Brecha
Mucha lágrima pa' los 17 años
Si me odiaras, no me parecería extrañoNo, no, contigo no me siento solo
Contigo el psiquiatra lo ignoro, uh-oh
Quiero verte en sueños y no despertar solo, no, no
Funzo & Baby Loud - Jóvenes no tan locos
Durante la clase de matemáticas, Jona no podía dejar de mover las piernas y tamborilear los dedos sobre el escritorio. Su mente saltaba de un pensamiento a otro, y le resultaba casi imposible concentrarse en la lección. A pesar de sus esfuerzos, su TDAH estaba ganando la batalla aquella mañana.
—López, ¿puedes quedarte quieto un momento? —le pidió el profesor, con evidente irritación en su voz.
—Lo siento, profe —respondió Jona, pero apenas unos minutos después, ya estaba jugueteando de nuevo con su bolígrafo, haciéndolo girar entre sus dedos.
El profesor suspiró, claramente frustrado.
—López, sal de la clase. No vuelvas hasta que se te pase esta inquietud. No voy a permitir que interrumpas a tus compañeros.
Jona asintió, intentando no mostrar su molestia mientras recogía sus cosas y salía al pasillo. Una vez fuera, decidió ir al baño, más que nada para calmarse un poco y darse un respiro.
Al entrar en el baño, se encontró con Iván, uno de los chicos que lo molestaba. Iván estaba lavándose las manos, pero al ver a Jona entrar, se giró con una sonrisa burlona en el rostro.
—Mira a quién tenemos aquí, el favorito de González —dijo Iván, dejando que el agua siguiera corriendo mientras avanzaba hacia Jona.
Jona sintió un nudo en el estómago. Aunque trató de mantener la compostura, sabía que Iván no le iba a dejar pasar tan fácilmente.
—No estoy de humor para tus tonterías, Iván —dijo Jona, intentando pasar de largo.
Pero Iván lo detuvo, dándole un empujón contra la pared.
—Qué, ¿ahora la perrita de González se cree valiente? —Iván sonrió con malicia antes cogerlo del cuello con una mano apretar con fuerza evitando que el aire pasara y le lanzo un puñetazo que impactó en el ojo de Jona.
Le solto el cuello y el dolor fue instantáneo, y Jona retrocedió, llevándose una mano al rostro y la otra al cuello. Sin embargo, Iván no había terminado.
—Que esto te sirva de lección, López. Mantén a tu perro rabioso lejos de mí o lo lamentarás —Iván le propinó otro golpe, esta vez en el estómago, haciendo que Jona se doblara de dolor.
Jona cayó al suelo, sintiendo el frío de las baldosas contra su piel. Iván lo miró desde arriba, con una expresión de triunfo.
—No eres nadie sin él. Recuerda eso —Iván le dio una última patada antes de salir del baño, dejándolo allí, adolorido y con el corazón latiendo frenéticamente por la rabia y la impotencia.
Jona se quedó en el suelo unos momentos, intentando recobrar el aliento y controlar las lágrimas de frustración que amenazaban con salir. Sabía que Iván y sus amigos no se detendrían fácilmente, pero no estaba dispuesto a dejar que lo quebraran.
Con esfuerzo, se puso de pie y se miró en el espejo. Su ojo ya comenzaba a hincharse y a ponerse morado. Tragó saliva, recordando las palabras de Iván, y supo que tendría que encontrar una manera de manejar esta situación sin involucrar a Dexter.
Luego de recibir los golpes de Iván en el baño, Jona se sintió abrumado por una mezcla de dolor físico y emocional. El ardor en su ojo hinchado y el dolor en su estómago y cuello eran recordatorios constantes de su encuentro con el acosador. Se encerró en uno de los cubículos del baño, dejando que las lágrimas brotaran libremente, mezclando el dolor físico con la impotencia emocional.
—No puedo decirle a papá... ni a João... ni a Dex —susurró entre sollozos, sabiendo que revelar lo sucedido solo traería más problemas y preocupaciones a las personas que más quería.
Cada lágrima que caía era una expresión de su frustración y desesperación. Se sentía derrotado, como si todas las barreras que había construido para protegerse estuvieran siendo derribadas una por una. Pero en medio de su dolor, una sensación de determinación comenzó a crecer dentro de él.
Finalmente, después de pasar lo que le pareció una eternidad en el cubículo, Jona se limpió la cara con una manga de su sudadera y miró la hora en su móvil. Sabía que ya podía irse, sin importar las clases que estaba perdiendo. Se puso la capucha para ocultar el ojo morado y salió del baño, moviéndose con cautela para evitar ser visto.
Con pasos rápidos pero decididos, se escabulló fuera del instituto y comenzó a caminar en dirección a la casa de su tío Gavi. La casa de Gavi siempre había sido su refugio, un lugar donde podía sentirse seguro y protegido. A medida que se acercaba, su corazón latía con alivio anticipado, sabiendo que pronto estaría en un entorno donde podía bajar la guardia y ser simplemente él mismo.
El camino fue largo pero cada paso lo acercaba más a ese refugio seguro. A pesar del dolor físico y emocional, Jona se aferraba a la esperanza de encontrar consuelo en el afecto de su tío y en la tranquilidad de ese espacio que consideraba su segundo hogar.
...
Jona se sentó en un banco solitario del parque, sintiendo el peso de la soledad y la frustración sobre sus hombros. El mensaje de su padre sobre el prolongado entrenamiento lo dejó sin la opción de refugiarse en la casa de su tío Gavi, donde esperaba encontrar consuelo. Respiró hondo, tratando de contener la mezcla de emociones que lo invadían, mientras decidía qué hacer a continuación.
—Siempre tienen que prolongar los entrenamientos... —murmuró para sí mismo, sintiendo una mezcla de molestia y comprensión por el exigente mundo del fútbol profesional que tanto dominaba la vida de su familia.
Con gestos rápidos en su móvil, canceló el ensayo con la banda, sabiendo que no estaría en condiciones emocionales ni físicas para enfrentarse a la práctica. Sus amigos entenderían; siempre habían sido comprensivos con él.
Alas de papel🦋
Chavales lo lamento pero debemos cancelar el ensayo.
Problemas familiares 😿
Tqm.
Suspiró profundamente mientras se ponía en pie y tomaba la decisión de ir a casa. Era lo más seguro y conveniente en ese momento. Caminó con paso rápido por las calles conocidas hasta llegar a su hogar, donde esperaba encontrar un respiro temporal.
Al entrar, se dirigió directamente al baño, cerró la puerta y se miró en el espejo. La imagen que le devolvió el espejo no era la más reconfortante: ojos hinchados por el llanto, el ojo morado evidente bajo la piel pálida, una marca de los dedos de Iván en el cuello resaltando en una mezcla de morado y rojo y una expresión de agotamiento y tristeza en su rostro.
—Mierda —murmuró para sí mismo, mientras se quitaba la sudadera con cuidado para evitar lastimarse más. Luego, se despojó de la camiseta y examinó con cuidado la marca roja y morada en su torso, producto de los golpes recibidos en el baño del instituto.
Se sentía vulnerable y expuesto, pero al menos estaba en casa, lejos de miradas indiscretas y juicios ajenos. Tomó una larga ducha para limpiar las marcas físicas y emocionales, dejando que el agua caliente calmara su cuerpo tenso.
Después de la ducha, se envolvió en una toalla y se quedó un momento más frente al espejo, contemplando su reflejo. Su mente estaba llena de pensamientos confusos y emociones encontradas.
Jona buscó discretamente un poco de maquillaje en el baño, que había tomado prestado de su madre en alguna ocasión. Con cuidado y paciencia, cubrió los moratones alrededor de su ojo, en su estómago y en su cuello. Cada aplicación le provocaba dolor, pero estaba determinado a ocultar las marcas visibles de la agresión.
Una vez terminado, salió del baño con su sudadera negra favorita, que solía usar de Dex, y caminó con paso cansado por el pasillo hasta llegar a la cocina. Buscó entre los armarios hasta encontrar una pastilla para el dolor. Se la tomó rápidamente con un vaso de agua, sintiendo un alivio momentáneo mientras esperaba a que hiciera efecto.
Después, regresó a su habitación y se dejó caer en la cama, exhausto tanto física como emocionalmente. Cerró los ojos y, a pesar del dolor persistente, finalmente logró conciliar el sueño, buscando un refugio temporal de todo lo que había enfrentado ese día.
La tranquilidad de la siesta fue un breve alivio para Jona, quien aún tenía mucho por procesar y decidir una vez que despertara.
El sonido insistente del móvil despertó a Jona. Medio adormilado, miró la pantalla y vio que era Dexter. Dudó un momento antes de contestar, pero finalmente deslizó el dedo para aceptar la llamada.
—¿Sí? —respondió Jona, intentando sonar más despierto de lo que realmente estaba.
—¡Joder, Jonathan! Hasta que respondes. ¿Dónde estás? João me ha llamado preocupado porque no estás en el instituto. Y no me digas que no fuiste porque João me ha dicho que después de la primera clase has desaparecido.
Jona suspiró profundamente, tratando de pensar en una excusa plausible.
—Es que no me sentía bien, ¿vale?
Hubo un silencio al otro lado de la línea, un silencio cargado de preocupación y escepticismo. Finalmente, Dex habló:
—¿Qué ha pasado, Florecita? ¿Es por lo de anoche...?
Jona abrió los ojos de par en par, comprendiendo que Dex pensaba que su ausencia se debía a la noche que habían pasado juntos.
—No... no... no, Oshito, no es eso. Solo creo que me voy a resfriar —mintió Jona rápidamente.
Dex suspiró, su preocupación palpable incluso a través del teléfono.
—Bebé... ¿estás seguro? ¿Quieres que vaya a verte?
El corazón de Jona dio un vuelco. La última cosa que quería era que Dex lo viera así, cubierto de moretones y con maquillaje intentando ocultar su situación. No podía mentirle cara a cara.
—No, no hace falta. Estoy bien, de verdad.
Jona intentó cambiar de tema rápidamente.
—Oye, ¿qué tal fue tu primer entrenamiento?
Dex rio levemente, pero Jona pudo sentir que algo en su risa no sonaba como siempre.
—Fue bien.
Jona notó que Dex no dio muchos detalles, lo cual era extraño. Normalmente, Dex hablaba con entusiasmo sobre el fútbol.
Un largo silencio se instaló entre ellos, un silencio que parecía decir más que cualquier palabra.
—Hablamos luego, Jona —dijo Dex finalmente, su voz sonando algo distante.
Jona suspiró, sintiendo el peso del momento.
—Vale, Oshito. Te quiero mucho.
—Te quiero —respondió Dex, y colgó.
Jona dejó caer el móvil al lado de la cama y se colocó los auriculares. Se metió bajo las sábanas, buscando refugio del mundo exterior y de sus propios pensamientos. Cerró los ojos mientras la melodía de "Jóvenes no tan Locos" de Funzo & Baby Loud llenaba sus oídos.
Sin que ninguno de los dos se diera cuenta, una brecha silenciosa y dolorosa se había abierto entre ellos, como un abismo invisible que amenazaba con separarlos cada vez más. Era una distancia que no se medía en kilómetros, sino en susurros no compartidos y miradas que ya no se encontraban como antes.
Y llegó el draaaaaaaaama.
Que les pareció?
En fin.
Los leo.
Laaai<3
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