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Kutahya
1545

Durante 2 noches Nurten y Aurora se habían quedado con la sultana haciéndole compañía, la habían escuchado llorar hasta quedarse dormida incluso la animaron a comer pues parecía bastante deprimida ante el desprecio del príncipe, pero esa noche seria bastante especial al menos para una de las tres.

—Aurora hatun.—Emin se acerco a la chica en uno de los pasillos.

—¿Vienes a reírte de mi por lo de la otra noche?—Se cruzo de brazos.

—Debo admitir que todavía me divierte que te hayan rechazado, pero traigo buenas noticias.

—¿Te cortaran la cabeza?

—Agh, que arisca.—Gruñó.—No se que le abras hecho al príncipe pero...

Miro a todos lados en busca de algún espía, al no encontrar a nadie se acerco al oido de la concubina y susurro.

—El príncipe quiere verte.

—¿Quiere verme?—Habló sonriente.

—No exactamente para procrear contigo, pero... Mandó a llamarte, eso es un gran progreso.—El eunuco enarco sus cejas.—Así que haz lo posible para permanecer con el, todavía me debes mi oro.

—Y te lo daré, te dije que confiaras en mi... Puede que me demore un poco pero el príncipe será mío.—Aseguró.—Ahora con permiso, me arreglaré un poco antes de ir.

Aurora no tardo en ondear su cabello con sus dedos y perfumarse tan solo un poco para no resultar obvia, al instante marchó a los aposentos del príncipe poniendo su mejor cara lista para dar una actuación espectacular, el drama era parte de ella.

—El príncipe ha solicitado verme.—Le habló a uno de los guardias el cual ingresó y salió al instante luego de anunciarla.

—Puedes pasar.

—Gracias.

Dio unos pasos lentos hasta entrar, el príncipe estaba frente a ella mirándola, Aurora hizo una reverencia ocultando su mano herida.

—Aurora hatun.—La llamó a lo cual ella se acerco con su cabeza gacha.—Levanta la mirada.

Ella no dijo nada, tan solo hizo caso mirándolo a los ojos, el se mantuvo en silencio analizando su mirada pero aun así ninguno se incomodó, en aquel callado lugar solo eran los dos un príncipe preocupado por el bienestar de su esclava.

—Déjame ver tu mano.

—Su alteza...

—Tu mano.

Ella levanto enseñándole su vendaje, el tomo su muñeca con delicadeza observándola.

—Lamento lo ocurrido.

—No se disculpe príncipe, fue mi error.

—No, no... Te asusté, no debí gritarte, no tenias la culpa de nada.

Aurora sonrió de lado para el.

—Majestad, con su preocupación me siento más que agradecida.

—Dime algo, señorita. Aquella noche que viniste, ¿La sultana Cihan te lo había ordenado?—Cada palabra que decía era más lenta que la siguiente y por alguna razón a Aurora le encantaba la tranquilidad con la que el príncipe le hablaba.

—Príncipe...

—Quiero escuchar la verdad.

—No, la sultana no tuvo nada que ver.—Quiso voltear el rostro pero el príncipe la detuvo acunándole la mejilla con la palma de su mano.—Yo quería verlo, pero fue muy evidente que usted a mi no.

Bayaceto la observó en silencio de nuevo quitándole la mano del rostro, Aurora se sobresaltó cuando el príncipe empezaba a quitarle la venda de la mano pero tampoco hizo nada por detenerlo, al quedar su mano al descubierto observaron la herida cicatrizando. La sirvienta se sonrojó cuando el besó la palma de su mano y sintió su estomago cosquilleándole, luego recibió otro beso en la mano, alejo su rostro de la mano de la joven.

—Ven.—Murmuró y con cuidado la dirigió hacia el mueble frente a la cama, primero se sentó el dejando que Aurora se siente en sus piernas.

El príncipe dejó caer su brazo a alrededor de su cintura, impidiéndole aventurarse demasiado lejos de su lado.

—¿Su alteza?—Se hizo la desentendida.

—Hay deseos que no puedo controlar.—Bayaceto coloco su mano en el dobladillo la tela que cubría el pecho de su concubina.

Su mano continuó a la espalda de Aurora donde estaban los botones que mantenían su cuerpo cubierto con su vestido,

—Los deseos que son incontrolables son a lo que más temo, de vez en cuando.—Finalmente empezó a jugar con los botones desabrochándolos uno a uno.

—¿Cual es su deseo? Príncipe.—Murmuró con sus mejillas sonrojadas.

—Tu.—Habló con firmeza luego de conseguir desabrochar su vestido provocando que este se deslice frente a sus ojos.

Al tenerla semi desnuda empezó acariciar su piel expuesta, levantó una mano a su mejilla y hábilmente dirigió la cara de ella a la suya. Él la besó profundamente en la boca, a Aurora le costaba creer el beso que estaba recibiendo ella rápidamente se levantó de las piernas del príncipe y con lentitud se deshizo del vestido quedando únicamente en su ropa interior.

—Así está mucho mejor.—Murmuró el príncipe.

El se levantó de golpe dispuesto a quitarle la poca ropa que le quedaba, bajo su mano hacia los muslos de su acompañante pegándola a él.

—Tienes unas piernas muy lindas...—Murmuro acariciandolas.

Bayaceto la besó otra vez... caliente, apasionado. Ella sintió un resbalón de la lengua de él sobre la suya, aprisionando su boca, sintió el cuerpo de él acercándose más y más, mientras la acariciaba de arriba a abajo finalmente la dejó sin una sola prenda al mismo tiempo que ella tomaba un poco el control y entre besos le desabotonaba su fino abrigo.

Al dejar al príncipe al descubierto este sin aguantar más la hizo caminar a la cama acostándola en ella, la observo desnuda frente a el mientras terminaba de sacarse las últimas prendas de su vestuario quedando al desnudo como ella, con cuidado se posicionó sobre Aurora besándola y ella lo agradeció internamente pues se sentía nerviosa de hacerlo por primera vez.

Bayaceto puso sus manos sobre la cadera de ella y con un impulso metió su miembro en su cuerpo, Aurora gimió y arqueó su espalda, sintiendo un poco de incomodidad pero el príncipe en todo momento procuró no ser brusco con ella a cada embestida podía sentirse cada vez más húmeda, con cada movimiento. El primer dolor de haber impulsado su penetración había desaparecido.

Ahora, todo lo que sentía era la plenitud de su cuerpo en el suyo. La dureza de él, que se acentuaba en cada estocada. Le llevó a un lugar que sólo había estado en sus sueños, su primera vez con el hombre más poderoso en el castillo no había nada más que podía desear en ese momento. Pero pronto acabaron ya cansados recostándose para así calmar sus respiraciones.

La habitación era tranquila, cada uno estaba acostado al lado del otro. Aurora se acurrucó en sus brazos mientras Bayaceto le acariciaba la cabeza dejándola descansar, esa sería la primera noche de ambos

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