—¡Hyung ahora todos quieren uno!

Soobin trataba de poner en su lugar la tapa de un aparato casi de su tamaño y con forma de esfera. Aun con su ceño fruncido por la concentración, respondido a su estudiante.

—Si quieren uno pueden pedírselo a sus maestros.

—Ninguno de ellos tienen maestros que sepan hacer tatuajes temporales tan reales. Todos lo quieren como su mentor ahora —Beomgyu hablaba jactándose, haciendo muchos gestos con sus manos—. ¡Tengo el mejor maestro del mundo!

La comisura de los labios de Soobin subieron por un segundo, para luego volver a su estado natural. Con un último impulso logró poner la tapa en la esfera.

—Seguro que ellos estudiarían mucho para ser dignos de que les enseñe —dijo acomodándose las mangas de su bata. No volteó a mirar la cara de indignación de Beomgyu porque ya sabía que iba a hacerla.

—¡Yo soy digno!

—Di eso cuando saques más de 80% en tu prueba de la semana.

—¡La ultima vez saqué un 87%!

Soobin volteó y echó una mirada al tatuaje de flores en el cuello del androide.

—¿Y vas a conformarte?

Beomgyu entrecerró sus ojos, tratando de encontrar algo más en la mirada de su profesor.

Con convicción, dijo:

—No, jamás.

Nadie sería más digno que él, nadie tendría el privilegio de probar toda la fe de Soobin. Nadie excepto Beomgyu.