Llamalo
Dex estaba concentrado en el partido, su atención dividida entre el control del juego y las estrategias en su mente. A su lado, Opi se mantenía en silencio, con las manos en el control y los ojos clavados en la pantalla. Sin embargo, después de un rato, Opi desvió la mirada hacia Dex, como si estuviera considerando cuidadosamente sus palabras.
—Así que... el hijo del Mister Fermín y tú sois amigos —comentó Opi, con tono casual, aunque la pregunta llevaba un peso implícito.
Dex, sorprendido por la repentina mención, se atragantó con su propia saliva y tuvo que toser para recuperar la compostura. Miró a Opi, sus ojos grises buscando en los de su amigo una intención más profunda.
—Sí... es mi mejor amigo —respondió, tratando de mantener un tono neutro mientras se mordía el labio inferior, un gesto que lo delataba. La sonrisa de Jona apareció fugazmente en su mente, y Dex sintió un nudo en el estómago.
Opi asintió, notando el gesto, y se acomodó los lentes, inclinándose ligeramente hacia adelante en el sofá.
—Tienen fotos muy monas en tu habitación —dijo con suavidad, aunque con una chispa de curiosidad en sus ojos.
Dex parpadeó, sorprendido por la observación, y sintió cómo una ligera incomodidad se apoderaba de él. No había sido consciente de cómo las fotos de Jona y él juntos podían ser vistas por otros. Para Dex, esas fotos eran recuerdos preciados, pero ahora, con Opi señalándolas, se dio cuenta de cómo podrían interpretarse desde afuera.
—Sí, son recuerdos... momentos importantes —respondió, tratando de desviar la conversación de una manera casual.
Pero en su mente, las palabras de Opi resonaban, y no podía evitar preguntarse si su amigo había captado algo que él mismo aún no había admitido del todo.
Dex desvió la mirada hacia la pantalla del televisor, pero Opi seguía observándolo de reojo, analizando cada gesto. La afirmación de Dex sobre su amistad con Jona parecía más para sí mismo que para Opi, como si intentara convencerse de algo que en su interior no estaba tan seguro.
—Jona es mi mejor amigo... —repitió Dex, con un tono que sonaba a autoafirmación.
Opi soltó una leve risa, no burlona, sino más bien comprensiva, como si entendiera perfectamente lo que Dex intentaba procesar.
—Claro, tío —dijo Opi, ajustándose las gafas mientras una sonrisa ligera se asomaba en sus labios—. Tu mejor amigo.
Dex suspiró, una mezcla de resignación y frustración en su gesto. Se mordió el labio inferior, como si intentara contener algo más profundo, y negó con la cabeza.
—Sí... Es como mi hermano —añadió, aunque esta vez su voz sonaba menos convencida.
Opi sonrió de lado y, con un gesto amistoso, lo golpeó suavemente con el hombro.
—Chaval, si fuera como tu hermano, no te brillarían los ojos así ni sonreirías de esa manera —comentó, con una mezcla de seriedad y afecto.
Las palabras de Opi golpearon a Dex como una realidad que había estado evitando. La confusión en sus sentimientos se hacía más evidente, y aunque su primer impulso fue negarlo, la verdad era que no podía ignorar la forma en que Jona le hacía sentir.
Opi, con la mirada aún fija en el televisor, comentó en un tono que intentaba ser casual, pero con un claro trasfondo de curiosidad:
—Así que... ¿él es lo complicado en tu vida amorosa?
Dexter soltó un suspiro, sintiendo el peso de las palabras que había mantenido dentro durante tanto tiempo.
—Sí... lo es —murmuró, apenas audiblemente.
Opi asintió lentamente, como si estuviera juntando todas las piezas del rompecabezas en su mente. Ambos se quedaron en silencio por un rato, pero no era un silencio incómodo; más bien, era uno de esos momentos en los que las palabras no eran necesarias, donde el simple hecho de estar juntos y compartir una actividad bastaba.
El sonido del juego llenaba el salón, pero en la mente de Dexter, el ruido era otro. Estaba atrapado en sus propios pensamientos cuando Opi volvió a romper el silencio, su voz suave, casi un susurro.
—¿Alguien más lo sabe?
Dexter miró de reojo al pelirrojo, consciente de que la conversación estaba tomando un rumbo que no había planeado.
—Lo sabe su gemelo João, y mi prima Gala... que es su novia —dijo Dex, sintiendo una mezcla de alivio y vulnerabilidad al admitirlo—. Y tú.
Opi esbozó una sonrisa, una que era más amable que burlona.
—Me siento especial de estar en esa corta lista —bromeó, intentando aligerar el ambiente.
Dexter se encogió de hombros, murmurando un simple:
—Supongo.
Opi, sin embargo, no dejaba pasar la oportunidad de profundizar más.
—¿Él lo sabe? —preguntó con cuidado, aunque había una curiosidad latente en su tono.
Dexter dudó, sintiendo que cada palabra que dijera tenía un peso enorme.
—No... bueno... eh... sí... de cierta manera... sí —admitió, mientras en su mente revivía momentos que había guardado celosamente, momentos que lo perseguían incluso cuando intentaba olvidarlos.
Opi, con una franqueza que sorprendió a Dexter, preguntó sin rodeos:
—¿Os liasteis?
La naturalidad con la que lo dijo descolocó a Dexter, que estaba acostumbrado a la timidez de Opi. Sin embargo, el pelirrojo parecía diferente en ese momento, como si en su presencia se sintiera lo suficientemente seguro para ser más directo.
Dexter asintió lentamente, su mirada desviándose de la pantalla, perdida en recuerdos que todavía le quemaban en la mente.
—Algo así... no hubo sexo... pero... —murmuró, sintiendo que cada palabra lo acercaba más a una verdad que lo había estado atormentando.
Opi no mostró sorpresa, simplemente asintió como si todo encajara en su mente.
—¿Te la chupó? —preguntó con la misma naturalidad, como si estuviera hablando de cualquier cosa menos de algo tan íntimo.
Dexter sintió su corazón acelerar, y por un momento no pudo responder, pero finalmente asintió, desviando la mirada, su voz apenas un susurro y sus mejillas sonrojadas.
—Sí...
Opi suspiró profundamente, con un gesto que denotaba resignación.
—Típico...
Dex lo miró, sin entender del todo el comentario.
—¿Cómo dices?
El pelirrojo esbozó una sonrisa amarga, sin el menor rastro de humor.
—A veces, cuando uno intenta algo con un hetero, suele pasar que o se aleja el hetero o se aleja uno. Es una inseguridad... algunas veces.
Dex apretó los labios, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza.
Sabía que Jona no era así, que su niño no era como los demás. Desde que Jona tuvo la edad suficiente para que las niñas de su clase se le declarasen, Dex siempre estuvo a su lado, cuidándolo y aconsejándolo. Cuando Jona salió del clóset, él fue su roca, su apoyo incondicional, y lo protegió de todos los idiotas que se le acercaban con malas intenciones.
Dex recordó aquellas noches interminables, cuando Jona se refugiaba en su habitación después de un desengaño amoroso. Los dos, acurrucados en la cama, comían helado de chocolate y veían películas de amor, mientras Jona lloraba desconsoladamente. Con la cabeza recostada en el pecho de Dex, el rubio sollozaba que nunca encontraría a alguien que lo hiciera feliz. Dex lo abrazaba con fuerza por la cintura, sintiendo la desesperación de su mejor amigo, mientras le recordaba lo valioso que era y cuánto merecía.
—Todos los tíos son iguales... —lloriqueaba Jona, con la voz ahogada en lágrimas—. Nunca voy a encontrar a nadie que me quiera de verdad. No soy atractivo, Dex. No soy lo suficientemente bueno...
Dex lo miraba con ternura, limpiándole las lágrimas con suavidad.
—Si a mí me gustaran los tíos, sin duda alguna, tú serías mi tipo, Jona. Eres increíble, ¿sabes? No dejes que esos idiotas te hagan pensar lo contrario.
Esos recuerdos inundaron la mente de Dex mientras miraba a Opi. Recordaba el día que encontró a Jona especialmente decaído después de una ruptura. No soportaba verlo así, así que decidió enviarle cartas anónimas, llenas de palabras de ánimo y cariño. Jona siempre le contaba emocionado sobre ese "admirador secreto" que lo hacía sentir especial. Dex nunca vio lo malo en eso; se suponía que eso hacían los mejores amigos, ¿no?
Sin embargo, hace tres meses, su prima Gala lo había notado. Fue una tarde tranquila, en la que Dex le explicó su pequeño "secreto". Ella lo escuchó atentamente, con una sonrisa de complicidad en el rostro.
—¿Qué es Jona para ti, Dex? —le preguntó Gala, con una mirada penetrante.
Dex se quedó callado por un momento, tratando de poner en palabras lo que sentía.
—Es lo más importante de mi vida... el chaval que me vuelve loco. Quiero abrazarlo hasta estrujarlo y asegurarme de que nada malo le pase —admitió, sin darse cuenta del peso de sus palabras hasta que las dijo en voz alta.
Gala lo observó con una mezcla de comprensión y sorpresa.
—Dex... ¿te gusta Jona? —preguntó, sin rodeos.
Dex se quedó en shock, su mente corriendo a mil por hora. No podía ser... Jona era su mejor amigo, no era posible que... Pero entonces las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerse.
—Él es mi mejor amigo, Gala. Es atractivo, sí, en la forma en que siempre tiene esa sonrisa, o cuando hace esas preguntas imprudentes en los momentos más serios. O cuando habla de lo que le gusta y sus ojitos brillan... —dijo, casi como si estuviera recitando una lista de las cosas que más adoraba de Jona.
Gala lo miró, con una sonrisa suave, casi tierna.
—Te gusta, Dex. No puedes negarlo.
Él negó con la cabeza, más por inercia que por convicción.
—No... no puede ser...
Pero Gala insistió, con la firmeza de quien ve una verdad que el otro no puede aceptar.
—Si no te gustara, Dex, no hablarías así.
Dex se quedó en silencio, su corazón latiendo con fuerza, mientras las palabras de Gala resonaban en su mente. ¿Era posible que...?
El sonido del videojuego trajo a Dex de vuelta al presente, la conversación con Opi aún presente en su mente, pero mezclada ahora con los recuerdos de esos momentos de claridad y confusión. Se mordió el labio, sintiendo cómo todo lo que había reprimido durante tanto tiempo comenzaba a salir a la superficie, y aunque no estaba seguro de cómo lidiar con ello, sabía que ya no podía seguir negándolo.
Dex dejó escapar un suspiro largo, mientras jugaba con el mando del videojuego entre sus manos. Finalmente, levantó la mirada hacia Opi.
—Es raro... —murmuró—. Soy raro por no saber lo que quiero.
Opi lo observó, con una empatía que solo un amigo podía ofrecer en esos momentos de incertidumbre.
—No eres raro, tío. Es normal al principio. Siempre pasa.
El silencio se instaló entre ellos nuevamente, dándoles un respiro. Opi, después de un minuto, pausó el juego y giró para mirar a Dex.
—Llámalo.
Dex se atragantó con el agua que estaba tomando, comenzando a toser de forma abrupta.
—¿Qué? —logró preguntar entre toses, su rostro de sorpresa reflejando la falta de preparación para esa sugerencia.
Opi repitió con calma, pero con firmeza:
—Llámalo.
Dex negó con la cabeza de inmediato, casi por instinto.
—No puedo...
—¿No puedes o no quieres? —insistió Opi, con la misma serenidad.
Dex cerró los ojos por un segundo, intentando calmar el tumulto de emociones que se agolpaban en su pecho.
—Lleva ignorando mis mensajes y llamadas desde hace una semana —murmuró, sin poder ocultar el dolor que eso le causaba.
Opi se quitó los lentes, frotándose los ojos con suavidad antes de sonreír, sus hoyuelos apareciendo en sus mejillas.
—Llámalo.
El canario suspiró, su cabeza cayendo hacia atrás mientras intentaba procesar lo que Opi le pedía. Negó de nuevo, con menos convicción esta vez.
—¿Y si no contesta?
Oliver sonrió más ampliamente, sus hoyuelos profundizándose mientras sus ojos brillaban con una idea.
—Llámalo desde mi móvil.
Dex lo miró, su mente dando vueltas con la sugerencia. Sabía que podría intentarlo, pero la duda y el miedo a ser rechazado lo tenían paralizado. Sin embargo, la insistencia y el apoyo de Opi eran un empujón que no podía ignorar.
Bueeeeeenas
Opiniones, ideas, etc...
Un opi necesitamos en esta vida mi gente!
En fin.
Los leo.
Laaai<3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro