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❪ capitulo noventa ❫

┊ೃNINETY. El secuestro del corazón roto !!!

Si en un pasado me preguntaban a Sabrina, a esa niña de once años, que es lo que quería para un futuro probablemente diría que secuestraria a su papá para irse de viaje juntos, que tendría una vida donde su única preocupación sería elegir que país visitar después.

Jamás se imagino que tendría tanto dolor a una edad tan corta, no pensaba que habría personas tan crueles e inhumanas que no tendrían piedad por personas inocentes, ni siquiera por niños o adolescentes.

Sabrina no quería regresar y que todos la vieran, otra vez, de una manera tan desastrosa como la que se encontraba. Había pasado la mitad de la noche en aquel lugar y sabía que tenía que volver pues no quería preocupar a su madre pero era el día de la boda de Bill y Fleur y no quería hacerles pasar un mal rato a la familia Weasley.

— ¡Sabrina!— Ginny exclamó con sorpresa al verla aparecer en el jardín— ¡Estás helada!— Dijo al acercarse y tocar su brazo

La pelirroja la jaló al interior de la casa pues parecía que la Sallow estaba perdida en sus pensamientos. Con cuidado le coloco una manta sobre sus hombros después de haberla llevado a su cuarto.

A los oídos de Sabrina llegó el sonido de las risas y la música proveniente de la boda que apenas comenzaba.

— ¡Tú familia estaba preocupada! ¿Qué pasó?— Preguntó con suavidad pues no quería abrumarla

— No le digas a nadie que llegué— Suplicó—. No quiero arruinarles la noche, solo... ¿Puedes hablarle a mi mamá, Delphy o a Remus? Por favor— Pidió con voz ronca

— ¿Necesitas algo más?— Preguntó con amabilidad

— No, muchas gracias— Intento sonreírle pero falló en el intento— disfruta de la fiesta

Ginny le regaló una última sonrisa antes de salir del cuarto, Sabrina se recostó sobre la cama intentando descansar un poco pues sus ojos pesaban y ardían después de pasar mucho tiempo despierta y llorando.

Escucho los pasos rápidos en las escaleras pero no sé inmuto en levantarse, su cuerpo no lograba responderle.

— ¿Qué es lo que te pasa?— Thalía exclamó en cuanto entró a la habitación— ¿Crees que fue prudente desaparecer sin más?— El rostro de la mujer expresaba verdadera furia

No podía estar más asustada y enojada con Sabrina, ella vivía con el miedo constante de jamás volverla a ver. Había perdido al amor de su vida, no quería perder a su hija también. Quizá el enojo la estaba cegando y por eso había reaccionado de manera impulsiva gritándole sin percatarse del mal estado en el que se encontraba.

— Thalía, basta— Delphy llegó junto con Remus

— Apolo murió— Espetó con enojo— ¡Está muerto! No pude despedirme de él, no pude arreglar las cosas con él

Los adultos se quedaron sin habla, no había palabra de aliento que pudieran encontrar para darle a Sabrina, que se volvía a encontrar completamente destrozada.

— Solo quiero estar sola— Dijo al ver qué Remus se acercaba con la intensión de abrazarla.

La chica se recostó sobre la cama y giró a mirar la pared dándoles la espalda a los tres adultos que no tenían palabras para animarla.

Sabrina ya estaba cansada de que la gente la mirara con lástima.

La Sallow sentía que apenas había cerrado los ojos un segundo aunque había pasado una hora desde que se quedó dormida. Un cosquilleo en sus pies llamó su atención, bajó su vista encontrándose con Blacky algo realmente sorprendente pues la mansión Eisenhower no estaba nada cerca de donde se encontraba la Madriguera.

— ¿Cómo llegaste aquí?— Preguntó con sorpresa incorposandose en la cama como si el minino fuera a responderle.

La gata se enredo entre sus piernas pero Sabrina la tomo llevándola hacia su pecho para acariciarla. Los recuerdos de Apolo quejándose sobre que Blacky lo odiaba y lo arañaba cada que tenía oportunidad llegaron a su mente empañando sus ojos. Sus recuerdos la llevaron a años atrás donde entró a la tienda de mascotas mágicas para comprar a Arwen.

— Me llevaré ese de ahí— Podía escuchar con claridad la voz chillona de Apolo pedir a su gata.

Al tomarlo en brazos el gato gruñó y comenzó a retorcerse en las manos del niño que luchaba porque no escapara.

— Al parecer no le agradas —una Sabrina de once años soltó una risa mientras acariciaba el plumaje de su nueva mascota

— Claro que si, se llamará Black

Sabrina tomó al gato en brazos haciendo que dejara de retorcerse en su lugar, lo alzó por debajo de sus axilas y miró la parte baja del animal. 

— Es hembra, ponle Blacky —volteó a ver al niño

—¿Por qué lo haría? —habló a la defensiva

—Es mejor que Black, además suena más femenino— sonrió triunfante —, nos vemos, ojos de mar —salió de la tienda

No podía creer que un completo desconocido llegaría a marcar su vida de una manera impresionante y hermosa, ni siquiera se había puesto a pensar que cuando Apolo se marchara sería una marca muy dolorosa.

Algo brillante captó la atención de Sabrina, en el cuello de Blacky había un accesorio de metal. Rápidamente se lo quitó cayendo en cuenta que se trataba de la pulsera que había devuelto a Apolo (una acción muy estúpida de su parte si se lo preguntaban) pero de alguna forma Blacky se la había hecho llegar de vuelta.

Los ojos de Sabrina pasaban una y otra vez la frase grabada en la pulsera amigos por siempre y más allá de la muerte. ¿Eso sería cierto? La promesa que dos corazones jóvenes e inocentes habían hecho prometía ser más que eterna pero solo eran dos niños con ilusión y esperanza de crecer juntos. Lastima que el destino les había arrebatado aquella felicidad de la manera más cruel para un niño.

Habían peleado antes, su amistad se había roto y ahora Apolo estaba muerto, no había forma alguna de que siguieran siendo amigos y pudieran cumplir esa promesa.

Los gritos desesperados llegaron a sus oídos alarmándola pues la alegre música de la boda se había dejado de escuchar. Blacky se había puesto en posición de alerta mostrando sus colmillos.

Sabrina se acerco a la ventana para poder ver que pasaba, el miedo la invadió en cuanto vio a los mortífagos aparecer y atacar a los invitados de la boda. Desesperada y asustada, ella tomó su varita y salió corriendo de la casa con la gata negra siguiéndola por detrás. Tenía miedo de perder a alguien más.

Al llegar a la planta baja recibió empujones de parte de la gente desesperada por escapar, sus ojos vagaban por el lugar intentando encontrar a sus seres queridos pero la ola de personas despavoridas le hacía la tarea difícil.

— Necesito que encuentres a mi madre o a Delphy— Ordenó a su lechuza que de pronto se había posado en su hombro, el ave salió volando acatando la orden de su dueña— Blacky, busca a Remus o a Harry— pidió desesperada y con la esperanza de que entendiera

El minino asintió antes de perderse entre la multitud. Sabrina se adentró a la gran ola de personas buscando a alguien conocido pero no hacían más que empujarla.

— ¡Sabrina!— Escuchó la voz de Tonks

Cuando su vista se encontró con la de ella se dio cuenta que Delphy iba a su lado, quería reunirse con ellas pero alguien la tomó de la cintura.

¡Demaius!

Lo último que vieron sus ojos antes de cerrarse y caer inconsciente fue a Delphy intentando alcanzarla y lanzando cantidad de hechizos. Entonces Sabrina cayó en cuenta de algo:

La habían secuestrado.

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