Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Resfriado?

Jona estaba tumbado en su cama, mirando el techo mientras los rayos de sol de la mañana entraban por la ventana. Tenía la voz ronca, una mezcla de cansancio y resaca emocional después de la noche anterior con Dex. Justo en ese momento, la puerta de su habitación se abrió de golpe y João entró con una expresión de preocupación.

—Jona, tiene que ser la última vez que sales a escondidas así —dijo João, cruzando los brazos.

Jona bufó, girándose para mirar a su hermano gemelo.

—Sólo quiero una vida normal, João.

João suspiró, sentándose en el borde de la cama de Jona.

—Ojalá pudiéramos tener una vida normal, pero sabes que nuestra situación es complicada. Si papá se entera, se va a enfadar mucho. Y ni hablar de la prensa, podríamos meternos en problemas, especialmente con todo lo del divorcio de nuestros padres.

Jona cerró los ojos, sintiendo la presión acumulada en sus hombros.

—No quiero vivir con miedo todo el tiempo. Dex me hace sentir... normal, al menos por un rato.

—Lo sé, Jona. Pero debes tener cuidado, especialmente con Dex. Si la prensa llega a enterarse de que tienes encuentros con él, podrían traerles problemas a ambos, especialmente si Dex queda en el primer equipo.

Jona abrió los ojos y miró a su hermano con determinación.

—Dex merece estar en el primer equipo por su talento, no por el drama de su vida personal. Y yo... sólo quiero estar a su lado.

João lo miró con empatía, comprendiendo el dilema de su hermano.

—Entiendo, pero tenemos que ser cuidadosos. No sólo por nosotros, sino por Dex también. No podemos arriesgar todo por un descuido.

Jona asintió, sabiendo que su hermano tenía razón, aunque le doliera admitirlo. Se pasó una mano por el cabello rubio, despeinándolo aún más.

—Está bien, seré más cuidadoso. Pero no puedo dejar de verlo, João. No quiero perderlo.

João le dio una palmada en el hombro.

—No tienes que dejar de verlo, sólo hay que ser más discretos. Y recuerda, siempre estaremos aquí para apoyarte, pero necesitamos ser inteligentes sobre esto.

Jona sonrió levemente, agradecido por el apoyo de su gemelo.

—Gracias, João. Te prometo que seré más cuidadoso.

João sonrió de vuelta y se levantó de la cama.

—De nada. Ahora, descansa un poco más. Tu voz suena como si hubieras estado gritando toda la noche.

Jona rió, aunque su risa sonaba áspera.

—Sí, lo haré.

João se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo antes de salir.

—Y Jona... ten cuidado, ¿vale?

—Lo tendré, lo prometo.

João salió de la habitación, dejando a Jona solo con sus pensamientos. Cerró los ojos nuevamente, tratando de encontrar algo de paz en medio del caos que sentía.

Fermín abrió la puerta de la habitación de Jona con suavidad, asomando la cabeza para ver si su hijo estaba despierto.

—Jona, ¿estás listo? Hoy os llevo al instituto.

Jona se incorporó en la cama, frotándose los ojos.

—Sí, papá, pero... tengo ensayo con la banda después de clases, así que no hace falta que me busques. Min me va a llevar.

Fermín frunció el ceño al escuchar la voz ronca de Jona.

—¿Qué pasa con tu voz? ¿Te has resfriado?

Jona se aclaró la garganta, intentando sonar más natural.

—Puede que sí, papá. Tal vez un resfriado.

Fermín lo miró con sospecha.

—Jona, si has hecho algo, sería mejor que confíes en mí. Ya sabes que siempre estoy aquí para ayudarte.

Jona se sonrojó, desviando la mirada.

—De verdad, papá, sólo es un resfriado.

Fermín suspiró y se sentó en el borde de la cama.

—Vale, hijo. Pero recuerda, siempre puedes contarme cualquier cosa. Ahora, vamos al tema del divorcio. Sé que es duro para vosotros, pero ya está en trámite todo. No tienes que preocuparte.

Jona lo miró con tristeza.

—No quiero separarme de ti, papá.

Fermín le dio una palmadita en la espalda, con una sonrisa triste.

—Voy a hacer todo lo posible para tener la custodia completa de ambos. No quiero que sufráis más de lo necesario.

Jona asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Mientras Fermín se levantaba para salir de la habitación, Jona lo miró con una mezcla de agradecimiento y preocupación.

—Gracias, papá.

Fermín sonrió y salió de la habitación, pero antes de cerrar la puerta, la volvió a abrir y metió la cabeza.

—Y lávate los dientes, hijo. No quiero oler la leche condensada que has comido.

Jona se sonrojó al entender el doble sentido de las palabras de su padre.

—Vale, papá —respondió, con una leve risa nerviosa.

Fermín salió finalmente, dejando a Jona solo con sus pensamientos. Jona suspiró y se levantó de la cama, dirigiéndose al baño para seguir las instrucciones de su padre. Mientras se cepillaba los dientes, no podía evitar pensar en Dex y lo que habían hecho la noche anterior.

...

En el coche, de camino al instituto, Jona no dejaba de moverse inquieto en el asiento trasero, estirándose hacia delante para interrumpir la conversación entre su padre y João.

—Sabes, papá, ahora que oficialmente ya no vas a estar con mamá, vas a empezar a salir en citas, ¿no? —dijo Jona, aún con la voz ronca.

João suspiró, negando levemente con la cabeza.

Fermín rió, divertido por la espontaneidad de Jona.

—De hecho, quería hablar sobre eso con vosotros —respondió, mirando a sus hijos a través del espejo retrovisor—. Quería saber si os molestaría si empiezo a salir con alguien.

Los gemelos se miraron entre ellos y luego negaron al unísono.

—Papá, no hay problema. Queremos que seas feliz —dijo João, siempre el más sensato de los dos.

Jona, incapaz de quedarse callado por mucho tiempo, añadió:

—Sí, papá. Además, si encuentras a alguien que te haga sonreír, eso es lo más importante. Pero tiene que pasar por nuestra aprobación primero, ¿eh? —dijo con una sonrisa traviesa.

Fermín soltó una carcajada.

—Eso suena justo, Jona. Primero tiene que pasar por el comité de aprobación de los gemelos López.

João sonrió y asintió.

—Sí, papá. Lo importante es que seas feliz y que todo vaya bien.

Jona, inquieto como siempre, comenzó a tamborilear con los dedos en el respaldo del asiento delantero.

—¿Y cuándo vamos a conocer a esta persona, papá? —preguntó Jona, sin poder contener su curiosidad.

Fermín miró a Jona con una sonrisa de complicidad.

—Primero, tengo que encontrar a alguien que pase el filtro del comité de gemelos. No os preocupéis, cuando llegue el momento, seréis los primeros en saberlo.

Jona se relajó un poco, satisfecho con la respuesta de su padre. Mientras tanto, João volvió a centrarse en la música que sonaba de fondo, intentando disfrutar del viaje en paz.

El coche avanzaba hacia el instituto, con Jona aún vibrante de energía, pensando en todas las posibles aventuras que les esperaban como familia.

...

Jona entró al salón de música con su característica energía, saludando a sus amigos con entusiasmo.

—¡Hola, chicos! —exclamó Jona, mirando a Tabs, Kev, Sebas y Min con una sonrisa.

Tabs levantó la mirada de su guitarra y soltó una risita burlona.

—¡Mira quién está aquí! ¿Te despertaste finalmente, ronquidito? —bromeó Tabs, haciendo reír a los demás.

Sebas, con su típico humor, agregó con una sonrisa pícara:

—Gona, deberías ver lo que te metes en la boca, ¡podría no ser bueno para tu salud vocal! —dijo con un doble sentido que hizo sonrojar a Jona de repente.

Todos estallaron en risas al ver la reacción de Jona. Kev, siempre tranquilo y centrado, dejó su bajo a un lado y se unió a la conversación.

—Bueno, bueno, ¿quién es el afortunado? —preguntó Kev con curiosidad.

Jona rió nerviosamente y se dejó caer en una silla.

—No sé de qué habláis —dijo, intentando desviar la atención.

Min, con sus lentes sobre la nariz, no pudo contener su risa.

—Dime que no fue quien creo que fue —dijo Min entre risas, con una expresión traviesa.

Jona sonrió tímidamente, jugueteando con sus dedos sobre la mesa. Tabs, con su usual picardía, continuó el juego.

—Anda, chino, dinos quién es —dijo, provocando a Min.

Min bufó, divertido.

—Que soy coreano, coño —respondió, levantando el dedo medio en broma.

Sebas sonrió ampliamente.

—Sabes que te lo decimos de cariño, Min —añadió Sebas con una risa.

Kevin, recordando algo, abrió los ojos sorprendido.

—¡Espera un momento! ¿Te liaste con Giovanni en la fiesta de gala de la semana pasada? —exclamó Kev, mirando a Jona con complicidad.

Jona se sonrojó violentamente y casi se cayó de la silla, mientras Min y Sebas comenzaron a reírse a carcajadas. Tabs, siempre rápida, no perdió la oportunidad de provocar a Jona.

—Vaya, vaya, parece que te gustan los futbolistas maduros ¿eh, Gonita? —dijo Tabs con una sonrisa juguetona.

Antes de que Jona pudiera responder a las bromas de sus amigos, la campana sonó, anunciando que debían ir a sus clases. Recogieron sus cosas y se dirigieron hacia el aula, pero Tabs no perdió la oportunidad de seguir molestando a Jona mientras caminaban por el pasillo.

—A ver, Gona, cuéntame más sobre tu amor por los futbolistas maduros —dijo Tabs con una sonrisa traviesa, dándole un suave codazo a Jona.

Jona rodó los ojos, pero sonrió de vuelta.

—Solo me besé con Gio en la fiesta, no es para tanto —respondió Jona, tratando de sonar despreocupado.

Min, siempre atento, sonrió de lado y se unió a la conversación.

—¿Solo con Gio? Yo recuerdo a alguien más... —dijo Min, lanzándole una mirada cómplice a Jona.

Jona le devolvió una mirada de advertencia, pero no pudo evitar sonrojarse.

—Cállate, Min. Mejor cuéntales a todos cómo te besaste con Joss —respondió Jona, intentando cambiar el tema.

Min se encogió de hombros, pero su sonrisa no desapareció.

—Eso no fue nada... —dijo Min en un susurro—. Y tú te besaste con Dexter.

Tabs fingió asombro, llevándose una mano al pecho.

—Oh, ¿debo fingir sorpresa? Gal y yo somos las presidentas del club de fans de vuestra relación, Nona —dijo Tabs, riendo.

Jona negó con la cabeza, pero no pudo evitar reírse también.

—Vale, vale, ya dejadme en paz —dijo Jona, aunque su tono era juguetón.

El grupo continuó su camino hacia el aula, pero de un momento a otro Jona se había quedado atrás pues iba distraído mirando las aulas vacías o con alumnos, que no noto que Tabs y Min ya se habían perdido de él.

Mientras Jona caminaba hacia su clase, un grupo de alumnos del último curso, que siempre habían sido problemáticos, lo interceptó en el pasillo. Eran conocidos por hacer molestar a varios estudiantes, y Jona no era la excepción. Los miró de reojo, intentando mantener la calma y no dejar que lo afectaran.

—Eh, Jona, ¿qué te pasa en la voz? ¿Demasiados besos anoche? —se burló uno de ellos, riendo mientras imitaba un tono afeminado.

Jona respiró hondo, tratando de no dejarse llevar por la provocación. Sin embargo, su paciencia tenía un límite, y aquel comentario lo cruzó.

—Sí, claro, ¿y qué? —respondió Jona con sarcasmo—. Al menos a mí me besan porque quieren, no por lástima.

Los chicos soltaron una carcajada burlona, pero uno de ellos, más agresivo, dio un paso al frente, empujando a Jona con la mano.

—Cuidadito con lo que dices, maricón. Ya verás cuando estés solo. Tu amiguito González no siempre va a estar para defenderte —le advirtió, haciendo referencia a Dexter.

Jona tambaleó un poco hacia atrás por el empujón, pero se mantuvo firme, tratando de no mostrar miedo. Sabía que mostrar debilidad solo les daría más poder.

—¿Sabes qué? Me importa una mierda lo que pienses. Tú y tus comentarios de mierda no valen nada para mí —contestó Jona, mirándolo directo a los ojos.

El chico pareció sorprendido por la respuesta de Jona, pero antes de que pudiera reaccionar, la campana volvió a sonar, y varios profesores empezaron a salir al pasillo para asegurarse de que los estudiantes entraran a sus clases.

Aprovechando la distracción, Jona se dio la vuelta y se alejó, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. No iba a dejar que esos idiotas arruinaran su día, aunque las palabras seguían resonando en su mente.

Entró en su aula y se dejó caer en su asiento junto a Min, que notó inmediatamente que algo iba mal.

—¿Todo bien, Jona? —preguntó Min, bajando la voz para que los demás no escucharan.

Jona asintió, tratando de sonreír.

—Sí, solo unos idiotas que no tienen nada mejor que hacer —respondió, quitándole importancia.

Min le dio una palmadita en el hombro y le ofreció una sonrisa de apoyo.

—Sabes que siempre puedes contar con nosotros, ¿verdad?

Jona asintió, agradecido por tener amigos que lo respaldaban. La mañana había empezado complicada, pero estaba decidido a no dejar que aquellos chicos arruinaran su día

Bueeeeeeeeenas que tal?

Que les pareció el cap?

En fin.

Los quiero.

Laai<3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro