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Kutahya
3 meses después

Durante todo ese tiempo Hasret había sido tratada cual sultana sin recibir título alguno, estaba fascinada de aquello, la mayor parte del tiempo lo pasaba con su amor pues pronto partiría a la campaña.

—Bayaceto...—Ella lo abrazó.

—Cariño, no te entristezcas.—El antes nombrado la sujeto con cuidado de no presionar su vientre el cual estaba grande para los pocos meses que tenia.

—Por favor, no me deje.—Suplicó.—Va a ser mucho tiempo hasta su regreso... ¿Que será de esta servidora sin usted? Temo que terminaré muriendo de la tristeza.

—Me encanta que seas tan dramática.—Le dio un beso casto.—Tengo una idea.

—Tienes las mejores ideas, dimela.

—Te llevaré conmigo al palacio de Topkapi, anunciaré tu embarazo al Sultan y podrás conocer a mi hermana y madre.

—Eso me gustaría su majestad, así ya no me sentiré tan solo.—Soltó una ligera risita.

—También tengo que hablar con mi hermana sobre un préstamo para nuestra provincia.—Hizo una mueca, con tan solo un par de meses Hasret notó uno que otro defecto para administrar aquel lugar, ella lo resolvería de eso estaba segura.

—Bayaceto, no me lo tomes a mal pero creo que esto no te va a beneficiar en nada... Le das a los pobres más de lo que necesitan, debes tener más cuidado con la forma en que manejas la provincia.—Comentó acariciando sus brazos.—No pidas más dinero, no dejes que el Sultan se entere de estas cosas.

—No puedo desamparar a nuestros habitantes.—Se negó.

—No los vas a desamparar.—Frunció el ceño.—Tengo una idea.

—Quiero escucharte.

—Recortemos gastos, dales una suma de dinero a los pobres más baja y dejemos las cosas innecesarias por mas lujosas que parezcan.

—No-

—Déjeme terminar.—Regañó.—Ahorrará mucho dinero, con una parte pagará sus deudas y con la otra puede abrir un centro para los necesitados... No tiene que ser algo grande, por algo se inicia.

Bayaceto la escuchaba atento, no le resultaba tan mala aquella idea.

—Mientras vayamos recuperar dinero invertiremos un poco más, si un pobre se ve en la necesidad irá al centro en busca de alimentos o un lugar para dormir.—Explicó.

—Eres brillante, pero aún así no es suficiente a los ojos del Sultan.—Sonrió de lado.

—Lo sé, al Sultan no le sorprenden pequeñeces pero podemos hacer cosas gigantescas con paciencia y buenos planes.—Ladeo su cabeza.—Solo le pido que confíe en mi, conmigo a su lado le aseguro que llegará al trono.

El príncipe le sonrió y tomó su mano para besarla, Hasret le pidió a una criada alistar sus cosas para quedarse en el palacio el tiempo que dure la campaña, sin más tardar se dirigieron juntos al salón principal donde Cihan, Rana y sus hijos esperaban al príncipe para despedirlo.

—Que Allah le de fuerza y lo proteja, alteza.—Rana besó la mano del príncipe.

Mientras Bayaceto se acercaba a despedirse de Cihan, Hasret abrazo a Rana quien la aceptó gustosa.

—Cuando vuelvas espero conocer a tu bebé.—La Sultana hablo con cariño.—Que te vaya bien, Hasret.

Ahora fue su turno de acercarse a Cihan a la cual reverenció.

—Sultana, espero usted también esté feliz por conocer a mi príncipe.—Toco su vientre.

—Ojalá sea una niña.—Habló entre dientes.

—Niña o Niño... ¿Que más da? Tendré más hijos de su alteza y tú Cihan, ni siquiera podrás acercarte a él, la única en su corazón soy yo.—Contesto bajito antes de enseñarle una sonrisa.—Que le vaya bien en su viaje Sultana, será una pena ya no verla en este castillo cuando regrese.

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La odalisca miro asombrada el palacio, era mucho más grande que el suyo y el jardín era igual de hermoso a como lo imagino.

—¿Aquí creció?—Con ayuda de una criada de bajo del carruaje.

—Si... Este lugar me trae buenos y malos recuerdos.—Hablo con sinceridad.—Acompáñame, te presentaré a mi hermano mientras voy anunciarme con el Sultán.

Caminaron un poco hacia la entrada al palacio, donde fueron recibidos por alguien extraño a ojos de Hasret pues era la primera vez que lo veía.

—Hermano, ¿Haz traído a Cihan contigo?—Pregunto con una sonrisa.

La sonrisa de la castaña se borro al mismo tiempo que le hacía una reverencia.

—Ella es mi favorita, Hasret.—La presentó.—Se quedará aquí el tiempo que dure la campaña.

—Príncipe.—Lo saludó con un tono de voz suave.

—Por favor, quédate con ella mientras voy con nuestro padre.—Pidió.

—Ve hermano.—Le dio paso.

Bayaceto antes de marcharse besó la frente de Hasret y se fue, ella estaba bastante desorientada ante la inmensidad que tenía en frente.

—Sígueme Hasret, espero que no estés cansada.—Cihanger habló.

—Oh, no alteza... De hecho estoy bastante emocionada de conocer todo el castillo, es hermoso.—Aseguró.

El se mantuvo en silencio unos momentos perdido en sus pensamientos, la castaña lo noto al instante y no dudó en intervenir.

—¿Hay algo que lo entristezca príncipe?—Cuestiono con curiosidad de su respuesta.

—No, no es nada... Dime, ¿Cómo ha estado todo en Kutahya?

—Bien a decir verdad, el príncipe se maneja bien con los temas del estado y política.—No pudo evitar sonreír.—Espero que nuestro hijo sea igual.

—¿Qué hay de la sultana Cihan? ¿Ha estado triste?

Hasret rápidamente ató los cabos, el también conocía de la relación que mantenían a escondidas de todos.

—¿Por que estaría triste?—Se hizo la desentendida.—Ella ha estado bastante contenta en el castillo.

—Ya veo...

—Este jardín es precioso, mucho más grande que el de Kutahya. De donde vengo solían haber muchas flores en los campos me recuerda mucho a mi antiguo hogar.

—¿De donde provienes? Hatun.

—Roma... Es bastante bonito, a veces lo extraño pero esta es mi nueva vida y también soy muy feliz aquí.

Cihanger le mostró una sonrisa inocente como el mismo.

—Me alegra que estés cómoda.—Pronunció.—Ven, vamos adentro seguro Bayaceto esta por terminar de hablar con su majestad.

—Lo sigo, príncipe.—Empezó a caminar atrás de el.

—Iremos a los aposentos de la Sultana Hurrem, mi madre.

La odalisca enarcó sus cejas, sabia que tarde o temprano tendría que hablar con la Sultana más adorada y respetada del imperio pero no imaginó que sería tan pronto.

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