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6


Kutahya
1545

Aurora se despertó observando al príncipe el cual estaba en su escritorio nuevamente con papeles, parecía bastante estresado.

—Príncipe...—Habló un poco somnolienta.

El levantó su mirada a ella, bastante serio como para lo que había ocurrido durante la noche.

—Aurora.—Saludó.

—Buenos días.—Le mostró una sonrisa sincera mientras se levantaba cubriéndose entre las sábanas.

El solo asintió con la cabeza mientras la castaña se acercaba a él, Bayaceto se inclinó dejándola sentarse sobre sus piernas pero no parecía feliz del todo.

—¿Sucede algo?—Habló curiosa.

—No, puedes irte.—El contesto con sequedad a lo cual ella se levantó indignada.

Tan solo le lanzó una mirada llena de rabia y se volteó a buscar su ropa, más que ambiciosa era orgullosa no se dejaría pisotear ni ante el príncipe ni nadie.
Al terminar de vestirse observo de reojo a Bayaceto quien le devolvió la mirada.

—Príncipe.—Reverenció y se marchó sin decir más.

Camino por los pasillos bastante enojada, sabía que a pesar de su despedida el príncipe la recompensaría y la llevarían a los aposentos de favoritas. Ya en el harem busco con la mirada a Emin y finalmente lo encontró regañando a unas concubinas.

—Tengo que hablar contigo.—Dijo apenas llegó.

—Hatun, ¿No ves que estoy...?

—Ahora.—Gruñó.

—Que mujer tan molesta.—Entrecerró los ojos y camino a su lado.

—Pase la noche con el príncipe.—Explicó.

—Felicidades.

—No, nada de felicidades... Ese- Idiota.—Puso sus dedos en el arco de su nariz.

—Cuida lo que dices, no quiero que te decapiten.—Emin habló.

—No entraré en detalles, solo... Sea lo que sea que me regalen, oro, joyas, telas ¡Lo que sea! Quédatelo, no quiero nada de ese príncipe.—Se cruzó de brazos.

—Sus deseos son órdenes.—Sonrió.

—Y no quiero ir a los aposentos de las favoritas.

—Pero-

—Sin peros, no iré, y si tengo que decírselo en la cara al príncipe lo haré.—Balbuceo.

—Aurora.—Cihan apareció cruzando la esquina del pasillo.

—Sultana...—La reverenció.

—¿Donde haz estado? No te veo desde ayer.—Habló curiosa.

—Yo- Anoche fui a la enfermería a que revisaran mi mano, me quedé dormida en una de las camas.—Mintió.—Lamento haberla preocupado sultana, pase la mañana con Emin Aga.

—Así es, solicite la ayuda de la señorita discúlpeme sultana.—El Aga agacho la cabeza.

—No se preocupen, Aurora, ven conmigo.—Cihan hablo calmada.

La castaña siguió los pasos de Cihan como solía hacerlo.

—Sultana hay algo que debo decirle...—Si quería distanciar a Cihan del príncipe debía poner su plan en marcha.

—Dime.

—Durante mi recorrido con Emin Aga el me contó que...

—¿Que?—La sultana detuvo su caminar y volteó a ver a su criada.

—Anoche el príncipe pasó con alguien del harem.—Habló rápidamente.

La sultana mantuvo el silencio pero Aurora apreció como el brillo de sus ojos se perdía.

—No... Dime que no es verdad.—Sollozó.—Aurora, dime quien fue.

—Todavía no lo sé sultana, pero lo averiguaré, lo prometo.

En medio del pasillo Cihan amenazo con desmayarse de no ser porque la criada lo evitó y la llevó a sus aposentos para que descansara.

Caída la noche Aurora dejó a la sultana al cuidado de Nurten, salió de la habitación con la excusa de ir a tomar un baño.

—Aurora, que bueno que te encuentro.—Emin corrió tras ella.

—¿Que sucedió?

—El príncipe está al tanto de que rechazaste ir a los aposentos de las favoritas, desea verte.—El Aga habló.—Ponte bonita, quizás esta noche quedes embarazada.

—No iré.—Hablo con seriedad.

—¡¿Qué?!—Aquella señorita le provocaría un infarto algún día.

—Como me escuchaste, que le digan a ese príncipe de los idiotas que no iré.

—Pues yo no se lo diré, valoro mucho mi vida.—El Aga habló como si se le estuviera formando un nudo en la garganta.—Allah dame paciencia.

—Si me lo permites, iré a los baños.—Habló cumpliendo sus palabras caminando hacia ellos dispuesta asearse.

No demoro en hacerlo pues tenía que regresar con la sultana Cihan a cuidarla pues luego de lo que le había dicho ella a penas y podía levantarse de la cama sin ayuda. Luego de secarse por completo y colocarse uno de los vestidos que la sultana le había obsequiado se dispuso a marcharse, pero a penas dio un paso a fuera de los baños de sobresaltó.

—Su alteza.—Hizo una reverencia ante Bayaceto quien la observaba con seriedad.

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