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En la historia: Capítulo 4.


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Meses después.

Pov Yixing





—¿Cómo es eso posible?— la llamada no me estaba sentando bien para nada.

—Lo siento, al parecer no aguanto demasiado y lo llevaron a urgencias.

Era demasiado pronto, aún le quedaba un mes para dar a luz.

Lo conocí cuando apenas tenía dos meses, afortunadamente logramos salir de esa casa ilesos, su madre ya no lo busco más y Junmyeon pudo quedarse tranquilo, a pesar de que su padre lo llamaba de vez en cuando.

Ambos nos fuimos conociendo poco a poco, aunque quisiera decir que solo fue una simple misión a estas alturas era más que eso.

Jamás se enteró que era un asesino a sueldo, un beta que vivía en la pobreza y que mantenía a su madre enferma en una casa humilde.

A sus ojos seguía siendo un Byun.

Estaba mal, yo lo sabía. Pero no pude detener nada, yo era quien intentaba aparentar ese algo que era inexistente.

Mantenía en secreto a mi madre y lo que era, Junmyeon debía estar bien por su embarazo, y así me lo reprendiera miles de veces, yo no podía.

Me había sumergido en un pozo sin fondo, la claridad ya no existía y yo sabía que tarde o temprano iba a caer por todas mis mentiras.

—¿Xing?

Cerré los ojos, ¿qué tenía que hacer para mejorar las cosas?

—¿Estás ahí?

Pedir consejos no sería fácil, porque ya conocía las palabras, aunque fueran hirientes, todas eran verdad.

—Espero que muevas ese trasero Xing.

Luego el característico pitido del celular al terminar una llamada.

¿Por qué tuve que enamorarme así?

Solo fue una misión más, ¿qué cambió?

Abrí los ojos de nuevo, empezar a martirizarme no valdría la pena, por ahora tenía que ir lo más rápido posible al hospital, solo esperaba que Junmyeon me perdonará la tardanza.

Los pocos meses que convivimos entendí que él era una persona especial y no solo por lo que portaba.

Él en verdad era importante para mí.

Tomé las llaves de mi precioso auto de pasada, esa tarde había decidido visitar a mi madre ya que tenía días sin verla.

Le lleve lo necesario, e incluso la acompañe a su chequeo de rutina, aunque el diagnóstico no era para nada alentador, ella ahora mantenía una pequeña sonrisa en su pálido rostro.

Sin despedirme tome mis cosas para luego salir por la puerta, después regresaría eso era más que claro pero ahora como ella estaba descansando no quería molestarla.

Me aseguré de cerrar todo bien, no quería que nada le pasará ella ya estaba muy frágil, así que antes de subirme a mi auto y encenderlo revise toda la casa por fuera.

Tenía que estar completamente seguro de que ella no correría peligros, al terminar caminé hacia mi auto, abrí la puerta del piloto y me subí para después encenderlo.

Eran tantas cosas en mi cabeza que incluso me sentía tonto, ¿cómo es posible que en solo meses una persona pueda hacerte ver miles de cosas?

Yo estaba mal, Junmyeon no se merecía las mentiras que habíamos estado creando a sus espaldas.

No era un Byun y jamás tendría la vida que ellos llevaban.

Solo era un beta, que se ganaba la vida a base de otras vidas.

Una decisión decente es lo que debería tomar, pero no quería.

Con él me sentía la mejor persona del mundo, me hacía querer salir adelante por otros medios, e incluso mis sentimientos deprimentes se habían ido.

Yo no lo merecía.

Junmyeon tenía que ser de alguien bueno, honrado y que no cargará en sus hombros el peso de muchas muertes.

Mis ojos estaban empezando a picar, el agua me impedía ver la realidad y si seguía así los dos íbamos a perder.

El hospital no estaba tan lejos, entre tanto pensamiento triste ya había avanzado demasiado, ahora el nerviosismo estaba llegando como una puñalada a mí corazón.

Su bebé ya estaba con nosotros.

Aunque no fuera mía, yo la veía como tal. Había estado en su etapa difícil, trate de que siempre se sintiera bien y le cumplía cada capricho que pedía.

Al llegar me estacione con cuidado, apague el motor del auto y salí de ahí lo más rápido que pude, no me importaba ganar una multa por estar solo un poco mal estacionado.

Junmyeon y la pequeña me importaban más.

—¡Oye chico!

Corrí lo más rápido que pude, no me interesaba nadie ni lo que tuviera para decirme.

—¡No puedes dejarlo así!

Lo sabía, aún así lo ignoré por completo, las personas estaban abarrotando la entrada del hospital, muchos familiares venían y otros simplemente eran los pacientes.

Cómo pude esquive hasta poder entrar, mire a todos lados, yo no sabía dónde estaban así que me acerque a una enfermera.

—Estoy buscando a Kim Junmyeon, lo trajeron creo de urgencia.— esperaba que me entendiera con todo el ruido que había.

—Oh sí, acompañarme.— me sonrió.

Solo asentí, ella estaba siendo muy lenta en todo eso, aunque muy en el fondo lo entendía yo no estaba para esas cosas, quería verlos lo más rápido posible.

—Se encuentra en el tercer piso, su habitación es la ciento doce .— apuntó al elevador. —De igual manera en la puerta hay una placa con el nombre del paciente.— sonrió de nuevo.

—Muchas gracias.— asentí de nuevo.

Sin esperar más respuesta a paso rápido me acerque a ese elevador que anteriormente se mencionó, odiaba esas cosas por motivos tontos, al ver los botones rápido presione el botón del tercer piso, al ver las puertas cerrarse trague fuerte.

La última vez que utilice uno, estaba en mal estado, se atoro y tuvimos que esperar más de cinco horas encerrados, fue un ataque de claustrofobia tan fuerte que sentí mi corazón pararse poco a poco.

Y no solo yo, a Luhan le tocó vivirlo conmigo, ambos estábamos en una misión, y aunque sea fuera la mejor salida, no esperamos para nada quedarnos ahí varados.

Si no fuera por Chanyeol que llegó al rescate, nosotros pudimos habernos hecho daño.

Al momento de escuchar el típico sonido de las puertas abriéndose, mire al pequeño display dónde se notaba que ya estábamos en el tercer piso.

Con los nervios a flor de piel, salí de ahí. Ahora solo me tocaba caminar a la derecha y después recto al parecer.

Las habitaciones aquí eran raras e incluso se podría decir que mal acomodadas, ya no quería preguntar por lo tanto mire todas las placas con nombre.

Minutos después de haber vagado por varios números fuera del cien, encontré la habitación de Junmyeon.

Trague fuerte una vez más, al acercarme más pude distinguir algunas voces, más no todas, claramente una de ellas era su madre.

Fruncí el ceño, se supone que ya habíamos desaparecido de su radar.

Aunque entendía que eran personas millonarias, podían pagar cualquier cosa y no dudaba de que ella hubiera requerido los servicios de un investigador privado.

Conocía ese tipo de trabajos, yo más que nadie había estado cerca de algo así, solo que no me parecían correctos.

Pero de nuevo, volvemos a que ellos eran personas con muchísimo dinero, podían hacer cualquier cosa y nadie les diría algo malo.

No quería ver por la pequeña ventanita, pero era más mi urgencia por saber cómo estaba él, que no me importó para nada abrir la puerta para que supieran qué era yo.

—Vaya intromisión.

El silencio después de eso fue lo que ocasionó que mis nervios se dispararan incluso más.

Me sentía como un niño regañado, esas miradas solo desprendían molestia, pero ellos no me importaban para nada.

A pasos lentos me acerque a Junmyeon.

Se veía frágil, más pálido de lo normal y demasiado ojeroso, cosa que era entendible pues había dado a luz hace poco.

—¿Qué haces aquí?

No le respondí, ella no tendría nada de mí, su intensidad estaba causando malestares y eso no me gustaba para nada.

La habitación era muy espaciosa, se notaba que habían escogido la mejor para esa ocasión y me alegraba que él no haya tenido que pasar molestias por compartir su espacio.

—¡Responde!— grito. —¿Qué haces aquí maldito pobre?

Sonreí de lado, eso era tán bajo para alguien de su clase.

—¡Vete!— se escucharon sus pasos más cerca de mí. —¡Mi hijo ya no necesita de tu pobreza, ni mucho menos de tus malditas mentiras!— me agarró del brazo.

Si ella creía que estaba haciéndome daño, en verdad estaba muy equivocada.

Aunque sus uñas estuvieran enterrándose en mi brazo, a mí en realidad no me causaba nada de dolor, simplemente ella estaba haciendo el ridículo.

—¡Que te vayas!— jalo fuerte, pero eso no era nada.

Simplemente mire a Junmyeon, si él quería que me fuera lo haría.

Quería que me mirará a los ojos y me lo confirmara.

Pero no lo hizo, solo me miró de vuelta, sus ojos estaban rojos y su nariz estaba empezando a tornarse del mismo color.

—Mamá vete.— murmuró sin muchas ganas. —Por favor.— no la miró en ningún momento.

Las uñas seguían enterrándose en mi piel, a pesar de que dejaría marcas, a mí no me importaba, peores cosas había aguantado.

—¡¿Qué?!— se sorprendió.

—Vamonos mujer, él ya tomó su decisión.— la otra voz masculina se dejó escuchar por primera vez.

Y ahí lo entendí, estaba presente también su padre.

La mujer estaba siendo como una molesta piedra en los zapatos, a pesar de que gracias al padre me soltó, ella seguía diciendo cosas sin sentido.

Poco a poco los pasos se fueron alejando, hasta por fin escucharse la puerta ser abierta para después ser cerrada.

El silencio era como un cuchillo pequeño, que parecía ser indefenso pero a la vez peligroso.

—¿Por qué?— preguntó en voz baja.

—No entiendo.— y era la verdad, no tenía por qué mentirle más.

—Mentiste desde un inicio.— parpadeo varias veces.

—No es así.— negué. —Te lo dije.— me encogí de hombros. —Te conté que era un simple beta, que no era nadie en realidad.— quería tomar su mano, pero sentía como que eso lo incomodaría.

—Eres un asesino.— las lágrimas que al parecer estaba reteniendo al fin fueron libres. ¿Por qué lo haces?— su voz se fue entrecortando.

—Por dinero.— suspiré. —No soy una beta millonario como ustedes, el apellido Byun solo me fue prestado para cumplir con la misión que tú mismo pediste.— mordí mi labio inferior para después cerrar los ojos y así tomar valor. —Baekhyun me ayudó con lo necesario para poder acercarme a tu madre, cuando lo logramos incluso Chanyeol me ayudó a conseguir ropa buena para aparentar ser como ellos.— abrí los ojos de nuevo. —Tu madre es muy fácil de manipular, a ella solo le importan las cantidades así que se le ofreció un poco más de lo que ella buscaba.

—¿Me compraste?— susurro.

—No.— negué con una pequeña sonrisa. —Conozco a los de su clase, por lo tanto me la gané a base de encantos, le prometí que si me dejaba casarme contigo le daría la mitad de mi empresa multimillonaria, la cual no existe.— con mucha valentía toque ahora sí su mano derecha. —Mi realidad es totalmente diferente.

—¿Debo creerte?— limpio sus mejillas como pudo, pues sólo contaba con una mano libre.

—Totalmente.— sonreí. —Soy un beta pobre que no tiene donde caerse muerto, mi madre está gravemente enferma y no asesino personas por placer.— negué. —Hay muchas cosas que están mal en el mundo y solo pocas personas se atreven a contratar nuestros servicios, antes de tomar tu misión, me tocó exterminar a un pederasta, algo extremadamente asqueroso.— hice una mueca. —Jamás he asesinado a personas inocentes.

Quería que me creyera, era toda la verdad. Ya no tenía que esconderme y eso me hacía sentir demasiado bien.

—¿Y lo seguirás haciendo?— me miró con toques de esperanza.

—Si me pides que me quede contigo, jamás volveré a hacerlo.— en un arranque de valentía me agache a su altura solo lo suficiente como para dejar un beso en su enrojecida mejilla.






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