
Nonnos
El sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando la ciudad con los tonos cálidos del atardecer. Las sombras se alargaban y el aire se enfriaba ligeramente, pero Jona apenas lo notaba. En lugar de ir a casa, decidió caminar sin rumbo fijo, dejando que sus pasos lo llevaran hasta que se encontró frente a una pequeña cafetería. No había sido un destino planeado, pero algo en el ambiente acogedor y en la suave luz que se filtraba por los ventanales lo atrajo.
Al entrar, un suave tintineo de campanas anunció su presencia. El aroma a café recién molido lo envolvió inmediatamente, llenando sus sentidos y dándole una momentánea sensación de calma. La cafetería estaba casi vacía, excepto por un par de clientes y un chico tras el mostrador que no levantó la vista de lo que estaba haciendo. Jona se dirigió a una mesa alejada, en un rincón discreto, y se dejó caer en la silla, exhausto tanto física como emocionalmente.
Mientras se acomodaba, notó al barista por primera vez. Era alto y musculoso, con el cabello negro rebelde que caía en mechones desordenados sobre su frente. Sus ojos marrones tenían un brillo travieso, y su sonrisa era lo suficientemente coqueta como para captar la atención de cualquiera. Llevaba un piercing en el labio inferior, un anillo negro en el pulgar derecho y varias pulseras de cuero que adornaban su muñeca, junto con un collar con un dije de clave de sol que colgaba sobre su pecho. Lo que más destacaba eran los lentes redondos de marco dorado que le daban un aire de despreocupada inteligencia. Jona se quedó mirándolo por un momento, intentando recordar si lo había visto antes, pero no pudo situarlo.
El chico detrás del mostrador, finalmente notó a Jona. Le resultaba imposible no reconocer al gemelo de su mejor amigo, aunque los dos no habían interactuado mucho, dejó lo que estaba haciendo y se acercó con una sonrisa fácil.
—¡Hey! —saludó mientras se acercaba a la mesa de Jona, con una libreta en la mano—. No esperaba ver a uno de los gemelos López por aquí. ¿Qué te trae por mi territorio?
Jona levantó la vista, un poco sorprendido de ser reconocido, y forzó una sonrisa.
—Eh... sólo estaba dando una vuelta y decidí entrar —respondió, tratando de sonar más animado de lo que se sentía.
El de lentes asintió, notando el tono apagado en la voz de Jona.
—Pues bienvenido —dijo con una sonrisa más cálida—. ¿Qué te apetece tomar?
Jona miró el menú en la pared por un momento antes de decidirse.
—Un cappuccino, por favor.
El ojimaron anotó el pedido, aunque no era necesario, y luego lo miró fijamente, como si quisiera leer sus pensamientos.
—¿Estás bien? —preguntó, inclinándose un poco hacia adelante—. No pareces muy animado hoy.
Jona bajó la mirada, incómodo por la observación, pero luego suspiró.
—Solo ha sido un día largo —dijo evasivamente—. Pero gracias por preguntar.
El brisita asintió, sin presionar más, pero con una expresión que sugería que no se tragaba del todo la respuesta.
—Entendido. De todos modos, el café va por cuenta de la casa —añadió, guiñándole un ojo con complicidad—. Algo me dice que lo necesitas.
Jona sonrió, genuinamente agradecido por el gesto.
—Gracias... —vaciló un segundo, intentando recordar su nombre pues su gemelo siempre hablaba de él—. ¿Lukitas , verdad?
—Lucas, pero me puedes llamar Luca o Lukitas, como prefieras —respondió el chico con una sonrisa divertida.
— Oh...lo lamento es que Joa siempre te llama así... entonces yo... creí —comenzó a balbucear nervioso con las mejillas sonrojadas — Y...y nunca hablamos...mucho entonces...
— Ya tío tranquilo —sonrio—. Termino mi turno en un rato, por si te apetece charlar un poco más después.
Jona vaciló, pero algo en la amabilidad de Lucas lo hizo sentir un poco menos solo en ese momento.
—¿Te gustaría salir a caminar después de tu turno? —preguntó Jona, casi sin pensarlo.
Lucas arqueó una ceja, sorprendido pero sin perder su estilo despreocupado.
—¿Estás seguro? No me conoces tanto —dijo, aunque con un tono que más que duda sugería curiosidad.
Jona asintió.
—Lo estoy. Puedo esperar aquí hasta que termines.
Lucas sonrió, y en sus ojos se notó un destello de interés.
—Vale, termino en una hora. Te prometo que la compañía será buena —aseguró con un guiño antes de volver al mostrador para preparar el cappuccino.
Mientras Lucas se alejaba, Jona se quedó mirando por la ventana, dejando que la calidez del café que le sirvieron después lo reconfortara. El día había sido difícil, pero la idea de compartir un rato con alguien que no lo conocía del todo, que no tenía expectativas de él, era sorprendentemente atractiva.
Jona se recostó en la silla de la cafetería, dejando que su mente divagara mientras deslizaba el dedo por la pantalla de su móvil. No podía evitar una pequeña sonrisa al ver las fotos del entrenamiento del Barça. Allí estaban el mister Gavi, su padre Fermín como ayudante técnico, y, por supuesto, Dex, luciendo la equipación del equipo. No sabía exactamente qué era, pero ver a Dex con la equipación de entrenamiento del Barça, que marcaba sus músculos y dejaba al descubierto su piel bronceada, le hacía sentir algo en el pecho, una mezcla de nostalgia, admiración y... algo más.
Con cada imagen, Jona se sentía más atrapado en ese torbellino de emociones, recordando momentos del pasado, como si fueran parte de un álbum de fotos que solo él podía ver. Recordó a Dex con su sonrisa característica, su actitud segura y la manera en la que siempre había sido su roca en los momentos difíciles. Ahora, sin embargo, parecía que un abismo se había abierto entre ellos, un abismo que Jona no sabía cómo cruzar.
Suspiró profundamente, apartando la vista del móvil, tratando de centrar su atención en otra cosa, aunque fuera por unos minutos más hasta que Lucas terminara su turno. Pero incluso mientras trataba de distraerse, su mente volvía a las imágenes de Dex, cada vez más difícil de ignorar el cosquilleo en su estómago y el latido acelerado de su corazón.
...
Dex suspiro mientras cerraba la puerta de su habitación y apoyaba la cabeza contra esta, la conversación con su hermanita no fue tan mala pero sabe que Gres puede ser muy intensa algunas veces.
— Lo siento por eso...Gres...ella es muy mona algunas veces...pero otras —se disculpó girandose en dirección a Opi que sonrió tímidamente.
— Es algo intimidante para tener nueve años...—confeso jugando nerviosamente con uno de los mechones de su cabello pelirrojo.
— Y eso que no has visto a toda la familia junta, tío —recordo divertido las veces que su familia se reunía.
—No me lo quiero imaginar.
—¿Te parece si jugamos al FIFA en el salón? —propuso Dex decidido a olvidar el tema que estaban hablando antes de la interrumpicion de Grecia, recordando que el salón estaba libre.
Opi asintió, a sabiendas que tenían una conversación pendiente pero no queriendo presionar a su amigo.
—No hay problema, vamos.
Ambos bajaron las escaleras hasta el salón, donde encontraron a los nonnos de Dex, Adonnis y Filippo, sentados en el sofá. Donni, con su cabello pelirrojo canoso, charlaba animadamente con Filipp, que mantenía su postura seria pero afectuosa. Cuando Dex y Opi entraron, Donni levantó la vista con una sonrisa cálida.
—Nonnos, este es Opi, un amigo mío —dijo Dex, presentando a Opi con orgullo.
Opi, siempre tímido, se acercó un poco más a Dex mientras saludaba con un tímido gesto de la mano.
—Encantado... —murmuró Opi, sintiendo la mirada penetrante de Filipp, cuyos ojos grises lo analizaban con una mezcla de curiosidad y amabilidad. Opi murmuró en voz baja, solo para Dex—: Tu abuelo se te parece mucho, en serio.
Dex sonrió al escuchar el comentario, asintiendo con la cabeza. Filipp notó el nerviosismo de Opi, y suavizó su expresión.
—Es un placer conocerte, Opi. —Donni agregó con un tono más juguetón—: Estamos seguros de que nos llevaremos bien si eres amigo de nuestro nieto.
Dex observó a sus abuelos, agradecido por la aceptación que siempre mostraban hacia sus amigos. Para darles un poco de privacidad, Donni y Filipp decidieron moverse a la cocina.
—Nos vamos un rato para que podáis estar tranquilos —dijo Filipp, levantándose del sofá y dirigiéndose hacia la cocina con su pareja.
—Si necesitan algo, no dudéis en llamarnos —añadió Donni con una sonrisa cómplice antes de desaparecer por la puerta.
Opi se relajó un poco más cuando los nonnos se fueron. Se acomodó en el sofá junto a Dex, sacando su mando mientras Dex encendía la consola.
—Son increíbles tus abuelos... —dijo Opi, admirando la relación entre Doni y Filipp, un matrimonio gay, algo que siempre había admirado pero nunca había visto de cerca.
Dex le devolvió una sonrisa mientras seleccionaban los equipos.
—Sí, lo son. Siempre han sido un ejemplo para mí... y creo que para todos en la familia.
Mientras el juego comenzaba, Opi no pudo evitar sentir una mezcla de nervios y comodidad. Estar en casa de Dex siempre le hacía sentir una especie de seguridad que pocas veces encontraba en otros lugares, y esa tarde no era la excepción.
Bueenas!
Opiniones, ideas, etc...!
Que opinan por ahora de Lucas?
Y qué opinan de Oliver?
En fin.
Los quiero <3
Laaai<3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro