16
Topkapi
1553
La enfermedad que había asustado a todos finalmente se había ido y el sultán volvió a gozar de salud, Bayaceto y Hasret habían regresado a su provincia en paz, donde concibieron a un pequeño principe el cual fue nombrado por su abuelo, la sultana se había dedicado no solo a criar a sus hijo si no a hablar con Mihrimah a través de cartas acerca de lo que ocurría en la capital.
Los problemas de dinero habían terminado gracias a las ideas de Hasret, su príncipe estaba tranquilo pues sabía que ella se encargaría de los pobres y necesitados, el sultán durante sus visitas se sentía contento con el progreso de su hijo quien para ese momento había sido nombrado protector del imperio. Pero los problemas volverían aparecer pues el príncipe Mustafa había sido atrapado cometiendo traición o al menos eso era lo que todos creían, Hurrem le había contado a su nuera del plan para deshacerse de su mayor rival.
—¿Bayaceto?—Hasret se levantó de golpe al verlo entrar a los aposentos enojados.
Salió al balcón de los aposentos del sultán donde estaba alojándose, ahí estaba el mirando al horizonte reteniendo sus sollozos mientras su cuerpo le temblaba.
—Mi príncipe.—Se colocó a su lado llamando su atención.
—El no era un traidor.—Pronunció.—Mi hermano jamás se atrevería... Lo han matado, ¡Mataron a un inocente!
El se refugio en los brazos de su Hasret llorando mientras ella le acariciaba la cabeza para calmarlo, si bien el hecho de que Mustafa esté muerto le daba paz al mismo tiempo su alma se rompía pues no soportaba ver al príncipe de aquella manera.
—Que Allah proteja su alma.—Murmuró.
Bayaceto se separó de los brazos de la castaña y limpió sus lágrimas, bastante molesto entro nuevamente a sus aposentos donde la Sultana Hurrem había ingresado.
—Hijo, no puedes marcharte...—La mujer hablo preocupada.—El pueblo está molesto, intentarán llegar a nosotros.
—Esto es lo que querías madre, tienes la sangre de mi hermano en tus manos...
—No lo permito, no te marcharas.
—No te he pedido permiso, madre. Al menos déjame ir a darle mis ultimas condolencias a mi hermano.
—Alteza, no debería hablarle de esa manera a la sultana.—Hasret interrumpió bastante nerviosa por la discusión que se estaba dando.—Ella no tiene la culpa de nada.
—Ahora lo entiendo.—Soltó una risa nasal.—¿Acaso tú también estás de su parte?
—Claro que no, Bayaceto.—Frunció el celo intentando tocarlo pero este se apartó.—El príncipe Mustafa traicionó al imperio y el Sultán dio la orden, su madre no ha tenido nada que ver.
—Ustedes dos están mal, ¿Como pueden celebrar la muerte de un inocente?—Hablo molesto.—Iré a Bursa, veré a mi hermano y rezaré por el. Quédense aquí viendo como el pueblo responde a sus deseos.
—Basta Bayaceto, no involucres a Hasret en esto.—Hurrem defendió.
—Retírate madre.—La observó.—Mi decisión está tomada y no cambiaré de opinión.
—Hijo...
—Retírate, por favor.
La mujer no tuvo mas remedio que hacerlo, Hasret vio lo que sucedía con preocupación, sabía que al príncipe le afectaba la muerte de su hermano pero se estaba cegando.
—Bayaceto...
—Se supone que eres mi compañera y que estarías de mi lado... Pero eres igual a ellos, tú único interés es el poder.
—¿Mi único interés es el poder? ¿Como puedes decirme eso?
—Es lo que me haz demostrado, decidí ignorarlo años atrás cuando insinuaste que mi hermano era una amenaza pero ahora puedo verte con claridad.
—¡Lo único que he hecho durante todos estos años ha sido velar por usted! ¡He hecho todo para mejorar su relación con sus padres y mantenerlo contento!
Su voz se rompió, por primera vez sintió el desagradecimiento de alguien por quien estaba dedicando todo.
—Todo lo que hago lo hago por su bien y por el de nuestros hijos.—Apretó sus dientes.—No estoy feliz por la muerte de su hermano pero si me trae calma pensar que ya no tiene un rival que le cortara la cabeza sin pensarlo.
Bayaceto no pudo escuchar una palabra más con fuerza la sujeto por los brazos apretándola sin medir el dolor que pudiera sentir.
—Vete de aquí, Hasret. No quiero volver a escuchar tu voz.—Su expresión era molesta y bastante fría.—No puedo ni mirarte a los ojos sin sentir odio...
—No lo dice en serio.—Negó liberando sus lágrimas.—Solo está dejando que sus impulsos hablen por usted, lo sabe.
—¡Calla mujer!—La soltó provocando que esta cayera al suelo.—¡Vete, no quiero verte!
Esta se levantó del suelo entre lágrimas y sollozos decidió marcharse sin mirar atrás tocó la puerta para que los guardias abrieran dejándola salir finalmente.
Estando afuera de los aposentos no pudo más y se dejó vencer rompiendo en llanto, no le importaba quien estuviera ahí solo necesitaba desahogarse.
—Ven Hasret, levántate.—Hurrem la ayudo a reponerse.
—Sultana...—Sollozó.
—Tranquila.
—Sultana, no se enoje con el príncipe.—Habló con su voz rota.—El se dejó llevar por sus sentimientos y no pensó con claridad, discúlpelo por Allah.
Hurrem la miro con pena, incluso luego de una discusión así ella rogaba por su misericordia.
—Lo sé.—Fue lo único que dijo antes de abrazarla para que llorara lo que necesitara.
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