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Capítulo 1: Timidez y el juego de mesa

— Hasta aquí llegó la clase, alumnos —Anunció el profesor de metodología de la investigación—. No olviden traer leído para la próxima clase los capítulos del manual de investigación. Pueden retirarse.

Los alumnos empezaron a guardar sus pertenencias y a retirarse del salón, para su mala suerte, nuestra protagonista femenina, de nombre Lacy Wu, estiró más de la cuenta el brazo y vertió los restos de su café sobre su copia del texto que imprimió horas atrás.

— Excelente... —Habló para sí misma en un suspiro. Echó su largo cabello oscuro hacia atrás y procedió a buscar papel higiénico en su mochila para limpiar el piso. Sus dos amigos se echaron para al lado tratando de evadir el líquido caliente.

— Si quieres te presto mis impresiones para que les saques copias —Ofreció Dorothee Pesch, su mejor amiga.

— Y te las pago yo si te atreves a saludar al chico de las fotocopias —Bromeó Scott Rosenfeld.

— Les dije que él no me gusta —Aclaró mientras limpiaba el piso, los otros dos la ayudaron a guardar sus cosas.

— Deja eso ahí, vamos a almorzar —Insistió la otra—. Dave está guardando mesa desde hace como una hora.

— Mmmm, de ahí los alcanzo —Hizo un ademán con la mano, echándolos—. Quiero pasar a comprar otro café.

— Ok, te esperamos, chinita —Se despidió su amigo haciendo referencia a que ella era descendiente de inmigrantes chinos y poseía ojos pequeños y rasgados.

— Adiós, cejotas; adiós, rubia falsa —Se despidió también usando de apodo los rasgos característicos de sus cercanos.

El par se retiró y Lacy dio la vuelta con objeto de tirar los papeles sucios al tacho, sin embargo, un paquete de color rosa pastel situado sobre un pupitre llamó su atención. Se deshizo de la basura y tomó rumbo para examinar a mayor detalle: se trataba de una caja de un juego de mesa, con una tipografía suave y grande indicaba "Love Shine!", junto a varios corazones. El subtítulo dictaba: "¡Crea tu historia de amor perfecta! Juego de rol de dos personas."

Parecía un chiste de mal gusto, se le caía el café, perdía su texto de estudio, sus amigos la molestan por ser tímida para buscar pareja y para rematar, encuentra una caja que promete una experiencia romántica para dos personas en una fantasía de rol. No parecía pertenecer a nadie, los únicos nerds que disfrutarían esa clase de juegos de mesa es su grupo y dudaba que el novio de Dorothee, con lo macho alfa que era, quisiera jugar a un tonto juego de tarjetitas. Dudaba que Scott, un muchacho promiscuo que le cae a todo lo que tenga senos, tuviera la madurez suficiente para comprometerse seriamente con alguien y completar una partida de rol cursi.

Arrugó la nariz y otras facciones de la cara. Ella no era el público objetivo, pero se imaginaba que debía costar una buena suma de dinero y sería una pena que la persona dueña pierda su inversión por un descuido. Guardó en su mochila la caja, pronto escribiría en el grupo de WhatsApp de su sección para preguntar por el dueño. No costaba nada ser un poco amable.

Salió del aula, encaminada hacia la cafetería. Olvidó que quería comprar otro café y cuando lo hizo, se arrepintió, prefirió ir a sentarse con sus amigos.

— Hola, maruchan —Saludó al muchacho de cabello largo y pelirrojo que sostenía la mano de la muchacha rubia.

— Buena, china, ¿fuiste a limpiar la facultad también que te demoraste tanto?

— Yaa, que pesado —Regañó Doro—. Oye, ¿y no te compraste otro café?

— La fila está muy larga —Excusó entretanto tomaba asiento y sacaba su lonchera.

— ¿Eso? ¿O es porque está el jefe de cocina atendiendo la caja? —Scott movió las cejas de manera coqueta.

— Pucha, para ser jefe de cocina se ve de nuestra edad —Opinó Pesch.

— Fua, ¿otro más? ¿Cuántos maridos más nos ocultas, Lacy? —Tiró la broma Dave Mustaine, novio de la rubia.

— Tengo que calentar mi tupper —Cambió de tema la asiática—. Doro, ¿me acompañas?

— Yaa, yo igual tengo que calentar mi almuerzo —Ambas tomaron sus loncheras y se levantaron.

— Yo te compro el café con la beca de alimentación porque yo tengo que comprar el menú del día —Acordó Rosenfeld—. Le voy a preguntar su nombre para que no te dé pena hablarle.

— ¿Y yo? —Cuestionó Mustaine—. Soy el único que ya tiene su almuerzo listo.

— Te quedas cuidando la mesa de nuevo.

Cada uno tomó su posición, en la fila de los microondas las dos chicas dialogaban.

— ¿Sabes? Me encontré este juego de mesa en la sala, ¿de quién crees que sea? —Enseñó disimuladamente la caja de pequeño tamaño que yacía dentro de la lonchera junto a su tupper.

— Mmmm... no me suena de nada —Contestó intrigada la rubia—. ¿Ya preguntaste en el grupo de WhatsApp?

— Todavía no, me vine apurada a verlos a ustedes. No recuerdo ver a nadie sentado en ese puesto.

— A lo mejor era de los que tuvieron clase antes en esa sala —Sugirió la rubia sin mucho interés en el tema—. Oye, después de nuestra siguiente clase iré a la tutoría de análisis estadístico en la sala de estudios, ¿te quieres sumar?

— Mmmm... No creo, quiero llegar a estudiar para el examen del viernes.

— Por eso mismo, te conviene.

— Eh... —Titubeó un par de frases incoherentes y se frenó de golpe, Respiró hondo y prosiguió— Creo que estudio mejor sola.

— Amiga, te fue mal en el examen anterior, esa tutoría te conviene.

— Pues...

Se desocupó el microondas y Lacy colocó su almuerzo dentro.

— Oh, ¿es porque la hace Kirk?

— ¡Shhh...! —Exclamó, ruborizándose— Te van a escuchar —Miró de reojo la larga fila que las trascendía.

— No puede ser, chinita, faltas a todas las clases de análisis estadístico porque te da miedo respirar el mismo aire que el mejor alumno de la clase. ¿No crees que es muy extremo eso?

— Apúrate, microondas... —Pensó en voz alta, su amiga la estaba avergonzando.

— Entiendo que le tienes miedo a los chicos lindos, pero ya te estás pasando, está comenzando a afectar tus notas.

— ¡Listo! —Exclamó sacando el tupper antes de tiempo— ¡Nos vemos en la mesa con los chicos!

Guardó con las manos temblorosas su comida y con la mirada clavada en el piso tomó otro rumbo, sin fijarse que chocó con la persona de atrás en la fila. Alzó la mirada hacia el rostro de un hombre mucho más alto y de cabello rubio, si su piel ya estaba roja por el bochorno, ahora fue el doble, posó la vista en el suelo de nuevo y corrió al interior de la cafetería, casi atropellando a la fila de universitarios que quería comprar almuerzo.

— ¡Hola, James! —Saludó Pesch— Perdona a mí amiga, ha tenido un día pesado.

El muchacho saludó moviendo la mano, sin ganas de dialogar.

— Mustaine está en nuestra mesa, ¿quieres sentarte con nosotros?

— No, gracias —Dio un par de pasos, colándose ya que la rubia tenía el microondas desocupado y echó a calentar su comida—. Dejó de ser nuestro amigo desde que lo echamos del club de skate.

— Buu... —Bramó ella— Que mala pata.

Al interior de la cafetería, el pelirrojo cuestionó:

— ¿Y no esperaste a mi bebita Doro?

— Se quedó conversando —No era del todo falso, el orden de los factores no alteraba el producto.

— Ah, típico de ella... ¿Con quién fue ahora? —Pronunció antes de pegar una gran bocanada a su guiso de lentejas.

— Con James.

Dave escupió en su plato.

— ¡¿CÓMO?!

— Choqué con él, eh... no, no pasa nad... —Musitó, sabiendo que la había cagado.

— Iré a pegarle a ese hijo de...

— ¡Llegué! —Interceptó Scott junto a su bandeja— Le hice ojitos a la doña que servía la comida y me dio dos pancitos —Relató al mismo tiempo que se acomodaba—. Toma, Mustangas, a ti te gusta harto el pan con ají —Entregó una hogaza y asomó la pasta de ají que venía junto al plato de fondo.

— Gracias, pelado —Aceptó la ofrenda y untó el alimento en la salsa, como si lo anterior no hubiera pasado.

— Le pregunté al de la caja por su nombre —Rosenfeld le chocó el codo a la asiática—. Se llama Jason y está soltero.

— Ughh... ¿Le preguntaste eso? ¿De verdad? —La única chica de la mesa rodó los ojos.

— Yaa pero le dije que era para mi amigo pelirrojo gay, y me aclaró que no tira para ese lado, le gustan las mujeres —Guiñó.

— Oye, pero tú no tienes un amigo pelirrojo gay —Destacó Dave a medida que untaba más picante en su pan.

Silencio incómodo.

— Ya te hice la mitad del trabajo, te falta a ti ir y hablarle.

— ¡No en su horario de trabajo!

— No te vas a dar ni cuenta cuando se te presente una oportunidad.

Para ellos parecía sencillo porque tenían experiencias múltiples. ¿Qué le quedaba a la pobre Lacy? Toda su vida fue considerada la 'fea' del salón por sus ojos rasgados y dientes prominentes, los chicos que a ella le interesaban siempre se fijaban en muchachas más agraciadas hegemónicamente y que eran seguras de sí mismas, ¿qué le quedaba a la pobre Lacy? Toda su vida tomó como opción el salir corriendo antes de afrontar sus problemas.

El resto del día transcurrió normal, dentro de lo que ella acostumbra a vivir. No asistió a la tutoría por obvias razones.

En el grupo de su sección nadie respondió ante la interrogante de a quién pertenecía el curioso juego de rol. Eventualmente elevaría el aviso a los grupos de la universidad, de momento, la curiosidad se la comía y con sus delgados dedos abrió la caja de un chasquido. El contenido la dejó más confundida aún. Tarjetas de tonalidades rosáceas. Cuatro eran tablas con espacios para fechas, de título indicaban "Partida N° ____" junto a un espacio para completar.

Las otras tarjetas parecían no tener sentido, llevaban números por afuera. A otro costado, unas fichas de personaje, unos dados y el manual de instrucciones. Lo leyó cuidadosamente. La mitad del juego consistía en escribir una historia, las tarjetas parecían más algo decorativo que añadía ambiente a la experiencia.

"Te enviaré los apuntes de la tutoría cuando llegue a mi casa" Citaba el mensaje de Doro. Nuestra protagonista podía darse el 'lujo' de distraerse antes de dedicarse de lleno al estudio.

Llenó una ficha de personaje con sus datos.

No le gustaba nadie en particular, sólo se volvía loca cuando veía a un chico lindo. Así que colocó descripciones abstractas en la segunda ficha de personaje: Cabello largo, amante de la música, que toque un instrumento y sea romántico.

Demasiado genérico, hasta el novio de su amiga caería en esa categoría, necesitaba especificar a su chico ideal.

Soltero, detallista, esforzado y carismático. Sonrisa encantadora. Que tenga mejor higiene que Scott y sea más atento que Mustaine.

No se le ocurrió nada más. Tiró los dados y sacó una tarjeta con el número que sumaron los dados.

"Encuentro incómodo. Ambos jugadores chocarán y serán forzados a dialogar en una situación bochornosa".

Y hasta ahí se quedó. Colocó la fecha en una tabla y en blanco su mente perseveró. No podía tomar apuntes de la fantasía si no tenía presencialmente a un segundo jugador que le complemente en la aventura. Apartó el juego de mesa y prefirió agarrar su teléfono, seguro había memes en Instagram mucho más entretenidos mientras la rubia le enviaba los apuntes para estudiar.

Al día siguiente iría a primera hora a sacar fotocopia al texto de su amiga, rezando que el apuesto chico esté ocupado y le atienda su madre.

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