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Capítulo 22.

Hi~ Ha pasado bastante tiempo desde que actualizamos LS ha sido un día bastante duro por estos lares, estoy bien drenada pero no a nivel de cansancio sino emocional, así que lo siento si sienten el capítulo extraño, recién ando retomandolo luego de la dinamica de Agosto. Pero de todas maneras, está hecho con mucho amor siempre.

Espero que les guste.

Clic.

Eiji baja la cámara hacia su pecho, sus dedos aún tiritan alrededor del soporte, si bien él ha relegado la fotografía por el salto de pértiga debe admitir que ni siquiera ganar el oro en las Olimpiadas podría asemejarse a la belleza de esta imagen. Hermoso, es el primer pensamiento que corre por su cabeza. Sí, sin duda Aslan es hermoso aunque aborrezca el cumplido por ser un pandillero "muy macho" con sus propias palabras, el japonés no cree que su novio sea consciente de la belleza que posee, es casi divina, le recuerda de cierta medida a Aquiles con ese destello rosa en sus labios, el verde indómito, febril e iridiscente en esos ojos y con su cara nívea imposible de marchitar. Eiji sonríe con la metáfora antes de soltar la cámara y envolver el cuello de su perdición.

Porque si Ash es Aquiles, Eiji es su Patroclo.

—¿Salió bien? —Entonces le pregunta con una ternura que simplemente le roba la respiración, este chico ni siquiera debe ser consciente del efecto que su galantería tiene ante su cordura, pero de esa manera es mejor puesto que es menos vergonzoso si Aslan no se percata de lo loco que lo trae.

—Salvarás mi semestre con estas fotografías. —Musita, hundiendo sus yemas en la manta que Aslan está usando para cubrir sus hombros, Eiji planea exponer una serie de imágenes alrededor del lince de Nueva York para su trabajo final, debe decir que con la situación de la pértiga (y las exigencias de Fox) apenas ha tenido descanso para pensar en su carrera—. Mi héroe.

—¿Lograste darme ese aire de James Dean que tanto querías? —Eiji tararea, sentándose encima del regazo de su amante (quién viste tan solo unos pescadores y una cadena con una cruz).

—Creo que sí. —Sonríe, enrollando sus dedos alrededor del collar de plata—. Pones una mirada tan dulce cuando te saco fotografías, es imposible que no apruebe así.

—No le pongo una mirada dulce a la cámara.

—Lo haces.

—Te la pongo a ti, tontito. —Se burla, acomodando sus manos en las caderas de su pareja, grandes, fuertes y ásperas, le encantan, se derrite bajo esos toques—. Eres un tonto, onii-chan.

—Y tú eres todo un James Dean.

—¿Puedo ver las que llevamos hasta ahora? —El moreno alcanza la cámara, permite que Ash apoye su rostro contra su pecho mientras él sigue enredado encima de su regazo y puedan ver las imágenes acurrucados, le encanta esta sensación de seguridad y protección, nunca antes se ha sentido amado, no de esta forma al menos, no como si este hombre sostuviese su corazón y pudiese destrozarlo.

—Podemos.

Entonces Eiji empieza a presionar el botón para mostrarle la serie de fotogramas que llevan, aunque sabe que el concepto es simple y que prácticamente son momentos cotidianos de su novio vislumbra que no son imágenes cotidianas justamente por el modelo. Pero siempre es así, ¿verdad? Ni siquiera debe esforzarse para resaltar por su belleza, incluso en la pandilla y ahora que mira en retrospectiva, eso también captó su atención cuando Yue se lo presentó como su némesis jurado, memora haberse puesto extraordinariamente nervioso porque más que un vándalo parecía un modelo, claro, eso fue hasta que abrió la boca y soltó las primeras palabras en referencia a su amistad con Yut-Lung: «¿usan niños como ayudantes en Japón?» y Eiji apenas pudo creerlo, ¿quién se creía? No es un secreto todo el complejo que tiene por su cara de bebé o falta de contextura a pesar de sus entrenamientos duros y pesados, fue indignante más con su mejor amigo hundiendo los dedos en la llaga de su autoestima, diciéndole que estaba menospreciándolos ya que él era mayor.

—¿Eh? Vaya, discúlpame. —Tarareó con su sonrisa burlona mirándolo hacia abajo cual enano.

Toda su pandilla de yankis carcajeó durante su inserción como la mano derecha de Yue, Ash después de esa humillación ni siquiera volteó cuando dijo:

—Pensaba que eras un niño.

¿Un niño? ¿De verdad le dice eso? Pero si se ha esforzado tanto por verse como un deportista, se lo pagará, va a obligarlo a que lo respete. Hijo de puta.

Supone que desde ahí se propuso ser visto por Ash Lynx e inició esa rivalidad sin sentido, no entiende por qué lo memora ahora y sin embargo, algo de tener a su enemigo contra su pecho, restregándose igual que un gatito mimoso mientras le muestra fotografías de sí mismo en su apartamento, sentado con las piernas cruzadas en la cama, envuelto con una manta, con sus hombros caídos y los músculos de la cara sumamente relajados, con la clase de expresión tan...serena, pero no la clase de serenidad que esboza estando sumergido en los libros de la biblioteca o la que a veces se adueña en la pandilla, esta es una serenidad distinta, es infantil y linda, es la clase de expresión que lo atrapó con la imagen, es brillante, le encanta, es especial tenerlo así, lo ama. Entonces Eiji piensa en el nombre: Aslan Jade.

«Aslan» por esa antigua palabra para orar en hebreo, significa amanecer ya que nació al alba. «Jade» la joya.

Sin duda Aslan hace que las fotografías cobren vida igual que su nombre y wow, se ve deslumbrante.

Hay muchas así, dónde pese a su fachada depredadora Aslan se mira dócil empapado bajo la ternura del flash. Fotografías de Ash acurrucado en su cama solo con su boxer dándole la espalda (de hecho, esa ni siquiera estaba planificada, cuando Eiji llegó lo encontró así y aprovechó). Fotografías de Aslan después de una ducha con el cabello aún envuelto en una toalla lamiéndose salsa de entre los dedos, sosteniendo el plato de pasta humeante y fresca que Griff preparó. Fotografías con el agua goteando desde la punta de sus mechones de oro líquido hacia la línea firme de su mandíbula. Fotografías con su cara de sueño, con risas, con pucheros, con pelo alborotado cual plumaje de pájaro bebé, el torso desnudo y salpicado en el lago de Central Park. Y Eiji francamente comprende la propia simpleza del concepto, no cree que hubiera funcionado en otro modelo, sí, debería dejar su orgullo de lado (como le recomendó su profesor) para hacer algo más elaborado.

—¿De verdad soy yo? —Sí, tendría que dar dos pasos hacia atrás en lugar de bailotear a la orilla del abismo, ¿con qué derecho teme caerse entonces?—. ¿Eiji?

Pero este es Aslan siendo Aslan.

Nada más.

Y Eiji no cree que exista algo más maravilloso a captar en fotografías que esto, por ende, si va a fallar la carrera que al menos sea con una presentación que lo llene de orgullo, ni más, ni menos.

—¿No te gusta? —Su voz se quiebra mientras sus dedos sudan a través de esa cámara, está nervioso.

—No, no, me encanta. —Su novio se ha hundido con vergüenza dentro de su pecho, Eiji asegura que así de pegado puede escuchar la estridencia con la que palpita su corazón por mucho que la disimule con una tensión forzada—. Pero me veo tan humano.

—¡Cielos! Cariño. —El japonés tararea, hundiendo sus yemas en los cabellos más cortos que cuelgan en su nuca—. Pensaba que estaba saliendo con un humano. —Pero no continúa el juego, impresiona totalmente inmerso dentro de las imágenes, se ha sumergido de golpe, está ido—. ¿Ash?

—¿Sí?

—¿Estás bien?

—No sé.

—Habla conmigo. —Sus pupilas verdes lucen extraordinariamente vulnerables al entablar contacto visual y es extraño, no hizo gran cosa, solo le tomó un par de fotografías y conociéndolo deben haber varias, así que no comprende la importancia, no puede—. Por favor.

—Es duro.

—¿Qué cosa te es duro? —Sondea puesto que no quiere inferir ni asumir, es importante escucharlo.

—Todo.

—Esa no es una respuesta real, Sherlock. —Aslan suspira, resignado a perder—. ¿Qué es todo?

—Casa, la universidad, el equipo de béisbol, mis amigos y sobre todo la pandilla.

—¿La pandilla? —Asiente.

—Sí, es duro con la pandilla ¿sabes? Más considerando lo que pasó entre Griff y yo, sentía que debía dar cierta...imagen si me entiendes. —Su mirada esmeralda se despega de la pantalla para enfocarse solamente en sus ojos, pierde el aliento—. Y no sé, creo que era más sencillo en ese momento verme así para no lidiar con tanto, usaba una especie de fachada, incluso con mi nombre, lo inventé cuando llegué a Nueva York porque no sabía cómo dejar entrar a nadie, habían muchos rumores asquerosos.

—Cariño. —Lo acuna, envolviéndolo entre sus brazos, haciéndole saber que todo Ash es bienvenido.

—Me dio miedo. —Lo admite—. Ni con Shorter pude tumbar mis barreras, era duro querer una zona de seguridad, querer ser visto por alguien y al mismo tiempo, ser la razón por la que nadie me viera.

—Oh Aslan. —Su calidez sangra hacia el nombrado—. Mi dulce Aslan.

—Quería que alguien me viera así Eiji. —Apunta hacia las fotografías—. Quería que me hicieran real.

—¿Y qué pasó acá? —Hace alusión a su relación, no tiene que explicitarlo, basta con que entrelacen sus dedos para que lo comprenda—. Si pusiste tantas barreras para que nadie pasara, ¿por qué pude tomarte esas fotografías?, ¿por qué estamos abrazados en tu cuarto si éramos enemigos?

—Te metiste a la fuerza. —Ríe—. Te metiste a la fuerza sin que pudiera hacer nada, conejo malvado.

—Me haces sonar como el villano. —Eiji entrecierra la mirada, termina de relajar todo su peso sobre su novio sin apartar la cámara, hay demasiada electricidad en el ambiente para que pueda moverse, teme que si lo hace caerá en las fauces de este depredador y eso le gustará—. Y a ti como la damisela en apuros.

—Por cómo yo te he rescatado de Arthur diría que tú eres la damisela en apuros.

—¡Ash! —Gimotea.

—Y yo el caballero de brillante armadura que te viene a rescatar.

—Fue una sola vez. —Rueda los ojos con falsa molestia, en el fondo le entretiene esta actitud en su amante aunque nunca lo admitirá (tiene un orgullo que proteger)—. Solo me rescataste una vez, no me hagas sonar como la protagonista de algún shōjo que pasa siendo secuestrada.

—Porque luego te reclamé como mi presa. —Ronronea, estrechándolo aún más cerca, sentir el torso desnudo del lince contra sus muslos es demasiado estimulante, Eiji traga duro, intentando mantener su atención lejos de lo agradable que se siente la fricción o sabe que su cara lo delatará—. Y ninguno de mis hombres sería lo suficientemente tonto para desobedecerme, estás a salvo.

—Nadie excepto Arthur.

—Al cavernícola le faltan neuronas ¿puedes culparlo? —Eiji bufa, permitiendo que las manos de Ash se cuelen hacia su espalda y jugueteen con el elástico de sus shorts deportivos—. Nadie te hará daño mientras yo esté aquí, te protegeré.

—Lo haces sonar romántico y gay.

—Estoy intentando ser romántico y gay. —Resopla—. Como todo protagonista de novela juvenil o de wattpad, ya sabes como todo un...

—¿Holden?

—¡El guardián entre el centeno no es de una novela juvenil! ¿Acaso leíste el libro? Diablos, se supone que escribimos un ensayo sobre esto, veo que no me prestaste atención y solo me usaste por mi IQ.

—Es que me distraje con lo bonito que eres. —Eiji le besa la mejilla y Ash enrojece—. Eres un galante.

—Lo sé, parezco una estrella de cine. —Bufa amurrado—. Me lo dicen mucho por mi guapura.

—De hecho. —Eiji regresa su atención hacia la fotografía que acaban de tomar, una manta se hallaba sobre los hombros de Aslan, había una lata de cerveza en la escena, su pecho estaba desnudo y sus piernas envueltas en unos delgados pescadores, le sonrió con ese tipo de sonrisa feliz que ni siquiera Ash sabía que era capaz de esbozar, lucía contento—. Te ves como un James Dean acá o quizás como un Danny Zuko. —Vacila pero no—. Como un River Phoenix mejor dicho, desprenden la misma vibra.

—Así que sabes de referencias estadounidenses, Sandra Dee. —El aludido bufa, su pareja aprovecha de su indignación para levantarlo y tumbarlo contra la cama, acomodándose encima de Eiji, dándole una mirada depredadora y felina que lo excita en demasía—. Entonces. —Ronronea, inclinándose para presionarle un beso fantasma en el cuello y arde.

—¿Entonces? —Apenas jadea, la boca de Ash se siente demasiado bien derritiéndose contra su piel, maldice el poder que tiene para deshacer su voluntad, lo tiene atado a la punta de su dedo.

—¿Dónde quieres perder tu virginidad, Sandra Dee? —Ríe por esa faceta coqueta, Ash acecha arriba de Eiji, la cruz de plata le roza la nariz, incluso a esta distancia puede saborear el resqueme a cerveza entre los rosados y finos labios de su novio, se pregunta si serán efervescentes, muere por probarlos.

—El rayo veloz, ¿así se llamaba el auto? —El rubio le lanza una sonrisa jodidamente seductora—. El que aparecía en la película. —De repente se siente cohibido, es como un sueño y cosas de semejante calibre no suelen pasarle, de hecho muchas veces se consideró a sí mismo personaje secundario aun en su propia vida porque habían caracteres más llamativos como Yut-Lung o Sing.

—Sí. —Pero acá está el hombre más hermoso en la faz de la tierra—. Así se llamaba. —Mirándolo a él de entre todas las personas como si fuese su universo entero.

—Quiero perder mi virginidad en el rayo veloz en ese caso. —Eiji enfoca su atención en su boca fina.

—Quieres que te bese. —No es una pregunta.

—Sí. —De todas maneras le da una respuesta—. Quiero que me beses, Danny Zuko. —Ash ríe.

—A tus órdenes, Sandra Dee. —Eiji ríe.

Ríen y se besan.

Mierda.

Los labios de Ash contra los suyos se sienten extraordinariamente bien, el resqueme de alcohol baila en sus papilas gustativas cuando Aslan mete su lengua ansiosa y lo devora entero, Eiji se aferra como puede de esa fornida espalda, sus besos son una inundación arrasando con todo, sino se afirma bajo el impulso suficiente va a terminar siendo engullido bajo corriente, por eso lo agarra con fuerza, con tanta pero tanta fuerza que sus latidos se ralentizan hasta sincronizarse, se pierden en la boca ajena, la intromisión de lengua es candente, atrevida y tiene un toque de adicción casi eufórico, estos besos son fuego y Eiji se hace cenizas, Aslan es implacable y voraz, toma hasta que acaban el oxígeno, pero no para, al contrario, lo aprecia trazar una sonrisa fantasma antes de profundizar todavía más. Besan sus bocas, chocan dientes, degustan esencias, siente la cerveza en la lengua, es húmedo, necesitado.

Es implacablemente delicioso.

Ni siquiera puede moverse cuando la intensidad aumenta, Aslan recarga su peso encima de Eiji y Eiji termina aún más hundido en el colchón, separa las piernas, no logra resistirse a envolver sus caderas fuertes y blancas con posesión, Eiji nunca ha estado enamorado antes, el sentimiento es devastador, intenso y apasionado, enrolla sus manos alrededor de su cuello para profundizar, le ruega en silencio para que no lo deje ir jamás y poder perecer en semejante intimidad, es su Aquiles y no le importaría sufrir del mismo destino de Patroclo con tal de mantenerlo así, sonriendo contra sus labios, contento y vivaz.

—Aslan, cariño. —Entonces susurra y apenas puede respirar—. Tu mano está en mi trasero.

—Así parece. —El lince se ríe, dándole un agarrón que lo incita a fruncir el ceño, lo concibe acomodar sus palmas ahí, sin moverlas un solo centímetro de sus shorts—. Mis manos están en tu trasero.

—¿No harás algo respecto a eso? —Pregunta enroscando una ceja, se han apartado, Aslan tiene un sonrojo absolutamente descarado empapando los vestigios de sus pecas, tramposo, piensa.

—Puedo meterlas dentro de tus shorts para tocarlas mejor o darte una nalgada.

—¿No quieres quitarlas?

—No. —Tantea apretando un poco más—. Estoy bastante cómodo con las manos en tus nalgas pero gracias por preguntar.

—Eres un idiota.

—Un idiota al que amas besar. —Canturrea, presionándole un beso bajo el mentón, hace cosquillas, eso lo incita a arrojar el cuello hacia atrás y a carcajear—. Un idiota que adoras que te coma.

—¡Ash! —Su boca hace cosquillas—. ¡Ya basta!

—No me quejo, eres delicioso de probar.

—¡Eres tan infantil! —Entonces gimotea, estrechándolo contra su pecho y envolviéndolo con brazos y piernas—. ¡Eres un niño!

—¡Y tú eres un viejo!

—¡Ash! ¡Soy dos años mayor nada más! Incluso pensaste que era más joven cuando nos conocimos.

—Tienes una cara de bebé engañosa. —Se burla dejándose hundir en Eiji, recostándose a su lado en la cama, sus piernas se han enredado, el cuarto del lince es un desastre de libros tirados y empaques de comida chatarra (no han querido dejar el nido desde la sesión de fotografías, Ash no quiere a ese par de viejos veteranos metiendo sus narices en el proyecto)—. Aun no puedo creerlo, me pateaste las pelotas en el primer encuentro que tuvimos ¿quién hace eso? Es grosero enchuecar bolas ajenas.

—Lo dice el grosero que me llamó niño. —Bufa.

—¿Todavía estás molesto por eso? —Pero Ash solo tararea y es delicioso tenerlo cerca, su camiseta deportiva se ha alzado levemente, permitiendo que sus pechos desnudos tengan contacto expuesto, no pueden quitarse las manos de encima, existe una urgencia en relación al lince que le resulta casi inexplicable, es una atracción física, sí, pero va mucho más allá, es un sentimiento que derrumba los muros antes de alzarse y lo hace querer quedar expuesto ante esos jades—. ¿De verdad?

—Un poco. —Miente aturdido por la cercanía, mira la boca de Ash y Ash sonríe, sabiendo que muere por besarlo un poco más, aunque no le dará en la satisfacción, no todavía—. ¿Eres católico? —Desvía el tema gracias al rosario que tiene en su cuello, lo envuelve entre sus dedos, es fino y de plata, mira que le faltan algunas cuencas (no sabe mucho del tema en realidad).

—Algo así. —Ash sonríe con melancolía, apretando su mano sin obligarlo a soltar el rosario—. Cape Cod es un pueblo religioso sin serlo de verdad.

—¿Cómo es eso?

—Ya sabes, la gente que va a misa pero en el fondo es un trámite. —Explica, arrugando el entrecejo con aspereza—. El entrenador Wilson era bastante religioso.

El entrenador Wilson.

Es la primera vez que lo llama por su nombre.

—Griff me la dio cuando se enlistó en la guerra esperando que me mantuviera a salvo y lo hizo como se supone que debía hacerlo pero no sé, nunca pude aferrarme completamente a la religión después de ver cómo a mis amigos, mis propios compañeros de equipo...ellos solo desaparecían y a veces lo pienso, pude haber sido yo, si Jim no hubiese actuado tan rápido podría haber sido yo. —Eiji no sabe qué decir luego de eso, los ojitos verdes de Ash buscan desesperados una respuesta que desconoce, pero su relación nunca se ha basado en satisfacer expectativas ¿verdad?

—Debió ser duro para ti. —Así que dice lo que hay en su corazón—. Debiste estar muy asustado.

—Lo estaba.

—Fuiste muy valiente, Ash. —Presiona un beso gentil sobre su frente—. Me alegro de que Griff haya estado a tu lado aunque fuese con un rosario. —El lince tensa su agarre en la cadena de plata.

—Griffin.

—Sí, amas mucho a tu hermano. —Lo escucha respirar irregularmente antes de tomar aire y soltarlo.

—A veces pensaba que no volvería a verlo, de niño me daba terror eso, que un día me llamaran para decirme que lo pasara a recoger a un hospital o a la morgue, entonces estuve muy contento cuando lo volví a ver y me dio rabia, porque no pude tratarlo bien, no pude transmitirle la falta que me hizo, estaba demasiado encerrado en mi cabeza odiando al viejo supongo. —Ríe al mencionarlo—. Tú me ayudaste mucho a tomar otra perspectiva, me diste valor y esperanza.

—Ash.

—Me hiciste libre, Eiji. —Traga duro—. Me hiciste libre de mí mismo.

—Yo no...

—Gracias.

Gracias por verme.

Gracias por hacerme real.

—Yo soy quién debería decir eso. —Entonces confiesa bajando la cabeza, cayendo de golpe en aquel océano de sentimientos que representa su amor—. Yo soy quién estaba en una jaula y ni siquiera lo sabía. —Piensa en su mamá y en el duelo negado, en la imposición que se volvió la pértiga y la falta que le hace saltar porque lo ama, no porque lo obligan—. Una jaula de pájaros. —Divaga en voz alta.

—¿Y ahora? —Ash desliza sus dedos bajo su mentón, captando su atención—. ¿Eres libre? —Piensa en su conversación con Lao sobre los medicamentos, en las horas perdidas al psicólogo, en su madre con sus constantes llamadas, ¿eso es libertad?, ¿esto es estar fuera del laberinto y la jaula?

—Lo intento. —No miente—. Pero es duro. —Eiji puede mentirle a sus amigos, a su familia e incluso a sí mismo, pero nunca a Aslan. No por quién se pondría el casco y moriría en batalla, no por Aquiles.

—¿Todavía pasan cosas con el entrenador? —Aslan no sabe rodear el tema e impresiona angustiado por dicha ignorancia—. Nunca terminamos la conversación en el consultorio.

«Mañana prometo estar mejor» se dijo a sí mismo cuando iban cuatro meses, cinco días de la lesión. Ahora lleva muchos más días y no ha cambiado nada, no todavía.

—Estoy tomando drogas. —Entonces debe poner de su parte y tratar de pedir ayuda, aunque sea a una persona y sigue siendo difícil, no quiere mirar a Aslan cuando confiesa eso, el pánico no demora en inundarlo—. Me las dio el entrenador, son seguras. —¿Lo son?—. Él dijo que eran homeopáticos.

—¿Homeopáticos? —Pero Lao le dijo que eran adictivas.

—Sí, ya sabes, medicamentos más naturales.

—Sé que son los homeopáticos Eiji. —Su voz se ha endurecido, el moreno no puede dejar de temblar ante la pérdida y no porqué necesite de Ash, no es dependiente por mucho que lo ame, sin embargo, finalmente haber exteriorizado su malestar y estar pidiendo ayuda como puede es aterrador así que si es rechazado o Aslan no comprende cómo ayudarlo ¿qué hará entonces? No posee red de apoyo.

—Perdón. —No tiene a nadie más a quién pedírsela.

Ni papá ni mamá.

Ni nadie que lo cuide.

Le duele mucho, luego de su lesión su madre lo llamó exagerado al decirle que nada sería irreparable como la muerte haciendo alusión al fallecimiento de su papá como si estuviesen en una balanza, Eiji sabe que no tienen comparación, que sus problemas se ven pequeñitos en la muerte pero a veces...a veces se siente de esa forma, le da desesperanza y miedo, ¿miedo?, sí...miedo de pedir ayuda, miedo de ver a un psicólogo y que le diga que: "está bien" porque no se siente bien, miedo del estigma que le generaría ver a un psiquiatra entre sus compañeros, miedo a ser llamado loco, exagerado o incluso que lo etiqueten de carga por no rellenar el papel de Fly Boy, que sus alas se rompan y ya no de más, recuerda a la chica en el consultorio queriendo morir por la presión, se pregunta si él llegará a aquel extremo con las Olimpiadas y le da pena, porque no es la primera vez que se ahoga y le niegan ayuda y por ende, es válido que le asuste la reacción de Ash.

Lo tratan como sino mereciera ayuda y ciertamente la muerte es irreparable pero ¿por qué ponerlo en contraste?, ¿acaso la muerte es la única razón válida para ahogarse en el mar? Aun así, su mamá no le dio importancia a la enfermedad de papá al llamarlo débil por ahogarse en un vaso de agua cuando de todas maneras, se estaba ahogando.

No mamá, papá no era una carga ni murió a propósito.

Mamá te conté sobre el entrenador Fox.

Mamá te pedí ayuda por mi depresión.

Mamá no doy más.

Pero no haces nada.

—Perdón. —Entonces vuelve a repetir sintiendo que hizo mal al decirle, conteniendo unas horribles ganas de llorar—. No quise incomodarte. —Ash abre los ojos de golpe atónito, previniendo su huida.

—No, Eiji. —Lo toma de las mejillas pero él se ha vuelto frágil—. Mi girasol, no.

—Tú querías saber, por eso yo...

—No me pone incómodo que me hayas contado, me preocupa. —Lo clarifica como puede, entiende que Aslan es menos expresivo y más de gestos, lo ha salvado incontables veces después de todo—. No quiero retarte porque es importante que me hables de eso, pero no creo que sea una buena idea aceptar algo de ese hombre, no me da buena espina, tengo un mal presentimiento sobre Fox.

—Él no es... —Ibe dijo que no se haría más cargo, Ibe ya no está para apoyarlo, renunció a Eiji por ser una carga, Fox es todo lo que le queda—. No es mala persona.

—Estás mintiendo. —Lo encara.

—No lo hago.

—Lo haces y eres terrible haciéndolo. —Aslan le impide bajar el mentón—. No te ves bien, no te ves contento en el equipo. —Y no puede ponerse defensivo si se lo dice con tanta preocupación—. Eiji...

—No dejaré el equipo.

—No te iba a pedir eso. —El lince lo arrulla entre sus brazos—. Nunca te pediría eso, es tu vocación.

—¿Entonces...?

—Por favor pide otra hora al médico, necesitamos una segunda opinión.

—Pero...

—Y al psicólogo. —Pide ayuda, es el mensaje implícito—. Veo que estás mal y no sé cómo ayudarte, no tengo las herramientas, me siento impotente, no quiero quedarme viendo cómo te apagas.

—No tienes porqué saberme ayudar, no eres mi centro de terapia, eres mi novio. —Intenta burlarse.

—No, pero te amo y me preocupo por ti y quiero verte bien. —Y Ash lo dice como si fuese lo evidente cuando no lo es—. Por favor. —Hace un puchero absolutamente manipulador.

—Te aprovechas de que eres lindo. —Eiji ríe, besándolo—. Ve conmigo a terapia en ese caso.

—¿Quieres que vayamos a terapia de pareja? Seremos la pareja candente de la universidad, bebé.

—Idiota. —Lo patea con suavidad—. Sabes a lo que me refiero.

—Ahí estaré. —Musita besando sus nudillos—. No soltaré tu mano en ningún momento, lo prometo.

—Es una promesa.

«Para siempre».

Hacen muchas promesas ¿verdad?

Hay algo sumamente...extraño en que hayan entablado esta conversación, no malo, desconcertante más bien. Ash no le lanzó palabras mordaces ni se burló ni lo llamó exagerado, al contrario, lo acogió, lo amó, le hizo saber que era importante lo que estaba diciendo como si pudiese ver lo duro que Eiji batalló para soltarlo. Y esa es la cuestión con las familias enfermas, si bien, Eiji es un adulto que debe hacerse responsable de sus decisiones y no puede limpiarse las manos por ser el chivo expiatorio en su casa durante su infancia, nadie le explicó lo doloroso que sería entrar en un ambiente sano, en lo duro, frustrante y jodido que es tener que desaprender el silencio, el silencio lo hizo sobrevivir, darse voz otra vez estando con Ash, sabiendo que esa voz puede no gustarle y al mismo tiempo aceptando que la premisa de la relación es que no puede ser solo lo que Aslan quiera, mierda, duele y no porque Aslan lo haya idealizado o lo esté empujando a eso, sino que ha estado tanto tiempo metido bajo el papel de alguien más que tener que buscar uno propio...da miedo.

Da mucho miedo.

Al menos pudo hablar del tema por primera vez sin censura y es un inicio, puede mejorar y aprender a estar bien supone.

No seas una carga.

No dejes que tu padre muera en vano.

Tiene el celular lleno de llamadas perdidas de mamá.

Intenta no pensar en su madre mientras almuerzan, le encanta el ambiente tan hogareño que pende en la atmósfera, aunque todavía no desglosa si es algo propio de los Callenreese o es brecha cultural, le fascina esta clase de ambiente de manta de polar y chocolate caliente. La cocina de Griffin es toda una maravilla al igual que las conversaciones de Max, es divertido sentarse a comer mientras el lince aprieta su mano y lo toca con casualidad, Eiji no puede evitar contrastar porque comer juntos dentro de su casa era un trámite en que todos actuaban y cumplían papeles (y se interpretaban a sí mismos) admite que es aligerante no tener que ser el hijo perfecto todo el tiempo, eso también lo enfermaba.

¿Qué tal el novio perfecto?

¿Ash espera eso?

—Entonces... —Max es quién toma la palabra con un carraspeo, la palma de Aslan se siente calentita entre la suya y eso le encanta—. ¿Van a salir a pasear en el rayo veloz, Danny Zuko?

—¡¿Qué?! —Aslan escupe el jugo, horrorizado.

—¿Acaso prefieres que te llame James Dean? Al parecer tienes varios apodos. —Su voz es burlesca.

—¡Viejo! —Ash palidece y suelta los cubiertos de golpe—. ¡¿Nos estabas escuchando?!

—No, Griffin y yo los estábamos escuchando. —Le corrige, su amorcito le lanza una mirada de dagas.

—¡Max!

—¿Qué? Es importante saber si debo prestarle a Clementine o no para que estallen la cereza.

—¡Max! —Ambos hermanos están rojos de pies a cabeza—. ¡Te pedí que disimularas! ¡Lo hablamos!

—Pero si no es mi culpa que hablen tan alto. —Entonces su pareja procede a sacar colmillos y garras junto a una expresión absolutamente depredadora que hasta a él le pone los pelos de punta—. Griff, defiéndeme, creo que tu hermanito me quiere asesinar.

—No. —El nombrado se cruza los brazos sobre el pecho, indignado—. Te pedí que fueras sutil acerca del tema y lo primero que le dices es eso, no puedo culparlo por quererte asesinar.

—Pero te quedarás viudo antes de casarnos.

—Qué así sea.

—Oh, vamos. —El periodista gimotea—. Es importante saber cuándo nuestro retoño será hombre.

—¡Deja de hablar del tema! —Griffin le grita hundiendo su cara en el mantel a causa de la vergüenza.

—Por favor. —Max bufa con descaro, abrazando a su prometido de los hombros—. No es como si no estuvieras familiarizado con el sexo, menos luego de la ronda que nosotros...¡Auch!

—Es mi hermano de quién estás hablando. —Ash le advierte, la presión que ejercen sus manos entre los servicios es tan grande que incluso ha deformado la plata—. Si valoras tus pelotas mejor cállate.

—E-Entendido. —Traga duro—. Ya no diré más.

—Bien. —Gruñe—. Ahora, Griffin.

—¿Sí?

—Debemos tener una larga conversación de hermanos.

—¿Ves en el problema que me metiste? —Lobo impresiona infantilmente herido por el comentario.

—¿Yo?

—Muchas gracias, viejo. —Ash se le une—. Nos dejaste traumados, tendrás que pagarnos la terapia.

Aunque está en el corazón del conflicto es agradable que tengan la capacidad de hablarlo (e inclusive bromear) alrededor de este, así lo resuena, Aslan no espera absolutamente nada de Eiji y eh aquí la magia de esa incondicionalidad, Ash no quiere nada de Eiji, solo lo quiere a él y a veces le es complejo recordarlo, por eso es importante que lo aterrice de vez en cuando. Es en esos instantes, escuchando de una pelea completamente irracional contra Max que se aprecia afortunado por haberlo conocido.

Gracias.

Te amo tanto.

—¿Cómo está tu lesión? —Luego de la pelea Griff y Ash se enfrascaron en una discusión (qué parece un intercambio de chillidos más bien) dejándolo con Lobo en la mesa—. ¿Muchacho?

—¿Mi lesión? —Le toma tiempo metabolizar sus palabras porque bueno, no tiene razón más que la cortesía para preguntar.

—Sí, he estado preocupado. —¿Por mí? ¿Por qué?—. Hace un par de meses me dejaste revisarte.

—Oh. —Eiji enrojece sutilmente—. Cierto.

Lo había olvidado.

Dejó que Max lo revisara esa noche que colapsó.

—Bien. —En teoría no miente, de hecho, un especialista lo revisó en el centro de salud estudiantil y el entrenador le dijo que era de confianza, por ende, no debería ser fuente de preocupación y se ha sentido...mejor con las prácticas. Mentira. Le punza y es insufrible—. Ya me dieron el alta.

—¿Sí? —Max no luce convencido con el tema y eso enciende sus alarmas mentales, Eiji se pega ante el respaldo de la silla, sintiéndose demasiado expuesto y vulnerable—. Porque se veía muy fea.

—Lo siento.

—¡No me malentiendas! —El periodista entra en pánico y agita sus manos enfrente—. Me preocupa.

—¿Por qué?

—¿Por qué? —Le repite extrañado por la consulta—. Porque eres parte de la familia, ¿no es obvio?

—¿Yo? —El rubor estalla en sus mejillas y agita de sobremanera su corazón, concibe las palabras de Max golpearlo en cada uno de sus músculos como si buscasen abrirse paso y arrojar raíces alrededor de su corazón, le da vergüenza ser querido—. ¿Me considera familia? No llevamos mucho de novios.

—Cierto, ustedes los japoneses son más serios con el tema. —Max frunce la boca, buscando la forma correcta para expresarse y Eiji agradece de sobremanera esa atención a su comodidad, algo de esto le recuerda a Ibe, pensarlo le estruja el pecho, lo extraña—. Lo que busco decirte es que no necesitas estar tan rígido, puedes confiar en nosotros ¿sabes?

—Lo sé. —Baja la cabeza e intenta apartar este océano de intrusión.

—Y tu lesión se veía realmente seria, ¿has estado yendo a rehabilitación física?

—No. —Es sincero—. Dijeron que no era necesario. —Y lo que recibe de Max no es regusto pero no es rechazo de igual manera.

—¿Quién te lo dijo?

—El médico de mi universidad.

—¿Puedo ver? —Eiji se encoge como un animalito herido contra la silla—. No necesitas mostrármela ahora ni sentirte obligado, pero fui un doctor bien competente en la guerra, sino me crees pregunta por mis referencias.

—¿A Griffin? ¿Esa es su referencia? —Max ríe entre dientes, suave.

—Me temo que sí, es mi única referencia disponible y parece enojado conmigo hoy. —Suspira, tiene una sonrisa tímida que exuda ternura y devoción dirigida hacia su amante, su anillo relumbra dorado y orgulloso entre sus dedos—. Lo hemos vuelto a usar. —Como si le leyese la mente, dice eso.

—¿Por qué lo dejaron de usar? —Lobo le extiende la palma, permitiendo que aprecie su sortija y es simple, apenas una franja dorada que tiene el nombre de Griffin grabado al reverso con su presunta fecha de boda y aun así, es la joya más hermosa que Eiji jamás ha contemplado.

—Porque no quería pasar a llevar a Aslan, no iba a casarme con su hermano si él aún no me deseaba en su vida. —Eiji parpadea igual que una lechuza, apoya sus codos encima de la mesa para disimular la admiración que el gesto le genera—. ¿Qué?

—Usted es muy considerado.

—Primero, no me trates de usted, suficiente tengo con Aslan haciéndome sentir como si tuviese un pie dentro del ataúd. —Eiji ríe por el dramatismo con que lo pronuncia, relajándose ante la presencia del adulto y considerando en lo seguro que se siente, es diferente a Ibe ciertamente, pero tampoco es similar a Fox por ejemplo, esto es más ameno, entiende a la perfección porqué su novio cayó bajo los encantos del periodista aunque no se lo dirá, claro—. Y en segundo lugar, no soy tan considerado.

—¿Por qué lo dice? —Lobo lo mira mal—. ¿Por qué lo dices? —Se corrige, dándole en el gusto—. Si pudiste anteponer a Ash aunque no te correspondía.

—Porque si fuera tan considerado le habría preguntado bien el tema de Cape Cod en lugar de andar atando cabos sueltos, casi arruino mi relación con él por un malentendido. —Se lamenta, apoyando su frente contra sus nudillos—. No puedo perdonarme eso, mierda, Aslan es solo un niño. —Un niño cuando le conviene no más. Pero lo comprende, claro que empatiza con el sentimiento, lo comparte.

—Creo que Aslan no lo resiente por eso, a cualquiera le puede pasar.

—Sí. —Max frunce la boca—. Pero era difícil tantear sobre eso si nadie lo hablaba ¿sabes? No puedo entender la necesidad de callar ciertas cosas, soy un bocón y todo, pero creo que nos ahorraríamos mucho dolor si pudiéramos expresarnos con más claridad.

—No siempre es tan fácil. —Sus hombros se hunden en su suéter y la garganta le arde—. No siempre las familias acogen bien lo dicho y a veces es terrible contar cosas difíciles para ser ignorado porque empiezas a cuestionarte si eso que te duele tanto realmente es tan grave para que te duela y entras en una especie de bucle dónde aprendes a normalizarlo todo, cuesta salir de ahí. —No tiene idea de lo qué ha dicho cuando acaba al haberse enredado en su propia mente pero a juzgar por la expresión descorazonada de Max, ha soltado algo inapropiado—. Perdón.

—No. —Lobo es paternal y le revuelve el cabello y el gesto le recuerda a Ibe, cree que serían amigos complementarios de hecho, pero Ibe lo ve como una carga y probablemente no quiera saber de Eiji, y no, no lo dice solo por inferencia, pero el hombre lo ha estado... ignorando por mensaje—. Lo dices como si hablaras por experiencia, es eso.

—Sí, ya sabe. —Ríe nervioso—. Las familias japonesas son diferentes.

—No creo que sea eso.

—No sé. —Suspira—. A estas alturas no sé nada.

—Eiji. —Entonces Max acomoda su mano encima de su hombro y...—. Por favor piensa en mi oferta, puedo revisarte la lesión y si no te sientes cómodo conmigo puedo recomendarte un especialista de confianza, pero no ignores el tema antes de que sea demasiado tarde.

¿Cuándo es demasiado tarde? Piensa en Ibe y en la última charla que tuvieron o más bien, la disputa que tuvieron, Fox ha hecho lo imposible para que no se pongan en contacto, lo lastima, Eiji se aprecia a sí mismo desesperado por sanar su vínculo, dijo que no se inmiscuyera puesto que no era su padre, ahora se da cuenta de que era lo más cercano que tenía a uno y le hace falta. Y sin embargo, inclusive dentro del campus se volvió una tarea titánica ponerse en contacto, Ibe ni siquiera ha aparecido con sus clases, se supone que está con licencia y Eiji espera que no sea demasiado tarde. ¿Qué tal en su familia? ¿Es demasiado tarde? ¿Qué tal con Yut-Lung?

—Ah, volviste.

Cualquiera que sea la respuesta la averiguará apenas entra a la habitación, se encuentra a su mejor amigo empacando con una mirada tan...

—¿Te vas?

—Yo no. —Rencorosa—. Tú te vas.

—¿Eh?

—No te quiero más en mi vida, Eiji. —Le dice esto mientras empuja una maleta—. Te has vuelto una carga para mí.

Te has vuelto una carga.

No un «te extraño».

No un «lo siento».

No un «te amo».

Eres una carga.

—¿Por qué? —Okumura apenas puede procesar lo dicho, su corazón se inunda por una angustia tan grande e invasiva que ni siquiera consigue moverse a sí mismo para recoger la maleta, no lo entiende y Yut-Lung se mira tan frío—. Me has estado evitando durante semanas.

—Exactamente. —Bufa, piensa en el altar de su amistad, ese que Eiji adornó con flores porque pese a las dificultades ama a Yut-Lung, vislumbra a los girasoles de jovialidad y dalias de incondicionalidad marchitarse en sus estantes, las ve llenarse de telas de araña y agujerearse por las pestes, necesitan de cuidados que no supieron darles, ahora ve las consecuencias—. Te he estado evitando, Okumura.

Okumura.

No Eiji.

Ni cariño.

Ja.

—¿Ni siquiera tendrás las pelotas para contarme lo que has estado haciendo con Lynx?

—Lo sabes. —No es una pregunta, Yut-Lung toma la maleta y la estampa contra su pecho con todos los narcisos de deseos tan inútiles como monedas en los pozos—. Sabes que somos pareja.

—Y no gracias a ti. —Espeta quemando las margaritas de inocencia, prendiendo fuego a su pequeño y frágil altar para que los pétalos ardan, mueren las madreselvas, estamos hechos el uno para el otro significaban y ya...ya no lo están—. Te quiero fuera de mi vida.

—Yue.

—¡No necesito un traidor acá! Has tomado una decisión, lo has elegido por encima de los tuyos.

—Yue. —Intenta tomarlo pero recibe un manotazo y duele, mierda, es un dolor mucho más grande a cuando perdió a su papá y se siente horrible por pensar en eso, pero Yue es su personita especial, fue el primero en verlo, es su mejor amigo, Eiji no...—. Por favor, hablemos las cosas. —Está llorando.

—Típico de ti hacerte la víctima. —Sus palabras son una daga—. Apuesto que así te ganaste a Lynx.

—Por favor, hablemos. —Yut-Lung no suelta el puñal, lo hunde.

—Fuera de mi habitación, soy yo quién paga la mayoría del arriendo. —Mira arder ese altar repleto de flores que alguna vez acomodó con tanto cariño y devoción—. Estás fuera de la pandilla también.

—¡Pero...!

—No nos estorbes más y vete. —Le espeta, pisando las cenizas—. No seas una carga.

Refrescandoles la memoria les recuerdo que Yue anda metido en cosas turbías y si bien, no es la manera a lo mejor, tenemos a Dino y a sus hermanos por acá, así que sí, el chico la anda pasando intenso. El siguiente capítulo probablemente esté a fin de esta semana o al inicio de la otra porque quiero hacerlo especial, es decir, que rompa un poco la dinamica del fic. Lo entenderán cuando lo vean, relax. Eso, todavía no juzguen a nadie sin tener contexto completo.

Mil gracias por tanto.

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