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JongIn estaba realmente nervioso, sentía que el estómago se le revolvería por el montón de sensaciones que tenía.

Se sentía en un dilema consigo mismo, como si su mundo se hubiera puesto de cabeza desde que conoció a Do KyungSoo, desde que lo vio por primera vez, desde que tuvo la oportunidad se besarse por primera vez.

Si lo pensaba bien, su vida al lado de KyungSoo estaba llena de primeras veces, como cuando viajaron al extranjero, cuando comieron y bebieron hasta vomitar como adolescentes hormonales y por supuesto, su primer beso en público, sin que le importara lo que los demás dijeran.

KyungSoo se convirtió en el primer chico que llevó a casa y el primero que su madre adoraba.

Podía recordar demasiadas cosas preciosas a su lado, recuerdos memorables que lo hacían sentir que todo iría bien, independientemente de lo que decidieran, porque estaba con él.

Se sentía seguro, cuando sintió sus labios pasearse con gentileza sobre su mentón, descendiendo por su cuello mientras él se encargaba de meter su mano en el pantalón de su novio porque sentía la necesidad de darle un poquito del placer que él sentía cuando KyungSoo aprisionaba una porción de su cuello y lo succionaba con ímpetu, haciendo que el color de piel cambiara suavemente de color.

Su respiración se había entrecortado desde hacía un rato, cuando decidió que necesitaba sentarse y había terminado haciéndolo sobre las piernas gruesas de su novio.

Pero JongIn también era un manojo de nervios, sentía que moría cuando KyungSoo le desabotonaba el pantalón y metía sus manos en su entrepierna para sentirlo, para animarlo con caricias y hacer que aquel momento fuese más intenso.

KyungSoo se había llevado su vergüenza hacía tiempo, una tarde en su casa, con su madre en el supermercado, cuando el bajito le había enseñado que podía escuchar el coro del paraíso entre jadeos, mientras se masturbaban el uno al otro.

Y aunque habían estado a punto de tener sexo un par de veces, aún con ello, se sentía un poco vulnerable; habían acordado probar ambos. Habían acordado que los dos tendrían su turno, para descubrir un montón de sensaciones, para descubrirse ellos mismos.

ㅡ Si quieres podemos parar... ㅡ KyungSoo murmuró en su oído, con su aliento caliente golpeando su lóbulo que todavía estaba húmedo después de haber sido sometido por el muchacho.

JongIn negó en silencio por un instante, no era eso lo que necesitaba, lo había decidido. Quería ser de KyungSoo tanto como quería que el mayor fuera suyo. Quería sentirlo con fuerzas, con todo el amor que se tenían, reflejado en sus pupilas.

ㅡ Quiero estar contigo... KyungSoo.

Escuchar la voz sedosa de JongIn mientras le acariciaba la parte baja del estómago, encendiéndolo por completo.

KyungSoo le sonrió con seguridad, observándolo a los ojos para transmitirle un poco de su felicidad, para que supiera lo afortunado que se sentía en ese momento.

ㅡ Podemos parar en cualquier momento.

JongIn asintió y no hubo más, sus labios se hicieron uno con los de KyungSoo, compartiendo sus respiraciones, sus manos se deshicieron de la ropa que les estorbaba y estaba seguro.

Se sentía amado, se sentía pleno, KyungSoo lo hacía querer que todas sus primeras veces y todas sus últimas, fuesen con él y solo con él.

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