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Tumbado en su cama, Dexter murmuraba insultos en todos los idiomas que conocía. Su habilidad para los idiomas era tan impresionante como su talento en el campo de fútbol. Sabía inglés, francés, italiano y algo de alemán. Usó cada palabra ofensiva que se le ocurrió, como si los idiomas pudieran liberar la tensión acumulada.
De repente, escuchó un suave golpeteo en la puerta.
—¡Déjame en paz! —gritó sin molestarse en mirar quién era.
—Dexi, soy mamá. Necesito hablar contigo —la voz de Roma era calmada pero firme, una combinación que Dexter conocía bien.
—No quiero hablar con nadie ahora —respondió Dexter, esperando que su madre entendiera la indirecta.
A pesar de su rechazo, Roma abrió la puerta y entró en la habitación. La luz del pasillo iluminó su figura, proyectando una sombra larga en el suelo.
—Dije que quiero estar solo —repitió Dexter, con un tono más suave pero aún cargado de frustración.
—Lo sé, cariño, pero necesito decirte algo importante —Roma avanzó hasta sentarse en el borde de la cama.
Dexter se levantó un poco, apoyándose en sus codos, mirando a su madre con una mezcla de curiosidad y resignación.
—¿Qué es tan importante, mamá?
Roma le sonrió, una sonrisa llena de ternura y complicidad.
—Tu padre ha cambiado de opinión. Puedes ir a tu entrenamiento. Así que levántate y prepárate o llegarás tarde.
Dexter se incorporó, sorprendido, sus ojos muy abiertos.
—¿Cómo has conseguido que cambie de opinión? —preguntó con incredulidad.
Roma le guiñó un ojo, su sonrisa ensanchándose.
—Tengo mis trucos.
Dexter la miró con admiración y un toque de picardía.
—Mamá, no quiero más hermanos. ¡Qué guarra! —bromeó.
Roma le dio una colleja suave en la cabeza, riéndose.
—Guarro tú por pensar en eso. Anda, ve a prepararte.
Dexter se levantó de la cama, su enfado disipándose como la niebla ante el sol. Miró a su madre una vez más antes de salir corriendo hacia el baño.
—Gracias, mamá. Eres la mejor.
Roma le lanzó un beso en el aire mientras salía de la habitación, su sonrisa llena de satisfacción maternal.
Dex terminó de arreglarse y bajó las escaleras al salón. Allí vio a su hermanita menor, Grecia, sentada en el sillón. Sonrió y abrió los brazos para recibirla en un abrazo. La pequeña corrió hacia él, riendo.
—¿A dónde vas, Dexy? —preguntó Grecia, mirándolo con ojos curiosos.
—Voy a entrenar, enana. ¿Por qué?
—Quiero verte entrenar hoy. Mamá me dejó ir contigo, ¿puedo? —dijo ella con una sonrisa esperanzada.
—Claro, no hay ningún problema, enana —respondió Dex, dándole un beso en la frente.
Ambos se dirigieron al coche, donde Rom ya los esperaba. Durante el trayecto, Rom comentó:
—Joss ha acompañado a tu padre al restaurante. Iremos allí más tarde para cenar todos juntos.
—Perfecto —dijo Dex,mirando por la ventana —. Me vendrá bien después del entrenamiento.
Llegaron al Joan Gamper, el centro de entrenamiento del Barça B, donde Dex jugaba de mediocampista. El lugar estaba lleno de energía y actividad. Los jugadores ya estaban en el campo, calentando y preparándose para la sesión.
—Mira, Gres, ahí es donde entreno —dijo Dex, señalando el campo.
Grecia miraba todo con ojos muy abiertos, fascinada por el ambiente y la magnitud del estadio. Dex la llevó a las gradas donde podía sentarse y observar.
—Quédate aquí, enana. Entrenaré un rato y luego vendré a buscarte, ¿vale?
—¡Vale, Dexy! —dijo ella, emocionada.
Dex se dirigió al campo, uniéndose a sus compañeros mientras Grecia lo observaba desde la distancia con orgullo. Rom, viendo a su hijo tan concentrado, no pudo evitar sonreír. Era un orgullo para toda la familia verlo crecer y destacar en lo que le apasionaba.
Mientras Dex entrenaba, Rom revisó su móvil y vio un mensaje de Fermín, el padre de Jona. Decía que los chicos también estarían en el restaurante más tarde, lo que aseguraba una noche animada para ambas familias. Dex, enfocado en su entrenamiento, no tenía idea de que el destino le tenía preparada una sorpresa esa misma noche.
El Mister, el entrenador del Barça B, llamó a Dex después del entrenamiento para hablar en privado. Dex, con la respiración agitada por el esfuerzo, se acercó con curiosidad y nerviosismo.
—Dex, te he estado hablando con los de arriba y te han observando últimamente. Y déjame decirte que le gusta lo que ven —comenzó Pau, con una sonrisa de complicidad—. Tu juego es enérgico, con alma, y sí, a veces puede ser un poco violento, pero es gratificante ver esa pasión en el campo.
Dex escuchaba atentamente, sin poder creer lo que estaba escuchando. El primer equipo del Barça, ¡era un sueño hecho realidad!
—Te doy un tiempo para que hables con tus padres y tomes una decisión. Pero quiero que sepas que serías una gran adición al equipo —concluyó Pau, extendiendo la mano hacia Dex.
Dex, sin dudarlo ni un segundo, estrechó la mano del entrenador.
—Acepto, Mister. Estoy listo para el desafío —dijo con determinación.
Después de la emocionante noticia, Dex decidió guardarla para compartirla con toda su familia en el restaurante de su padre. Durante el trayecto, Gres se quedó dormida en el asiento trasero, y Dex y Rom iban en silencio, sumidos en sus propios pensamientos.
De repente, la melodía alegre de "Paper Rings" de Taylor Swift comenzó a sonar en la radio. Dex, sorprendido, comenzó a tararear la canción, recordando los momentos compartidos con Jona.
—¿Desde cuándo te gusta Taylor Swift, Dex? —preguntó Rom, intrigada por el cambio de actitud de su hijo.
Dex sonrió y respondió:
—Solía escucharla con Jona. Esta canción era su favorita.
Rom, conmovida por el recuerdo, le acarició el cabello a Dex con ternura.
El resto del viaje transcurrió en silencio, pero el corazón de Dex estaba lleno de esperanza y anticipación por lo que el futuro le deparaba.
Dexter y Roma llegaron al restaurante, con Gres caminando de la mano de su hermano mayor. La entrada estaba animada y bulliciosa, típica de una noche en el popular local de Fer. Al acercarse a la puerta, una mujer joven y de aspecto altivo los detuvo.
—Disculpad, ¿tenéis reservación? —preguntó con una sonrisa condescendiente.
Roma le indicó con la mirada a Dex que no dijese nada, y se dirigió a la mujer con tranquilidad.
—Conozco al dueño —dijo Roma con firmeza.
—Sí, claro —respondió la mujer, con un tono burlón—. ¿Y quién no?
Dex apretó los labios, conteniendo una respuesta, mientras Roma mantenía la calma.
—Llame al dueño, por favor —insistió Roma.
La mujer, con una sonrisa sarcástica, se giró y llamó a un compañero para que avisara a Fer. Mientras esperaban, Roma permaneció impasible, pero Dex podía sentir su irritación.
—Es una lástima que Fer esté casado —murmuró la mujer en voz alta—. Seguro que su esposa no tiene ni idea de cómo llevar una vida decente.
En ese momento, Fer apareció en la entrada, acompañado de Joss, que al ver a su hermano, le dirigió una mirada inquisitiva. Dex se encogió de hombros, sin saber qué decir.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Fer, con una mezcla de curiosidad y autoridad.
Roma se acercó a Fer, lo saludó con una sonrisa y lo besó en los labios. Dex y Joss, con un movimiento sincronizado, taparon los ojos de Gres.
—Creo que no me he presentado —dijo Roma con una sonrisa triunfante, dirigiéndose a la mujer—. Soy la doctora Roma Roux, esposa de Fernando González López y dueña de DJG Technology.
La cara de la mujer pasó del desprecio a la sorpresa en cuestión de segundos. Antes de que pudiera responder, Dex le murmuró a Joss:
—¿Soy yo o la mamá estaba celosa?
Joss, conteniendo la risa, respondió:
—Creo que la mamá estaba marcando territorio.
Roma, que había oído el comentario, se giró y con una mirada severa dijo:
—Os estoy escuchando, niñatos.
Dex y Joss trataron de contener la risa, mientras Gres, ajena a la situación, miraba a todos con curiosidad. Fer, sonriendo ante la escena, les indicó a todos que pasaran al interior del restaurante.
—Venga, vamos adentro.—dijo Fer.
...
Los hermanos llegaron a la parte de arriba del restaurante, donde se encontraban sus amigos. Mientras subían en el elevador, Dex decidió abordar un tema que lo había estado preocupando desde hacía tiempo.
—¿Es verdad que terminaste con Gio? —preguntó, mirando a su hermana con curiosidad.
Joss, sorprendida por la pregunta, asintió levemente.
—¿Y tú cómo lo sabes? —preguntó ella, intrigada.
Dex desvió la mirada y se sonrojó ligeramente, tratando de ocultar sus emociones.
—En la fiesta de Gal, vi a Jona... y a él besándose —confesó Dex, omitiendo la parte en la que había intervenido para separar a Jona de Gio y llevar al rubio al baño, donde compartieron un beso furtivo.
Joss arqueó una ceja, sorprendida por la revelación.
—La verdad es que él fue un idiota conmigo —murmuró Joss, con pesar en la voz.
—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Dex, sintiendo una punzada de culpa
—. Lo hubieras golpeado, al igual que lo hiciste cuando te enteraste de que estábamos saliendo.
Dex se mordió el labio inferior, recordando el momento en el que se enteró de la relación entre Joss y Gio.
—Era mi amigo, Joss. No podía dejar que estuviera tratando mal a mi hermana —dijo Dex, con determinación en la voz—. Lo siento si te causé problemas.
Joss le sonrió, reconociendo el gesto protector de su hermano.
—No te preocupes, Dex. Sé que lo hiciste porque te importo. Y sí, terminé con Gio. No merecía la pena seguir con alguien que no me valoraba —dijo Joss, con determinación.
Los hermanos se abrazaron, compartiendo un momento de complicidad y apoyo mutuo. A pesar de sus diferencias, sabían que siempre podían contar el uno con el otro.
...
Cuando se sentaron a la mesa, la tensión entre Jona y Dex era palpable. Gal, sintiendo la incomodidad en el aire, decidió intervenir.
—Dex, ¿por qué estás tan callado? —preguntó, tratando de romper el hielo.
Dex le lanzó una mirada rápida y respondió con aparente indiferencia:
—No tengo nada importante que aportar a la conversación.
Dio un trago a su botella de agua, intentando no mirar a Jona. Joss, notando la situación, propuso una solución.
—¿Por qué no vamos a bailar? —sugirió con entusiasmo.
—¡Buena idea! —apoyó Gal, contenta por la propuesta.
Jona, buscando escapar de la tensión, se levantó rápidamente.
—Os acompaño.
Dex y João se quedaron sentados en silencio mientras los demás se dirigían a la pista de baile. João observó a su amigo, y finalmente Dex suspiró.
—Vamos, João, dilo ya —murmuró Dex, sintiendo la presión en el ambiente.
El rubio negó levemente con la cabeza.
—Aquí no, vamos afuera.
Una vez en el balcón, João encendió un cigarro y se lo ofreció a Dex, quien lo rechazó con un gesto. Ambos se quedaron en silencio por un rato, contemplando las luces de la ciudad.
Finalmente, João habló.
—Es raro... digo, no todos los días ves a tu gemelo gay sentado en las piernas de tu mejor amigo heterosexual y que se estén comiendo la boca en el baño...
Dex bajó la mirada, sintiéndose incómodo.
—Bro, yo...
João lo interrumpió antes de que pudiera continuar.
—No digo que esté mal, Dex. Prefiero mil veces que Jona se bese contigo que con algún idiota de por ahí.
Dex suspiró profundamente, mirando a su mejor amigo con seriedad.
—Jona es alguien importante para mí...
João sonrió de lado, mostrando comprensión.
—Entonces demuéstralo, bro. A mí no me molesta que salgáis y todo eso. Después de todo, yo salgo con tu prima, crecimos juntos, además, tu madre y mi padre son mejores amigos... somos familia. Pero quiero que cuides a Jona... es mi gemelo y lo quiero.
Dex asintió, apreciando las palabras de João.
—Lo cuidaré, te lo prometo. Jona significa mucho para mí también.
João dio una última calada a su cigarro antes de apagarlo y colocar una mano en el hombro de Dex.
—Bien, entonces vamos a disfrutar de la noche. Pero recuerda, si le haces daño, tendrás que vértelas conmigo.
Dex sonrió, sintiéndose aliviado por el apoyo de João.
—Tranquilo, no pienso hacerle daño. Vamos a ver si siguen bailando, que seguro Joss y Gal ya están liándola en la pista.
Ambos amigos regresaron al interior del restaurante, listos para enfrentar la noche con una nueva comprensión y el firme compromiso de proteger lo que era importante para ellos.
Cuando João y Dexter entraron en el salón, se encontraron con Jona bailando animadamente con las chicas. João, siempre dispuesto a bromear, le dio un codazo a Dex con una sonrisa pícara.
—Tío, deberías limpiarte la baba —bromeó João, provocando que Dex se sonrojara y desviara la mirada.
Dex rió nerviosamente, sintiéndose incómodo ante la situación.
—Sí, claro... muy gracioso —respondió Dex, intentando disimular su nerviosismo.
João se dirigió entonces a la pista de baile con Gal, mientras Dex notó que Joss había desaparecido entre la multitud. Decidió dirigirse a la barra, donde se encontró con Charlie, una joven de Medellín que conocía desde hace tiempo.
—¡Charlie! ¿Cómo estás? —saludó Dex con una sonrisa, recordando los días que pasaron juntos en Canarias Tenerife.
—¡Hola, Dex! —respondió Charlie, devolviendo la sonrisa—. Hace tiempo que no te veía por aquí.
Dex le preguntó por sus hermanos, Rodrigo y Olivia, con quienes Dex tenía una buena relación.
—Rodri se quedó en el departamento esta noche y Liv está por aquí en el bar con Joss —respondió Charlie.
Dex asintió, agradecido por la información, y comenzaron a hablar de otros temas mientras Charlie preparaba su trago favorito.
Ajeno a la conversación, Jona comenzó a sentir celos al ver cómo un hombre desconocido se acercaba a coquetear con las chicas. Incómodo, se dirigió hacia la barra para pedir un trago, pero se lo negaron al ser menor de edad. Jona se enfadó y estaba a punto de retirarse cuando el hombre le ofreció de su propio trago, comenzando a coquetear con él.
Mientras tanto, Dex observaba la escena con creciente incomodidad y celos. Decidió retirarse y fue al baño, deseando alejarse de la situación.
Justo cuando estaba a punto de entrar en uno de los cubículos, Jona apareció de repente y lo arrastró adentro, cerrando la puerta con seguro. Dex estaba sorprendido y molesto.
—¿Cuál es tu puto problema, Jona? —exclamó Dex, antes de que Jona lo callara con un beso apasionado.
La intensidad del beso dejó a Dex sin aliento, y por un momento, todo lo demás desapareció mientras se perdían el uno en el otro. Los celos y la tensión se disiparon en ese momento, dejando solo el calor y la conexión entre ellos.
...
Mientras Dex seguía besando a Jona, el rubio intentaba mantener la compostura al hablar con su madre por teléfono. Larissa, desde Estados Unidos, estaba preocupada por la falta de respuesta de João a sus llamadas, y había decidido llamar a Jona para ver si sabía algo al respecto.
—¿Jona, cariño? —preguntó Larissa por el teléfono—. ¿Has hablado con João últimamente? No responde mis llamadas y estoy un poco preocupada.
Jona, sintiendo la presión de la situación, trató de concentrarse en la conversación mientras Dex continuaba besándolo apasionadamente en el cuello. Aunque intentó apartarse, el abrazo de Dex era firme y no le permitía moverse.
—Madre, tranquila —respondió Jona con voz entrecortada, tratando de ocultar su incomodidad—. João está bien, solo está ocupado en este momento.
Larissa, sin sospechar lo que realmente estaba sucediendo en el baño, parecía aliviada por la respuesta de su hijo.
—Ah, me alegra escuchar eso —dijo Larissa con un suspiro de alivio—. Gracias, cariño. Cuídense mucho, los extraño a todos.
Mientras Jona intentaba terminar la llamada lo más rápido posible, Dex aprovechaba la distracción para intensificar el beso. Aunque Jona intentaba concentrarse en la conversación con su madre, la proximidad y el calor de Dex lo hacían difícil.
Finalmente, Jona logró terminar la llamada y Dex se apartó, mirándolo con una mezcla de deseo y complicidad. Aunque Jona quería reprocharle a Dex su comportamiento inapropiado, la mirada intensa y apasionada del otro chico lo dejó sin aliento.
—Dexter, esto no está bien —dijo Jona, tratando de recuperar la compostura—. Mi madre me estaba llamando y...
Antes de que pudiera terminar la frase, Dex volvió a besarlo con furia, dejando a Jona sin aliento y sin palabras. Aunque sabía que estaba mal, Jona no pudo resistirse a la intensidad del momento y se dejó llevar por el deseo
HOLAAAAAAS VOLVIIIIIIIIIIII
Estoy de examenes pero prometo que cuando este de vacaciones comienzo a actualizar otra vez.
Opiniones sobre el cap?
Los quieroooo.
Lai <3
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