23
Kutahya
1558
Tan solo pasaron unos meses hasta que Defne dio a luz a un príncipe el cual fue nombrado Mehmed en honor al fallecido hermano de Bayaceto, como prometió las hermanas fueron de vueltas a su país dejando al pequeño al cuidado de la Sultana Rana quien lo recibió de brazos abiertos pues Hasret no podía ver aquel príncipe sin sentir malestar.
Los años continuaron pasando para la pareja quien cada vez se fortalecía más y como fue prometido, ninguna mujer volvió a poner un pie en los aposentos que ahora ellos compartían,
aunque con el tiempo eso dejo de ser preocupante para Hasret pues su temor ahora era que las peleas de Bayaceto contra su hermano eran más frecuentes, muchas veces pudo jugar en contra de Selim haciéndole quedar mal frente al Sultán pero cada vez sus ataques eran más haciéndole imposible ganarle.
—Mi amada.—Bayaceto tomo la cintura de su sultana abrazándola por la espalda.—Te ves más bella que nunca.
—Llegue aquí con 17 años y pronto cumpliré 30...—Sonrió sin poder contener un suspiro.—¿Después de tanto tiempo sigo siendo bella para ti?
—Podrás tener 40, 60, ¡100 años! Pero para mi seguirás siendo la sultana más hermosa que la dinastía otomana haya conocido.
—Adoro que exageres solo por hacerme sentir bien.—Murmuro volteando a verlo.
—Ha llegado una carta del sultán, parece ser urgente.—Comunicó mientras rozaban sus labios.
—Entonces no esperemos más, hay que partir cuanto antes.—Dio un beso casto antes de separarse.
Un Aga tocó la puerta de los aposentos antes de ingresar para anunciar a la mayor de los hijos que había tenido con la castaña.
—La sultana Hanzade quiere verlos.
—Qué pase.—Bayaceto hizo un asentimiento con la cabeza.
—Padre.—Una pequeña de 12 años ingresó con una sonrisa.
—Mi princesa.—La recibió con un abrazo.
—Mis hermanos han ido a practicar arco y flecha, ¿Desean acompañarme almorzar en el jardín para verlos?—Su alegría la hacia irradiar más que cualquier otra persona.
—Lo que tú desees.—Su padre beso la cabeza de la menor.
—Anda, iremos enseguida.—Alentó Hasret antes de acercarse a uno de los guardias.—Preparen todo, viajaremos a Topkapi por la noche.
—Si sultana.—El hombre la reverenció.
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—Sus hijos crecían en sabiduría y fuerza, sultana.—Emin Aga acompañaba a la mujer quien se dirigía al jardín.
—Mis pequeños... No puedo creerlo, hace apenas un momento estaba cargando a Berat.—Sonrió con nostalgia.
—Tiempos malos se avecinan, Allah los proteja de todo.
—Mientras la sultana Hurrem nos respalde, nada podría suceder.—Suspiro.—Iremos al palacio de la corona, quiero que vengas conmigo.
—Como desee, sultana.
Al llegar los niños arqueros hicieron una reverencia.
—Sultana.—Orhan saludó.
—¿Como te encuentras príncipe?—Preguntó al hijo de Rana.—Debes estar contento por partir pronto a Çorum.
—Así es, sultana. Mi madre, mi hermano Mehmed y yo partiremos en unos meses.
El mayor de los hermanos estaba por cumplir 17 años y ya era hora de que le asignaran una provincia, claro que Hasret casi le suplicó a Rana porque se llevase a Mehmed con ella.
—Espero poder visitarlos seguido, ¿Que será de mi sin tu madre y tu?—Sonrió.
—Yo también quiero ir a una provincia.—Osman, con 15 años se acercó sujetando su arco.
—Príncipe, eres muy pequeño para ir, todavía tienes mucho que aprender.—Acarició su cabeza.—Además, ¿Quien le enseñara a Berat y Ferhan a montar a caballo?
Sin más se dirigió junto a su hija quien se mantenía sentada en uno d ellos cojines junto a Mehmed.
—Adelante, pueden iniciar.—Bayaceto dio el visto bueno mientras sus hijos enseñaban lo mucho que habían practicado.
Claro que Ferhan al ser el menor era el menos entrenado fallando más veces de las que atinaba.
—¿Pudo usar el arco también?—La voz de Mehmed le provocó disgusto.
—Cuando crezcas lo harás, hermano.—Hanzade contestó.
Hasret regresó su mirada al príncipe quien extendió su mano a ella dándole a entender que la quería a su lado.
—Mis muchachos ahora son unos hombres.—Dijo solo para que su contraria escuchara al sentarse con el.
—Nuestros príncipes hacen todo por enorgullecerte, me alegra que llenen tus expectativas.—Su mirada de cariño era únicamente para sus hijos (E hijastros).
—Ven aquí, hijo.—Bayaceto lo llamó mientras la castaña miraba de reojo.
El pequeño niño se levantó como pudo y corrió a brazos de su padre.
—Me retiro.—La mujer amagó con levantarse.
—Siéntate Hasret.—Habló con suavidad haciendo que ella se tensara.
No le gustaba cuando la obligaban a convivir con el niño, pero debía hacerlo para evitar problemas con el príncipe ya habían tenido muchas discusiones por ese motivo.
—Vamos a ir todos al palacio de tu abuelo, el sultán.—Explicó al menor.
Mehmed sonrió a más no poder, sería la primera vez que iría aquel inmenso palacio y claramente su emoción se dejó notar.
—¡Que bien! ¿La tia Mihrimah estará con nosotros?
—Eso espero.—Le devolvió aquella sonrisa.—Quisiera que podamos mejorar nuestra relación con la familia en estos momentos.
Lo sintió como una indirecta, el quería que Hasret quisiera a Mehmed pero no podía, ella solo podía sentir odio por el hijo de otra mujer.
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