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🍭 Soulmates



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Infinidad de veces había escuchado JongIn la leyenda de los amores coloridos. Si le preguntaban, por supuesto aue diría que aquel le parecía un nombre demasiado normal para una leyenda que llevaba tanto peso.

Sin embargo, pese a ello, de lo único que podía quejarse realmente es que efectivamente la leyenda era cierta y que él había tardado demasiado en encontrar a la persona con la que pasaría el resto de su vida.

A JongIn le gustaba recordar de vez en cuando cómo había pasado demasiados veranos desde que cumplió los quince, esperando por una mínima señal.

Y es que la leyenda decía que cuando se cumplían quince años, se activaba en su interior algo que lo hacía elegible a ser compañero de alguien más.

El problema era que las personas solían confundir a las personas con las que podían elegir a las que estaban verdaderamente destinadas.

MinSeok, su mejor amigo, le había dicho una noche de verano en la que habían salido a bailar, que no debía tomar decisiones apresuradas, puesto que una chica que lo había invitado a bailar, parecía ser compatible con él.

Y es que MinHee, como se llamaba, titilaba pequeñas luces al rededor de su cuerpo, haciéndola lucir bastante hermosa a los ojos de JongIn, que no dudó en marchar hacia ella como una polilla al ver la luz.

Pero MinSeok lo había detenido y le había dicho que se asegurara de tomar una buena decisión, porque si se emparejaba demasiado pronto, su alma gemela sufría en el abismo de la eternidad por el rechazo.

A JongIn aquello le parecía demasiada responsabilidad para cualquier persona, así que después de varias horas de convivencia y aunque podía decir que la chica era bastante compatible con él, JongIn se había despedido tras un efusivo beso.

Así había pasado algunos inviernos más, sopesando cada posibilidad. Viendo como sus conocidos se emparejaban y comenzaban a formar familias preciosas. JongIn quería formar una alianza con el amor de su vida, quería conocer a alguien y poder sentir que estaba seguro, sentir que lo que decidía era lo correcto.

Le ponía de nervios mandar al abismo eterno del rechazo a quien pudiera ser su alma gemela por una equivocación suya; pero... ¿y si su amor era quien se equivocaba? ¿Y si era él quien recibía el castigo?

Sin embargo, todas sus dudas se despejaron una tarde de primavera, con la fragancia de las flores del parque inundando sus fosas nasales, con la cálida luz del sol sobre su fisonomía iluminando el momento exacto en que sus ojos cafés observaron la silueta de un hombre que caminaba a unos cuantos metros de distancia.

La melodía en su interior se intensificó con el golpeteo de su corazón en su pecho, mientras su cuerpo parecía desprender pequeñas partículas coloridas que iban multiplicándose cada vez más.

JongIn había tragado saliva, se había quedado petrificado observando como el hombre se alejaba cada vez más entre la multitud. Nunca se había sentido así antes, no había experimentado cada una de las sensaciones que su piel parecía hacer al reaccionar.

Y no fue hasta segundos después que decidió ir tras él, con la esperanza de que no le hubiera visto, de que fuese real.

Así que cuando JongIn lo tomó del brazo y sintió la corriente eléctrica llenarlo de energía, sintió que por primera vez en su vida todo estaba bien.

El hombre se giró al sentir el contacto y lo observó directo a los ojos, sorprendiéndose por la silueta colorida que era JongIn en ese momento, con el corazón dando tumbos en su interior porque también lo había sentido tras su toque, con la melodía febril de un amor recién encontrado.

Y ambos lo supieron, que estaban destinados, después de un minuto de completo silencio, el hombre le sonrió amablemente, formando un precioso corazón con sus labios, haciendo que JongIn se derritiera por completo.

ㅡ Te encontré... ㅡ Fue lo único que JongIn pudo decir.

KyungSoo simplemente asintió, el chico era más alto que él y aparentemente un par de años menor, pero su corazón no podía desacelerar, no podía más que decirle que sí, que lo había encontrado y estaba más que agradecido.

ㅡ Te he estado esperando...

ㅡ ¿Puedo acompañarte a dónde quiera que vayas? No quiero perderte...

KyungSoo se echó a reír, sin poder evitarlo, el muchacho era asombroso. ㅡ Por supuesto, no puedo esperar a conocerte mejor...

ㅡ JongIn, Kim JongIn.

ㅡ Kim JongIn... ㅡ repitió el otro, saboreando el nombre del amor entre sus labios gruesos.

JongIn se mordió el labio inferior, con las mejillas morenas acaloradas. ㅡ ¿Puedo... saber el nombre del amor de mi vida?

Las mejillas del hombrecillo se tiñeron de escarlata al escucharlo, su corazón no podía más, necesitaba tomar su mano y hacer el trato, pero era generalmente un hombre racional y tenía que controlarse.

ㅡ Do KyungSoo...

JongIn sonrió, mientras KyungSoo tomaba du mano y suavemente entrelazaba sus dedos con los suyos, para comenzar a caminar.

Aquel fue el primer día de muchos, en que acordaron no apresurarse y conocerse, pese a que estaban seguros de que no estaban equivocados.

JongIn podía recordarlo con el corazón henchido de alegría, porque sus días solían ser maravillosos pese a las dificultades, porque cada día comenzaba en los brazos de KyungSoo y terminaban en su boca exquisita.

Cada día KyungSoo llenaba sus días de dicha y él, estaba enamorado, agradecido de saber esperar, de compartir la felicidad y de poder tocar el paraíso que KyungSoo era, con las yemas de sus dedos.

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