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Topkapi
1546

Esa mañana el sultán partiría junto a sus hijos (Exceptuando a Selim) a la campaña, las mujeres se habían reunido a despedirlos Hasret no había podido ingresar con ellas ya que hasta que no naciera su hijo/a no era considerada parte de la familia.

—Príncipe.—La odalisca lo había esperado afuera de los aposentos del sultán.

—Hasret.—Se acercó abrazarla.—Te voy a extrañar.

—Que Allah lo proteja, no olvide responder mis cartas.—No quería soltarlo.—Estaré en la espera de su regreso.

—Cuida mucho de nuestro hijo, espero verlos saludables a mi retorno.

Este beso su cabeza antes de marcharse dejándola sin saberlo en la boca del lobo.

—Señorita Hasret.—Una voz femenina la llamo a sus espaldas.

—Sultana.—Ella reverencio a la de anaranjados cabellos.

—Sígueme, durante la ausencia de mi hijo me gustaría enseñarte varias cosas.—Habló.—Si tienes la suerte de parir a un príncipe te convertirás en sultana, y una sultana tiene mucho que aprender.

La castaña sonrió a más no poder, ser enseñada por tan elegante mujer era el sueño de cualquier otra criada, lamentablemente sus pensamientos fueron interrumpidos formando una mueca.

—Sultana Hurrem.

—Huricihan.—La mujer se detuvo sonriendo de lado.—Que gusto me da verte de nuevo.

—El gusto es mío...—Miró a la embarazada.—Hasret, ¿Por qué no me haz reverenciado todavía?

Ella lo hizo al instante, Hurrem instantáneamente notó la tensión que habían entre ellas y claro que se aprovecharía de eso.

—Cihan, veo que ya conoces a la favorita de Bayaceto.—La sujeto por los hombros.—Espero estes feliz de que nuestro príncipe vaya a ser padre y quien sabe... Quizás desee casarse.

La cara de Cihan no tardó en formar una sonrisa que más bien era una mueca.

—Espero pases por mis aposentos Cihan, me encantaría almorzar contigo.—Hurrem termino de hablar.

Así fue como Hasret inició sus clases con la sultana, supo que si hacía lo necesario por agradarle ella la ayudaría a ser una mujer poderosa en el imperio de eso no había duda. Las clases que recibía eran bastante básicas, buenos modales, reglas del islam, como hablar bien, una perfecta caligrafía e incluso sobre la historia desde el sultán osman hasta el actual magnífico Suleiman.

—Veo que quieres mucho al príncipe Bayaceto.—Comentó Hurrem.

—Claro que si, sultana. Tengo mi vida encomendada a el, mi lealtad siempre será con el príncipe y el imperio.—Contestó.—Aunque antes de partir a la campaña estaba entristecido, cree que usted ya no lo ampara.

—Déjame decirte algo, Hatun... Yo veo por el bien de mis príncipes, procura no entrometerte y te ira bien.—Amenazó, aquella mujer era la única capaz de hacer temblar a la castaña.

—Lo siento sultana no quise decir algo que la molestara.—Trago saliva.

—Puedes ir a tus aposentos, la lección de hoy ha terminado.—Habló mostrando más calma.

Ella se levantó e hizo una reverencia, a pesar de que tan solo había pasado un mes desde la partida de Bayaceto, sentía eterno su regreso, mientras vivía en el palacio había procurado pasar desapercibida pues no quería causar problemas con Cihan y a penas se había encontrado con Nurbanu un par de veces, había dejado en claro que no la dejaría apoyar al príncipe para ascender.

Hasret ingresó a sus aposentos contenta de haber mejorado su escritura, finalmente podría responder las cartas que Bayaceto le había enviado.

—Para mi amor, Hasret.—Murmuro ella tomando la más reciente.

"Mi vida, mi querida y único amor, no deseo otra cosa más que tú felicidad y saber como te encuentras, no he dejado de pensar en ti durante este tiempo separados, me preocupa pensar que te puedan lastimar mientras cargas a nuestro hijo... Hasret, mi más grande anhelo y amor, recuerda lo mucho que te quiero, espero pronto volver a verte.

Tuyo, Bayaceto."

Ella no puedo ocultar su sonrisa, como pudo tomó un pergamino y llenó su pluma de tinta pensando en que escribirle, debía hacerle saber sus avances y que al regresar no sería más la tonta odalisca que con frecuencia olvidaba cómo hablar en su idioma correctamente.

"Príncipe de mi vida, me siento pérdida y desamparada sin ti, sufro cada día que no puedo despertar a tu lado ni decirte lo mucho que te amo, ni si quiera estas palabras son suficientes para describir cuánto mi corazón desea tu regreso.

Mis únicas oraciones a Allah son escuchar sobre su victoria y retorno a la capital para que pueda conocer a su hijo, me gusta hablarle sobre usted porque al escuchar el nombre de su padre salta de alegría en mi vientre.

Recuerde durante su conquista, que en este palacio hay dos corazones esperando ansiosos por usted.

Con todo mi amor, Hasret."

La embarazada aseguró su pergamino antes de salir de sus aposentos en busca de un Aga que lo lleve al mensajero, luego de entregarlo salió al jardín privado acariciando su vientre mientras charlaba con su futuro primogénito.

—Espero que cuando crezcas puedas ir a conocer la natal de tu madre... Quizás visites las tumbas de tus abuelos en mi nombre.—Murmuró.

—¿Ahora hablas sola? Hasret.—La de azabaches cabellos se acercó.

—Nurbanu.—Saludó sin muchos ánimos.

—Sultana Nurbanu.—Aclaró.—Te recuerdo que soy la favorita del príncipe Selim y madre de su hijo.

—Nos vemos en las mismas condiciones, Nurbanu.—Dejó sus manos quietas sobre su vientre.—Tan solo unos meses y mi hijo nacerá.

—Nada te asegura que sea un niño.

—Lo será.—Enarcó sus cejas.—Y todos lo amarán, porque será el hijo del próximo Sultán.

—Que no se te suban los humos a la cabeza, porque no dejare que nadie más que Selim ascienda.

—No te tengo miedo, quizás aquí tengas delirios de grandeza pero para mi siempre serás la bastarda de los Viener-Baffo... Una hija ilegítima, que pena.

Esa fue la gota que derramó el vaso, la paciencia de Nurbanu tenía un límite y Hasret la había llevado a él.

—¡Insolente! ¿Como te atreves hablarle así a una sultana?—Hablo bastante enfadada.—¡Guardias! ¡Guardias!

2 de ellos corrieron hacia las mujeres.

—Lleven a esta mujer al calabozo, y no la dejen salir hasta que lo ordene.—Amenazó.

Hasret se sobresaltó cuando ellos intentaron acercarse a ella pero para su beneficio llegó alguien a velar por ella.

—El que le toque un solo pelo a la señorita Hasret, será decapitado.—La sultana Mihrimah se encontraba frente ellas, los soldados la reverenciaron al igual que ambas muchachas.—Nurbanu...

Dio unos pasos a ella, la azabache levantó su mirada llena de miedo pues aquella sultana era igual o quizás peor que si madre.

—¿Con que derecho intentas mandar a una mujer embarazada a un lugar como el calabazo? Y no a cualquier mujer, esta señorita esta esperando al hijo del Príncipe Bayaceto.

—Lo siento Sultana... Pero-

—No quiero escucharte, vete de aquí antes de que haga que te encierren en su lugar.—La miro con severidad haciendo que ella se fuera no sin antes hacerle una reverencia.

—Agradezco mucho su ayuda Sultana.

—Hatun, escuche todo y déjame decirte que amo a mis hermanos por igual... Pero tienes razón en querer que Bayaceto llegue al trono, Selim no es lo suficientemente maduro para el.—La volteó a ver.—Se inteligente, astuta y prudente y yo te aseguro que tu deseo se cumplirá.

—¿A que se debe esto sultana?—Hablo curiosa y sorprendía de sus palabras.

—Considérame tu aliada.—Fue lo único que dijo antes de marcharse.

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