Capítulo 5: Picante y una subida al cerro
Lacy se percató de la actualización en su segunda partida. La tarjetita que correspondía el día de hoy era "Expedición a la montaña", lo cual la aterraba. Lars propuso invitarla a salir ese día. No dio contexto ni pista alguna. Asistió a clases con sus zapatillas más cómodas. Al segundo bloque tendría un examen de análisis estadístico, esa fue su prioridad el día anterior y esa mañana hasta el momento de la verdad. Y fue honesta: faltó preparación. Sin embargo, ¿quién no andaría despistada, incluso desviada de sus metas, dentro de esta locura desenfrenada de chicos lindos?
"SI tan solo hubiera asistido a la tutoría de Kirk..." Exhaló resignada. "Bah, ese día ni siquiera me atrevía a hablarle. Mírenme ahora. Mucho más segura, gracias a ese estúpido juego. Puede que este examen me supere y es lo que debí pagar a cambio de confiar en mí. Pensé que teniendo a alguien llamándome 'linda' era suficiente y veo que es todo lo contrario. ¿Con quién debería quedarme?"
Rindió su examen y salió de allí hacia la cafetería con su grupo de amigos.
— Iré a calentar mi tupper —Advirtió Lacy—. Doro, ¿me acompañas?
— Vamos —La rubia se levantó en compañía de su amiga.
— Yo voy a comprar almuerzo con la beca de alimentación, ¿quieren algo? —Advirtió Scott.
— Tráete unas bebidas —Mandó el pelirrojo—. Y ah, pídele pancitos con ají a la doña que entrega el almuerzo.
— Y mándale saludos a Jason.
El resto chilló "uhhhh".
— Se te va a poner celoso el enano de las fotocopias, ojo —Apuntó a su zona ocular Rosenfeld.
— Y eso que hoy tienen su cita —Aclaró Doro—. ¿No van a comer? —Le negaron.
— No me dio pistas de nada... ¡Tú estabas ahí!
— Si se te enoja el enano o el de la caja vamos a pegarle —Advirtió Mustaine—. Dejen a la loba —Tras decir eso, los tres comenzaron a cantar la famosa canción de Shakira— ¡Una loba en el armario, tiene ganas de salirrr...!
— ¡Ya entendí! ¡Ya volvemos! —Paró las bromas porque el resto de las mesas volteaban ante el espectáculo y le daría mucha vergüenza escucharlos aullar el resto de la letra.
Ambas salieron disparadas y como era costumbre, chocó clavándole el tupper en la panza al rubio de metro ochenta.
— Menos mal que entreno 'core' o me hubieras matado —Bromeó alzando las cejas James.
— ¡Uhhh, lo siento! Vamos a la fila del microondas, ¿te nos unes?
— Vale, pero no quiero almorzar con Mustaine.
— Algún día se reconciliarán, yo lo sé —Añadió la rubia.
Continuaron camino hacia el microondas que se situaba afuera de la cafetería con una fila no tan larga para la hora que era.
— Lacy, de casualidad... ¿No quieres acompañarnos mañana sábado al club de skate e ir a tomar algo después?
Dorothee hizo un gesto facial que denotaba burla.
— Lo siento, Doro, como Mustangas está vetado, tú también lo estás.
— Me lo imaginaba.
— Uhhh... Yo no sé andar en skate —Contestó con retraso a la propuesta.
— Lo sé, tengo la semana ocupada y esa tarde es la única que tengo desocupada como para invitarte a salir.
Las amigas intercambiaron miradas curiosas.
— Si es algo tranqui, eh, bueno.
— Ah... Que bien —Se rascó la nuca.
Hetfield se mantuvo callado el resto del tiempo en la fila, ya tenía lo que quería. Las chicas conversaron de cómo encontraron el examen y la forma en que interpretaron los ejercicios.
— ¿Configuraste bien tu calculadora científica? ¿Segura?
— ¡Doro, no me asustes ahora!
— Ya, ya... Si te va mal te puedo ayudar para el examen recuperativo de final de semestre.
— ¡Hablas como si salvar una asignatura fuera tan fácil!
— Te conseguiré los exámenes de años anteriores —Interpuso el rubio—. Esta facultad nunca se molesta en cambiar las preguntas y me atrevo a decir que la recuperativa estará clavada.
— Muchas, gracias, James...
...
— Hoy le tiré unos besitos a la tía que sirve el almuerzo y me dio cuatro pancitos, y me rescaté unas cuatro salsas de ají —Comunicó Scott al mismo tiempo que repartía el botín.
— No tengo la costumbre de comer pan al almuerzo, igual gracias supongo —Lacy le dio la razón a las palabras de Pesch.
— Sí, gracias por molestarte. ¿Es muy picante? —Apuntó a la pasta rojiza.
— Te pasaste, cejotas —Dave cogió un cuchillo de mantequilla y procedió a untar la salsa—. Y no, ni cosquillas hace.
— No te creo mucho, maruchan.
— Te doy de mi agua si te pica.
— Ya.
Untó poca cantidad de pasta, sabía que sus amigos varones tenían mayor resistencia a este tipo de comida y todos los días acompañaban el almuerzo de una hogaza de pan bien picante. Dio un bocado y tosió como condenada, la rubia le dio un par de palmadas en la espalda entretanto su novio ofreció su botella de agua.
— Buenardo, ¿cierto?
— No me fijé que venía con las semillas —Aclaró en un hilo de voz ahogado.
— Fua, te salió premiado más encima.
Bebió la mitad de la botella y se largó a suspirar.
— Quiero más —El resto rió.
— Loca masoquista. Me vas a tener que comprar otra agua.
— La beca paga, te dicto mi ID y era.
— Y te saludo al cocinitas de paso.
— No estaba en la caja hoy —Interceptó Rosenfeld.
— Igual e invitó a otra a almorzar.
— ¡Mi amor! —Reclamó su pareja.
— Yo haría eso si pillo a mi cita yendo con otros.
— Jason no sabe... ¿No le has dicho?
Cero respuestas.
Para su mala suerte, el pálido de rizos entró a la cafetería, cargando un diablo con cajas de refrescos, utilizando su delantal y malla para el cabello, al cruzar miradas con su interés romántico, sonrió de oreja a oreja.
— ¡Hola, Lacy! —Alzó la mano, además— ¡Hola, chicos! —El grupo saludó gestualmente.
— Te hace algo y lo mato —Aclaró Mustaine.
— ¡Le haces algo y te mato porque yo compro almuerzo acá! —Complementó Scott.
— Nos va a escupir en el ají después.
Al acabar el almuerzo, nuestra protagonista fue al baño a lavarse los dientes y aplicó bálsamo de labios.
— Pareciera que llevaras labial rojo —Destacó su acompañante rubia—. El picante te hinchó los labios.
— Lo que me faltaba.
— Reza que no te dé cagadera más rato.
— No me asustes que tengo que ver a Lars —Enterró las cejas, preocupada.
— Mientras más le das vuelta al asunto, más te vas a enfermar.
— ¿Algún consejo?
— ¡Deja el puterío! ¡Mañana saldrás con James aparte, estás metiendo a gente delicada!
— Oh, sí... Veamos que tal salen las cosas y veo con quién me quedo, ¿no?
— Debes usar la cabeza, arriesgas que no nos vendan fotocopias, nos escupan en la comida o que venga el club de skate a partirnos la madre. ¡Y no sé cuál es peor!
— Sí, sí... —Exhaló— ¡Que sea lo que diosito quiera!
Tenía el juego de mesa de su lado o eso pensaba.
...
— ¡Perdona la demora! —Excusó Lars a su vez que corría a su negocio de fotocopias— Me quedé mucho rato cantando en la ducha —Ella rio por ese motivo torpe.
— Está bien...
Él la abrazó por encima del hombro.
— ¿Has ido al cerro que queda a un par de calles de acá, dientitos?
— Um, no.
— ¿Te parece si vamos y disfrutamos la vista? Para que despejes tu mente de toda la mierda que trae esta universidad —No alcanzó que le respondieran pues ya asumió lo que quería escuchar— ¡Excelente! ¡Trajiste zapatos aptos! —Dio una palmadita en su hombro.
Fueron hacia la salida en esa pose cariñosa, su corazón latía rápido y no necesariamente por los nervios, ¿y si James o Jason la veían yendo tan pegadita a otro hombre? Sentía que no hacía algo correcto. Su corazón sensible y joven pensó que era una fantasía hermosa, ahora temía por su seguridad y la del resto. El mundo no es una novela visual.
— ¿Te colocaste labial, dientitos? —La miró a mayor detalle— Se te ve muy bonito ese color.
— Gracias...
— ¡Ey, Ulrich! —Escucharon a lo lejos.
— ¡Ey! —Saludó de vuelta.
Afuera, volvió a repetirse la escena.
— ¡Buena, enano! —Dijo un muchacho que chocó los cinco con el castaño, le dio un beso en la mejilla a la chica— Hola.
— Hola... —Susurró avergonzada— ¿Eres muy popular? —Preguntó cuando se alejaron.
— Um, digamos que s...
— ¡Ulrich! ¿Cómo va la vida? —Esta vez fue una chica que lo saludó con un beso en la mejilla— Hola, amiga —Besó la mejilla de Lacy también.
— Todo bien, yendo a una cita —La 'pareja' intercambió miradas y él rió— ¿y tú?
— Bien, bien, gracias. ¡Que la pasen bien!
Rechinó los dientes la asiática. Si iba a toparse con conocidos todo el camino, sentía que vomitaría de nuevo. ¿Dónde queda la privacidad? A lo mejor por eso propuso ir a un lugar tan alto.
— Cuando llevas años trabajando acá, te haces muchos amigos —Explicó—. ¿En qué año vas?
— En segundo de ingeniería comercial.
— Uff, te queda casi la mitad del camino... ¿Te ha ido bien en clases?
— Mmm, digamos que sí.
— Y tantas fotocopias que les he sacado a tus amigos, se ve que estudian harto.
No sabía qué responder. Ni tampoco tenía muchas ganas de caminar. Para su gusto, la subida no era tan empinada y lo agradeció. Él avanzaba rápido, por otro lado, Lacy carraspeaba en busca de aire a varios pasos de distancia. Se notaba la experiencia de Ulrich en la materia de los deportes. Portaba una camiseta sin mangas que marcaba sus bíceps bien trabajados. Él no mentía cuando mencionó la gran vista. Aunque hubiera preferido apreciarlas con detención en vez de jadear como un pobre perro pug. Él parloteaba sin parar, dejó de prestarle atención hace unos diez minutos atrás producto del cansancio, hasta que Lars sacó el tema a colación:
— Olvidé preguntarte, dientitos, ¿tienes experiencia con el trekking? —Volteó tras una larga verborrea y notó lo evidente— Oh, creo que no. ¿Quieres que nos sentemos a descansar?
— ...por favor... —Arrodillada, bajó la cabeza. El del puesto de fotocopias le jaló del brazo hacia arriba.
— Sentémonos aquí —Apuntó un espacio no tan empolvado con vista directa a la ciudad. Hizo caso y él la envolvió con sus brazos—. ¿Sabes? Con lo callada que eres, pensé que jamás querrías salir conmigo, porque la gente dice que agoto a todo mundo con lo que hablo. Tú no pareces molesta.
— Um, no —Murmuró.
— Me alegra poder estar aquí, juntos, los dos —Habló separando las frases—. Asumo que al aceptar venir conmigo es porque estamos yendo para el mismo lado, ¿no?
Lacy emitió una mueca.
— Tú me atraes a mí, y tú...
— Ah, este...
— Vemos los dos este momento como una cita.
— Sí.
— Suenas no muy convencida.
— No tengo, ay, no tengo mucha experiencia en estas cosas... —Confesó— Soy... tímida.
— Oh, sí, eres muy callada, dientitos. Y me gusta que siempre me escuches —Se acurrucó en su frente, chocando como hacen los gatitos—. Quisiera saber más de ti, aunque sé que todo a su tiempo y me irás soltando todo como yo...
Nuestra protagonista cerró los ojos. Podía sentir el corazón de su acompañante latir en sintonía con el suyo.
Y cuando sus párpados se abrieron, en el instante en que sus latidos normalizaron su pulso... Ya no había nada. Estaba recostada en su cama, abrazando su almohada, tratando de rememorar la ternura de lo que vivió en la tarde. Ulrich tenía esa tendencia de hablar por encima de ella, tomar decisiones, recurrir al contacto físico íntimo sin preguntar... Era tierno, sin embargo, estaba segura que si él no fuera atractivo físicamente, estaría asustada. Esa calma en sintonía con la naturaleza, dormitando con él abrazándola... Parecía una fantasía. ¿Y qué había del resto de tiempo? ¿Toleraría caminar por los pasillos de la universidad, interrumpiendo sus conversaciones con cada alumno o funcionario que se acercaba a saludar?
Recordó la gentileza de Jason al elegir un plato de comida especial para ella según el patrón de compras que ha hecho. Contó anécdotas suyas y mostró interés en que ella se soltara libremente. Consiguió su número, cosa que con el resto aún no sucedía. Había algo en ese chico esforzado que le levantaba el ánimo y motivaba en ir a gastar el dinero de su beca alimenticia en esa cafetería.
¿Y qué decir del rubio? Aquel peligro del chico que no puede acercarse a su grupo de amigos, que la vio en un punto bajo y corrió a salvarla, aquel que parecía ser un bloque de hielo, se ablandó por primera vez con alguien tan torpe y tímida como ella. Esa conversación en la fila del microondas la hizo dudar si era la misma persona que conoció hace un año en las juntas del club de skate. Percibía que su sola presencia podía cambiarlo.
¿Qué hacer? Había puntos positivos y negativos en cada uno de los chicos que quedaban en la partida, debía pensar sabiamente qué movimientos ejercer tras tirar los dados en la tabla del juego Love Shine!
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