Capítulo 18.
Hi~ Sé que Love struck tiene actualizaciones los viernes, pero como el capítulo pasado fue de Yue igual quería sacar del pov de los chicos, volvemos con Ash, este es un capítulo bien ligero y lindo, les recuerdo que es la primera relación de estos tipos y es normal que surgan inseguridades, lo importante es hablarlas.
El capítulo de hoy va para MakikoMakiMaki, las personas que tienen el placer de leerla como su servidora y ser fanatica a mucha honra saben que sus actualizaciones son de otro nivel, pero no, la última me mató, es que Maki, llevo todo el bendito día en blanco y vacía pensando en tu capítulo una y otra vez, oh Dios, lo adore, definitivamente te tengo ahí entre Hanya Yanagihara y Chris Pueyo en mi repisa de autores favoritos. Nunca superaré confía, ama y crece, es un hecho, AAAAAAAAAAAH. Mil gracias a quienes se toman el cariño para leer.
¡Espero que les guste!
—Ash. —La voz de Eiji retumba por el contenedor deportivo, se encuentran encima de la montonera de colchonetas viejas que el entrenador Fox descartó, le pidió al Fly boy que fuese quién acomodase los implementos utilizados y una cosa llevó a la otra con Aslan—. Me estás mirando demasiado.
—¿Lo hago? —El más joven tararea, sus dedos yacen sobre la cintura del moreno, lo tiene arriba del tórax y ama esa sensación, es extraño, considerando la musculatura de su novio creyó que sería más difícil cargarlo o tenerlo encima y no es así, es ligero cual pluma—. Debe ser porque eres muy bonito.
—Acabo de salir de las duchas, no debe haber nada bonito en mí.
—Mhm. —Pero Ash tararea, enfocando su atención en el rostro de su novio, quedando embelesado por esos ojos de eterna galaxia, más que el tono y la forma, ama lo que transmiten—. No creo.
—¿Qué cosa?
—Es imposible que no seas bonito. —Sus manos aprietan el trasero de Okumura—. Eres un bombón.
—Lo dice el modelo. —El comentario le saca una risa ligera, el eco de sus respiraciones se ha vuelto más intenso debido al latón en las paredes—. Tú eres el bombón acá, Lynx.
—Tú me pediste ser tu modelo, tú me convertiste en un bombón.
—Y tú lo aceptaste. —Le recuerda—. Necesitaba de una musa para mi trabajo de fin de año y ¿quién mejor que mi adorable amante?
—Pensé que se lo pedirías a Yut-Lung. —Entonces su sonrisa cesa y sus dedos se congelan en el aire.
—Sí. —Desvía la mirada y ya sabe que es una mala señal, Ash se intenta reclinar sobre la colchoneta, no obstante, Okumura se niega a moverse, tiene los codos cruzados sobre su camisa negra preferida, sus piernas yacen enredadas y su pecho pegado a su chaqueta, por ende, es imposible empujarlo.
—¿Qué ocurre? —La preocupación escurre en su voz.
—Yue está... —Eiji frunce el ceño y enfoca su atención en el techo del contenedor, como si estuviese buscando respuestas entre las grietas de latón o en las paredes descascaradas—. Raro.
—¿Raro? —Y el impacto es lo suficiente para que abandonen la pose hogareña, quedan acomodados frente a frente encima de la pila de colchonetas.
—Sí.
—¿Cómo es eso?
—No sé, no ha querido hablar conmigo o con Sing este último tiempo, se distanció y tengo el horrible presentimiento de que algo le pasó, algo grave. —Eiji tensa sus dedos en los bordes de la colchoneta al igual que los labios, los presiona con tanta fuerza que ve polvo escapar de la gomaespuma—. Está tan metido en su cabeza, ni siquiera se ha estado quedando a dormir en el cuarto.
—¿Eso es inusual para él?
—Lo es. —Traga duro, haciéndose más pequeño en su uniforme deportivo, al lince se le encoge todo el corazón verlo así, sabía que un romance lo haría vulnerable, pero nunca así—. Siempre nos escribe para que no nos preocupemos, está diferente, tengo la sensación de que nos odia.
—No creo que los odie.
—¿Entonces por qué nos evita? No entiendo.
—Eiji.
—¿Crees que fui muy duro con él? —La culpa anclada en sus ojitos de ciervo son un nudo de tráquea.
—No. —Lo calma—. No creo que sea eso.
—Debí decírselo con más tacto pero estaba tan enfadado en ese momento que no pude. —Okumura sube sus piernas hacia la colchoneta, se pega a la pared y se reduce a una bola igual que un niño tan pequeño como inocente, Aslan se acerca con cuidado, porque en estos momentos su amante parece más frágil que las figuritas de porcelana que Griff tiene en su estudio y eso le duele, teme destrozarlo si lo empuja demasiado—. Soy el peor amigo del mundo.
—Cariño. —Entonces lo llama con ese apodo que sabe que le gusta—. No seas tan duro contigo.
—No soy duro conmigo.
—Ajá.
—Pero tengo pena. —Musita, encogiéndose aún más contra sus propias piernas, alzando los muros que tanto teme Aslan no poder atravesar—. Tengo miedo.
—Mi girasol.
—Me siento solo. —¿Y qué soy yo entonces? ¿Acaso mi compañía no cuenta? ¿Para qué estoy aquí?
El pánico arremete con violencia en cada poro de Ash, se queda aquí, encima del colchón, arrodillado ante Eiji, con la mano en el aire, sin atreverse a acortar la distancia para tocarlo. Y es tan jodidamente imposible descifrar la delgada línea entre consolarlo y darle espacio, ¿qué se supone que debe hacer ahora? Es diferente a cuando él se aísla y cierra las puertas de su dolor porque en el fondo (aun sino es capaz de verbalizarlo), espera que exista alguien con la determinación suficiente para reñir contra sus creencias negativistas y mostrarle que vale la pena, que puede ser salvado y amado. Obviamente su dulce conejito es un caso diferente y eso lo vuelve tan complicado, lo enloquece... ¿lo enloquece?
¡Sí!
Lo enloquece.
Ya que mientras Ash riña para reafirmar la relevancia y validez de sus vivencias, Eiji es el primero en menospreciar e ignorar su propio malestar, es en estos momentos que Aslan se profesa entrampado como si estuviese cortando los cables de una elegante bomba y tuviese que elegir entre rojo o negro y en paralelo la cuenta regresiva marcara diez segundos restantes para detonar, pero independiente del cable que elija la bomba igual va a explotar y será su culpa.
—¿Eiji? —No le responde nada, al contrario, se hace aún más pequeño y lo ignora—. ¿Cariño? ¿Estás ahí? —Claro que está ahí, tarado. ¿Para qué tienes el cerebro? ¿De adorno?
—Mhm. —Su jadeo de animalito herido le destroza el corazón.
—¿Cariño? —Insiste, obligándose a atraer su mano al pecho para no tocarlo—. ¿Quieres conversar?
No le da ninguna respuesta.
Ni un movimiento.
Ni un sonido.
Solo vacío.
Nada.
Hay muchos silencios transversales en la vida de Eiji y aunque Aslan sea una parte reciente alrededor de su historia los ha atestiguado miles de veces: cuando estaban en el bar engullendo pizza grasienta y Bones le quitó el último trozo de las manos preguntándole si podía tenerlo y él se quedó en silencio pero Ash reconoció la pena en sus ojitos. El silencio que escucha durante las videollamadas de mamá mientras lo regaña y menosprecia, presionándolo y presionándolo acerca de la misa de papá y de la misma manera, Eiji guarda silencio. Silencio cuando se toca el tobillo con una sonrisa tan lastimada que le da la sensación de que se le deben haber desgarrado esos huesos y solo está aguantando, ahí también hay silencio. No todos son malos, claro. Hay silencio cuando leen libros y sus zapatos chocan por accidente debajo de la mesa, silencios cómplices que interpreta como coquetos, silencios en sus besos hambrientos y también en sus besitos, silencios cuando se queda mirando sus labios con tanta intensidad que Aslan no lo soporta más y debe besarlo. Silencios de amor. Silencios de comprensión.
Silencios de aunque-el-mundo-entero-esté-en-tu-contra-yo-siempre-me-quedaré-a-tu-lado.
Pero este silencio es diferente, se asemeja más al primero y sí, es frustrante, Ash es un ser humano, existen ciertas actitudes de su pareja que desearía cambiar puesto que de nuevo, Eiji no es perfecto, Eiji no es un ángel y es malditamente terco. Solo desearía que le confiara más sus problemas porque la situación también le afecta y duda si es bueno para Eiji sino puede ayudarlo.
Así que cuenta poniéndolo a prueba.
1, 2, 3.
Silencio. Su mirada salta hacia las grietas de la pintura y empieza a armar figuras al azar, es abstracto.
100, 101, 102.
El sonido de sus respiraciones le aplasta los oídos dentro de ese claustrofóbico contenedor. Silencio.
356, 357, 358.
Eiji sigue sin moverse y no impresiona que vaya a hacerlo luego. ¿Por qué está con una persona que ni siquiera puede confiar en él? Es injusto que Okumura tenga todo ese poder sobre Ash, su relación no es equitativa y le está dando rabia, ya no es pena, es rabia, sí y se siente como la mierda, no ansía tener rabia contra Eiji si ve que la pasa tan mal, pero es lo humano y también es legítimo, el problema sería no hacerse cargo del malestar y fingir que no existe al ser desagradable.
406, 407, 408.
Y entonces...solloza.
Está llorando.
Mierda. Mierda. Mierda.
—Quiero hablarte de esto. —Le dice sin moverse de su ovillo—. Pero no sé cómo. —Ayúdame, Aslan. Porque solo no lo puedo sacar, me estoy ahogando y no puedo romper a la superficie, ayúdame.
—Eiji.
—No sé cómo sacarlo, me estoy ahogando.
Y de repente se siente como un total imbécil porque asumió que si Eiji no le hablaba era puesto que no quería y punto. A veces se olvida de que cosas que para él son sencillas, para Eiji son jodidamente duras. Porque Ash tiene a Griff y Max, figuras validantes que le han enseñado a hablar y no solo eso, sino que han acogido sus problemas. Pero Eiji... ¿Qué tiene Eiji?
«Eres una decepción para tu papá, no te molestes en volver a llamar sino quedas en las Olimpiadas».
«¿Cómo que estás cansado? Eres el Fly boy, debes hacerlo todo».
«Tonterías, la lesión no puede dolerte tanto, exageras».
«Eres una carga, no seas una carga».
«Nadie te amará siendo una carga».
Lo último que necesita es una pareja que sume a estos traumas y claro, él no comprende esa amistad que entabló con Yut-Lung (ante sus ojos es incluso tóxica), pero probablemente esa víbora venenosa fue lo más acogedor que se le presentó con el chiguagua, así que debe arrancarse la idea de que Eiji no habla al ser un novio cruel que pretende privarlo de todo apoyo. Se arrastra para quedar enfrente de su amante, Okumura alza el mentón y parece muerto de miedo, sus pupilas están apagadas entre una espesa capa de llanto, tiene la boca torcida y apretada, como si estuviese haciendo un esfuerzo sobrehumano para poderle contar y no pudiera. No lo presiona, no le pide palabras, se limita a abrir sus brazos y acunarlo, el japonés se demora en reaccionar y cuando lo hace no puede dejar de tiritar, aprieta su camiseta favorita y la empapa de llanto, Ash lo abraza, no es brusco ni demandante, tiene la lengua reseca, desearía tener palabras de consuelo o palabras mágicas que pudieran sanarlo, pero sabe que esa es su experiencia, que atravesar por esto es necesario y que si lo apresura sería egoísta, sería porque lo lastima ver a Eiji llorar, no porque genuinamente quiera ayudarlo.
—A-Ash. —Llora su nombre con lágrimas azuladas e hipos marchitos—. Perdón. —Mi chico valiente, lo has hecho bien tú solo, lo siento por sacar conclusiones apresuradas, te amo.
—Estás pasando por algo muy difícil tú solo. —Entonces solo sabe qué decir—. Déjame acompañarte mientras pasas por esto, mientras te levantas.
—No sé si quiero levantarme ya, últimamente todo es mucho. —Jadea y él le presiona un beso sobre la frente.
—Entonces... —Se aparta para mirarlo, dejando de contar—. Déjame acostarme a tu lado.
—Ash.
—¿Puedo? —Su voz es áspera y se encuentra fuertemente empapada por ese acento tan americano del que Okumura se suele burlar—. ¿Puedo recostarme a tu lado?
—Por favor. —Le suplica—. Recuéstate a mi lado. —Y lo hace, apoyando su espalda contra esas frías paredes de latón, estirando sus zapatillas repletas de barro a la orilla de la colchoneta, flotan en este movimiento, se quedan a la deriva como si fueran Rose y Jack en la puerta del Titanic.
—Esto no es solo por Yut-Lung. —Concluye—. Esto es porque tenemos que ir al médico.
—Me descubriste. —La sonrisa de Eiji es grisácea y forzada.
—No hagas eso. —Le pide—. No te obligues a sonreír de esa manera, porque se concibe como si me dejaras afuera de tu dolor y eso me lastima.
—No es a propósito.
—Lo sé. —Lo calma, sosteniendo su mano encima de la roñosa colchoneta—. Si te lo digo no es con la intención de reprocharte, sino de que lo sepas.
—Si vamos a hablar de las cosas que nos molestan entonces... —Finalmente Eiji impresiona regresar a ser él mismo con su ceño relajado y sus ojos de cielo sin estrellas—. Debo confesarte algo molesto.
—¿Qué cosa? Me tienes intrigado.
—Bueno. —Una media sonrisa traza entre sus labios—. Me molesta cuando usas anteojos para leer.
—¿Qué? —Ash frunce el entrecejo, procesando lo dicho—. ¿Qué clase de petición irracional es esa?
—¡No es irracional!
—¡Claro que lo es! Los lentes son geniales.
—¡Los lentes no son el problema! —Gimotea.
—¿Entonces qué es?
—¡Tú eres el problema!
—¡Oye!
—¡Es que luces demasiado sexy! —Suelta de la nada—. Igual que cuando te haces coletas en el pelo, es demasiado para mi pobre corazón, apenas consigo concentrarme si te ves tan guapo y no es justo.
—Como cuando tú usas escote. —Concluye.
—Exacto. —Ambos se miran, apenas consiguiendo contener la risa porque son estúpidos en el amor.
—Ya veo. —Y de repente se ha puesto rojo hasta las orejas y el pulso se le ha disparado—. ¿Lo crees?
—Claro que sí. —Se lo dice con descaro y con una sonrisita de muchos dientes que es tan bonita que le agita el corazón, la atmósfera es ligera, aunque el resqueme de llanto sigue corriendo no es pena, sino que alivio—. Eres muy candente cuando vas a la biblioteca.
—¿Más que cuando uso mi uniforme de béisbol?
—Puff. —Se ríe—. Ahí eres un imán para las chicas, no para los libros.
—Pero yo no quiero atraer a ninguna chica. —Su mano traviesa reposa en el muslo desnudo de Eiji.
—No te preocupes, también he visto a Shorter mirarte con una heterosexualidad dudosa.
—¡Eiji! —Gimotea y tensa sus dedos en sus piernas, los hunde y eso lo hace jadear—. Sabes a lo que me refiero.
—No, no lo sé
—Sí, sí lo sabes.
—Perdón. —Parpadea con falsa inocencia—. Solo soy un deportista sin músculos cerebrales, no voy a poder entenderlo a menos que me lo aclares. —Cuando al hijo de puta le conviene no más.
—Solo me interesa que me mires tú. —Musita, acomodando su palma sobre la mejilla de su amante, es un toque íntimo y delicado, pero lo suficientemente intenso para que suelte el aire en una bruma fantasma deliciosa—. Te amo. —Declara, los dedos de Eiji tamborilean sobre los bíceps de Aslan.
—¿Incluso si todo sale mal en la cita con el doctor?
—Incluso si te dice que debes usar pañales porque estás muy viejo.
—¡Ash! —Gimotea completamente indignado—. ¡No me pongas en la misma categoría que a Griffin y a Max!
—¿Por qué no? —Se encoge de hombros, divertido—. Todos son viejos, es lo mismo. Los meteré en el mismo asilo para que me hagan una rebaja o me vendan una sepultura familiar, les queda poquito.
—Eres insoportable.
—Y aun así... —Sonríe, tomándolo por completo del mentón—. Te mueres por besarme.
—Y aun así... —Eiji enreda sus brazos alrededor de Aslan—. Me muero por besarte.
—Entonces hazlo.
—Cierra la boca, Lynx. —Joder, ama que se ponga en plan desafiante—. Arruinas nuestro momento.
Lo besa.
Mierda, cómo lo besa.
—A-Ash.
Necesito que me toques más.
Tócame.
Siente a Eiji cerrar los ojos con fuerza y cederle el control del beso, francamente Aslan no comprende qué tiene este chico que lo hace enloquecer al punto de tocarlo con tanta urgencia que le quita todo el aliento de la garganta pero yace algo adictivo y eufórico, una chispa de fuegos artificiales exclusiva de esos labios tan suaves y dulces que no consigue controlar, se sobresalta con sus latidos erráticos sonando con desgarro en sus tímpanos, un calor infernal hierve en su piel y no es solo el rubor, sino que esto quema por todas partes, es un calor que solo aparece cuando se trata de Eiji y es imposible de satisfacer, porque mientras más lo besa, más calor nace y es un círculo vicioso en el que Okumura es su perdición y su salvación, su paraíso infernal.
Hunde sus palmas en sus piernas desnudas, se cuela lo que más puede por la apertura de esos shorts deportivos y lo siente jadear entre besos, la cercanía lo hace temblar y eso le resulta adorable, más, no se detiene, llega a la primera pierna del boxer y siente a su propia excitación devorarlo, la presión se vuelve deliciosa en su cadera y de pronto, necesita más de Eiji, mucho más.
—Eres tan sexy. —Musita, tirando de la oreja del japonés con sus dientes, se ha puesto sonrojado y sudoroso, es una oda a la obscenidad y eso le encanta—. Amo que uses tu uniforme, te ves increíble, te queda a la perfección. —Con su otra mano aprieta el trasero de su amante y mierda, es tan firme.
—A-Ash... —Lo siente jadear su nombre y tragar duro—. No podemos hacerlo acá.
—No llegaremos al final. —Le musita—. Solo quiero tocarte un poco, ¿puedo?
—Sí. —Sus caderas se juntan—. Quiero que me toques, Aslan.
—E-Eiji. —Los labios del moreno presionan su cuello para desatar un delicioso escalofrío que le eriza la piel y le quema el alma.
—Tócame más.
Sus besos son largos, Eiji arroja una mirada vidriosa malditamente sensual mientras le permite hacer y deshacer como Ash anhele, el amor flota en el aire y es transmitido con cada fricción, Aslan detiene el ritmo tan intenso un segundo, mira sus brillantes obsidianas enmarcadas por pestañas más negras que el hollín, a esa piel bronceada iluminada por la luz del contenedor y su cara angelical esbozando una expresión de puro deseo y cariño siendo solo para él, de repente se concibe muy afortunado de tenerlo en su vida.
«Porque no se deja sola a una persona llorando, llorar solo es triste».
Piensa en la noche en que se vieron no como enemigos, sino como seres humanos y sostuvieron esa primera charla real (primera de varias) y en teoría Eiji podría haber ignorado ese sufrimiento, supone que ser "enemigos" implica no deberse, así que podía haberse dado la media vuelta, dejar que Aslan siguiese gritándole a Griff por el celular y fingir que jamás pasó. Se pregunta dónde estaría ahora de haber sido así, siendo honesto, no le gustaría saberlo.
No se imagina su vida sin Eiji Okumura.
—¿Qué ocurre? —Entonces su amante le interroga impaciente y nervioso—. ¿Por qué te detienes?
—Porque estaba pensando en lo afortunado que soy. —Roza esas regordetas mejillas con su pulgar, baja hacia sus labios mientras lleva su propia boca a ese cabello tan esponjado, lo besa una vez, dos veces, tres veces y lo hace con tanto pero tanto amor que hasta el moreno queda sin aliento.
—Tú eres el que me va a acompañar. —Le dice—. Creo que es al revés.
—A veces tengo la sensación de que subestimas lo mucho que has hecho por mí. —Confiesa—. ¿Te das cuenta de que me salvaste la vida?
—No creo haber hecho eso.
—Pero lo hiciste. —Musita—. Sino fuera por ti jamás habría hablado con Griff y probablemente Max y él hubieran terminado o yo me hubiera ido de la casa, era insostenible vivir así.
—Ash.
—Pero tú me enseñaste a ver las cosas diferentes. —Sus toques se detienen bajo su mentón—. Me enseñaste a verme diferente. —Le impide bajar la cabeza, sabe que a Eiji le cuesta mantener la vista en alto así que lo ayuda—. Quiero eso para ti, quiero mostrarte cómo eres ante mis ojos, para poder hacer eso necesito que me permitas estar ahí, sé que te es duro, sé que lo intentas y que has hecho avances fuera de tu zona de comodidad, pero debo recordarte que nada me espantará, lo prometo.
—Pero...
—Yo no me enamoré de tu mejor versión, yo me enamoré de ti, con tus altos y bajos. —Le recuerda, la melancolía pende en el ambiente y es mágico—. Más bajos que altos al inicio.
—Sí. —Sonríe—. Tuvimos nuestros bajos.
—Me enchuecaste las pelotas con tus patadas.
—Ah, por eso estaban así. —Y el hijo de puta se atreve a reírse—. No quería comentarte nada pero...
—¡Eiji! —Gimotea y todo está bien—. Ríete ahora de mis pelotas pero te aseguro que te satisfarán.
—¿Eh? —El japonés tararea con picardía—. ¿Crees que puedes satisfacerme? ¿Crees poder con todo un deportista de alto rendimiento?
—Sé que puedo hacerlo y no solo eso, sé que te dejaré rogándome por más. —Le susurra en la oreja, consiguiendo que enrojezca—. Pero ahora tenemos que ir al doctor y no perderás esa hora.
—¿Ni siquiera si te digo que te deseo ahora?
—No funcionará. —Se burla, apretando su nariz de botón—. Pero buen intento, onii-chan. —Y adora verlo esbozar esos pucheros de mejillas regordetas y trompitas estiradas, porque maldición, ¡es tan lindo!
—Bien, tú ganas
—Siempre gano.
—No te pases de listo o te quedas sin besos. —Advierte—. Ahora vamos antes de que me arrepienta.
—Nos vamos.
Aun si Ash no se encuentra muy familiarizado con los convenios de la universidad porque ¡lo admite! Es un mimado y Griffin lo lleva a la urgencia particular incluso si le duele la pancita, comprende que las horas de salud estudiantil se hallan copadas y es sumamente difícil conseguir una. Eiji le comentó que el entrenador lo ayudó a tramitar con un especialista y si bien, debería agradecerle por el apoyo extra o mostrarse benevolente, existe esa sensación a podrido debajo de su lengua al pensar en Fox, ¿por qué será?, ¿por qué no puede confiar en el tipo? Prefiere empujar sus preguntas hacia el rabillo de su mente y ser un apoyo acá y ahora.
—Dicen que no puedo entrar con acompañante. —Claro que es difícil ignorar el mal presentimiento si cada segundo que pasa enciende aún más sus alarmas mentales y es que no tiene sentido, ha visto a los demás entrar con acompañantes.
—¿Por qué? —Trata de sonar amable—. Las reglas no lo prohíben.
—No me lo pudieron explicar bien, pero dijeron que debo ir solo.
—Eso no me gusta.
—A mí tampoco. —Eiji musita, dejándose caer en la sala de espera repleta de estudiantes—. Quería ir contigo.
Por supuesto, Aslan no piensa quedarse así y se pone a pelear con la recepcionista tanto tiempo que cuando regresa a su asiento Eiji ya ha entrado a la consulta y se siente como un fracaso, resulta algo irónico haber criticado tanto a Yut-Lung si él tampoco puede hacer las cosas mejor.
—Mierda.
Prefiere distraerse con su celular, su bandeja de WhatsApp se encuentra llena de mensajes todavía sin leer porque como buen introvertido tiene todos los grupos silenciados y prefiere pasar su tiempo libre leyendo las maravillas de Hemingway o Salinger en lugar de tontear en la pandilla, el único chat que tiene arriba y totalmente leído es Eiji porque ¿hola? Favoritismo.
[Hay problemas con Arthur, tenemos que juntarnos lo antes posible para discutir qué haremos con él, pero si los rumores son ciertos... estamos en problemas].
Suspira y cierra el mensaje de Shorter.
Maldice a Arthur entre dientes.
Es un puto dolor de culo ese Neanderthal con pelo parado, dientes amarillentos y nudillos cortados.
¡Ah!
¡Es que no! No puede perdonarlo desde que dejó más que claro que Eiji era su presa y Aslan mataría personalmente a cualquier bastardo que se atreviera siquiera colocarle un dedo encima. Claro ahora es diferente porque Eiji ya no es su presa, si no el chico del jefe, pero sigue siendo lo mismo, se niega a mostrar piedad ante cualquiera que hiera a su amorcito y Arthur encabeza la lista. Por esto el texto de Shorter le es tan ambivalente: por un lado siente una rabia inconmensurable al leer este grotesco nombre y por otro lado, está ansioso por destrozarlo en una pelea.
Va a darle una paliza por lastimar a Eiji.
—¿Escuchaste lo que pasó con Dino Golzine? —Un grupo de chicas cotorrea demasiado alto dentro de la sala de espera, Ash no puede tener menos interés en el tema, sí, ha escuchado rumores acerca del profesor pero no tiene nada que ver con él y por ende, le es meh—. Lo liberaron.
—Era de esperarse. —Una de las chicas gimotea—. La justicia nunca funciona en estas cosas.
—No sé, toda la situación es sospechosa. —Ash chilla, lamentándose por no haber traído audífonos y tener que escuchar el ruido ambiental, temiendo perder sus preciadas neuronas puesto que si algo aborrece son los chismes, Bones lo trae más que enfermo con la farándula y otras sandeces—. Creo que tiene conexiones.
—Obvio tiene conexiones, ¿acaso no es amigo del entrenador?
—Oh, el que tiene cara de dictador.
—¿De dictador? —Carcajea—. Más bien pervertido, tiene cara de viejo verde.
—Ese mismo. —La columna vertebral se le hiela—. Fox, creo.
—El entrenador del Fly boy, el pobrecito luce tan intimidado por el imbécil, me da una rabia terrible verlo gritarle en los entrenamientos, le partiría una pértiga en la cabeza.
—Solo lo recuerdas porque estás obviamente enamorada de él. —Okey, ya no le gusta el rumbo de la charla—. Por favor, es evidente que te encanta.
—¡Cállate! —La chica se ha puesto roja hasta las orejas—. De todas formas me gustaba mucho más el entrenador de antes, ese que era viejito y amable, este me da una sensación de escalofríos.
—Sí, se ve como un pervertido.
—No más que Dino Golzine, ¿escucharon el escándalo que se armó con otro estudiante?
—Ah, te refieres a Ash Lynx.
¿Qué diablos?
¿Acaba de escuchar su nombre?
¿Cuándo tuvo un amorío con un anciano? Ugh, qué asco.
—¡Sí! ¡Sí! El mismo, dicen que fueron amantes. —Aslan está a punto de voltearse para confrontarlas, sin embargo, reconoce las zapatillas de Eiji retumbando por los pasillos del centro médico y el resto del universo deja de importar, viene con la cabeza gacha y una mueca indescifrable.
Oh Eiji.
Mi chico valiente.
El moreno se deja caer a su lado, sus manos se encuentran apretadas encima de sus rodillas, parecen heladas y deseosas a ser tomadas así que lo hace, alza el mentón con los ojos repletos de melancolía, tiene la boca tensa y el corazón le late tan fuerte que Aslan lo escucha taladrando en sus oídos, debe dar el primer paso por mucho miedo que también tenga.
—¿Qué te dijo? —Entonces pregunta, transmitiéndole con estos toques que no se irá de acá porque lo ama y pase lo que pase, se quedará a su lado.
—No encontró nada malo.
—¿Qué? —Y no desea sonar invalidante, pero es... raro—. ¿Nada malo?
—No. —Eiji tiene el ceño apretado—. Incluso luego de las peleas con Arthur, dice que es estrés que somatizo en el dolor de mi tobillo. —El japonés sube la pierna encima de la banca y tensa sus palmas alrededor del lugar—. Pero se siente tan real, me cuesta creer que es mi imaginación.
—¿Está seguro? ¿Te tomó los exámenes correspondientes?
—Dijo que le hiciera caso a los consejos de mi entrenador.
—¿Qué consejos? —Y esto no le está gustando.
—Ya sabes, ejercicio, práctica y...
—¿Y?
—Ya sabes, otras cosas. —Me estás escondiendo algo, sé cuándo me mientes y ni siquiera trates de disimularlo, no me estás mirando a los ojos, es obvio que pasa algo malo—. Otras cosas, sí.
—¿Qué clase de cosas?
—¡Ya acércatele! —Oh vaya, el grupo de cotorras ha hecho acto de presencia ante ellos—. Disculpa, ella se muere por pedirte tu número de celular, es tu mayor fanática. —Entonces Eiji se ruboriza tan pero tan intenso que un mordisco de celos le aprieta el corazón.
—¿Eh? —Oh Dios, luce como todo un virgen.
—Ella tiene razón, soy tu mayor fanática. —Responde con los párpados muy apretados y palpitantes.
—¿Mi fanática? —Balbucea aún atontado—. ¿Lo dices en serio?
—Así es. —Ahora que la ve de cerca la chica es preciosa, haría una bonita pareja con Okumura y Ash se odia por tener ese tipo de pensamientos, sin embargo, no lo puede evitar y en parte eso es bueno, porque si tiene esta clase de pensamientos significa que Eiji es muy importante, realmente le dolería perderlo y por eso se atormenta sobre ser una buena pareja—. Te sigo desde mi primer año . —Pero por otro lado, apesta sentirse así—. Me enamoré de ti desde que te vi, eres impresionante.
—Oh, wow.
—¡Por favor, sal conmigo! —Fue bueno mientras duró, supone. Tal vez lo que Eiji necesite sea de la comprensión femenina, alguien que pueda y sepa cómo estar ahí en lugar de un remedo de empatía.
—Me siento muy halagado. —No se da cuenta hasta que siente una cálida sensación contra su palma y tiene que mirar, el corazón le da un vuelco de 180° al ver a su novio presionándole un beso encima de los nudillos, todo este tiempo ha estado apretándole la mano y mostrando con orgullo su relación porque Eiji es así, no se disculpa por amarlo ni tampoco lo hace en silencio, sino que lo grita a todos los vientos y joder, lo ama tanto—. Pero tengo a mi mayor fanático justo aquí.
—Presumido de tu parte decirlo. —Ash se burla, sonrojado, muy sonrojado y contento, sí, lo coloca feliz que Eiji consiga aplacar sus inseguridades y lo haga concebirse tan especial—. Es tan presumido pensar que soy tu mayor fanático.
—Y eso está bien. —Le dice, despegando sus labios de su palma—. Porque yo soy tu mayor fanático.
—Eiji...
—Te amo y te admiro.
—No sabía que estaban saliendo, qué tonta. —Se reprocha la muchacha y vaya, no existían motivos para sentirse inseguro desde el inicio porque así como Ash solo tiene ojos para Eiji—. Son una pareja muy bonita.
—Sí. —Eiji solo tiene ojos para Ash—. Lo somos.
Soy afortunado.
Gracias.
Gracias por quedarte a mi lado.
Van al apartamento de Aslan, no quiere dejarlo solo y menos considerando el cambio de actitud que ha tenido Yut-Lung, aun sino le agrada esa víbora venenosa y aborrece su posesividad también lo ve ¿raro? Se ha mantenido recluido de las peleas con las pandillas y hasta extraña sus insultos, inclusive Shorter se mira deprimido con su ausencia y conociendo lo delicada que fue esa ruptura especula la gravedad de la situación para no "honrarlos" con su presencia. Espera que sea una de estas tonterías de niños mimados como viajes de autodescubrimientos o vacaciones en spas. De cualquier forma él no se queda inmerso en la divagación y trata de animar a Eiji (ni que fuera payaso pero él es su única excepción).
—No quiero decirle a Ibe-san. —Sentencia en medio de la película, es una de plaza sésamo que puso exclusivamente para molestar a su amante, sin embargo, apenas le ha prestado atención y aun así... Ash reconoce que lo usa de apoyo, porque se ha mantenido con la cabeza recostada sobre ese hueco entre su hombro y su cuello y no le ha soltado la mano—. No se quedará tranquilo si sabe.
—Pero se supone que es un diagnóstico médico. —Tantea, dándose un rodeo para averiguar lo que está vilmente escamoteando contarle—. ¿Cuál sería el problema?
—¡Porque Ibe-san es un exagerado! —Chilla, golpeando un cojín con las mejillas infladas—. Me trata como un bebé.
—Te conoció cuando estabas en la escuela ¿no?
—Sí.
—Entonces eras un bebé.
—Sí, pero aun así...
—Probablemente para él eres un bebé todavía. —Le explica, desviando su mirada hacia Griffin quien se encuentra riendo sonrojado con Max en el balcón—. No quiero justificarlo, ni siquiera lo conozco de hecho pero a veces los adultos tienen esa manera de demostrar su preocupación, sobreprotegen.
—¿Te sientes sobreprotegido por Griffin? —Entonces resopla con falsa molestia, hundiéndose en la funda de cuerina del sofá y mirando a su pareja, las luces de la película le dan un toque etéreo a esa piel bronceada.
—Siento que aún me ve como si usara pañales. —Y eso le roba una sonrisa a Eiji.
—¿Tan así?
—Peor, cuando recién regresó de la guerra apenas me dejaba cruzar la vía sin tomarle la mano, era enfermizo, yo estaba seguro de que me juraba todo un inútil incapaz de valerse por sí mismo así que hice todo lo posible por mostrarle lo contrario, eso lo estresaba mucho, le saqué varias canas en esa fase de rebeldía. —Ríe, recordando la metáfora que Shorter usó para explicarle su terquedad—. Una vez Shorter me lo dijo con claridad.
—¿Qué te dijo? —Su amante se relaja, estirando sus piernas contra los cojines y mirándolo como si fuese el ser humano más interesante en la faz de la tierra, Aslan está enamorado de esa mirada pero bueno, está enamorado de todo Eiji en realidad—. Tengo mucha curiosidad sobre la percepción que otros tienen del poderoso lince de Nueva York.
—Que yo era como un gato paseándome por el techo de una casa y mientras más me llamaban para que bajara porque era peligroso, con más ganas paseaba cerca de la orilla. —El japonés carcajea.
—Esa metáfora te sienta de maravilla.
—Lo dice el conejo mordelón. —Y como es muy maduro aprieta los párpados y le saca la lengua con mucha fuerza—. Vaya, ya veo porqué Ibe te trata como un adulto, exudas madurez por todas partes.
—¡Ash! —Gimotea.
—¡Aslan! —Y Griffin lo regaña incluso del otro lado del ventanal—. No molestes a Eiji.
—¡Pero...!
—No trates a tu novio de esa manera, no es lindo. —Al voltear otra vez hacia el aludido lo ve sacando la lengua y claro que lo hace, ¿cómo se enamoró de alguien tan infantil? Dios.
—¿Decías, cariño?
—Claro. —Retoma el tema un poquito enfurruñado—. Mi punto es que los adultos son unos tontos y no saben demostrar el amor como los seres humanos normales lo haríamos, no sé, quizás sea una cuestión de la vejez o el Alzheimer, pero están ahí, preocupándose aunque sean un dolor de culo.
—Ash. —Entonces Eiji estornuda su nombre y... —. Ibe-san te amará cuando te conozca.
—¿Eh?
—Estoy seguro de que Ibe-san te adorará, porque yo te adoro. —Y eso lo hace sonrojarse un poquito y le agita demasiado el corazón, le fascinan estos momentos de intimidad absoluta.
—Qué bueno, porque mi suegra ya debe odiarme.
—Probablemente.
—Mierda.
—No digas palabrotas frente a Ibe-san tampoco, porque no te sumará puntos. —Ash suspira, se deja caer encima del regazo de su novio a quien no necesita decirle nada para que lo mime, Eiji no vacila en enredar sus dedos en su cabellera rubia y él se embriaga por esta sensación, si fuese un felino de verdad asegura que estaría ronroneando y meneando su cola.
—Hablas de él con mucho cariño. —Entonces suelta, enrollando sus brazos contra la cintura de Eiji, bebiendo de su calidez tal como lo haría un girasol con el sol, irónico considerando sus apodos.
—Quiero decirte algo.
—Entonces dilo, soy todo oídos.
—Es algo duro de decir.
—Adelante. —Le da la confianza—. No te juzgaré, lo prometo.
—Sonará cruel lo que diré. —Lo escucha tragar duro y aprecia a su manzana de Adán bajar despacio, como si le costase digerir el pensamiento—. Sabes que le tengo cariño a mi papá por muy difícil que sea pensar en él, amo a mi familia, de verdad pero...Ibe-san fue el principal apoyo que tuve en Izumo, no solo en el deporte, en todo, incluso cuando papá cayó enfermo era él quién nos llevaba a Masako y a mí al hospital, no mamá. Así que cuando me ofreció venir con él a América e investigó becas para que pudiese estudiar acá, deseé que fuese mi papá.
—Eiji.
—Y es injusto con mi verdadero padre, lo sé, pero siento que Ibe-san me entiende de una forma que mi familia real jamás podrá y puede que por eso esté tan distante con él ahora, estoy haciendo cosas que sé que no le gustarán y no sé cómo arreglar nuestra relación. —Sus toques se detienen—. Viste, sé que viste esa última discusión que tuvimos, le grité cosas realmente crueles y no sé, estar distante de Yue me despertó mucho miedo a estar perdiendo a las personas que amo.
—Oh, Eiji.
—Y no saco nada ignorándolo, aunque intenté hacerlo, te prometo que lo intenté. —Su palma tirita en el aire y Aslan debe inclinarse para apretarla—. Intenté tapar el sol con un dedo, pero no consigo ser ese tipo de persona por más que lo intente, no puedo ser mi mamá ni el hijo que desea.
—No tienes que ignorarlo. —Entonces Ash lo acoge—. Está bien que te afecte y te de rabia y muchas otras cosas, piénsalo como una olla a presión, ¿qué pasa si no se quita la tapa mientras hierve?
—No lo sé. —Sonríe—. Tú eres el genio.
—Explota. —Le dice, volviéndose a sentar en el sillón para ver frente a frente a Eiji—. Y yo no anhelo verte explotar, no quiero que llegues al punto en que sientas que esa es tu única opción.
—Gracias, Ash. —Lo toma por sorpresa su sonrisa comprensiva y acogedora, acaban de entablar esa charla y ha sido dura, por ende, no debería mirarlo como si se derritiese por él—. Siempre estás acá para escucharme.
—Desearía poder hacer más que escucharte. —Entonces confiesa.
—¿Acaso no has aprendido nada? —Y Eiji se burla—. Es más que suficiente con eso. —Se inclina, lo besa con un apenas perceptible roce de labios que lo deja absolutamente embriagado—. Estoy muy agradecido de tenerte en mi vida, te amo.
—Sí. —Ash balbucea atontado—. También te amo.
Deja que Eiji se vaya a acostar y se arrastra hacia Griff, piensa otra vez en la soledad y en su concepto, si bien, Aslan entiende todavía que la soledad no puede ser completamente erradicada con el cariño, preocupación y la presencia de alguien más, sí cree que es un escudo y que sin esa otra persona esta soledad puede colarse igual que un fantasma se cuela por las ventanas y los recuerdos se invitan en los momentos más inoportunos, llenando de un dolor paralizante y luego...de silencio. Si va a amarlo debe entender dos cosas de Eiji antes: el silencio de Eiji no es ni voluntario ni deseable y ese silencio proviene de algún lugar. No todos tienen la fortuna de tener a un Griffin y a un Max en su vida, Aslan ha sido afortunado en ese sentido, tuvo a quién lo ayudó a erradicar la soledad.
—Griff. —Busca un consejo de su hermano con vergüenza, porque de alguna forma esos ojos azules tienen una manera especial de hacerlo sentir más pequeño e inocente de lo que es.
—¿Qué ocurre, Aslan? —Sigue en el balcón, Max está lavando los vasos de vino que usaron antes y ya más tarde le dará una advertencia sobre que no debe embriagar a su preciado hermano, pero en estos momentos debe concentrarse.
—Tú dijiste que solías ser inseguro con tu relación con Max. —Tantea terreno—. ¿Cómo la superaste sanamente?
—Algo pasó con Eiji. —Infiere, volteando su cuerpo levemente, despegándose del barandal repleto de macetas y enredaderas para analizarlo—. Alguien se le insinuó a Eiji.
—¿Cómo...? —Balbucea anonadado.
—Te conozco. —Sentencia—. Y has estado amurrado haciendo pucheros toda la tarde.
—¡No hago pucheros! —Gimotea—. Entonces, ¿me vas a contar? —Pero Griffin no se deja contagiar por su rabia y mira con mucha nostalgia la ciudad, la noche es preciosa a pesar de la contaminación, la brisa los empapa y el aroma del vino dulce aun cosquillea bajo sus narices.
—¿Qué quieres saber?
—Cosas sobre tu relación con Max, no sé. —Debió llegar con un mejor plan, pero Griff se ve cómodo.
—Me tomó tiempo entender que le gustaba a Max y siendo franco, no creía que lo merecía.
—¿Tú? —Ash suelta una carcajada grosera—. ¿Tú creías que no merecías a esa momia? ¿Es broma?
—¡Aslan! —Y Griffin lo regaña con falsa seriedad, aprecia a sus labios curvarse con sutileza alrededor de sus mejillas y sabe que esto también le da risa—. No seas cruel con él, la edad es un tema sensible.
—Igual que para todos los ancianos.
—¡Aslan! —Suspira con falsa molestia—. ¡Ya basta!
—Lo siento, es que me es difícil imaginarte inseguro.
—Soy bastante inseguro en muchas cosas, ¿sabes? —Le dice, apoyando su mentón sobre su palma, dejando que su codo repose en la baranda de metal mientras la brisa lo despeina—. El cómo estaba criándote solía aterrarme.
—¿Qué?
—Sí. —Griffin sonríe, siendo incapaz de sostener una mirada—. Me cuestionaba mucho si hacía mal en criarte, tú necesitabas una mamá, no un hermano y aún así te dejé. Creo que lo hice todo terrible siendo franco y la culpa estuvo muchos años arraigada en mi corazón, pensaba que era egoísta y no podía dejármelo de reprochar, ¿qué hubiera pasado si me hubiera quedado?, ¿si hubiera desistido antes de mi educación?, ¿si te hubiera convertido en una prioridad del inicio? Pero era joven, apenas medía las consecuencias de mis actos. —Niega—. Entonces cuando Max apareció en mi vida fue tan brillante, tan maravilloso que lo primero que pensé fue: no lo merezco.
—Pero...
—Porque no me sentía digno de ninguna clase de amor, estaba aterrado de volver a tu lado y noche tras noche tenía pesadillas de cómo sería tu mirada de decepción, no lo soportaba y después la lucha se volvió más exigente e intensa y no lo soporté, no pude mantenerme cuerdo y empecé a huir a las drogas, no me enorgullece, solo trataba de sobrevivir pero...¿cómo volver sabiendo que mi pequeño Aslan me creía un héroe y era un drogadicto? Así que no volví.
—Griffin.
—No volví y la jodí otra vez. —Confiesa con pena—. Lo siento.
—Siempre pensé que no habías regresado porque yo te daba asco sobre... —Baja la cabeza e intenta llenar sus pulmones de aire fresco, la conversación es intensa y lo tiene mareado—. Nunca te habría juzgado por lo que hiciste, ¿sabes?
—Porque no me viste en mi peor momento, era un desastre, Aslan. —Los dedos de Griffin se tensan alrededor de la baranda—. Max me sacó de ese agujero donde yo me dejé morir, salvó mi vida y no creo podérselo pagar alguna vez.
—Griff.
—Pero esa es la cuestión con el amor, Max jamás me ha pedido ni me pedirá que se lo pague y cómo te entiendo en ese sentido, a veces me desespero por recordarme y demostrarme a mí mismo que estoy para él y que valgo la pena, pero esas son inseguridades mías en las que estoy trabajando, así como tú debes trabajar en las tuyas. —Ash sonríe, aunque existen muchas cosas que podría hablarle a Griffin en estos momentos no puede hacer más que contemplarlo con infinita admiración—. Amar a otra persona implica mucho esfuerzo pero vale totalmente la pena, te lo prometo y no te presiones con Eiji, tómense su tiempo y disfruten de los altos y bajos en el camino.
—Es gracioso. —Entonces musita—. Es muy gracioso.
—¿Qué cosa?
—Te daba miedo contarme todo esto porque no querías que te perdiera el respeto. —Griff esconde la mirada detrás de su flequillo con vergüenza, igual que Eiji, tiende a agachar la cabeza y comprende que es una mala costumbre de personas demasiado buenas.
—Es verdad.
—Pero la cuestión es que no. —Entonces sus ojos azules se atreven a mirarlo y...—. Saber esto de ti me ha hecho admirarte mucho más y recordarme porqué eres mi héroe.
—Aslan.
—Lo hiciste bien. —Le dice dándole palmaditas en la espalda, aunque su hermano es más corpulento y alto, lo siente muy pequeño en estos momentos—. Sobreviviste y regresaste a mi lado.
—Lo hice.
—Sí. —Ambos arrojan una carcajada nerviosa para aligerar la tensión—. Lo hiciste.
—Creo que nunca habíamos hablado así del tema. —Sonríe con nervio.
—Creo que nunca habíamos tenido esa oportunidad. —O no se la habían hecho mejor dicho—. Griff.
—¿Sí? —Ash se aparta un par de pasos, no muchos, solo los suficientes para que se miren completos.
—Griffin Callenreese. —Extiende sus palmas con aceptación absoluta y le sonríe de manera genuina, igual que cuando tenía ocho años y era un simple niño—. Bienvenido a casa. —El mayor ríe con pura conmoción cristalizada en sus ojos, se acerca y se agacha para quedar frente a su hermanito y como si la última década jamás hubiera pasado, lo abraza como siempre deseó y necesitó hacerlo. Te amo.
—Estoy en casa. —Le musita, acunándolo—. Finalmente estoy en casa contigo.
—Bienvenido. —Repite—. Bienvenido y no te vuelvas a ir.
Ahora sí nos enfocamos más en Eiji, si se fijan vamos alternando conflictos y aunque Ash le da el cierre a este fic, Eiji es el punto fuerte por así decirlo, oh sí, queda bastante que solucionar. Y bueno, Ash lo mencionó pero es importante para mí resaltarlo, no somos nadie para juzgar cuanto se esfuerza otra persona porque nosotros podamos esforzarnos más o menos, a veces cosas que para nosotros son realmente faciles e incluso damos por sentado para otros son muy dificiles e invalidar ese esfuerzo es cruel, a nadie le gusta ser invalidado. Y claro, esto es bien automatico, a Ash no le cuesta tanto hablar ahora (ah porque recuerden el inicio) ya que tiene a Griffin y a Max para empezar, pero Eiji no y le cuesta y lo hace de a poquito y eso es lo importante, lo hace, aun sino es tan drastico el cambio, lo hace a su ritmo. Esto se pone a prueba en los siguientes capítulos porque ¿a alguien le extraño lo del medico? Well~ Tratere de sacar igual actualización el viernes, sino el sabado.
¡See ya!
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