Una semana
Una semana había pasado desde que Jona comenzó a ignorar a Dex. La relación entre Dex y sus compañeros de equipo se había fortalecido, encontrando en ellos una fuente de distracción y compañía. Estaban en los vestuarios del Joan Gamper, relajándose después de un entrenamiento intenso.
—No te voy a poder llevar a casa hoy, Dex —anunció Rodri, estirándose y desabrochando las botas de fútbol—. Voy a salir con una chica buenísima que conocí en Valencia.
—Qué mentiroso, eh, tío. Seguro la chavala ni te miró —comentó Ale con una sonrisa burlona, secándose el sudor con una toalla.
Rodri ignoró el comentario y, sonriendo ampliamente, agregó:
—¡Claro que sí, gonorrea! Opi estaba conmigo cuando estaba hablando con ella. La amiga quería con Opi.
Opi, sentado en una esquina del vestuario, se sonrojó ligeramente y bajó la mirada, acomodándose los lentes. El recuerdo del encuentro en Valencia lo hizo encogerse en su asiento.
—Pero aceptaste a la piba o la re ignoraste —preguntó Pachi, curioso.
—No era mi tipo... —murmuró Opi, intentando disimular su incomodidad.
—Hermano, a este paso te vas a quedar más solo que caguama en Nochebuena —bromeó Matu, provocando risas en el grupo.
—Ni siquiera vas a ser soltero, vas a ser solterísimo —añadió Ale, riendo junto a los demás.
Dex observó a Opi, notando su desánimo. Mientras los demás comenzaban a salir del vestuario, Dex se quedó atrás y se acercó a Opi, quien miraba sus zapatos, perdido en sus pensamientos. Con un gesto suave, Dex le acomodó un mechón rebelde de cabello que caía sobre el rostro pálido y bañado de pecas de Opi.
—No les hagas caso, Opi. Sabes que solo están bromeando —le dijo Dex con una sonrisa tranquila.
—Lo sé, Dex. Gracias —respondió Opi, sonrojándose nuevamente.
—Y no te preocupes tanto por lo de quedar soltero. Encontrarás a alguien que sea tu tipo —añadió Dex, dándole una palmada en el hombro.
Opi asintió, sintiéndose un poco mejor. La amistad con Dex era algo que valoraba profundamente, especialmente en momentos como este.
—Te puedo llevar a tu casa, Dex. Sin problema. Acabo de sacar el carnet y ya puedo usar mi coche —dijo Opi, con una pequeña sonrisa de orgullo.
Dex le sonrió a Opi, agradecido por su oferta.
—Gracias, Opi. De verdad te lo agradezco —respondió Dex, sincero.
Durante el camino hacia la casa de Dex, la música sonaba de fondo, creando un ambiente relajado. Dex decidió poner a prueba una teoría que tenía, y aprovechó la oportunidad para preguntar.
—Opi, ¿cómo se llamaba la tía con quien iba a salir Rodri?
Opi se tensó visiblemente al escuchar la pregunta, pero respondió:
—Tabatta Torres.
Dex asintió levemente, confirmando su sospecha.
—La conozco.
Justo en ese momento, el coche se detuvo en un semáforo en rojo. Opi giró la cabeza tan rápido en dirección a Dex que el ojigris pensó que se había hecho daño. Opi arrugó la nariz, haciendo notar más su piercing mientras miraba a Dex con sorpresa.
—¿La conoces? —preguntó, sus ojos verdes llenos de curiosidad.
Dex no pudo evitar notar lo adorable que se veía Opi en ese momento, con su expresión de sorpresa y el rubor que se extendía por su rostro pálido. Había algo en su timidez y en la forma en que sus pecas se destacaban bajo la luz del semáforo que le resultaba encantador.
—Sí, es amiga de Jona. Una chavala muy coqueta —respondió Dex con una sonrisa de lado, comprobando a medias su teoría.
Opi giró la cabeza de vuelta a la carretera y murmuró:
—Ah, vale.
Dex notó el cambio en la actitud de Opi y decidió profundizar un poco más.
—¿Ops, estás bien?
Opi apretó el volante con fuerza, un sonrojo evidente en su rostro.
—Claro, ¿por qué estaría mal?
El ojigris suspiró, sintiendo que había dado en el clavo.
—Te noto como molesto desde que Rodri dijo que iba a salir con una tía.
Opi evitó el contacto visual, centrado en la carretera, pero el rubor en sus mejillas lo delataba.
—No es nada, solo... ya sabes, tonterías.
Dex sonrió comprensivo y decidió no presionar más, pero el hecho de que Opi se sintiera celoso le resultaba entrañable. El silencio cómodo se mantuvo hasta que Opi, con un suspiro, rompió el silencio.
—Sabes, Dex, es una putada —dijo Opi, con una mezcla de cansancio y tristeza en su voz.
Dex lo miró curioso y preguntó:
—¿Qué es una putada?
Opi se mordió el labio y respondió:
—Estar enamorado de un idiota.
Dex, sorprendido por la confesión, miró a Opi con una mezcla de preocupación y comprensión.
—Opi... —empezó Dex, buscando las palabras correctas—. ¿Estás hablando de Rodri?
Opi asintió lentamente, su voz revelando el dolor que sentía.
—Sí —admitió—. Es una putada estar enamorado de tu mejor amigo heterosexual. Es una mierda estereotípica.
Dex lo miró, reconociendo la verdad en sus palabras.
—¿Qué cosa?
Opi se ajustó los lentes, visiblemente incómodo.
—Pues eso, enamorarse de tu mejor amigo hetero. Además, Rodri ni siquiera es mi tipo, es solo que el primer...
Dex lo interrumpió suavemente.
—...amor nunca se olvida —dijo Dex con un suspiro—. Lo sé.
Oliver suspiró y se encogió un poco.
—Es estúpido, lo sé. Pero siempre ha sido así.
Dex estiró la mano y acarició el hombro de Opi en señal de apoyo.
—Es normal, amigo —dijo Dex, buscando las palabras correctas—. ¿Te gustaría contarme más? Podríamos ir a mi casa a hablar... solo si quieres.
Opi, con el rostro aún enrojecido, miró a Dex, apreciando el gesto amable.
—Gracias, Dex —murmuró Opi—. Me vendría bien hablar.
Dex sonrió, satisfecho de haber podido ofrecerle algún consuelo a su amigo mientras continuaban el viaje.
Al llegar a la casa de Dex, él llevó a Opi a su habitación. Cerró la puerta detrás de ellos y le dijo:
—Siéntate donde quieras.
Opi, sonriendo de lado, se dirigió hacia la silla giratoria del escritorio de Dex y se sentó en ella, comenzando a girar lentamente. Mientras tanto, Dex fue a la mesita de noche para conectar su móvil y se sentó en la cama, mirando expectante a Opi.
Dex, con una sonrisa en el rostro, pensó en lo tierno que se veía Opi en ese momento, girando en la silla. No pudo evitar pensar en su niño, y en cómo a veces también podía mostrar esa vulnerabilidad.
— Asi que...por dónde quieres comenzar.
— Por el principio.
— Vale...a tu tiempo hermano ¿Si?
Opi, después de un suspiro, comenzó su relato:
—Conozco a Rodrigo desde que mi padre aceptó ser entrenador en Las Palmas. Nos hicimos amigos porque mi padre había visto potencial en él —se mordió el labio inferior—. Teníamos unos siete años cuando ocurrió. Yo lo quería mucho y me apoyó bastante con mi timidez y todo eso. Cuando se enteró de que "iba a jugar al fútbol" —hizo comillas en el aire— Se alegró mucho. Pero yo no quería. No quería seguir los pasos de mi padre; para eso ya estaba mi hermana Mónica. ¿Por qué yo tenía que jugar al fútbol profesional también? Pero cuando me llamaron para ir al Barça B... Rodri dijo que sería uno de los mejores y que podríamos jugar juntos. No te miento, me encule. Luego duré un mes sin sentirme miserable, y cuando llamé la atención del Mister Gavi, me subieron al primer equipo. Tiempo después, se acopló Rodri.
Dex lo escuchó atentamente, su expresión serena mientras Opi continuaba.
—¿Y cómo te sentiste cuando Rodri llegó al primer equipo? —preguntó Dex, interesado en escuchar más.
Opi dejó de girar y se acomodó en la silla, buscando las palabras adecuadas.
—Al principio, fue genial —admitió—. Tenía a mi amigo conmigo, y eso era lo que más quería. Pero luego, al ver que él seguía en su camino, mientras yo sentía que mi lugar en el equipo no era seguro, empecé a darme cuenta de que mis sentimientos hacia él eran más complicados.
Dex asintió, comprendiendo la dificultad de la situación.
—Debe ser difícil —dijo Dex suavemente—. Especialmente cuando los sentimientos se mezclan con la amistad.
Opi lo miró, agradecido por la comprensión.
—Sí, lo es —dijo Opi—. A veces siento que el hecho de que Rodri ni siquiera sea mi tipo hace todo aún más complicado. Es como si intentara olvidarlo, pero el primer amor siempre se queda, ¿sabes?
Dex asintió, recordando su propia experiencia con Jonathan.
—Lo sé —dijo Dex con sinceridad—. Pero, al final del día, es importante encontrar maneras de manejar esos sentimientos.
Opi se acomodó en la silla, subiendo las piernas y abrazándolas mientras continuaba su relato. Su voz era más suave, como si las palabras que salían de su boca cargaran un peso emocional que llevaba mucho tiempo guardado.
—Lo malo comenzó cuando cumplimos 14 años y Rodri empezó a llevarme en citas dobles con chicas que no terminaban de gustarme. Aún recuerdo esas citas fallidas que podría contar una y otra vez. Él estaba empeñado en que yo consiguiera novia. De hecho, la tuve. Cuando teníamos 16 años, fuimos a Ibiza, y había discutido con mi novia en ese entonces sobre cómo ninguno de los dos se sentía cómodo en esa relación. Se suponía que el viaje era solo de amigos, sin novias ni mujeres. Pero cuando fuimos a una fiesta y me sentí incómodo, lo llamé, y nada. Cuando volví al hotel, donde compartíamos habitación, él estaba encerrado follando con una tía. Yo me quedé fumando afuera en el pasillo y dormí allí hasta las 5 de la mañana.
Dex suspiró, sintiendo la frustración de Opi. Se inclinó un poco hacia adelante en la cama, tratando de conectar con él.
—Ops, eso fue muy mierda. ¿No se lo dijiste?
Opi negó con la cabeza, suspirando profundamente.
—No, en ese entonces... y creo que hasta ahora sigo tratando de ocultar mis cosas. Mi padre me enseñó a no demostrar lo que siento, y es muy mierda algunas veces.
Dex asintió, entendiendo lo que Opi quería decir. Sabía lo difícil que podía ser vivir con sentimientos que uno no se siente libre de expresar.
—Rodri suele ser muy alegre y fiestero, casi absurdamente positivo. No es por justificar sus acciones ni nada —se apresuró a añadir — Pero por lo general quiere ver feliz a los que lo rodean.
Oliver suspiró, negando levemente con la cabeza mientras bajaba la mirada.
—Lo entiendo, Dex. Es mi mejor amigo; lo conozco mejor que nadie... solo que me da miedo. Además, siempre juega a sonrojarme y me hace sentir... no lo sé, extraño.
El ojigris lo miró fijamente, captando la mezcla de confusión y vulnerabilidad en la voz de Opi. Asintió levemente y murmuró:
—Lo he pillado.
Opi levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Dex. Había un entendimiento silencioso entre ellos, una conexión que se formaba al compartir algo tan personal. Dex extendió la mano esperando a que el pelirrojo la cogiera y lo hizo, el ojigris sonrió de lado dándole un ligero apretón.
—No estás solo en esto, Ops —dijo con suavidad—. Estoy aquí para escucharte, para lo que necesites.
Opi esbozó una pequeña sonrisa, agradecido por el apoyo.
—Gracias, Dex —susurró—. Significa mucho para mí.
Dexter y Oliver se soltaron las manos y quedaron en silencio durante unos minutos, la habitación llenándose de una calma tensa. Opi rompió el silencio, su voz apenas un susurro.
—Y tú, ¿qué? —dijo, tratando de sonar despreocupado—. También vas mal en el amor.
Dexter desvió la mirada hacia la ventana, sus ojos grises reflejando una tristeza que no podía ocultar del todo.
—¿Por qué dices eso? —murmuró.
Opi sonrió de lado, bajando una pierna de la silla para comenzar a girarla lentamente, mientras la otra pierna seguía abrazándola. Parecía estar tomando tiempo para elegir sus palabras.
—Te he notado distraído en los entrenamientos —dijo finalmente, su tono era suave pero directo—. Y en tus ojos hay tristeza.
Dex levantó la vista, sorprendido por la observación. No esperaba que Opi, a quien veía como alguien reservado y tímido, notara algo tan personal. Sus cejas se arquearon, y Opi, al darse cuenta de lo que acababa de decir, se sonrojó abruptamente.
—Soy observador —murmuró, bajando la mirada mientras jugaba con la orilla de su camiseta, su rostro pálido tornándose aún más rojizo.
Dexter lo observó en silencio por un momento, evaluando si debía abrirse o no. Finalmente, suspiró y se recostó un poco en su cama, mirándolo con una mezcla de resignación y cansancio.
—No es nada fácil, la verdad —admitió, su voz apenas audible—. Yo... es complicado.
Opi dejó de girar la silla y se quedó mirándolo, con un gesto de comprensión en su rostro.
—No tienes que contarme si no quieres —dijo con suavidad— Pero estoy aquí si necesitas hablar.
Dex asintió, agradecido por la oferta, pero sin saber si estaba listo para abrirse completamente. Había algo en la sinceridad de Opi que lo hacía sentir seguro, pero al mismo tiempo, sus problemas con Jona eran tan complejos y dolorosos que no sabía por dónde empezar.
Opi lo miró con curiosidad, y después de un momento de silencio, se atrevió a preguntar:
—¿Sigues en el armario?
Dexter parpadeó, sorprendido por la pregunta directa. Lo miró fijamente, intentando descifrar si había escuchado bien.
—¿Cómo es que te diste cuenta? —preguntó con cautela.
Opi esbozó una sonrisa divertida, su timidez desvaneciéndose por un instante.
—Es cuestión de prestar atención a las cosas —dijo con un tono relajado— Además... No lo negaste hermano.
— Touché —rio suavemente el canario tirando la cabeza hacia atrás.
—Pero dime, ¿entonces no has salido del clóset?
Dex bajó la mirada y rió entre dientes, aunque su risa estaba teñida de una cierta amargura.
—Nunca salí —admitió—. Estoy tan metido que si me doy la vuelta lo más probable es que encuentre Narnia.
Opi no pudo evitar soltar una carcajada ante la comparación, pero se contuvo rápidamente al ver la seriedad en los ojos de Dexter.
—Además —continuó el ojigris, suspirando profundamente— No sé qué siento. Ni que me gusta. Estoy confundido.
Opi lo observó en silencio, sintiendo una empatía profunda por su amigo. Sabía lo que era estar atrapado en esa confusión, el miedo a aceptarse y lo complicado que era intentar entenderse a sí mismo cuando parecía que el mundo entero ya tenía una etiqueta para todo.
—Es normal sentirse así —dijo suavemente, su tono cargado de comprensión—. No hay prisa por descubrirlo todo de una vez. Tienes tiempo, Dex.
Dex asintió lentamente, procesando las palabras de Opi. Aunque no tenía todas las respuestas, saber que no estaba solo en su confusión le ofrecía un pequeño consuelo.
—¿Y quién es el afortunado?
Dex suspiró, abriendo la boca para responder cuando, de repente, la puerta de su habitación se abrió de golpe. Grecia, entró con una actitud decidida. Su cabello estaba perfectamente peinado y llevaba un conjunto impecable. Al ver a Dex, se detuvo en seco, claramente sorprendida por su presencia allí.
—¿Tú no estabas en casa de los nonnos? —preguntó Dex, visiblemente sorprendido por verla allí.
Grecia se encogió de hombros, pero sus ojos rápidamente se posaron en Opi, quien la observaba con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.
—¿Quién es él? —preguntó Grecia, sin disimular el desdén en su voz.
Opi, incómodo bajo la mirada inquisitiva de la pequeña, intentó sonreír, pero su nerviosismo era evidente. Dex se levantó de la cama y frunció el ceño ante el tono hostil de su hermana.
—Grecia, él es Oliver, un amigo mío —dijo Dex, tratando de mantener la calma.
Grecia cruzó los brazos, sus ojos aún fijos en Opi, quien estaba claramente afectado por la intensidad de su mirada.
—¿Por qué no estás con los nonnos, Gres? —preguntó Dex, intentando desviar la conversación hacia un tema menos incómodo.
—Tenía que buscar unas cosas del instituto aquí —respondió Grecia con indiferencia, sin apartar la mirada de Opi.
Dex pasó una mano por su cabello, suspirando. Sabía que su hermana podía ser difícil, pero su hostilidad hacia Opi era algo nuevo.
—Grecia, no pasa nada. Oliver es un buen tío —dijo Dex, tratando de suavizar las cosas. —¿Por qué no vuelves con los nonnos?
Grecia lo miró de reojo y, antes de lanzar una última mirada afilada a Opi, murmuró tiernamente:
—Es que quería verte.
Opi, sintiéndose cada vez más fuera de lugar, bajó la mirada al suelo y jugueteó nerviosamente con el borde de la silla giratoria.
—Eh... Dex, quizá debería irme —murmuró, aunque Dex negó con la cabeza.
—No, no te preocupes, Ops —dijo Dex con una sonrisa tranquilizadora.
Luego se giró hacia su hermana, manteniendo un tono firme:
—Grecia, necesitamos hablar afuera ahora.
Dex tomó a Grecia de los hombros y la giró para sacarla de la habitación. La pequeña, al pasar junto a Opi, le lanzó una última mirada cargada de desdén.
—Me cae mejor Jona —dijo Grecia en un murmullo antes de salir.
Dex se mordió el interior de la mejilla y, mientras salía con la pequeña al pasillo, murmuró entre dientes:
—Dalia.
Bueeeeeeeeeeeeeenaasssssssss que tal?
Ayer quería publicar el cap pero estuve ocupada.
Que les pareció?
Si tienen una recomendación o ideas no duden en decirme!
Los leo.
Laaai<3
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