Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13.

¡Hola mis bonitos lectores! Okey, dejaré una advertencia por cualquier cosa acá, acontinuación se viene una nota extensiva de mi vida personal, sino es de tu interes o te incomoda, no la leas, pero es mi perfil y publicaré lo que quiera.

Pensé en dejar una pequeña notita en un anuncio, pero no me siento cómoda compartiendolo con tantas personas, así que aceptemoslo, tengo el mismo círculo íntimo de lectores en casi todos los fics, así que la dejaré acá. Creo que no es del todo un secreto o algunas personas ya han atado cabos sueltos e infieren que mi salud es una basura, tengo una condición un poco cronica en la que no entraré en detalles acá y tengo más recaídas de las que me gustaría, hoy estoy saliendo de una de ellas y tiendo a aislarme mucho del mundo cuando eso pasa y finalmente cuando solo queda malestar que te come viva. Desde marzo que tuve el accidente me ha costado mucho retomar mi vida y seguir acá con normalidad, siento que he estado en recaída tras recaída tras recaída más y más abajo, lo que me ha llevado a aislarme bastante porque me es dificil sentirme como persona y no como una masa enferma, así que incluso a las personas que tengo más cercanas y amo mucho me tardo como un mes en responder y me siento mal por eso, pero a la vez, me da demasiada verguenza responder al fondo de una recaída por muy burdo que suene. Actualizar  y leer es una manera bastante llevadera que tengo para descansar entre tanto malestar y el trabajo en sorpresa: una unidad de emergencia. Tenía que sacarlo nada más y de todas formas, siento que le debo una disculpa a varias personas de esta red por desaparecer así no más y responder los mensajes cada mil años, pero este fin de semana ha sido especialmente duro y vivo sobre lo que estoy pasando. Así que uf, solo quería que estas palabras quedarán en algún lado supongo y agradecerle a las personas que son capaces de preocuparse por mí a nivel humano y no tan anonimo. Se les quiere mucho.

Fuera de ese lloriqueo testamental, les dejó el capítulo escrito con mucho amor para variar, espero estar más activa en todos lados, estar tan encerrada me hace muy mal, pero me cuesta pedir ayuda o sacar las cosas, así que acá estamos. Era necesario ponerlo en palabras, gracias por leer hasta este punto. Suelo adaptarme bien, pero a veces solo quiero que el mundo se pare un rato y ya. Hoy es uno de esos días, hoy es un día donde quiero parar el mundo y retroceder unos cuatro años antes de que esto se saliera de mis manos, donde desearía no tener que ir a trabajar y estudiar y hacer entrevistas y solo poder respirar y recuperarme bien. Pero el mundo sigue girando y yo sigo girando con el.

Los dedos de Eiji tiritan nerviosos alrededor de los botones blancos de la camisa de franela, le queda grande, lo nota desde las mangas que aun arremangándoselas hasta los codos se le deslizan pasado la muñeca, hasta lo poco que le tapa de los muslos. Se mira ridículo, parece que la camisa se lo traga, se siente jodidamente expuesto y vulnerable, es tonta esa costumbre americana de dormir con ropa interior y ni siquiera debería ser la gran cosa, se ha quedado a dormir antes en casa de Aslan, incluso tuvo la osadía de aparecer de madrugada la vez pasada, sin embargo, el aire se aprecia distinto entre ellos dos. Sus yemas se deslizan por su cuello hasta su primer botón, juegan con el ojal, se cuestiona cómo se sentirán las manos de Ash tocándolo y se sonroja de inmediato.

Es culpa del olor, se excusa, porque esa camisa verde con cuadros negros huele demasiado bien. Es intenso, masculino y familiar.

¿Qué perfume será?

¿Perfume?

No.

Más bien, huele como...

—Ash.

Se corrige mentalmente, huele a Aslan y grandioso, ha enloquecido por esta cosa llamada amor, Eiji recuerda haber visto el amor de numerosas maneras, lo vio en el silencio de sus papás, en el esfuerzo que Ibe ejerció para mantenerse a su lado, en la mirada galáctica de Yue, en las porras de Sing. Pese a las adversidades de la vida, él ha sido muy amado.

Pero esta clase de amor es distinto, esta clase de amor es como el fuego.

Piensa en los ojos verdes de Ash y cree que la metáfora le sienta de maravilla, llamas indómitas son las que empapan su iris bajo sus pestañas cenicientas, las personas suelen temerle al fuego ante su destructiva naturaleza, es salvaje y sería un tonto si tratara de domarlo, llamaradas lo devorarían al punto de la ignición, basta con que Aslan desprenda la más mínima chispa para que Eiji se derrita y se deje consumir por sus llamas. Ese fuego lo tiene loco de amor, de deseo, de pasión y una infinidad de cosas que aunque no logra identificar, identifica perfectamente al culpable:

«Ash» como las cenizas.

«Lynx» o lince en inglés, porque nadie puede domesticarlo.

Ash Lynx.

Su amante, su destructor.

Su fuego.

—¿Vas a quedarte toda la noche encerrado en el baño? —Traga duro al escuchar su voz, se mira por última vez frente al espejo, sus hombros impresionan tan pequeños a pesar del deporte gracias a la prenda, supone que ha subestimado la brecha corporal entre ellos dos—. Vamos, onii-chan. Estoy muy ansioso por verte, no te pongas tímido ahora.

—Esto de que no tengas pijama no me agrada. —Suspira saliendo del baño con pasos retraídos, Yue lo ha visto incontables veces en sus miserias, Sing también, inclusive los chicos del equipo de pértiga, así que no hay nada de qué avergonzarse—. Esto es humillante.

—Es sexy.

—Te estás aprovechando.

—Mi casa, mis reglas. —Ash canturrea encima de la cama y Dios, tiene los pies descalzos en el piso, unos boxer negros apenas le cubren las caderas, dejando a la vista sus firmes muslos, son blancos y se encuentran recubiertos por una tenue capa de vellos rubios, nada arropa su fornido pecho níveo.

—¡Ash! —Gimotea rojo hasta las orejas—. Al menos podrías ponerte una polera.

—Yo duermo así todos los días, no cambiaré mis costumbres por ti.

—Eres un terrible anfitrión.

—Y tú un pésimo invitado. —Aslan no tarda en mostrarle un gesto obsceno con los dedos el cual es obviamente correspondido por Eiji, no dejará que lo comience a amedrentar por muy novio que sea y por muy loco que lo traiga—. Ahora ven, quiero acurrucarme contigo.

—Eres una dualidad bastante extraña, ¿te lo han dicho?

—¿Una dualidad? —Eiji piensa en voz alta, encaminándose hacia la cama, quedando entre los brazos de su novio y siendo cubierto por una esponjosa frazada, no es pesada y aun así, es muy confortante.

—Sí. —Musita, acomodando sus manos encima del pecho de Ash, quedando encima, sus pies se han encogido con timidez hacia las sábanas, como si no quisiese tocar nada, como si pudiese quemarse al hacerlo—. Bones y Kong te describen como si fueras un lince implacable y dieras miedo.

—Doy miedo. —Lo corrige—. Por algo soy el líder de la pandilla.

—Tal vez. —Eiji traza círculos sobre el pecho de su amante, le gusta la manera en que puede usarlo de lienzo, es sublime y angelical, a veces luce tan irreal...tan lejano, que debe tocarlo para reafirmar que no lo sea—. Pero en instantes así me pareces un gato doméstico. —Información que queda más que corroborada ante ese infame puchero, es muy adorable y en secreto, se profesa afortunado por ser conocedor de este lado mimoso y suave.

—Has estado hablando con ellos. —No es una pregunta.

—Claro que sí. —Pero le da una respuesta—. Bones es mi fan.

—Bones es fan de todo el mundo. —Chasquea.

—No de ti.

—Tonterías, es mi fan reprimido. —Y Eiji rueda los ojos entretenido por tan altanera declaración, su pierna se acomoda de manera inconsciente encima de las de Aslan, aunque la temperatura corporal de su novio suele ser más baja, es lo suficientemente caliente para atravesarlo entero, se relaja, sus pies terminan enredados bajo la complicidad de la manta mientras cae en una sensación soporífera, es dulce, como si recién hubiese bebido vino—. Impresionas haberte adaptado bien a mi familia.

—Tu familia es muy linda. —Entonces musita, usando el pectoral del rubio de almohada, dejándose caer acá y esperando poder quedarse para siempre—. Gracias por recibirme.

—¿Cuál gracias? Encuérate.

—¡Ash! —Chilla—. Estábamos teniendo una conversación seria. —Y lo golpea enfurruñado.

—No pude evitarlo. —Se defiende acariciándose el antebrazo como si le hubiese dejado un moretón y es un bebé. ¿Lince salvaje? ¿Líder de pandilla? ¡Patrañas! ¡Es un Holden bebé!

—Claro que podías.

—No podía. —Insiste—. Te ves realmente apetitoso con mi camiseta, ¿sabes? —El halago le deja el corazón agitado y doliente, es extraordinariamente débil cuando se trata de este chico y lo sabe, es un grave problema amarlo—. Lo siento, ¿qué me querías decir?

—Oh. —Retoma el hilo—. Que ellos fueron muy amables al recibirme de esa manera considerando lo del otro día.

—No te sientas culpable por aparecerte así. —Las manos del más joven se han cernido alrededor de su cintura, el toque sangra calidez y otras cosas que le vuelcan el corazón, puede escuchar los latidos de Aslan perfectamente desde esa posición, cree que este es su nuevo lugar favorito—. Griff es muy comprensivo, no te dejes engañar por su cara de ogro.

—Pensé que Max era el ogro.

—Todos los viejos lo son un poco.

—Si sabes que soy dos años mayor, ¿no?

—Exacto. —Eiji trata de patearlo, no obstante sus piernas se mantienen enredadas—. ¿Qué? ¿Acaso querías hacer algo? —Pregunta con una sonrisa jodidamente burlona y altiva, el moreno tiene unas inmensas ganas de bajarle el ego, pero se contiene (por ahora).

—Eres de lo peor. —Se limita a decir, escondiendo su cara contra ese pecho, gesto que seguramente le resulta adorable por lo intenso que se ha vuelto su ritmo cardíaco, su aliento escapa en una niebla blanca y sutil que eriza la piel del contrario—. Se te paran los vellitos. —Musita enternecido—. Eso es muy lindo.

—¿Cómo es tu familia?

—¿Eh?

—¿Cómo es tu familia? —Finalmente le pregunta y eso lo toma por sorpresa—. No hablas de ellos.

—Es... —Disfuncional, traumática, exigente, poco acogedora—. Normal.

—¿Normal? —Ash se intenta apoyar contra el respaldo de la cama para mirarlo, más, no lo permite, Eiji envuelve los brazos alrededor de su vientre, hundiéndose con todavía más reticencia encima de su tórax, siente el sonido errático de su respiración contenida y lo saborea, aferrándose con todas sus fuerzas a la magia de este instante en su refugio de tormentas—. ¿Qué es normal?

—Ya sabes. —Ríe sin gracia—. Normal.

—Eiji. —Hay un regaño implícito en su voz—. ¿Me dirás lo que pasa? —No tarda en suavizarse, Aslan le acaricia la nuca con una ternura extraordinaria, sus dedos cepillan una y otra vez los rizos a medio formar que se desparraman cerca de su cuello y eso le aprieta el corazón. No te merezco.

—No es nada. —Escamotea.

—Deja de decir que no es nada. Puedo ver cuando mientes, ¿lo olvidas?

—No lo he olvidado.

—¿Entonces?

—Es algo feo de decir. —Se encoge dentro de la camiseta, aspirando con nostalgia del aroma de su hogar—. No te gustará saberlo.

—Cariño. —Pero él lo llama con ese apodo tan dulce y ni siquiera le permite continuar—. Si te puedo prometer algo es que no te juzgaré por lo que sea que escondas.

—¿Estás seguro? —Eiji alza el mentón, está muerto de miedo y no se da cuenta hasta que Ash toma sus mejillas y lo mira a los ojos, su verde es transparentemente sincero, no es justo para él, piensa.

—Lo prometo. —Le asegura—. Todo de ti es bienvenido. —Y eso lo hace sentir como un muñeco de porcelana demasiado frágil al borde de una mesita, está a punto de romperse, porque no suele mirar los temas importantes y estos no desaparecen. Pero confía en Ash.

—Me distancié de ellos luego de la muerte de papá. —Susurra y odia decirlo en voz alta—. Mi mamá no fue muy acogedora con el duelo, sé que todavía lo vive a su propia manera y que está tan cansada porque compartió con mi papá toda su vida, fue su primer y único amor. Pero lo desterró de la casa, quitó todas sus fotografías, cerró sus pertenencias y nos prohibió hablar de él.

—¿Les prohibió hablar de él?

—No literalmente. —Le explica—. Mi hermanita y yo sabíamos que el tema la hería mucho, así que comenzamos a dejar de hablarlo, primero con mamá y luego entre nosotros, y luego no quedó rastro alguno de la existencia de mi papá, ni siquiera en mis memorias a veces.

—Eiji.

—Y está bien, tiene su derecho a estar de luto el tiempo que lo necesite, nosotros no le quitaríamos eso, pero a veces es...

Doloroso.

Muy doloroso.

Si bien, se encuentra tristemente normalizada la censura de su padre, Eiji recuerda particularmente la noche después del funeral, aun sino había logrado conciliar su sueño fueron los sollozos de mamá los que lo terminaron de despertar, recuerda haber estado muy asustado, porque más que un llanto, esos jadeos parecían ser los de un animal lastimado, se oía en dolor y claro que lo estaba. Compartió mucho pero mucho más tiempo con su padre, dormían en la misma cama, se cuidaban el uno al otro incluso en la enfermedad y ella se escuchaba tan triste hecha una bola en una cama de dos personas que ya nunca se volvería a llenar, amortiguando los gritos contra la almohada y repitiendo el nombre de su difunto esposo una y otra vez como si pudiese aparecerse. Eiji quiso ir a consolarla y estuvo al borde de hacerlo, más, su madre al día siguiente siguió funcionando con normalidad o al menos con esa normalidad robótica y poco humana que les había inculcado.

«Tu dolor es solo tuyo, Eiji».

Eiji, no Ei-chan. Fue luego de la muerte de papá que dejó de apodarlo con amor.

«No te puedes dar el lujo de ser una carga y compartirlo, no seas una carga para los demás».

Quizás su madre pensaba que los estaba protegiendo al cerrarles las puertas de su corazón y dejarlos descobijados, quizás pensaba que si no se hablaba de papá el dolor eventualmente empacaría y se iría de su hogar, quizás pensaba que encerrándose en sí misma los protegía. No fue así. Lo único que hizo esa mujer que pretendía mantenerse fuerte fue transmitirles a sus hijos que las emociones eran malas, reprochables y debían ser censuradas.

—Lo triste es que quiero bastante a mi hermanita. —Le confiesa, reincorporándose al cuarto gracias a los suaves toques que Ash se encuentra trazando en su espalda—. Pero apenas hablo con ella.

—¿Por qué? —El japonés frunce el ceño, pensativo.

—Porque cada vez que llamo a casa mi mamá me bombardea con miles de preguntas, ella no estaba contenta de que los dejara para irme a América, lo tomó como una traición luego de la muerte de mi papá, por eso me presiona mucho por teléfono y es como si tuviera que justificarme sobre porqué estoy acá siempre. —Su voz sube un par de tonos igual que una ópera in crescendo—. Es más, estoy seguro de que el día que fracase me arrastrará de regreso a Japón.

—No puede hacer eso, eres un adulto.

—Se nota que no la conoces. —Bufa amurrado—. Voy a pedirle a tu familia que me adopte.

—Eres más que bienvenido. —Y entonces Ash le presiona un beso encima de la frente y de repente, las cosas están bien otra vez, no porque la situación en Izumo haya cambiado, sino porque Ash está aquí, a su lado, haciéndolo sentir amado—. Puedes ser mi onii-chan.

—Ya no podría ser tu novio ¿sabes? —La sonrisa del más joven se esfuma en un santiamén, como si recién esto le cayese igual que un balde de agua fría y Eiji debe preguntarse seriamente por sus 200 puntos de IQ, impresionan falsos, al menos a su lado—. Eres un idiota.

—¡No es así! —Gimotea con las mejillas rojas por la humillación—. Pero no lo había pensado.

—Vaya genio. —Resopla y en un movimiento Ash cambia de posiciones, dejándolo contra el colchón para quedar arriba—. No me ofrezcas tu apellido sino puedes dármelo.

—Hay otras maneras en que puedes tomar mi apellido, Okumura. —Responde con coquetería, esos cabellos dorados caen con rebeldía hacia sus ojos extraordinariamente afilados y verdes, el moreno traga duro, el aire escapa de sus labios y siente la repentina urgencia de ser quemado por las llamas de este hombre—. Creo que tu nombre es demasiado bonito para no estar con mi apellido.

—¿No te estás adelantando un poco en nuestra relación?

—No lo creo. —Su voz resuena grave como un gruñido, su mandíbula luce tensa bajo la luz cristalina que se cuela por la ventana, aunque tiene los ojos entornados, su mirada está lejos de lucir cansada, parece que puede incendiar el cuarto entero con la intensidad de sus jades y así lo desea. Quémame.

—¿Ash qué estás...? —Tócame.

—Eiji. —Ámame—. Mi Eiji. —Entonces lo llama con aquel tono que le hace temblar las piernas, Aslan engancha sus dedos en el primer botón de la camiseta y lo tira, desabrochándolo en un espectáculo de sensualidad y obscenidad que le eriza la piel y le bombardea la sangre—. Te deseo.

—No podemos. —Apenas jadea, su corazón golpetea con un éxtasis que jamás había sentido—. Ash, no tenemos condones.

—Lo sé. —Murmura con su voz de seda, Aslan se inclina, presionando sus labios helados justo contra el cuello del moreno, consiguiendo que se estremezca—. No planeo llegar hasta el final.

—Ash.

—Quiero besarte. —Admite sin descaro—. Muero por besarte.

—Hazlo. —Y Eiji enloquece en este amor—. Puedes hacer lo que quieras conmigo. —Tal como si Ash hubiese estado esperando esa respuesta, alza su mentón con sensualidad y se relame, igual que un depredador hambriento contemplando a la cena, un brillo negro envuelve sus ojos antes de lanzarse y devorarlo.

Antes de quemarlo.

A Eiji le cuesta seguir el ritmo del beso, sus labios se mueven, chocan, se muerden, por un momento el lince se aparta para acomodarse mejor y poderlo tomar de la cintura con dureza antes de regresar a su boca. Siente ese torso musculoso cubierto por una ligera capa de sudor fundirse con su piel en tan estrecho abrazo, los dedos de Aslan se deslizan por debajo de la camisa, se estremece ante esos roces demandantes y ásperos, aprecia sus manos tocarlo por doquier y apretarlo con mucha firmeza como si sus caricias pudiesen quedar escritas con fuego y pasión.

—Voy a desabrocharte la camisa. —Le susurra.

Sus besos suceden desde su boca hacia su mentón, sus labios apenas le rozan la piel en primer lugar, sus manos se encuentran ocupadas desabotonando cada ojal de su camiseta de franela, se retuerce en la cama, escuchando los jadeos excitados de Aslan quemarle el cuello, sus labios no demoran en volverse demandantes, empezando a morder y succionar desde su oreja hasta su clavícula, no puede soportarlo, es demasiada estimulación y ya está erecto. Como si Ash quisiese transmitirle lo mismo, empuja sus caderas hacia las del japonés, mostrándole su propia dureza y mierda, el éxtasis lo tiene embriagado. Es grande, palpitante y caliente.

—A-Ash... —Jadea, sus ojos intensos brillan con ese tono verde que sabe que lo enloquece, ese que lo hace sumirse en un infierno de locura donde Aslan luce como un ángel etéreo e inalcanzable, lejos de su propio cielo y envuelto por las llamas—. Quiero tocarte. —Así que se atreve a decirlo.

—Hazlo. —Y la voz de Ash se escucha suplicante—. Tócame también.

Vuelven a besarse, las manos de Aslan se entierran en su cabello oscuro, retorciendo y tirando esos rizos rebeldes y consiguiendo que el resto del mundo y la existencia dejen de importar. Sus bocas se devoran con pasión y anhelo, Eiji estrecha con fuerza la fornida espalda de su amante, lo vuelve loco que sea tan ancha y definida a pesar de su contextura delgada, no deja ningún rincón sin tocar, saborear y explorar antes de descender suavemente hacia sus caderas, el moreno repasa con yemas los oblicuos abdominales del más joven, son sensuales, firmes y sólidos, desciende aún más, enrolla sus dedos en el elástico del boxer y lo acerca como si sus cuerpos no pudiesen soltarse más.

—E-Eiji. —Lo escucha suplicar con la voz cargada de sensualidad—. Me tienes tan duro y mojado.

—Ash.

—Hazte cargo con tu mano, me estoy volviendo loco.

Rompe el beso, Ash tira su labio inferior antes de lamerle el cuello, morderle la manzana de Adán y llegar hasta sus pezones, se dedica a succionarlos, Eiji introduce su mano dentro del boxer de Aslan y lo escucha gemir contra su oreja, está empapado y muy erecto.

—A-Ash. —El nombrado besa sus pezones sensibles, es una sensación eléctrica que lo arrastra, que lo quema, nunca lo habían tocado de esta manera y ahora que su novio lo ha hecho es consumido por el éxtasis—. Eso...eso se siente muy bien.

—¿Es acá? —Le pregunta con una sonrisa maliciosa, tirando de la aureola—. ¿Es acá donde te gusta?

—Sí. —Suspira con un gemido gutural—. Aslan.

—¿Quieres más? —Su aliento le eriza aún más el pezón, traga duro—. ¿Quieres que te toque más?

—Por favor. —Le ruega—. Te necesito, Ash.

El aludido crispa una ceja, su nombre se derrite como un caramelo en su lengua, las caricias fogosas lo intensifican todo mil veces más: el aroma tan masculino de Ash, sus toques demandantes, el sabor aun impregnado en su boca, su dureza contra su mano. Eiji lo empieza a estimular, se siente caliente, palpitante y muy firme entre sus dedos, recorre su extensión al principio con timidez, más, al recibir un jadeo repleto de placer se aventura con roces más agresivos. Ambos son un desastre tembloroso, sudoroso y excitado, se restriegan contra el otro, se devoran.

—Joder, Eiji.

Ash introduce su mano dentro de los calzoncillos de Eiji, eso lo hace estallar en llamas y tensarse, el calor le quema las mejillas, no puede evitar estremecerse al tener a tan atractivo hombre encajando su cuerpo con el suyo, preocupado única y exclusivamente por darle placer, teniendo el pene así de erecto por él y solo por él. Aslan lo toca con cuidado en la base, mientras más lo toca, más se relaja, un suspiro se ahoga cuando se vuelven a besar, el fuego que arde en su pecho se expande por todas partes, la adrenalina burbujea junto a la lujuria. Quémame, consúmeme, envenéname con tu amor.

Un placer inmenso lo arrastra hacia las profundidades de la obscenidad cuando su novio coge ambos miembros para empezarlos a masturbar al unísono, es caliente y húmedo, el toque lo derrite, el aire se ve cargado de intensidad, no puede concentrarse por todo el éxtasis desprendiéndose alrededor, su pene responde demasiado bien a las caricias de Aslan, ambos tocan los ejes al unísono, es la cosa más erótica que ha visto jamás, podría correrse solo por escucharlo gemir su nombre con esa pasión.

—E-Eiji...Eiji...Eiji.

Él repite su nombre una y otra vez antes de volver a capturar sus labios, sin romper la masturbación, usando su otra mano, Aslan consigue alzarlo y Eiji no puede evitar enredar sus piernas en sus caderas aunque sabe que no llegarán al final, lo quiere cerca, lo quiere hondo, lo quiere todo. Los dedos del moreno se curvan contra la longitud de su amante, cada instante que pasa parecen más impacientes y más sumidos en la locura, nunca se había sentido tan caliente, nunca había deseado a alguien más, nunca había querido estar a merced de...pero los ojos de Aslan son demasiado.

—Quiero correrme. —Eiji clava sus uñas en la espalda del más joven, tratando de aguantar el ardor en su propia polla, el líquido preseminal les ha facilitado la lubricación, la habitación está repleta de una sinfonía obscena.

—Corrámonos juntos. —Ordena, presionándole un beso en la mandíbula antes de delinearla con los dientes y bajar hacia su cuello, marcando un chupón—. Mierda, Eiji.

—¡Ash!... ah.

La voz le escapa arrastrada mientras se ahoga, Eiji se estremece deliciosamente, sintiendo la mojada piel desnuda de Ash contra la suya, sus labios batallan con fiereza, la dureza de la masturbación es...

Es demasiado.

Todo es demasiado caliente.

Tener el pene de Ash contra el suyo, tener la mano de Ash para su placer, tener los labios de Ash en su cuello mordiéndolo, tener el pecho de Ash presionándolo, tener a Ash así es...el semen empapa sus vientres, se corren al mismo tiempo en un jadeo entrecortado, Eiji cree haber llegado al mismo infierno ante tanto candor, Aslan cae encima, lo abraza y se acurruca en busca de mimos, el olor del sexo y la transpiración lo hace sonreír.

—Eso fue intenso. —Aslan musita, los latidos de su corazón siguen erráticos a causa de la adrenalina, su pecho sube y baja con ferocidad, como si estuviese en la cúspide de una montaña rusa—. Deseaba tocarte. —Entonces confiesa luciendo un poquito apenado y eso lo hace reír, porque las endorfinas aún revolotean en el cuarto y aún tienen salpicado semen en la cama.

—También quería tocarte. —Le confiesa, sus alientos escapan violentos y discontinuos, sus dedos se enroscan alrededor de los mechones dorados mientras se reincorpora al cuarto y a su propia piel, pero algo ha cambiado, algo ha cambiado en él—. ¿Lo hice bien?

—¿A qué te refieres? —Eiji se esconde dentro de las sábanas.

—¿Te gustó? ¿Te toqué bien?

—¿Bromeas? —Ash se levanta igual que un gato enfurruñado—. Fue lo mejor de mi puta vida.

—¡Ash! —Lo regaña con gracia—. Matas el romance.

—Lo siento, lo siento. —Se ríe, suavizando esos ojos verdes—. Estoy muy enamorado de ti y me ha encantado la forma en que me has tocado. Eso era lo que quería decirte. —A pesar de lo que acaban de hacer esas palabras lo queman, lo tragan, lo matan, lo devoran y lo dejan más desnudo que nunca sobre la cama.

—Es lo mismo para mí. —Dice, presionándole un beso encima de la frente.

—¿A qué te refieres? —Juguetea, es un caprichoso y lo peor es que Eiji disfruta saciando susodichos caprichos—. No lo entenderé a menos que seas explícito, onii-chan. —Claro que canturrea el apodo solo para molestarlo.

—Estoy perdidamente enamorado de ti y me ha encantado cómo me has tocado, Ash. —El aludido sonríe con las mejillas muy rojas y brillantes, sus brazos han envuelto su vientre con recelo, le gusta, lo hace profesarse protegido y amado.

—Me alegra escuchar eso. —Susurra adormilado—. Estaba preocupado.

¿Podría quedarse acá para siempre?

¿Podría quedarse a su lado?

Espera que no le moleste, más, ha construido una casita en su corazón.

—Buenas noches, onii-chan.

—Buenas noches.

Eiji es propenso al estrés en cuestión de la higiene del sueño, su pasión demanda estructura y reglas bastante rígidas, sabe que sino duerme lo suficiente no rinde lo suficiente, eso lo llevó a aislarse del ambiente universitario en reiteradas ocasiones, por lo mismo le resulta extraño compartir cama con Ash y su terrible dormir, su novio no solo acabó siendo un roncador empedernido, sino aun soñando no fue capaz de despegarse y dejar de restregarse sobre Eiji, estrechándolo más y más fuerte apenas presentía sus intenciones de apartarse. Así que sí, no pegó un ojo en toda la noche y aun siendo tan consciente de las consecuencias para la práctica de hoy, le importa un carajo.

No se miente, despertar y ver la sonrisa adormilada de Ash hacer tantas estrellas que crean su propia constelación, vislumbrar sus ojos de jade relumbrar como ni siquiera lo creyó posible y pasear cada uno de sus dedos entre sus cabellos lacios ha sido invaluable y lo tiene hecho un romántico. Le gustó ducharse en la tina de este apartamento, lo hizo reír ver apenas un envase de shampoo en contraste a las cientos de botellas que Yue suele acomodar en cada azulejo disponible, le gustó que le prestara una camiseta bajo la excusa de no tener más ropa cuando solo quería pasarle algo suyo y lo que más le gustó fue sentarse en la cama, con Aslan acomodado en el suelo y secarle el cabello, procura tener cuidado con sus toques y no tirar las puntas, se dedica a cepillar la base con sus puras yemas, el olor del jabón fundido a su esencia han inundado el cuarto y lo trae mareado. Sí, definitivamente lo tiene loco el aroma de su pareja.

—¿Esto se siente bien? —¿Quién diría que Ash sería el tipo de novio que ama los mimos y Eiji el tipo de novio que adora satisfacerlos?

—Se siente de maravilla. —Aslan confiesa relajado, tiene los párpados cerrados y una sonrisa apenas perceptible e inconsciente levantándole los hoyuelos—. Nunca había dejado que me secaran el pelo.

—¿Por qué no? Tienes un cabello bastante bonito.

—Me gusta más el tuyo. —Entonces le confiesa, arrojando la nuca un poco para atrás y mostrándole esos ojos que tantas veces lo han hecho suyo—. Me gusta que sea esponjoso y negro. —El aire flota de sus labios en una niebla fantasma y mentolada, le delinea el cuello en un escalofrío que se difunde hasta su columna vertebral y lo hace apretar ansioso el mango del secador. Respira. Respira. Respira.

—Me gusta mucho más el tuyo, me recuerda al sol. —Ash le da una sonrisa irónica por esa acotación como si le tratase de decir que el sol es autodestructivo y por esa razón el comentario, la hiperalerta lo frustra de vez en cuando, Eiji no tiene malas intenciones y es frustrante que Aslan pase buscando malas intenciones por doquier, no obstante sí funciona así es por algo, se fuerza a ser abierto porque nadie es hiperalerta por puro deseo—. Ambos irradian bastante luz. —Por ende, lo explica lo mejor que puede en lugar de dar por hecho que él lo entenderá, es lo que merece y no caerá en invalidarlo.

—¿Irradiar luz?

—Sí. —Una sonrisa tímida surca entre los mofletes del moreno.

—¿Crees que irradio luz? —Eiji peina un mechón con sus yemas, lo intenta enroscar alrededor de la base, más, al ser lacio se le escapa una y otra vez, es porfiado y no debería extrañarle considerando al dueño—. ¿Lo dices en serio?

—Sí . —El secador tira soplos altos y ásperos, no tendría que escuchar nada además del motor, sin embargo se ha vuelto consciente de los latidos arremetiendo hasta en sus dedos y le quema—. Creo que eres deslumbrante, Ash.

—Creo que te afectó demasiado el refresco de anoche. —Se ríe en una broma y eso le duele, porque significa que no sabe lo deslumbrante que realmente es. Apaga el secador para dejarlo de lado sobre la cama, su cabello ya se encuentra seco y ligeramente esponjado por el frizz—. ¿Eiji?

—Creo que eres deslumbrante. —Entonces le repite, incitándolo a que se dé vueltas, tomándolo del mentón para fundirse en un intenso contacto visual, están cerca, tan cerca que cuenta esos racimos blancos de pestañas en tímidos aleteos y besos sin consumar aún—. Eres mi sol y yo orbito alrededor de ti. —Bastan de esas palabras para que su lienzo de pecas haga ocasos purpúreos y rosáceos.

—No sabía que se te daban las cursilerías.

—Alguien tiene que ser el cursi en la relación. —Ash ríe, levantándose del piso para sentarse encima de su amante y quedar a horcajadas.

—Tienes razón, onii-chan. —La presión entre sus caderas hace que el cuarto estalle en llamas—. Te sienta de maravilla ser el cursi de la relación.

—Estás pesado. —Eiji carcajea nervioso, sintiendo los toques del más joven derretirse en su cuello, su respiración erráticamente sensual apenas le roza la manzana de Adán, le quema, Ash es como el fuego, deben apartarse o van a arder.

—Déjame arreglarlo. —Y con un grácil movimiento intercambian posiciones, ahora es el lince quien yace sentado sobre la colcha y Eiji quien queda expuesto arriba, intenta no apoyar su peso sobre su novio para no lastimarlo, pero sus intenciones son transparentes y Aslan se asegura de evitar aquello al presionarle los muslos, el toque de sus dedos contra su piel desnuda es exquisito—. ¿Mejor?

—No. —Su corazón late rápido, realmente rápido—. Ahora te estoy aplastando yo.

—Soy más fuerte de lo que parezco. —Le confiesa—. Son todos esos músculos cerebrales.

—Idiota. —Ríe y esa risa escapa entrecortada, porque los dedos de su amante han ascendido hacia su nuca y sus narices apenas se rozan—. Estás demasiado cerca.

—¿Te da miedo haber volado tan alto hacia el sol? —¿Te da miedo quemarte?

—No. —Es sincero, no le importa si Ash lo consume todo a su paso—. No le tengo miedo al sol.

—Es gracioso que digas eso. —Musita con un tono extraordinariamente aterciopelado—. Porque yo siento que es al revés y tú eres el sol, eres brillante e iluminas mi soledad, tu luz es tan potente que me lograste encontrar sumido en la oscuridad. —Sus manos se hunden en las mejillas de Ash, trazan un mapa sobre cada estrella de peca en esa galaxia rojiza y la memoriza—. Creo que eso te convierte en el sol.

—Creo que estás delirando. —Se burla sin ser en serio, navegando desde su mentón hacia su nariz, deleitado por detalles tan ínfimos y sutiles que nadie lograría apreciarlos a simple vista, pero ese es el secreto de la belleza salvaje de Aslan, es necesario ser paciente y esperar a que florezca, igual que un tímido capullo de rosa para apreciarlo en su totalidad magnífica.

—¿Eso crees?

—Así es. —Tararea—. Y creo que sigues caliente por lo de anoche. —Entonces él ríe y Dios.

—Probablemente. —Le encanta esa risa—. Nunca había deseado tanto a alguien.

—Yo tampoco.

—Perdí el control de mí mismo, pensé que podría aguantar mejor porque suelo dormir en el mismo cuarto apestoso con los chicos de la pandilla, incluso he compartido cama con Shorter y Alex gracias a las lacras desvergonzadas que son, pero contigo fue... —Su boca tiembla con nervios—. Diferente.

—¿Diferente?

—Sí. —Admite, acomodándole un mechón detrás del oído, el toque le quema hasta la nariz—. Eres diferente, Eiji. —Su voz arde por la extensión de su cuello, desciende desde los bordes de su barbilla hasta su clavícula, Ash se inclina, presionándole un beso justo donde ha dejado un chupón (uno de varios, van a ser difíciles de ocultar) y marcándolo aún más en un roce de dientes—. Sacas una parte que no conocía de mí mismo y eso me intimida.

—¿En el mal sentido? —Niega.

—En el sentido de que odio que nos tengamos que esconder, en el sentido de que amé poder pasear de la mano contigo camino a mi casa y llevarte el bolso deportivo y besarte hasta que las bocas nos dolieron y escucharte reír con Griff y el viejo, en el sentido de quiero ser el primero en las graderías cuando saltes y vueles alto, quiero escuchar historias de tu papá aunque sean amargas y quiero que tú escuches las mías, en el sentido de estoy dispuesto a llegar a una tregua con Yut-Lung Lee aunque apenas lo soporte porque para ti es importante y por ende, para mí también.

—Ash.

—En el sentido de... —Sus miradas se detienen, encontrándose una a la otra—. En el sentido de que quiero que te quedes a mi lado. —El corazón le brinca con fuerza, Eiji debe tensar su agarre encima de la camiseta celeste para evitar desmoronarse por esta simple e inocente petición.

—Aslan. —Suelta en un jadeo y de repente, se siente extraordinariamente frágil y expuesto encima de su regazo con sus brazos rodeándolo y adorándolo, se siente como una pieza de porcelana o más bien como una bailarina de ballet dentro de una cajita musical, está bien, no lo negará. Aslan lo hace sentir tan débil porque lo ama y es aterrador y es frustrante y es confuso. Y aun así...Es maravilloso.

—No tiene que ser para siempre. —Le confiesa con el alma sangrante, sosteniéndolo con los dedos flotando en sus espaldillas, es casi como si temiera hacerle daño o quebrantar la ilusión, como si Ash fuese fuego y su amor pudiese convertirlo en cenizas—. Aunque solo sea por ahora.

«Para siempre».

Para siempre, quiere decirle.

—Para siempre. —Y lo hace, presionándole un beso encima de la nariz, fundiéndose con su calidez, permitiendo que este sol voraz lo devore y lo haga cenizas, está bien esfumarse en lugar de perecer, está bien mientras sea a su lado—. Odio esta tonta guerra entre pandillas.

—Entonces pongámosle fin.

—¿Aún crees que Yue quiere razonar contigo?

—No lo sé. —Es sincera su fragilidad, tan transparente y pura como el aleteo de una mariposa—. Ni siquiera tengo una pista, solo sé que estoy dispuesto a intentarlo por ti.

—¿Eh? —Sonríe—. Mira quién acabó siendo el cursi de la relación.

—Me has subestimado. —Se burla con coquetería acomodando sus manos en la cintura del japonés, encajándolas ahí como si pudiesen pertenecer—. Soy un novio jodidamente romántico ¿sabes? No te faltarán los libros de Hemingway y Salinger a mi lado.

—¿Tu concepto de romance tiene que ver con peces plátanos y leopardos congelados?

—Claro que sí.

—Eso es tan sexy, bebé. Me siento caliente otra vez. —Y vaya que el comentario lo hace enfadar.

—Al menos mis autores son mejores que tu pajarraco horrible.

—¡Nori Nori no es horrible! —Le grita medio cabreado y completamente ofendido—. Es genial, solo que tú no sabes apreciar su belleza.

—¿Nori Nori? ¿Así se llama el pájaro estampado en tus calzoncillos? —El comentario lo hace hervir igual que una tetera.

—Pensé que no te habías fijado.

—¿En tu ropa interior matapasiones? —Sonríe el desgraciado—. Claro que me fijé, solo que no dije nada porque lo de adentro era mucho más interesante. —Sus dedos vuelven a enroscarse alrededor del elástico de sus shorts para tironearlos, poniéndole los vellos de punta y el corazón a mil.

—¡Eres de lo peor! —Gimotea amurrado, intentando liberarse del agarre posesivo del lince—. ¡Ash! Suéltame, debo ir a practicar a la universidad y tú tienes clases.

—No quiero dejarte ir. —Musita con un puchero tan adorable que le genera un vuelco de estómago, lo mira acomodarse encima de su pecho y lo incita a permanecer tal cual, con él encima a horcajadas de su cadera y con la boca de Aslan presionando su clavícula, con sus palmas delineándole la espalda y la peor parte no es esa queja, sino lo mucho que Eiji disfruta de semejante intimidad—. Desearía poder estar ahí en el gimnasio para verte volar, Bones dice que eres impresionante.

—Bones exagera.

—Aunque lo hiciera. —Se encoge—. Me gustaría verte. —Y se escucha decepcionado.

—No pasa gran cosa, las prácticas son aburridas.

—No pueden ser aburridas si estás ahí.

—Soy muy aburrido, Ash. —Se ríe, recordando las palabras de su madre—. No soy gran cosa.

—Lo eres. —Aslan lo detiene—. No hay nada de aburrido en ti, Eiji Okumura.

—Pero...

—Eres deslumbrante ¿recuerdas?

Y esas palabras tal vez lo hacen un poquito más feliz de lo que deberían.

Piensa en su complementariedad, supone que Ash tiene el papel de rudo, fuerte e incluso aparenta cierta incapacidad emocional, el depredador de la relación marcado del inicio, mientras que Eiji sería la presa, más débil, más frágil, y sería simple verse en los opuestos extremos, entonces sería factible mantenerse en la fachada de enemigos. Pero son seres humanos, no conceptos. Y es verdad, Ash se maneja mejor en entornos hostiles y le queda la etiqueta de lince voraz o fuego salvaje, sin embargo, es muy frágil emocionalmente y aunque Eiji tenga el paralelo a una presa oculta una gran convicción. Ambos tienen carencias y miedos, más, se retroalimentan y son capaces de aprender el uno del otro, de hacerse mejor y cree que a fin de cuenta eso son las relaciones humanas, al menos las de verdad. Piensa en Ibe, en su madre, en su padre, en Yue, en Sing, en Lao, en la pandilla, en el equipo de salto de pértiga y se pregunta qué hará a Ash tan diferente. Tuvo una vida para construir su propia carcasa congelada, una carcasa de sobreadaptación, una carcasa repleta de puedoconelmundoentero y estoybien, una que grita: «No te puedes dar el lujo de ser una carga, no seas una carga para nadie o los harás sufrir».

Quizás es eso, tal vez cómo Aslan se sintió igual que una carga a su manera lograron ver a través de la carcasa del otro y descongelarse. O quizás, Eiji está siendo romántico y simplemente lo dejó entrar detrás de su carcasa congelada y ya.

—No hagas pucheros mientras comes, Aslan. —El regaño de Griff le saca una sonrisa, están sentados en la mesa, Max tiene su mano envuelta en la cintura de su prometido, el aura que desprenden casi tiene sabor a azúcar y caramelo—. Es de mala educación.

—No estoy haciendo pucheros. —Refunfuña.

—Los haces. —Su voz es comprensiva—. ¿Qué ocurre?

—Es solo que... —Suspira, dejando que el aire escape de sus pulmones—. Me gustaría poder asistir a algún entrenamiento de Eiji, pero es imprudente y no puedo. —Esa confesión le presiona el pecho, porque entiende esa impotencia y la aborrece.

—Ash. —Le da la mano por encima de la mesa y lo confiesa, ama cómo encajan, es perfecto—. A mí también me gustaría que fueras un día, pero no creo que sea posible dadas nuestras circunstancias.

—Sería más fácil sin el tema de las pandillas. —Max musita, llevándose una tajada de tocineta igual que un perro hambriento a la boca—. Deberíamos dejar las pandillas afuera.

—Gracias, Einstein. —Bufa—. No se me había ocurrido.

—¡Mocoso! —Gimotea de vuelta, acusándolo indirectamente a Griffin—. A lo que me refería es que podrías acercarte a la práctica sin el tema de las pandillas de por medio.

—¿Cómo?

—Conmigo. —Dejan de comer en la mesa—. Podría fingir estar haciendo un ensayo sobre deportes o algo así y obligarte a ser mi asistente, de esa manera me tendrías que acompañar por el campus y ver las prácticas deportivas.

—Esa es una terrible... —Su ceño se aligera, su mirada se suaviza—. Es una buena idea.

—Gracias.

—¿Estás seguro de que se te ocurrió a ti? —Eiji ha descubierto que este es su lenguaje del amor, en secreto Aslan adora molestar a Max y ver sus reacciones, y en retrospectiva era bastante predecible terminar en una relación amorosa si de esta manera el lince manifiesta su cariño—. El Alzheimer no puede permitirte pensar eso, debiste hacer trampa.

—¡Ash! —Chilla con fuerza—. Que no estoy tan viejo.

—Claro, no me escuchaste, debe ser por tu sordera, perdón. —Lobo parece al borde de un colapso emocional, es necesario que Griffin lo envuelva entre sus brazos y le sobe la espalda una y otra vez, aplacando de manera progresiva el malestar que su propia vejez le ha generado—. No llenes a Griff con tus mocos, es desagradable.

—Es mi prometido, puedo llenarlo de lo que quiera.

—¡Viejo! —Ash lo patea por debajo de la mesa—. No seas asqueroso.

—Hablando de cosas asquerosas. —Y se recupera antes de lo esperado, reincorporándose en la silla y secándose una lágrima falsa con histrionismo—. La próxima vez que tu adorable y dulce novio...

—¿Adorable y dulce? ¿Eiji Okumura? ¡Ja! Debes haberte confundido porque este tipo no...¡Auch! —Entonces lo patea adorable y dulcemente por debajo de la mesa.

—¿Qué dijiste, cariño? —Le pregunta con falsa inocencia, apretando su mano—. Termina la oración.

—No es nada. —Traga duro—. ¿Decías anciano?

—Tendremos todos tus álbumes de bebé para avergonzarte como corresponde.

—¡Oh, vamos! —Se para indignado de la mesa—. Esto ya no es divertido, esto es maldad.

—Lo siento, Aslan. —Griffin es quien da la palabra final—. Cuando te presenté a Max lo primero que hiciste fue humillarme contándole las historias más ridículas de mí, es mi turno, no, más bien, es mi responsabilidad de hermano mayor asegurarme que mi cuñado conozca absolutamente todo sobre tus anécdotas vergonzosas y las use en tu contra.

—Los odio. —Bufa, tensando sus brazos contra su pecho—. Los odio mucho.

—También te amamos.

Es gracioso cómo Eiji se siente mucho más él mismo estando fuera de su propia realidad, metiéndose en la de Ash y construyendo un hogar puesto que su mundo se ha tornado inhabitable, insostenible, hostil, sí, es como tratar de respirar en el espacio exterior sin un casco o un tanque de oxígeno. Pero tarde o temprano debe regresar. Y la realidad lo abofetea de golpe y derrumba su optimismo en un santiamén, no porque lo haya hecho mal en la práctica, de hecho, se sintió más motivado e inspirado que nunca, volvió a saborear ese disfrute a su vocación mientras surcaba los cielos.

¿El problema entonces?

—No es suficiente.

El entrenador Fox lo ha citado a su oficina luego del entrenamiento y le ha escupido la verdad en la cara.

—No es suficiente lo que estás rindiendo, no lo estás intentando en serio. —Estas palabras... —. No das tu máximo potencial, te tomas esto como un juego.

—No es verdad.

—Eso es mil veces peor entonces. —Estas palabras. Estas palabras. Estas palabras—. Porque si esto es todo lo que tienes para ofrecerme, deberías tirar la toalla.

—¡Pero eso...!

—No seas una carga para el equipo.

«No te puedes dar el lujo de ser una carga».

No seas una molestia.

No me estorbes así como le estorbaste a papá.

Y de repente el miedo se diluye en un mar de emociones mezclándose para que escuete la rabia, Eiji aprieta los puños, conteniendo y tragándose el dolor, intentando no ser una maldita carga pero tras elevar el mentón no ve a su entrenador ni se encuentra en su oficina, ve a su padre agonizando bajo una mugrienta bata de hospital con el corazón muy débil y a su madre gritándole a él y a su hermana por no pasar el tiempo suficiente con su papá, por haberse equivocado, ve al personal conteniéndola e intentando calmarla, ve la mirada hueca de su padre que le suplica con sus últimas palabras: «Eiji, no se la pongas más difícil a tu madre».

No seas una carga.

Sé el hombre de la casa.

Eres el hombre de la casa ahora.

Y si has elegido el salto de pértiga sobre mí, al menos asegúrate de no fallar. No dejes que me muera en vano.

—No creas que me dejaré convencer con tus lágrimas de cocodrilo, eres un hombre, Okumura. Esto es patético. —Le dice, apuntándole hacia la salida, agarrando las cuchillas con las que desea cortarle las alas—. Largo, no tengo tiempo para esto, Mizuno ocupará tu lugar como candidato.

—No.

—¿Qué?

—No. —Repite, parándose con firmeza, apretando aún más los puños, el aliento le corta entre todos los dientes como si fuese una navaja, el frío del cuarto quema—. No necesita buscar un reemplazo.

—¿Por qué no? —El entrenador parece intrigado, ha suavizado su voz, más, Eiji no está del todo en este cuarto, tiene un pie puesto en el pasado y otro en un futuro borroso que mientras más avanza, más borroso se torna—. ¿Qué harás para impedírmelo? Es mi decisión hacer lo mejor para el equipo.

—Dijo que usted podía ofrecerme alguna clase de ayuda. —Tiembla, esforzándose por mantenerse firme y no colapsar porque presiente que es una terrible idea y marcará el inicio del final—. Lo que usted me dijo es que si se lo permitía no necesitaríamos rehabilitación ni ninguna tontería.

—Así es. —Fox tararea, mostrándose complacido con una sonrisa lenta—. Pero mi ayuda tiene costo y no se la doy a cualquiera, ¿estás seguro de ser digno?

—Sí. —Se condena—. Lo estoy.

—Muy bien. —Fox lo halaga, acariciándole la espalda y contándole acerca de sus fantásticos planes con la pértiga, no obstante, Eiji permanece vacío, escuchando una y otra vez las mismas palabras que pronunció su padre:

No seas una carga.

No seas una carga.

No dejes que muera en vano.

Escribir lovestruck siempre es un confort aunque sean los puntos más duros de la trama, puedo respirar en paz otra vez. Bueno, el siguiente capítulo deberiamos volver con Ash, aunque existe la posibilidad que sigamos con Eiji, todavía esta en planificación cómo se dará la siguiente patita de este arco. Mil gracias a las personas que me soportan, Dios, tienen un lugar ganado en el cielo y eso, espero vernos el viernes y ya mañana sentirme más persona que hoy.

¡See ya!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro