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Esto va a acabar fatal


La interacción entre Dexter y Jona era siempre especial, llena de complicidad y cariño. Dexter salió del baño con el rostro y el cabello mojados, aún perdido en sus pensamientos, cuando Jona le mostró diferentes conjuntos de ropa y le pidió que eligiera uno. Dexter, divertido, preguntó de dónde había aprendido tanto sobre moda, a lo que Jona respondió con orgullo:

—Soy un chaval afeminado, rubio y gay, obviamente amo la moda, oshito.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Dexter al recordar los momentos de su infancia cuando Jona jugaba a los desfiles de moda o a las princesas con Joss y Gala. La idea de que Jona siguiera una carrera en diseño de modas le pareció acertada.

—Creo que en un futuro deberías hacer tu carrera en la uni de diseño de modas, ¿no crees, Jona?

El rubio respondió distraído:

—Como tú quieras, oshito. Venga, elige una.

La complicidad entre ellos era evidente, y Dexter disfrutaba de esos momentos de conexión genuina con su mejor amigo. Era en esos instantes que recordaba por qué Jona era tan especial para él, y por qué estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por mantener su amistad intacta.

La selección de ropa reflejaba claramente las personalidades opuestas de Dexter y Jona. El ojigris optó por un look más oscuro y discreto, con un pantalón cargo negro, una camiseta negra y una chaqueta de mezclilla negra, combinado con unas botas negras. En contraste, el rubio eligió un conjunto más colorido y llamativo, con unos jeans ajustados de color blanco y rotos en las rodillas, una camiseta a rayas horizontales en tonos celeste, azul y blanco, y una camisa abierta de color verde. Completó su atuendo con unas zapatillas Vans negras y una variedad de joyería, incluyendo anillos, pulseras y una gargantilla con los colores del arcoíris, símbolo de la comunidad LGBT.

Dexter sonrió al ver la elección de Jona y comentó:

—Muchos colores me lastiman la vista, Florecita.

El rubio posó como una verdadera diva y sonrió, dejando ver sus hoyuelos.

—Amas mi estilo, González, no lo niegues —dijo de manera juguetona—. Además, ¿dónde es el velorio, Dexy?

El ojigris rodó los ojos ante la broma y se levantó de la cama. En un rápido movimiento, tomó las manos de Jona con una mano y con la otra le revolvió el cabello. Con una sonrisa pícara, le susurró al oído:

—Te ves mono si no te lo peinas.

Jona se quedó estático, rezando internamente para que Dexter no notara lo acelerado que latía su corazón. Suspiró al sentir los fuertes brazos del mayor rodeando su cintura. Dexter apoyó el mentón en su hombro y, mirándolo por el reflejo del espejo, le dijo:

—Te ves aún más mono cuando te sonrojas.

Entre tartamudeos, Jona respondió:

—Gra-gra-gracias.

Permanecieron en esa posición, mirándose en silencio, hasta que Jona sacó su móvil. Dexter lo miró confundido, y Jona, con una sonrisita, le pidió que se quedara quieto y, apuntando la cámara al espejo, les tomó una foto que no subiría a las redes sociales, pero que guardarían como recuerdo.

—Envíamela luego, Florecita. Le daré buen uso —pidió Dexter con una sonrisa pícara.

Jona inclinó la cabeza, mirándolo con curiosidad.

—¿Cómo cuál?

Dexter le devolvió la sonrisa pícara.

—Debo cambiar el fondo de mi móvil.

...

La fiesta que se suponía tranquila y controlada, según Gala, resultó ser todo lo contrario. Jona se encontraba en la cocina cerca de la barra con Min-Hu, uno de sus mejores amigos, apodado Min.

—¿Has visto a Dex? —preguntó Jona, visiblemente frustrado por no encontrar a su amigo desde que llegaron.

Min le respondió con calma:

—Algunos dicen que lo vieron liándose con una chavala en el jardín.

Ante la noticia, el rubio bufó y se bebió de un tirón el contenido de su vaso. Min lo miró con una ceja arqueada y le dijo:

—Ala, tranquilo, hermano.

Jona ignoró el comentario y cogió el vaso de Min, vaciándolo medianamente, y exclamó:

—¡Joder, me cambió por una chavala!

Min sonrió de lado y provocativamente preguntó:

—¿Estás celoso?

Jona bufó con indignación:

—¿Yo celoso? ¡Vaya putada!

El pelinegro continuó con su sonrisa juguetona:

—Yo digo que sí estás celoso.

El rubio dio un trago largo al vaso de Min, vaciándolo por completo, y luego se lo devolvió, diciendo:

—Quiero besar a alguien.

Min se alejó un poco y le dijo, divertido:

—Soy hetero y salgo con alguien.

El rubio rió levemente y respondió:

—Perdona, Min, pero no me van los asiáticos.

En ese momento, un chico alto y fornido de cabello castaño entró en su campo de visión. Jona se mordió el labio inferior y le dijo a Min:

—Objetivo encontrado, Min.

Min negó con la cabeza levemente, pero antes de que pudiera decir algo, Jona ya se había alejado de él. Suspiró para sí mismo y murmuró:

—Esto va a acabar fatal.

...

Dex se sentía confundido y molesto consigo mismo por dejarse llevar a esa situación con Liz, la compañera de su prima que siempre había estado detrás de él para salir juntos. El beso había sido apasionado, pero todo se torció cuando la chica le mordió el labio inferior con fuerza, haciéndole daño. No sabía cómo había llegado a ese punto, besándose apasionadamente en el jardín.Pero ahí estaba, con el sabor a labio mordido y una sensación de incomodidad creciendo en su pecho.

 Pero ahí estaba, con el sabor a labio mordido y una sensación de incomodidad creciendo en su pecho.

—¿Qué cojones te pasa? —le espetó a la castaña, sintiendo la molestia en su labio dolorido.

Ella bajó la mirada, visiblemente avergonzada, y murmuró un débil:

—Dex, yo lo siento...

Él bufó con frustración.

—Ajá, si lo sientes —respondió sarcásticamente—. Casi me rompes el labio, tía.

Se acomodó la camiseta y, sin decir nada más, se giró dispuesto a irse. Pero la mano de Liz sujetó su brazo, deteniéndolo.

—Dexy... —murmuró ella, buscando su atención.

Él frunció el ceño, sintiendo cómo se encendía su irritación.

—No te atrevas a llamarme así —le espetó con brusquedad—. Sólo tres personas pueden decirme así: mi madre, mi hermanita Gres y mi Jona.

Con un movimiento rápido, se liberó de su agarre y abandonó el lugar, dejando atrás la confusión y el arrepentimiento de haber caído en esa situación.

Al ingresar nuevamente a la casa, la música a todo volumen, el olor a alcohol y cigarrillos, y el bullicio de los adolescentes lo recibieron. Dex suspiró para sí mismo, sintiéndose fuera de lugar en medio de esa fiesta descontrolada.

—Me estoy haciendo viejo para esto —murmuró para sí mismo, mientras se abría paso entre la multitud.

Dexter se abrió paso entre la multitud con determinación, sintiendo el pulso acelerado por la mezcla de emociones que lo embargaban. Subió las escaleras, con la mente enfocada en la idea de refrescarse la cara para intentar calmarse. Pero en medio del pasillo, su mirada se detuvo en una escena que lo hizo sentir náuseas.

Allí estaba Jona, recostado contra la pared, siendo besado ferozmente por Gio, el chaval que supuestamente salía con Joss. El enojo hervía dentro de Dex al ver a ese idiota atreviéndose a besar a su Jona de esa manera.

Sin pensarlo dos veces, se acercó y separó bruscamente a Giovanni del rubio, haciendo que el castaño cayera al suelo. Antes de que alguno de los dos pudiera reaccionar, Dex agarró con firmeza el brazo de Jona y lo arrastró hasta el baño más cercano, donde cerró la puerta con pestillo.

Cuando se giró para enfrentar a Jona, lo encontró con los brazos cruzados y una mirada seria en su rostro. La tensión en el aire era palpable, y Dexter no podía evitar sentir un ligero temor ante la expresión de su amigo. Era como enfrentarse a la furia de su madre, pero multiplicada por mil.

Jona bufó con incredulidad y le espetó:

—¡Pero a ti qué cojones te pasa!

Dexter respiró hondo, intentando mantener la calma.

—¿Qué me pasa? ¡Joder! ¿Qué cojones te pasa a ti, coño? —se pasó la mano por el cabello con frustración—. ¡Ese idiota es el supuesto novio de Joseline! ¡Y tú, como un idiota, vas y le comes la boca, Jonathan! ¡Eso me pasa!

El rubio frunció el ceño.

—Él y Joss terminaron hoy —aclaró.

Dexter apretó los puños, luchando por controlar su enfado.

—¡No se trata de eso, Jona! ¡Se trata de respeto! ¡Se trata de que ese idiota no tiene derecho a besarte de esa manera cuando terminó con su novia hoy mismo! ¡Y tú... tú no deberías permitirlo!

Jona se cruzó de brazos, desafiante.

—¿Y qué te importa a ti? ¿Por qué te molesta tanto, eh? —preguntó.

Dexter se quedó sin palabras por un momento, sintiendo cómo la rabia le nublaba el juicio. Finalmente, respiró hondo e intentó explicarse.

—¡Me importa porque eres mi amigo, Jona! ¡Porque te quiero, coño! ¡No puedo verte siendo tratado así por un idiota como él! ¡No puedo soportarlo!

Jona arqueó una ceja.

—Conque yo no puedo besarme con quien quiera, pero tú sí puedes comerte la boca con una puta tía, ¿no, González? Qué patético.

Dexter se quedó en silencio, debatiéndose internamente sobre lo que iba a hacer a continuación y lo que probablemente se iba a arrepentir.

—¡Ahora no dices nada! ¡Perfecto Dexter!

— No quiero que te beses con nadie —demando el mayor.

—¡No vas a decir que hacer, Dexter! ¡No eres mi puto dueño!

El ojigris avanzó con determinación, sus pasos resonando en el pequeño espacio del baño. Con cada movimiento, su respiración se volvía más pesada, cargada de tensión y deseo reprimido. Al llegar frente al rubio, no dudó un instante y lo empujó con firmeza, haciendo que retrocediera hasta que su espalda chocara contra la fría pared del baño.

El contacto fue repentino, el impacto de los cuerpos produjo una chispa eléctrica que recorrió la piel de ambos. Dex sostuvo a Jona con una mano en su cintura, mientras que la otra se enredaba en el cabello del rubio, aferrándolo con fuerza pero sin hacerle daño. Los labios del ojigris buscaron con ansia los del rubio, buscando fundirse en un beso cargado de pasión y desenfreno.

El beso fue intenso, ardiente, como una llama avivada por la atracción irresistible entre los dos amigos. Dex no pudo contenerse y mordió los labios de Jona con intensidad, saboreando la dulzura de su boca mientras sus lenguas se entrelazaban en un baile frenético. Cada roce, cada suspiro, alimentaba la fogosidad del momento, llevándolos a un punto de no retorno.

El tiempo pareció detenerse en ese pequeño baño, mientras ambos se perdían en el torbellino de emociones que los envolvía. Para Dex, cada instante era una revelación, un destello de la intensidad de sus sentimientos hacia Jona, una verdad que había estado oculta durante tanto tiempo y que ahora se manifestaba con una claridad abrumadora.

Y así, entre susurros ahogados y gemidos entrecortados, el ojigris y el rubio se entregaron al fervor de aquel beso, dejando atrás todas las dudas y los miedos, fundiéndose en un único y poderoso deseo que los consumía por completo.

Después de separarse del beso, Dexter retrocedió unos pasos, sintiendo el peso de lo que acababa de suceder. El sonido de su propia respiración agitada llenaba el pequeño espacio del baño mientras miraba a Jona, quien permanecía contra la pared, sorprendido por la intensidad del momento.

—Y-yo... Jona... lo siento...— murmuró Dexter, apenas audible, con la mirada fija en el suelo. 

Se sentía abrumado por la mezcla de emociones que lo invadían: remordimiento, confusión y un profundo anhelo que no sabía cómo manejar. Sin esperar una respuesta, Dexter salió del baño y cerró la puerta con un golpe.





Algo largo pero valió la penaaaaaaaaaaaa.

Basta esos celos.

Que les pareció?????

En fin. 

Los leo.

Lai <3

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