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En la historia: Capítulo 2.

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Pov Junmyeon








Mirar mis recuerdos felices era algo extraño para mí ahora, llamar a esa sensación masoquismo era muy tonto.

Yo mismo me lo había ganado.

Jamás quise estar en esa posición, la felicidad ya no existía en mi nueva vida y eso me afectaba demasiado.

-Muévete.- la voz sin sentimientos de mi madre llamó toda mi atención. -No quiero que se te note lo muy evidente.- chasqueo su lengua con desaprobación. -Eres un inútil.

Ella no tenía por qué repetirlo, yo lo sabía y muy en el fondo me odiaba por haberles causado ese malestar tan horrible.

Cubrí bien mis pechos para que pareciera que no tenía, era mejor así.

Ya había vivido demasiado tiempo con el acoso, yo no quería ser así, jamás lo pedí. Solo que me tocó ser uno de los raros del mundo.

-A mala hora te metiste con ese estúpido.- murmuró con más molestia. -ambos me desgraciaron, la reputación que mantenía de forma intachable, ahora está siendo juzgada por tu estupidez.- movió sus manos con desesperación mientras golpeaba el suelo con el tacón fino que portaba. -¡Fueron años!- me miró con odio. -Para que luego fuera derribado por tu maldito desliz.- negó muchas veces.

-Ya mamá, no necesitas hacerme esto.- cerré lentamente mi pantalón.

Ella me había obligado a lucir todo con lo que yo había nacido. Eso implicaba mencionar que yo portaba con un aparato reproductor femenino y masculino a la vez.

Era un tema bastante extenso y más cuando solamente portaba células de omega al cincuenta por ciento.

-¿Hacerte qué?- bufo. -No seas ridículo Junmyeon.- sacudió las pelusas inexistentes de su bonita blusa rosa pastel. -Ahora vas a arreglar las cosas y es mejor que pongas tu mejor rostro, ya no quiero que hagas más estupideces.- me miró de nuevo. -Bastante tengo ya con tu embarazo.

Agaché la mirada, ella estaba siendo demasiado cruel conmigo, cuando siempre estuve ahí para ella, incluso yo acepté que me casaría con ese alfa de pacotilla, cuando bien sabían que su fama se debía a cosas malas.

-Te espero abajo.- fueron sus últimas palabras antes de desaparecer por la puerta.

No tenía sentido lo que ella decía, se estaba quejando de algo que era super normal ahora en esta maldita sociedad.

Lo único que me diferenciaba a mí, es que tenía senos y aparatos reproductores juntos.

Era hasta hipócrita de tu parte pretender que ella no me vendió desde antes, por dinero sucio, las personas le pagaban a ella por ver algo extraño.

Y si, muchas veces me humillo.

Siempre fui su conejillo de indias, con el cual podía ganar mucho dinero.

Ella era una omega en su totalidad, por lo tanto, se sentía en la cima, en cambio, mi padre era alguien ausente, él trabajaba siempre y solo se le veía pocas veces, aunque fuera un empresario lo bastante adinerado, él siempre cuidó de su dinero.

Por lo tanto, mi madre tenía que sacar más de algún lado y el desafortunado había sido yo.

Toqué mi estómago, ahí dentro estaba empezando a formarse un pequeño ser. Estaba maravillado por todo lo que mi cuerpo había soportado, sabía de sobra que cargaba con más que un omega promedio normal y lo entendía, pero solo hasta cierto punto.

No tenía de otra, cubrí bien mi cuerpo y luego aspire hondo, tenía que agarrar valor de dónde fuera, mi madre tenía preparadas cosas que yo no había visto y me tenía demasiado.

Ella estaba enojada con todo lo que había pasado y era capaz de muchas cosas.

Al momento de dejar salir ese aire, cerré los ojos por unos cortos segundos, era necesario salir rápido, así que volví a abrirlos para después empezar a caminar fuera de mi habitación.

Me dolía que mi propia madre me tratara de esa manera, sabiendo que yo jamás le falte al respeto, en cambio, yo siempre hice de todo para que estuviera orgullosa de mí, pero al parecer lo único que le importa era el dinero.

Y ahora es cuando entendía a mi padre, él ya no aguantaba estar un segundo más con ella.

Incluso estaba feliz por Jongdae, él encontró a alguien mucho antes que yo, y ahora gozaban de una vida lejos de esta jaula.

-Al fin llegaste cariño.

Su bienvenida me daba escalofríos. Ella era muy buena manipulando a los demás, aunque nadie lo notara yo sí lo hacía.

Años de estar en esa casa me habían dado las suficientes herramientas, cómo para saber quién era bueno y quién malo.

Y ahora que veía a ese alfa me di cuenta de que él simplemente no era uno de nosotros.

-Él será tu nuevo esposo, dale la bienvenida a Byun Xing.- lo presentó con una gran sonrisa.

Quería pensar que algo raro estaba pasando, pero no lo sentí, y tampoco quería confiar en mi madre porque de seguro ella lo había escogido para mí.

-¿Byun?- pregunté en voz baja.

-Así es.

La voz de ese chico era demasiado tranquila, parecía amable aun así no debía confiarme demasiado.

-Hermano mayor de Baekhyun.- sonrió.

Tenía un hoyuelo bastante lindo, incluso su sonrisa era muy bella, me transmitía algo de paz.

¿Qué?

Fruncí el ceño, eso no podía ser posible, no quería caer de nuevo, sufrir no estaba en mis planes solo esperaba que esto saliera mal para que mi madre se diera cuenta y me dejara en paz.

-Los dejaré solos.- ella me miró como si en verdad me estuviera presionando, sin embargo, no le hice caso.

Solamente miré al chico, a pesar de que era un Byun yo no podía creerle, conocía a Baekhyun y jamás había mencionado un hermano, incluso sus padres se la pasaban buscando a otro hijo que pudiera darles un heredero.

Eran cosas horribles, pero al parecer todos nosotros ya estamos acostumbrados a ello.

-Sé que puede sonar extraño, lo sé.- empezó de la nada. -Baekhyun es consciente de esto.- miró al piso. -Sabemos que buscaste a Sehun...

-¿Qué?- el tartamudeo salió solo, yo jamás pensé que podrían descubrirme de esa manera. -Se supone que él...

-Trabajo con ellos, solamente que en un área diferente.- se encogió de hombros algo apenado. -Luhan me contacto, por lo tanto, aquí estoy para ayudarte.- levantó su mirada para posarla directo en mis ojos.

Tragué saliva, esos ojos negros parecían querer ver hasta lo más profundo de mi alma, era una sensación extraña y no me molestaba.

-¿Sabes lo que soy?- murmuré.

No me avergonzaba, pero si me hacía sentir incómodo, para mí era normal que me mirarán de formas indecentes gracias a mi madre, pero con los extraños. Prefería mantener todo en secreto.

-No le veo lo malo.- respondió con tranquilidad. -Yo soy un beta, por lo tanto, no soy, ni valgo nada.- sonrió de nuevo dejando a la vista su hoyuelo.

Éramos nada en este mundo podrido.

-¿Cómo es que vamos a lograrlo?- pregunté.

Todo esto estaba siendo nuevo para mí, teniendo en cuenta que estaba solo.

-No lo sé, pero lo primordial es intentar que tus padres me acepten.- se mordió el labio inferior. -Es por eso que necesito que me cuentes absolutamente todo.- suspiro.

Ambos estábamos en lo que era una parte de la sala, mi madre al parecer quería probarlo primero para después dejarlo pasar a las demás habitaciones de la casa.

Y eso me hizo pensar, que quizás no estaba tan segura de lo que "eligió" para mí.

-No hay problema con eso.- dio unos cortos pasos hasta uno de los sofás, elegí el que era más pequeño para que ambos nos pudiéramos sentar. -Ven, ella nos vigila desde atrás.- le hice una pequeña seña. -Si ella no sale después de minutos te acepto como mi futuro esposo.- frote levemente mi muslo derecho con evidente nerviosismo.

-¿Y qué pasa si es todo lo contrario?- poco a poco se acercó a dónde yo estaba sentado.

No sé por qué, pero muy dentro de mí sentía muchos nervios, mi corazón estaba empezando a latir como loco por su cercanía y esa era la primera vez que nos conocíamos.

La calidez que están irradiando su cuerpo, me era bastante tranquilizadora y así fuera cincuenta por ciento omega yo de verdad agradecía su extraña cercanía.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

Si murmullo me sacó de mis pensamientos, cosa que me hizo sentir vergüenza, había pasado la mayor parte del tiempo mirándolo y eso era de mala educación.

-Adelante.- asentí sin más.

-¿Cómo es que tú portas...?- carraspeo. -Bueno, yo eso.- miró a otro lado.

Era la primera vez que alguien me preguntaba de buena manera.

-Lo siento si te incomode.- volvió a carraspear. -Es solo que tengo curiosidad.

Mis mejillas se calentaron, era muy extraño ese sentimiento, ya que yo estaba acostumbrado a hablar de ese tema por dinero, las personas eran malas y solo pagaban por lo raro.

Y no, con él no me incomodaba que lo haya preguntado, porque fue de los primeros en hacerlo de forma educada.

Se preocupó por mi comodidad.

-No, no es eso.- rápidamente sacudí mi mano derecha. -Es solo que, agradezco que lo hagas con respeto.- mi sonrisa se ensanchó al ver sus ojos más abiertos de lo normal. -Soy lo que se le conoce como un hermafrodita en el mundo beta y bueno en el mundo omega es algo normal, pero soy un caso extraño.

-Lo siento.- negó. -Hemafrodita...- frunció su ceño.

-No.- reí un poco. -Hermafrodita.- toque por inercia su mano izquierda. -Tranquilo, es comprensible que no lo entiendas.- asentí. -Pero no te preocupes, con gusto te lo explico...

Cuando él asintió yo me emocioné, él estaba siendo en verdad respetuoso y a mí me hubiera gustado que los demás hubieran sido igual.

-Como sabes...

-¡Cariño!

El grito de mi madre me quitó toda la emoción que yo había sentido con anterioridad, explicarle a él lo que yo realmente era me tenía bastante feliz, siempre me gustó hablar de esos temas para mantener informados a los demás, pero desafortunadamente a mí me había tocado sufrir la ignorancia.

-¿Si?- mire a mi madre.

Ella venía hacia nosotros y su expresión era de total desaprobación, estaba bastante seguro de que ella nos había escuchado, y ahora venía a separarnos.






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