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El atardecer había llegado al fin, KyungSoo observó como el cielo fue coloreándose de diversas tonalidades cada vez más oscuras, abriendo paso a la noche una vez más.

Suspiró, porque en días como aquellos se sumergía en sus pensamientos, observando cualquier cosa, algo que le recordara a aquel que amaba tanto, algo que le recordara a JongIn.

Comenzaba a hacer un poco de frío, el clima estaba cambiando poco a poco mientras el otoño avanzaba. Pronto comenzarían las fechas de fin de año y él terminaría otro semestre en la universidad.

Si lo veía de buena manera, KyungSoo podría decir que faltaba cada vez menos para que una de sus metas se cumpliera finalmente.

Así que sonrió, observando sus manos sobre su regazo, acariciando con sus dedos de la diestra el pequeño y simple aro plateado que llevaba en el dedo meñique.

Había pasado casi cuatro meses desde que lo llevaba puesto, desde su última noche en su pueblo natal.

KyungSoo había conocido a JongIn en la primaria, en realidad no habían sido amigos, ni se habían llevado bien, por lo que su historia no era la típica donde los protagonistas se enamoran como si fuera el destino.

Aunque KyungSoo si que creía en el destino. Había comenzado a hablar con JongIn en la preparatoria y no fue sino hasta tercer año, en una fiesta del colegio, que ambos se habían sentido tan cómodos como para besarse por primera vez.

Desde esa noche, JongIn y KyungSoo comenzaron a salir. El moreno era un año menor que él, lo cual lo había considerado problemático por los rumores que se habían esparcido, sobre que se estaba aprovechando de la inocencia de Kim.

Eso le había hecho mucha gracia, porque con el tiempo JongIn demostró que de inocente no tenía mucho, pero KyungSoo estaba realmente enamorado, se sentía pleno cuando estaba con él, quería darle el mundo y JongIn parecía pensar lo mismo, así que después de casi un año de relación, decidieron que estarían juntos por siempre.

Sin embargo la vida siempre tiene su manera de generar obstáculos, que bien podían crear un punto de inflexión en su relación o demostrar que estaban hechos el uno para el otro.

Por eso, aquella lejana noche de verano, cuando KyungSoo estaba por marcharse a Seul para estudiar una carrera, JongIn lo había sorprendido. Después de tener una noche magnífica, llena de demostraciones de afecto y caricias furtivas, el muchacho había tomado sus manos y había sacado una cajita pequeña para mostrarle.

ㅡ Hyung, esta es mi manera de decirte que estoy enamorado de ti. Por favor espera por mi un año, no te enamores de alguien más, iré hacia a ti en cuanto termine mis estudios aquí.

JongIn había hablado con seguridad, con un ligero tono de súplica implícito en su voz, mientras sus manos acariciaban las de KyungSoo y finalmente le colocaban un anillo plateado en su dedo.

ㅡ Es sencillo porque no pude costear algo más, pero...

ㅡ Es perfecto ㅡ KyungSoo lo silenció con una ligera sonrisa y se acercó para darle un beso en los labios.

Entonces KyungSoo tomó el anillo restante de la cajita y lo colocó en el dedo de JongIn, con suavidad.

ㅡ No me olvides, voy a estar esperando por ti siempre. Vamos a amarnos, JongIn, porque estoy enamorado de ti.

El corazón de KyungSoo había dado un salto con las emociones, con el brillo de los ojos de JongIn en la oscuridad, con la promesa en sus manos de que esperarían a estar juntos nuevamente.

Y hasta entonces, KyungSoo observaría su dedo adornado con aquel bello y significativo objeto, antes de hacer una llamada y dedicarse a escuchar la melodiosa voz del amor de su vida.

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