— Ya hablamos de esto Lisa, no me hagas repetirlo —dijo Jennie mientras sobaba sus sienes—

Lisa permanecía enfurruñada con las manos hechas puños y un gesto de pocos amigos en el rostro.

¿La razón?

Jennie había tenido que asistir a una pasarela en París por su trabajo como embajadora de Chanel y si bien Lisa no tenía problema con eso, si tenía un grave disgusto con el hecho de que la compañía de Jennie en el vuelo fuera un alfa desagradable.

— Ya mencioné mi postura al respecto, deberías contratar algunos guardaespaldas para el vuelo —insistió Lisa— no confío en ese sujeto, puede hacerte algo malo —suspiro Lisa dejando de apretar sus manos en puños, la alfa trono su cuello tratando de quitar la tensión que sentía en ese momento—

— Estas siendo paranoica —dijo Jennie comenzando a alzar la voz, Lisa apenas la miró de reojo con enojo contenido, no pensaba levantarle la voz a la omega—

— No voy a comenzar una pelea estúpida por esto, si te lo estoy diciendo es porque tengo razón —dijo Lisa encarando a Jennie y acercándose más harta hacerla retroceder, su faceta totalmente sería tomo por sorpresa a Jennie— Toma precauciones, no se te caerá nada por hacerlo, tampoco dejaras de ser menos valiente —

— ¿Están discutiendo? —una voz interrumpió el ambiente—

— Estamos teniendo diferentes ideas —dijo la alfa interrumpiendo a Jennie que estaba por negar el asunto— ¿Te molestamos? —

— Estaba dibujando y las escuché comenzar a hablar fuerte —dijo la niña acercándose a su mamá alfa, ambas se miraron a los ojos antes de que Lisa la abrazara—

— ¿Es así? Disculpanos por eso bombón, aveces somos algo tercas y alzamos la voz —dijo mirando a Jennie que bajo la mirada avergonzada—

— ¿Qué es terco? —preguntó Jane poniendo los cabellos de su mamá tras la oreja—

— Cuando queremos hacer cosas que queremos aunque no sean lo mejor, por ejemplo, cuando tú —señaló Lisa a la niña que bajo la mirada avergonzada— quieres comer dulces después de lavarte los dientes en la noche —

— ¿Entonces mamis se darían un beso? —preguntó Jane de nueva cuenta esperando pacientemente con sus manitas en el pecho, sus madres se acercaron y se dieron un roce de labios— ¡Sí! Ahora vamos a jugar —

Bajando la mirada apenada Jennie siguió a su pareja y a la niña rumbo a la habitación, quizá si estaba siendo terca.