Topkapi
1548

La enfermedad del sultán había conmocionado a la capital, los jenízaros se habían dedicado alabar el nombre de Mustafa anunciándolo como el futuro sultán y no todos estaban muy contentos con ello.

—Bayaceto cree que Mustafa le dejará gobernar Manisa si llega al trono... No me quiere escuchar, yo solo quiero que abra los ojos.—Hasret bebió un sorbo de café el cual se había popularizado en estos años.

—Lo tiene que comprender.—Mihrimah habló angustiada.—Ni Mustafa, ni Selim pueden llegar al trono... A pesar de ser mis hermanos se que Mustafa los matará con el tiempo y Selim todavía no está listo para gobernar.

—Siento que su adoración por el príncipe Mustafa lo está cegando, lo defiende a capa y espada.—Suspiró.—Temo por su vida y la de mi hijo.

—Que Allah le permita a mi padre levantarse.—La sultana hablo con preocupación.

—Amén.—Continuó antes de levantarse.—Con su permiso, sultana.

—Puedes retirarte.

La castaña le hizo una reverencia antes de salir de sus aposentos, su cabeza le dolía ante todo lo sucedido, si alguien ademas de Bayaceto ascendía al trono era bastante claro, lo matarían junto a sus hijos varones mientras que Hanzade y ella serían exiliadas, no podía soportar la idea de ver a sus seres amados muertos, no podía permitirlo pero el príncipe tampoco quería darse cuenta de lo que sucedía.

—¡Sultana!—Una criada la sujeto cuando estuvo por desmayar.—¿Está bien? Llamaré a una doctora.

—No hace falta.—Se incorporó.—Solo resbale, no te preocupes.

—Déjenla.—Nurbanu camino con una sonrisa de oreja a oreja.—¿No ven que está consternada porque pronto irá al viejo palacio?

Hasret ya enderezada hizo una señal a sus criadas para que la dejaran a solas con ella.

—¿Que te hace creer que el príncipe Selim asumirá el trono?

—Me tiene a mi, con eso es más que suficiente para saber que el será el próximo sultán... Créeme Hasret no tendré ni un poco de piedad cuando todos me llamen "Haseki Nurbanu Sultan"

—Bien dicen que soñar no cuesta nada.—Suspiró.—Es una pena que hables así... Recuerda que también tienes un hijo y también corre riesgo.

—Se que estás asustada, el príncipe Bayaceto es leal al príncipe Mustafa y esa será tu ruina.—Nurbanu le enseño una sonrisa llena de falsedad.—Selim sabe de que lado ir.

—No te confíes, nada esta dicho todavía y sólo Allah nos dirá nuestro destino...—Enarco una ceja.

—De cualquier manera Hasret, tu final esta cerca y yo misma me aseguraré de que así sea.—La azabache achinó sus ojos antes de marcharse.

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Hasret ingresó a los aposentos de Bayaceto bastante decaída, nunca imagino que los tiempos oscuros estuvieran tan cerca de ella y ya la estaban carcomiendo.

—Mi sultana.—Bayaceto la llamo a sentarse a su lado.

—Bayaceto, alma mía.—Se refugió en sus brazos.

—¿Que te entristece?—Acaricio su cabeza buscando su calma.

—Solo quiero que Allah le de fuerza a nuestro sultán para levantarse...

—Lo hará, mi padre se levantará y seguirá siendo el gobernador del mundo.—Sonrió enternecido.

—¿Y si no sucede?

—Entonces mi hermano Mustafa ocupará su lugar.—Habló seguro.

—No.—Se apresuró a decir.—Bayaceto, no puedes confiarte de los demás... No pongas nuestro futuro en manos de cualquiera.

—No estamos hablando de "Cualquiera" Mi hermano Mustafa no me lastimaría mucho menos a nuestros hijos.—Su expresión cambio con rapidez.

—Por ahora... La ley del fratricidio existe por algo.—Trago saliva nerviosa.—Dos príncipes no pueden gobernar juntos.

—¿Que insinúas?—Se separó de ella.—No puedo creer lo que estás diciendo.

—Es la verdad, Bayaceto.—Habló nerviosa.—¿Piensas que si Mustafa asciende al trono el dejará a la sultana Hurrem con vida? ¿No me exiliarán? Si el asciende nuestro destino estará más que claro.

El castaño incrédulo de lo que escuchaba se levantó del mueble mirándola molesto, pero rápidamente decidió calmarse.

—Fingiré que no te escuche decir ninguna de esas palabras...—Le dio la espalda.—Estás nerviosa y por eso no piensas con claridad, tómate el tiempo para reflexionar sobre todo esto.

—Bayaceto...—Ella se levantó intentando acercarse.

—Dije que te tomarás un tiempo.—Aclaró.—Te veo después, iré a los aposentos de mi madre.

Ella no tuvo más remedio que hacerle una reverencia de despedida mientras el se marchaba, Hasret mordió su labio aguantando sus ganas de llorar, no podría soportar que algo le sucediera a su familia.

—Allah, protégenos te lo suplico.—Murmuró.