11
Topkapi
1546
Hasret estaba bastante nerviosa ahí frente de los aposentos de la primer Haseki del imperio, ¿Le agradaría? ¿Estaría contenta con la noticia? Realmente tenía miedo, incluso desde que vivía en Roma había escuchado de aquella mujer imponente del imperio Otomano, ni en sus sueños de había atrevido a verla o imaginarla y en ese momento estaba a punto de ser presentada.
—Atención, el Príncipe Bayaceto esta aquí.—Un Aga anunció.
Su mirada se volteó al príncipe quien estaba pasando por el harem llamando la atención de las concubinas quienes empezaban a murmurarse entre si cosa que a Hasret no le gustó para nada. En tan solo unos segundos ya estaba en el balcon que llevaban a los aposentos de la Sultana.
—Bayaceto.—Corrió a sus brazos.
El besó su cabeza con cariño al mismo tiempo que Hasret volteaba a ver a las demás esclavas con superioridad, nadie podría quitarle a su príncipe sin pasar sobre ella antes.
—Me alegra encontrarlos.
—Lo estábamos esperando, alteza.
—Ya estoy aquí.—Observó a los guardias.—Anúnciennos con la sultana
—Si su alteza.—Habló a uno de los guardias el cual ingresó y salió al instante luego de anunciarlos.
Los hermanos ingresaron siendo seguidos por Hasret, Bayaceto se detuvo unos segundos hasta que concubina quedara junto a el, teniéndola al lado continuó caminando.
—Mis príncipes.—Ahí estaba frente a ella una hermosa mujer, elegante y bastante intimidante.
Ella la reverenció, su cabello era majestuoso rojo como el fuego y su mirada era la de un predador, a su lado estaba otra persona que rápidamente identificó como la segunda hija, Mihrimah.
—¿Quién es esta señorita?—Habló las mayor.
—Ella es Hasret Hatun, mi favorita.
Hurrem sonrió satisfecha de que a su hijo se le acabara su capricho con Cihan, miró a la joven notando su abultado vientre.
—Está esperando a mi hijo.—Terminó Bayaceto.
—Felicidades, señorita. Que Allah te otorgue mucha fuerza y salud.
—Gracias Sultana, sus deseos me hacen feliz.
—Espero tengas un parto tranquilo y nos otorgues más felicidades.—Esta vez Mihrimah habló.
—Vengan, tomen asiento...—Hurrem habló.—Hasret ponte cómoda.
Ella le mostró una sonrisa de agradecimiento sentándose junto a su príncipe.
—Hermano, ¿Haz hablado con nuestro padre?—Mihrimah inicio la conversación.
—Si, ya se que ha nombrado a Selim como el protector de los terrenos durante la campaña.—Gruñó.
—Si el sultán los ha escogido tendrá sus razones.
—Mi padre todavía cree que no puedo con la responsabilidad, siempre ha preferido a Selim.—Bayaceto contestó.
Hasret se había mantenido al margen de la situación escuchando cada palabra y analizándola, era una ecuación fácil de resolver, si quería que Bayaceto llegara al trono, su atajo estaba frente a sus ojos.
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Bayaceto y Hasret se encontraban en los aposentos donde el príncipe se quedaría esa noche, su concubina había pedido quedarse esa noche con el pues no lo vería en muchos meses o quizás años y eso la atormentaba.
—La sultana Hurrem es más bella de lo que imaginé.—Mencionó abrazándolo por la espalda.
—Mi madre está feliz por tu embarazo, espero te sientas cómoda aquí.—Se volteó a darle un beso casto.
—¿Puedo decirte una cosa? Bayaceto.—Preguntó mirándolo inocentemente.
—Lo que quieras.—Sonrió al notarlo.
—Alguna vez me dijeron que la ceguera nos separa de las cosas que nos rodea, pero la sordera nos separa de las personas...
—¿Que quieres decir?
—Usted dijo que el Sultán había escogido a su alteza Selim como protector, y tengo una idea del porqué.
Bayaceto la observo esperando a escuchar sus razones.
—El Príncipe hace todo lo que el sultán le pide y está tratando de llegar a la Sultana Hurrem... Si la tiene a ella de su lado, lo dejará en "Jaque" su madre es a quien debe mantener consigo, si la tiene con usted no abra nada que lo detenga.—Hablo con seriedad.—Escúcheme alteza, deje cualquier queja de lado y esfuércese en hacer feliz al Sultán durante su campaña... No importa si no está de acuerdo, no lo desobedezca y aún más importante, no discuta con su madre porque ella le dará el camino rápido para llegar al trono, si la tiene a ella lo tiene todo.
Hubo un silencio durante varios segundos, Hasret tomó la mano de su amado y cambió su seriedad por súplica.
—Mi querido príncipe... Lo único que quiero es verlo feliz, así que por favor no haga oídos sordos a lo que le digo, escúcheme.
—Atención, el príncipe Selim.—Un guardia anunció.
La puerta de los aposentos se abrió, Hasret hizo una ligera reverencia y se mantuvo con la cabeza agachada ante el príncipe.
—Bayaceto, no sabía que habías traído alguien de tu harem.—Habló.
Hasret levantó su mirada hacia el pelirrojo, instantáneamente sintió escalofríos en su cuerpo quizás era una señal de amenaza.
—Dime tu nombre señorita.
—Hasret, príncipe.
—Está esperando un hijo mío.—Bayaceto dio un paso hacia la hatun y rodeó su cuerpo con uno de sus brazos.
—Felicidades hermano, quizás Nurbanu pueda hacerle compañía.—Mostró una sonrisa que para Hasret no fue nada amable.
—¿Nurbanu?—Ella miró a Bayaceto curiosa.
—Sultana Nurbanu, para ti.—Aclaró Selim.
—Es la madre del hijo de mi hermano.—Explicó.—Proviene de Italia, como tú.
—Venecia.—El pelirrojo intervino.—Quizás debiste escuchar sobre ella en Italia, Viener-Baffo.
—Hmm Viener-Baffo... Me alegra que ahora sea sultana, en Italia es bien conocida por ser primogénita del adulterio de dos nobles, es una pena creció como marginada.—Ladeo un poco la cabeza fingiendo inocencia.—Al menos aquí será respetada.
Bayaceto no pudo retener una ligera risa ante las palabras de su odalisca quien le hizo un pequeño puchero al príncipe.
—Cuida tus palabras, sirvienta.—Selim se acercó a ella.
—Basta, si haz venido aquí a faltarle el respeto será mejor que te vayas.—El príncipe interrumpió.
—Majestad, lamentó haberlo ofendido... Pero usted pregunto, yo solo fui sincera.—Lo reverenció aguantando una sonrisa.
Selim sin más salió de los aposentos bastante molesto, ante su reacción Bayaceto y Hasret se voltearon a ver antes de soltar una carcajada.
—Tu no le temes a nada, ¿Verdad?—Bayaceto se acercó a besarla.
—Lo siento, no pude retenerme.—Mordió su labio.
Hasret beso a su príncipe, lo adoraba y no le importaba encarar a cualquiera por el.
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