6 días Después.
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»Sueños Rotos«

❝El collar roto❞

Me levanté lentamente del suelo.
Las perlas de colores resbalaron por mis yemas de mis dedos. Giré mi cabeza viendo por encima de mi hombro, mi mano se soltó, solo escuché caer las últimas perlitas a la tierra.

14 días después.
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»Él fue«

❝Hay muchas decisiones que hice demasiado tarde. Por ejemplo, esta fue una de ellas❞

—No tenemos idea de quién pudo haber sido.
—Lo sentimos mucho.
— Aún estamos en eso.
—Solo queda esperar. Tiene que haber alguna solución.
—Comenzaremos cuestionando sus vecinos.

Las palabras del inspector resonaban en mi cabeza, causandome dolor de cabeza.

Yo no había salido de mi cuarto. Había estado encerrado. Había pasado dos semanas desde que ella desapareció. Me dijo que iba a volver en una semana, pero...Ya habían pasado dos.

Y en mi lugar recóndito de mi corazón. Tenía la esperanza de que al menos...Volvería a la siguiente semana. Pero no fue así.

Perlas de colores estaban sobre mi escritorio.
Había estado silencioso, tengo los ojos rojos. Mi cara es un asco, las lágrimas secas están sobre mi mejilla. Se siente como si llevara algo seco que me impide mover con facilidad mis facciones del rostro, que hace que me duela al bostezar incluso.

Todos los días estoy frente a la ventana. Trantando de recordar todos los rostros de los que había en la fiesta.

¿Quién le quizo hacer daño?
¿Quién fue tan asqueroso, enfermo y desgraciado para hacerlo eso?
¿Qué fue lo que ella le hizo si es que alguien le puso una mano encima?

No tiene perdón.
Maldito enfermo.
Maldito hijo de puta mal nacido.
Maldito...
Maldito.

Seguro que ella me llamó.
Seguro que ella me pidió a gritos que la salvara.

— Ésto es inédito, no hay rastro total de si ella está realmente muerta. No había más que solo unas gotas de sangre, pero no hay cuerpo....Y si es que ella ya partió de este mundo, quizá ya esté descanzando en paz. — Escuché voces en el piso de abajo. Era la de Sonia. Pero no sabía con quién hablaba.

En paz.

— En paz..— Repetí en voz alta, como si la sola frase me resultara hilarante.

¿Cómo alguien tan jóven y llena de vida como Amy podía morir en paz?

Y si es que realmente ella murió. Dudo mucho que esté descansando en paz.

¿Cómo una chica con toda una vida por delante, colmada de sueños e ilusiones sin cumplir podía morir en paz?

No. Amy no había ni comenzado a vivir al momento de su muerte, y ahora quizá su cuerpo ya hacía sepultado en alguna parte de la tierra...Eso es lo que piensan allá abajo. Todos ellos hablando.

Fuí yo quien la alentó a soñar con el futuro que le esperaba. Con esa magnífica pastelería con su nombre grabado. Con esa magnífica visión de todo aquello que la llevaría a la cima. Y yo junto a ella...

Si hubiera sabido que ésto iba a pasar, que iba a morir tan jóven. Yo nunca le hubiera negado nada.

Ella se merecía el mundo entero.
Ella merecía estar viva. — apreté mis puños con tanta fuerza. — La muerte es para la gente vieja, no para la gente jóven y con todo un montón de sueños por delante.

No a ella.
No a Amy.

Me llevo la mano a las púas de la cabeza. Las jalo, tiro de ellas hasta hacer que me duela, las lágrimas vuelven. Me empapan todo, suelto un grito desgarrador que emerge en mi garganta rápidamente. Grito con fuerza, agarro con fuerza una botella de vidrio de mi repisa, con un barquito dentro.

Lo estrello contra el escritorio.
Mi trofeo que gané en una carrera, lo arrojo con tanta fuerza que se hace añicos.

Los libros de cuentos infantiles que me regalaron cuando era un niño. Los abro y arranco todas las páginas, las despedazo, las trituro, tiro todos los lápices que había en el escritorio al suelo.

Figuras de vidrio las estallo al suelo con demasiada fuerza.

— ¡¡Tú no puedes estar muerta, Tú no, TÚ NO, AMY!!

Y lo peor de todo.
Me dijo que yo era su héroe, siempre me lo dijo. Pues bien, no pude protegerla.

Nunca me lo perdonaría, fuí un estúpido.
Fuí un estúpido.

Ahora ya no estaba, y no había nada que pudiera cambiar las cosas.
Si tan solo existiera la manera de regresar al tiempo, y que el pasado volviera. Pudiera cambiar todo, pudiera haberlo evitado.

Había sido por mi culpa.
Ella fue la jodida fiesta porque yo se lo pedí.
Había muerto por mi culpa.
Yo la maté..

—¡¡Sonic!! — mi madre grita, abriendo la puerta con rapidez. Arrodillada junto a mí, yo tenía la cabeza hundida en las piernas. Llorando, llorando deshibidamente, los vidrios me hicieron leves cortes en la piel al caer. — Dios mío, Sonic. Por favor.

— ¿¡Qué pasa aquí!? — Manic gritó al entrar a mi habitación. No lo vi, no quería.

Sentí los brazos de mi madre rodearme, ahí a mi lado y besándome mi cabeza.

Mi mamá, quién siempre protestaba, se había quedado muda. Ella quería mucho a Amy. Me encargó que le diera el collar y el brazalete. Ella, quién siempre me aconsejaba, quien me decía que debía de hacer. No pudo decirle nada a su hijo desgarrado.

Y Manic. Quien siempre me molestaba, quien siempre intentaba avergonzarme al recordarmela para molestarme. No me dirigía la palabra.

Sonia. Quien siempre fue una regañona, una hermana firme y que siempre me corregía. Tampoco me pudo decir nada.

Y es que no podrían entenderlo.
Nadie podría hacerlo.

— Shh, Shh. — mi mamá besaba mi cabeza mientras me daba caricias— Cariño por favor, deja de llorar. Sal de este cuarto.

«— ¿Sabes quién fue?
— Creo que era un erizo negro, o color obscuro. No lo vi bien.»

No...
No lo recordaba.
Un momento.
Yo, no lo encaré. Nunca lo busqué. Y después de ese entonces no lo he visto.

«— Creo que la estaba esperando.»

La estaba esperando....

— Últimamente anda muy raro. — dijo Amy.

— ¿Quién?

— Shadow.

Entonces todo encajó.

Aparté a mi mamá y salí corriendo. Lo iba a encontrar, cueste lo que cueste.

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1.26 editado.