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IV Surprise IV

Después de encontrar a Hoseok, Yoongi lo llevó hacia unas rocas lo suficientemente grande como para sentarse, a las orillas del lago. Yoongi tomó ambas manos del joven, estaban frías; se preocupó un poco, el aire era helado y pesado, tal vez porque la niebla estaba comenzando a espesarse -. H-hoseok, necesito decirte algo...- dudó un poco, Hoseok lo miró con total atención -. Dime, cielo, soy todo oídos-. Se puso un poco nervioso, pero prosiguió.

-P-pues, mi padre me d-dijo que tu familia siempre han sido unos marg-. Ni siquiera pudo acabar la oración cuando Hoseok lo interrumpió- ¡Ah! Amor, no creas en todo lo que se especula; claro, mis abuelos eran unos marginados, pero mis padres decidieron mudarse al reino vecino-. A Yoongi se le hizo totalmente extaño; el reino vecino se encuentra al otro lado del bosque prohibido, y está prohibido por una razón...

-B-bueno, yo quería p-proponerte que, ya que eres tú sólo, ¿p-por qué no te mudas a mi reino?, digo, y-yo puedo hacer que mis padres te acepten en el castillo, y, tal vez, puedas vivir e-en mi h-habitación, ¡claro!, si t-tú quieres...

-oh, pues... no me parece tan mala idea, amor, pero yo ya me había instalado en un lugar alejado por una razón-. Hoseok se notaba nervioso, a Yoongi le dolió hasta el alma cuando vio cómo Hoseok apartaba las manos de las suyas en un movimiento desesperado por irse -. ¡P-perdón si te incomodé, n-no fue mi intención!-

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Pasaron al menos tres semanas después de ese encuentro, Yoongi tenía que seguir forzosamente con su vida y sus obligaciones de príncipe, mientras que su amado estaba rondando a las orillas de su reino, entristecido al pensar que su Yoongi nada más hablaba con él para beneficio del reino (de tener a todos los aldeanos en su régimen gubernamental).

-Hoseok no es malo, papá, ¡créeme cuando te digo algo, por favor!- Yoongi no podía hacer nada contra las reglas del rey, pero también es su papá, así que, con su corazón destrozadamente enamorado, intentó razonar con su padre -. No pienso discutir esto contigo-. Le dijo con toda su autoridad-. Alguien que no sigue las reglas no es de fiar-. Aseguró.

-Él es un millón por ciento mejor persona que la mitad del pueblo-. Musitó más para sí mismo que para su padre-¿Qué... mierda...dijiste, Min Yoongi?- Que Dios lo salve, porque ni su madre se interpondrá...

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Aún con el cuerpo dañado casi hasta los huesos, Yoongi salió a rastras del castillo, adolorido por los moretones que se empezaban a formar en sus rodillas y muslos. Se arrastró hasta la reja que dividía la entrada trasera del castillo con el bosque, hasta que se topó con un par de piernas cubiertas por un pantalón ligero color verdoso- ¡¿Y-Yoongi?!, ¡¿qué te han hecho, mi amor?!-preguntó Hoseok, totalmente alarmado. Se arrodilló ante el príncipe, examinando su rostro, tomando sus mejillas con ambas manos.

Sollozó, no aguantaba ver a su amado en ese estado, sabía que él no podía hacer nada sobre el rey, pero si servía de algo, haría lo que el rey le ordenó a su familia durante tanto tiempo.

-Mi amor, si fue por mí que te malhirieron así, yo pagaré con mi vida, mi estadía en el castillo o lo que el rey quiera, pero n-no te quiero volver a ver así...- Era demasiado, tal vez muy precipitado, pero si la siguiente vez que viera a Yoongi lo encontraba igual de herido, habría grandes concecuencias para el rey, aunque eso le costara la vida.

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Hoseok ayudó a Yoongi a volver a su cuarto nuevamente, entrando por una puerta secreta que sólo conocía Yoongi -. No te vayas, por favor. Quédate un poco más, Hoseok...-

-Sabes que no lo puedo hacer, cielo. Me podrían encarcelar por entrar a la alcoba del príncipe-. Razonó Hoseok; en cambio, Yoongi no estaba conforme con esa respuesta, en absoluto -. ¡Yo soy el príncipe, yo t-también tengo autoridad!, s-sólo... no me dejes aquí abandonado. Y-yo... ¡estoy enamorado de tí, ¿sí?!-. Yoongi lo encaró descaradamente, dejando atónito al joven-. Y-yo no tenía idea de que te sentías a-así...- comentó -. Y-y me da demasiada vergüenza decir esto por el tiempo que tenemos de conocernos, p-pero... yo t-también te amo. Ya me tengo que ir...

-¡Espera!, y-yo quiero... ¡quiero escaparme contigo!, sácame de aquí, por favor-. Susurró lo último, como si supiera que sus padres iban a pasar por ahí.

-Mmmh, bien.

Cualquier falta ortográfica háganmela saber de inmediato.

-A mi amor, Monse. -

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