2
Kutahya
1545
Aurora inició sus labores del día los cuales sólo eran limpieza y orden, no era lo suficientemente bonita como las escogidas para ser criadas de la sultana rana ni niñeras de los príncipes.
—Atención...
La de castaños cabellos se inclinó, ya estaba aprendiendo poco a poco.
—La sultana Cihan.
—Su majestad.—Saludo y recibió una sonrisa por parte de Nurten felicitando su avance.—Que gusto volver a verla.
—La última vez olvide preguntar, ¿Como te llamas?—Cihan se volteó a ella con alegría.
—Soy Aurora, sultana.—Levantó la mirada.
—Aurora, es un nombre hermoso.—Mencionó.—Ven conmigo, me gustaría que me acompañaras estos días durante mi visita.
La sultana empezó a caminar y tras ella Nurten junto Aurora la cual estaba extremadamente feliz por el trato que estaba recibiendo.
—Disculpe mi atrevimiento su alteza pero, ¿A que se debe su visita?—Pregunto nerviosa.—Espero que sea algo bueno y pueda mantenerse con nosotros aquí.
—Vine a visitar al príncipe Bayaceto...—Trato de ocultar su sonrisa pero no pudo.—Lo aprecio mucho, me gusta poder visitarlo. Dime Aurora, ¿De dónde vienes?
—Roma, vivía ahí con mis padres... No tenía hermanos pero hubiera adorado tener uno.
—Lo lamento, se que lo que tuviste que pasar no fue nada bonito... Pero prometo que aquí las cosas mejorarán, no te preocupes.
—Agradezco su compasión sultana.
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Luego de pasear por el castillo y conocerlos un poco más, finalmente Cihan decidió un último destino donde ella se quedaría.
—Díganle a su alteza que quiero verlo.—Pidió la sultana a los guardias de la puerta.
Uno de ellos asintió y abrió la puerta para ingresar a los aposentos del gobernador de aquella provincia.
—Nurten, quédate aquí un momento ¿Si? Ingresare a los aposentos de su majestad con Aurora y luego la enviaré contigo.
—Si sultana.
—Su majestad dice que puede pasar.—El guardia tomó su puesto dejándola ingresar.
—¡Cihan!—Saludó bastante eufórico.
—Príncipe.—Correspondió sonriente.
Aurora se había mantenido pasmada, en su mente había definido al príncipe como "Una belleza extranjera" aunque ella era la extranjera en aquel lugar, se sintió observada, no era para menos otra vez olvido su reverencia pero al instante la hizo.
—¿Quien es ella?—Cuestionó Bayaceto.
—Aurora, una de las nuevas concubinas.—La presentó.
—Y las haz traído contigo porque...
—Me gustaría tenerla conmigo durante mi estancia, si usted lo aprueba.
—Concedido.—Observó aquella criada la cual le había llamado la atención, parecía ser bastante carismática quizás por eso Cihan la quería con ella.—Es más, puede ir contigo cuando te vayas.
Ambos soltaron una risa nasal, pero en ese momento Aurora supo que había algo raro algo pasaba entre ellos dos.
—Puedes retirarte, Aurora. Dile a Nurten que te de un vestido apropiado y espérenme en mis aposentos, no tardaré.—Ordenó.
—Si sultana.—Hizo una reverencia de despedida y salió de los aposentos, no sin antes mirar a los ojos al príncipe al menos por esa vez sintió el nerviosismo de estar frente alguien tan poderoso a comparación de si misma.
Algo andaba mal, lo presentía y haría lo posible por resolver sus dudas.
—Nurten.—Se acercó a ella diciéndole las órdenes de Cihan.
—Ven conmigo.
—Nurten.—Volvió a llamarla mientras le seguía el paso.—¿Después de la sultana Rana han habido más?
—Las favoritas del príncipe, pero ninguna ha llegado a ser Sultana porque no han quedado embarazadas.—Explicó.
—¿Hay algo más elevado que ser sultana?
—Ser la esposa legal de uno de los príncipes hasta que uno ascienda al trono, entonces se da el título de "Haseki"
—Haseki...
—La sultana Hurrem, se casó con nuestro sultán y obtuvo su título... Allah no quiera pero si algún día nuestro sultán muere y uno de los príncipes asciende al trono la sultana Hurrem o la sultana Mahidevram ocuparán el cargo de "Madre sultana" no hay nada por encima de ello.
—Así que es ser esposa legal de un sultán o madre de un príncipe en el trono.—Habló sorprendida.
—Y también ser del islam.—Aclaró.—Tú eres una infiel así que no te ilusiones con ocupar uno de esos títulos. Además es el príncipe el que tiene que llamarte, digamos que es una posibilidad de un millón, hay muchas mujeres que quieren lo mismo que tu.
—¿Que hay de ti?—Habló curiosa.
—Mi lealtad esta para con la sultana Cihan, y si tú quieres tener un buen trato, ni siquiera intentes algo con el príncipe.
—¿Por qué?
—Hazme caso.
—¿Que ocultas?—Sonrió.
—Nada.—Aclaró su garganta.—Solo sigue mi consejo.
—Está bien.—Mintió.
Ese príncipe iba a ser suyo, de eso estaba segura.
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