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Todavía podía recordar la primera vez que lo vio.

Acababa de salir del trabajo y se dirigía a la parada del autobús para dirigirse a su pequeño departamento, que realmente le quedaba un poco lejos.

Por lo general siempre pasaba al supermercado a comprar algo que necesitara para la casa o bien sea para merendar.

Le gustaba tomarse su tiempo, tomar una canastilla y pasearse por todas las áreas de la tienda, observando algunas ofertas y meditando si es que eran realmente necesarias adquirirlas.

A KyungSoo le gustaba vagar por la sección de electrónica, donde algunas veces, si corría con suerte, colocaban en las estaciones los álbumes más novedosos, una pequeña caja de música con unos audífonos que podías colocarte para escuchar el álbum y decidir si comprarlo.

Pensaba que en aquella era de la tecnología, donde era mejor rentarse una aplicación para escuchar la música, era todavía bastante difícil que alguien comprara un álbum en físico, a excepción de las fans de grupos musicales que compraban por montones para después desechar la mayoría.

Estaba concentrado en una de las pequeñas cajas, observando la portada de un álbum de una de las artistas más reconocidas del planeta, ya con los audífonos puestos, presionando el botoncito para comenzar a reproducir y relajándose después.

La primera canción repicó en sus tímpanos y cerró los ojos, era una buena tonada, era suave.

Cuando abrió los ojos, se quedó completamente quieto, al otro lado del pasillo, se encontraba un chico más alto que él, sumergido en la música de sus audífonos, disfrutando de mover su fisonomía con singularidad.

Parecía que bailaba, estaba balanceándose sin pena en medio del lugar y él no podía dejar de observar los pequeños detalles.

Los cabellos castaños que le caían sobre la frente, la camisa arremangada en los codos y la corbata desanudada con descuido.

El muchacho tenía una bonita tez morena que lo hizo suspirar y una boca agradable, suyos labios se movían al compás de lo que parecía ser la canción que sonaba especialmente para él.

Kyungsoo sonrió sin poder evitarlo, con el corazón dando un salto cuando el otro abrió los ojos y lo observó de regreso, con las mejillas sonrojadas de repente.

Y ninguno dijo palabra alguna, al menos no ese día.

No fue sino hasta el tercer día encontrándose por casualidad que KyungSoo se armó de valor para hablarle y preguntarle su nombre, porque la vida los había juntado en el supermercado, pero ellos tenían que dar los siguientes pasos.

Intercambiar números de teléfono, mensajes y definir una salida.

Tener su primera salida, su primer toque y también su primer tropezón. Su primer beso y su primer promesa.

La promesa de seguir disfrutando de las primeras veces, juntos.

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