y lo solito que se sentía, el estrés, dolor y pérdida que significaba cuidar a Aslan—. Necesitaba un papá y fuiste un papá para Aslan, ¿por qué no pudiste hacerlo conmigo?, ¿por qué tuviste que ser tan malo conmigo? —Quizás si hubiera tenido un papá no habría recurrido a las drogas y no estaría tan enfermo, tan roto, tan vacío y poca persona.

—Lo siento. —Jim luce arrepentido y quebrado por esa confesión, está temblando, Griff lo suelta de la camisa y de repente, nota lo anciano que realmente está su padre—. Sé que no cambia nada pero si pudiera, sería un papá para ti cuando lo necesitaste.

—Estuve tan solo acá.

—Lo sé. —Las manos de Jim tiritan en el aire—. Intenté hacerlo mejor con Aslan, noto lo mucho que amas al mocoso y yo también. —Las palabras escapan a duras penas de su boca, huele a cerveza, el olor lo lleva otra vez a su infancia y no debería, ja—. No sabía qué hacer cuando Aslan me contó eso que pasaba con sus amigos, nosotros fuimos a la policía pero no le creyeron, me rogó, no quería que lo mandara a solas con el entrenador y yo no sabía que hacer, carajo, Griff. Nadie te prepara...nadie te enseña qué hacer en estas circunstancias. Nadie te enseña a ser papá.

—Lo sé. —Mejor que nadie—. Lo sé.

—Eran acusaciones serias y todos querían tanto al entrenador, me habló de violaciones a sus amigos como si nada y yo...¿qué debía hacer? Nunca nadie me dijo qué hacer en esos casos. Pero tú habrías sabido qué hacer, habrías sabido consolarlo y cuidarlo porque siempre fuiste mejor persona que yo.

—Pero le creíste. —Recuerda—. Incluso sino sabías qué hacer o qué decir o cómo consolarlo, creíste en Aslan e insististe con la policía.

—Tú le habrías creído. —Y de pronto, deja de ver a Jim como inhumano y se fuerza a mirar más allá aunque no le guste, si en Irak miraba a las personas que mataba enloquecía, por ende se acostumbró a dividir al mundo en bueno y malo, en amigos y enemigos y a los enemigos a dispararles sin mirarlos antes o se rompería y por eso se drogaba a fin de cuentas, pero este no es su enemigo—. No habrías dudado de Aslan ni siquiera un segundo.

—No. —Este es su papá. No es el papá que quería. No es el papá que necesitaba. No es un papá que fue un papá en su infancia—. Nunca hubiera dudado.

—Por eso. —Pero es el que tiene—. Quiero arreglar las cosas contigo. —Y si lo condena así sin darle una oportunidad se queda sin papá, a diferencia de Aslan él no tiene más ni tampoco hay una mamá en la que apoyarse—. No te presionaré, quiero que lo pienses.

—¿Por qué te importa? —Griffin no puede dejar de llorar, las lágrimas caen y caen hacia su mentón, odia que no le haya dado estas palabras una década antes—. ¿Por qué te importo?

—Porque eres mi hijo.

—Ja, ahora.

—Lo siento.

—Papá.

—Puedes no creerme y está bien, pero realmente me gustaría estar ahí para ti, no creo entenderlos nunca a ninguno de los dos, son muy distintos, van a la universidad y les gustan los hombres, no me pidas que comprenda eso, pero lo acepto, intento aceptarlo, intento...ser mejor.

—Te estás muriendo, lo sabía.

—¿Qué? —Jim frunce el ceño, ofendido—. Oye, sé que he sido malo pero tampoco es para que digas eso.

—Perdón. —Griff se tapa la boca en un gesto infantil—. Me lo pego Aslan.

—El mocoso es una terrible influencia, míralo ahí dentro, restregándose como un gato en las faldas de su novio. —El poeta lo hace, se asoma por la ventana solo para encontrarse a su hermano y a Eiji en una burbuja de amor.

—Me alegra que esté contento, Eiji realmente lo hace feliz.

—Dime que Aslan no practica también baile de caño, no tengo la mente tan abierta.

—Aslan no... —Ni siquiera va a preguntar—. Papá.

—¿Sí?

—Gracias por estar ahí para Aslan cuando yo no pude. —Algo cambia entre ellos dos luego de dicha confesión—. Fuiste horrible conmigo y sí, te odié, creo que me costará salir de eso, pero tú abrazaste a Aslan cuando yo no pude y lo acogiste y lo protegiste y lo salvaste, así que por eso creo que nunca te pude odiar en su totalidad, porque fuiste un papá para Aslan a pesar de todo.

—Griffin.

—Gracias.

—Oh, Griff. —Jim lo abraza—. Lo siento por no ser un papá para ti, lo siento por obligarte a ser uno.

Griffin no puede dejar de llorar en ese abrazo, su papá nunca lo abrazó cuando lo necesitó, ni cuando le dieron una paliza unos borrachos en la cantina, ni cuando les cortaron la calefacción por el dinero y era invierno, ni cuando mamá se fue, ni cuando tuvo que lidiar con una madrastra, ni cuando luego esa madrastra lo dejó con un bebé, ni cuando los demás niños lo molestaban por andar con las ropas rotas, ni cuando se reían por su apariencia mugrienta, ni cuando lo llamaron marica, ni cuando lloró, ni para los cumpleaños, navidades, ni nada. Jim nunca lo abrazó. Jim nunca fue un papá. Griff nunca tuvo un papá. Y eso lo hizo desear uno y convertirse en uno y cuidar de Aslan. Y luego Jim logró ser papá para Aslan. Tal vez, solo tal vez, si Jim cambió lo suficiente y es un papá para Aslan pueda algún día ser un papá para él. Y tal vez, tenga un padre que lo lleve al altar. Y lo defienda. Lo escuche. Ame. Lo proteja. Solo tal vez.

El tiempo hará que lo sepa.

Pero abraza a Jim, aunque al inicio es incómodo de sobremanera para ambos, mierda, cómo le hacía falta ese abrazo.

—Cariño. —Claro que Max se acerca para acunarlo, probablemente sabía lo que pasaba pero quería darle espacio y aun si fue duro (malditamente duro) confrontar a Jim y verlo por primera vez supone que lo necesitaba, fue tal como cuando dejó de idealizar a Aslan y viceversa para vislumbrar que sus versiones genuinas eran más extraordinarias que cualquier idealización—. ¿Estás bien?

—Necesito un abrazo. —Admite.

—Qué casualidad. —Max le extiende los brazos—. Yo tengo dos brazos y sé abrazar.

—¿Realmente me conquistaste con esas líneas? —Griff ríe, sin embargo, se deja caer sobre el pecho de su amante y permite que lo envuelva cual cobija se tratara.

—No sé, tú me diste el acepto. —El poeta se acurruca igual que un pajarillo contra su pareja, disfruta de la sensación de calidez, protección y ternura que solo Lobo sabe darle—. Hablaste con tu papá.

—No quería.

—¿Cómo resultó? —Griff arroja un quejido infantil contra su cuello, no precisa alzar el mentón para saber que hay una sonrisa satisfecha en el rostro de su amante ya que es un sabelotodo, se cuestiona si no será el verdadero padre de Aslan por el parentesco y sonríe por el pensamiento familiar.

—No tan terrible.

—Realmente pensaste que Jim te llamaría para burlarse de ti.

—Bueno, sí. —Espeta, más, se niega a apartarse, porque los brazos de Max envolviéndolo con recelo se sienten demasiado bien, Griffin ya ha sacrificado demasiadas cosas que lo hacen feliz, perdónenlo por ser egoísta, no obstante, desea quedarse acá—. ¿Tú pensaste algo diferente?

—Nunca sé qué esperar de tu familia, amor. —Le besa la frente y eso lo derrite—. Mientras más sé, creo que menos sé en realidad.

—Eso no tiene sentido.

—Pues perdóname por no tener tu linaje de inteligencia superior. —Carcajea recordando cómo Ash tiende a alardear de sus 200 puntos de IQ—. Pero ¿sabes? Me hace feliz que vinieras.

—¿Por qué?

—Porque Griff, merecías darle un cierre a este capítulo, creo que Aslan pensaba de la misma forma.

—Pero...

—Dices que te daría terror volver a Irak, que nunca te atreverías a pisar una guerra por lo traumático que fue y que admiras a Aslan por hacerlo, pero cariño...este es tu verdadero Irak.

—Yo no...

Los abusos de Jim. El abandono de su mamá. Los traumas de la infancia. La rabia. La impotencia. Ira. Cólera. Abandono. Piensa en un pequeño Griff de doce años acurrucado en el piso con su cuadernito de poemas llorando y llorando sin que nadie lo consolara. Jamás. Ni una sola vez. Ni siquiera por ese propio niño herido. No.

Es cierto.

Este fue su Irak.

—Fuiste valiente y lo hiciste bien. —Max lo separa para sostener su rostro con suavidad, lo mira con sus ojos azules, tan azules como el cielo con estrellas y de repente, se siente otra vez en una batalla, sin tener idea de si sobrevivirán la noche, carentes de provisiones y muertos por no tener agua, pero Max estaba ahí, sosteniéndolo de la misma manera y si Max estaba ahí mirándolo tan devoto supone que podría superar cualquier cosa—. Estamos por fin en casa.

—Max.

—Estamos todos a salvo.

Piensa en lo duros que fueron sus primeros años de relación y cómo su verdadera guerra estalló tras salir de Irak, piensa en lo duro que fue lidiar con el PTSD, en los gritos, en la hiperalerta, las pesadillas y los otros síntomas emocionales, cavila en lo roto que se sentía, como si estuviera hecho de pedazos de Griffin, pero por más que los pegara no se podía volver a armar, recuerda el asco que sentía hacia sí mismo por haber matado y cómo habían noches en dónde se sintió cual cúmulo de cadáveres más que un ser humano, piensa en su propia impotencia a confrontar a Aslan y cómo esta aumentó luego de enterarse de lo de Barba Azul. Fue mierdoso. Fue lo más mierdoso que hubiera pasado y más que cualquier carencia de la infancia.

Pero Max estuvo ahí consolándolo. Amándolo. Cuidándolo. Protegiéndolo. Dándole palabras dulces.

Griffin nunca había tenido a nadie que lo consolara.

Griffin consolaba a los demás, pero nadie a él.

Nunca.

Jamás de los jamases.

Pero ahí estuvo Max, recogiendo los pedazos de Griffin aunque el propio Griffin no podía hacerlo y no le importó cortarse mientras lo hacía, dándole palabras amables y sinceras, mostrándole un amor incondicional del que nunca esperó ser digno, atravesando Irak cada puta noche, siendo ese soporte que creyó nunca encontrar. Ahí estuvo Max incontables veces. Y ahí estuvo Griffin para Max. Ambos. Mutuos. A salvo. Y Griff nunca había estado tan agradecido en su vida, Max lo salvó y aunque aprecia que todavía quedan muchos pedazos que unir porque algunos siguen cayéndose y haciéndose trizas de vez en cuando...se siente más Griffin otra vez. Es un avance, pequeño e ínfimo, pero existente, le da esperanza.

—Gracias. —Entonces lo dice con tanta conmoción que hace enrojecer a Max—. Gracias por siempre estar acá y por amarnos a mí y a Aslan.

—Oye. —Lobo entrelaza sus dedos y se deja mimar—. El mocoso es encantador.

—Especialmente cuando te llama viejo.

—¿Bromeas? Me hace sentir como todo un Sugar Daddy.

—O cuando te insulta por imitar mal las voces o entender mal a Hemingway en tus columnas.

—Esa es mi parte favorita de nuestra relación. —Ambos ríen y juntan sus frentes—. Pero soy sincero cuando digo que me siento realmente orgulloso de ti y de todo lo que has cambiado, también Aslan, han cambiado mucho en este último tiempo.

—Sí, nos volvimos más blandos y gays.

—Bueno, si Jim ha tenido tantas mujeres supongo que se quedó con toda la heterosexualidad de tu familia.

—Si sabes que así no funcionan los genes ¿verdad?

—No empieces con tu intelecto Callenreese ahora que estamos teniendo un momento. —Griffin no duda en enrollar sus brazos alrededor de su prometido, su sortija relumbra contra el atardecer, luce hermoso aunque no tanto como el brillo enamorado que pende en los ojos de Max ¿cómo es posible que siga tan enamorado luego de mostrarle tanta miseria? Supone que la vida lo compensó por sus carencias de esta manera, que a veces las cosas se rompen pero la vida encuentra forma de retribuir y a veces con creces, le devolvió a Max y a Aslan, definitivamente valió la pena—. ¿En qué piensas?

—En que quiero besarte pero no te callas.

—Oh, quieres que use mi lengua para otra cosa. —Lobo usa un tono coqueto y aterciopelado—. ¿Te muestro qué tan bueno soy con la lengua?

—Por favor.

Griffin ríe y Max lo besa.

Lo besa con todas esas cosas que no se dicen pero que ambos saben, lo besa con ternura, devoción, adoración, recelo, aprensión, codicia, pasión, lo besa como si con el beso pudiera bajarle las estrellas y la luna y realmente cree que lo hará. Lo besa como lo besó la primera vez en Irak. Su boca tiene el resqueme de la cerveza aun chispeando y es adictivo, Griffin desliza sus dedos por esa lacia cabellera y le exige más, como Max es el caballero nunca se lo niega y profundiza el beso con hambre, saborea, pide y marca cada parte que encuentra de Griff porque él no teme ser codicioso y demostrarlo, ansía a este hombre y quiere recordarle cada segundo lo adorado que es.

Así que lo besa y le roba el aire, lo siente tiritar por debajo, ambos arden, sus cuerpos buscan mucha más cercanía así que se pegan y de hecho, Max termina pegando a Griff contra la pared del comedor, Griff suspira entre besos y es adictivo ese sonido, se deleita con la suavidad, bebe de sus labios como si fueran la última gota de agua y Max llevara una eternidad deambulando en el desierto, se lo traga, lo come, lo ama y se lo hace saber. Al separarse ambos están totalmente ruborizados por no poderse contener más. Pero Griff lo mira con una ternura que solo Griff tiene y Max sabe lo que sigue.

—Irás a hablar con Aslan.

—Tengo qué. —Lobo llora internamente pensando en esta creciente excitación, pero lo comprende, sabe que a Griffin lo ha estado matando no poderle preguntar de frente a Aslan, por ende, lo alienta.

—Si el mocoso se metió en problemas... —Ha escuchado algunos rumores de Dino Golzine—. Quiero que le digas que cuenta con todo mi apoyo y que si alguien le pone una mano encima lo mataré.

—Amo que seas un padre protector.

—Y yo amo que seas una mamá gallina sexy. —Max no desaprovecha y le da una nalgada al alejarse.

—¡Max!

—¿Qué? Necesitaba un adelanto para esta noche.

—Eres... —Griff suspira y lo tira del cuello de la camisa para besarlo un poco más—. Eres irresistible.

—Te amo.

—También te amo, anciano.

—¡Oye!

Así que Griffin se atreve a confrontar a Aslan a las afueras del comedor y de la cabaña, lo hace incluso si está malditamente asustado porque en el fondo...¿qué será de él sino pudo protegerlo? Estar ante una guerra en Irak era una excusa conveniente, ahora no tiene ninguna. Pero debe atravesarlo, debe pasarlo tal como pasó la conversación con Jim. Así que le pregunta por su relación con Dino Golzine, le habla sobre lo que escuchó en la universidad.

—Griff.

Y Aslan tiembla.

Se abraza.

Se encoge.

Pero le cuenta.

No puede mirarlo mientras lo hace y es una espada directo en su corazón, primero cree que no tiene confianza suficiente para hacerlo, sin embargo, se vuelve claro como el agua cuando cae una palabra maldita: "decepción". Aslan teme decepcionarlo. Quiere ser un niño bueno, aunque es un pandillero con una actitud irritante sigue siendo su niñito. Y le dice con los ojos llorosos que no ha pasado nada, que las cosas ocurrieron igual que con Barba Azul y no fue la gran cosa, es duro escucharlo minimizar sus vivencias si lo ve tan frágil.

—No pasó nada. —Le afirma y su voz es como una daga sostenida con fuerza en su corazón—. Tengo una idea de lo que pasa, pero te prometo que ni siquiera recuerdo a Golzine, me tendió una trampa.

—Aslan.

—De verdad, no lo conozco, Griff, no me hizo nada, solo quiere difamar mi nombre, no es para tanto y estoy bien con eso.

—Aslan.

—¿Me crees?

Y esa pregunta...

De repente, Griffin se siente como si tuviera a un Aslan de ocho años enfrente con los ojitos aguados por el miedo, las piernas temblorosas y su uniforme de béisbol empapado de sudor, está destrozado porque la policía se burló. Dicen que no es gran cosa. Que no está asustado. Se hace el niñito grande. Nunca quiso ser una carga para Griffin. Griffin nunca lo vio como una carga. Es cierto. No tuvo papá. Hubieron noches mierdosas. Noches de soledad. Pero antes de Max...Aslan estuvo ahí. Su hermanito lo mantuvo con vida en Irak. Volver a su lado. Y volvió. «¿Me crees?» entonces le pregunta, no existe alma que le crea y Griff puede ver el daño que le hace.

—Por supuesto que te creo. —Pero Griffin está acá ahora, aunque sus manos trepidan alrededor de Aslan y Aslan no se siente como si tuviera ocho años, sino que es un adulto—. Siempre te creeré.

Lo abraza.

Lo abraza con mucha pero mucha fuerza y Aslan se deja abrazar.

—Griff. —El rubio no odia el contacto ni lo rechaza, al contrario, se abalanza sobre el mayor—. Odio que existan esos rumores de mí, sí me afecta, sí me duele, lo detesto. —Y tiene la confianza para ser honesto porque sabe que Griff lo amará incluso en sus días más feos y siempre le creerá.

—Entonces haremos algo, no estás solo en esto.

—Pero...

—Me tienes a mí, a Max, a tus amigos, a Eiji e incluso a papá. —Los ojos de Ash se cristalizan porque no sabía lo mucho que necesitaba de esas palabras gentiles hasta escucharlas—. No estás solo frente a ese hombre, nunca te sientas de esa manera ¿está bien?

—Bien. —Ash aprieta la camisa de su hermano, de alguna manera ambos terminaron encogidos por el piso, se siente como si retrocedieran en el tiempo casi diez años, este es el reencuentro que tanto Aslan como Griffin necesitaban, este es el abrazo del regreso de la guerra y de haber sobrevivido un encuentro con un pederasta que podría haberlo dañado—. Te extrañé mucho. —Dice y ambos saben lo que eso significa.

—Lo sé. —Los ojos de Griffin se iluminan genuinamente por primera vez en años—. Ya volví a casa, Aslan.

Griffin finalmente sale de Irak.

—Bienvenido.

El capítulo de hoy no debía enfocarse tanto en Griffin pero subió rapido y me pareció muy importante que tambien pudiera cerrar estos temas así que, acá estamos, co dos capítulos de Cape Cod, el de Halloween, el de la batalla en el metro y uno o dos finales según sea el largo. Pero sí, Love Struck fue la primera historia que pude escribir luego del accidente, le tengo demasiado cariño y es agridulce terminarla, aún así, vamos a tratar de cerrarla este mes. Así que nos andaremos viendo el viernes.

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