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LOVE REALLY HURTS WITHOUT YOU

chapter three; SCREAMING HEART

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     Toda esta situación era una pesadilla para Mike. No sólo porque prácticamente había habido un "Eleven: parte 2" en su sótano, lo que básicamente era un gran cartel con las palabras "¡LA CHICA QUE AMAS SE FUE!" en frente de él, pero ahora también debía llevar a Five detrás de su bicicleta. Era como estar con ella otra vez.

     Hopper les había dicho que vayan a la casa de los Byers -y también los había llamado estúpidos por no hacer eso en primer lugar-. Habían agarrado a Five y yendo fuera, Dustin y Lucas estaban una cuadra lejos de ellos, dejando a Mike con una mirada fulminante adornando su rostro pecoso, su corazón gritando y la tarea de llevar a Five.

     Era como si esperaran que él lo hiciera, porque siempre lo había hecho con ella. El pensó que eso era diferente. Ella era diferente.

     Sin embargo, el dolorido chico empujó el disgusto por el extraño a un lado, le dijo que se subiera y andaron por la calle detrás de los otros dos. Después de todo, no tenía opción.

     Cuando llegaron a la casa de los Byers, fueron recibidos por los rostros de Hopper, Joyce, Will y Jonathan.

     - Explíquense- ordenó Hopper en el minuto en que entraron al lugar, sus ojos atrapandose en el rostro de Five con un sentimiento indescriptible en ellos. Él era un hombre extremadamente grande con una barba decorando la piel de su cara, y con un uniforme amarronado. Era intimidante, sus ojos eran filosos y observaban todos tus movimientos, aunque erradiaba una energía paternal. Una energía protectora. Justo como un padre.

Mientras los tres chicos se explayaban sobre como habían encontrado al pobre chico, Five se quedó detrás de Mike mirando por encima del hombro del chico a penas más alto que él. No confiaba en ninguno de ellos, ni siquiera en los chicos, por ahora no habían tratado de lastimarlo así que se quedó con ellos. Five no quería arriesgarse, no podía. Sólo Dios sabría lo que le pasaría si lo atrapaban.

- Puede quedarse con nosotros- Joyce, una mujer de mediana edad con cabello castaño y los ojos más amables y cálidos que Five había visto en toda su vida ofreció, mirando alrededor de la habitación con una mirada expectante.

- ¡Nosotros somos los que sabemos como hacer esto!- exclamó Dustin, su argumento era un poco torpe ya que era contra adultos. Padres- Hemos pasado por lo mismo con Eleven, ¡puede quedarse en el sótano de Mike!

- ¡Eso no pasará!- gritó Mike en el instante, furia flameando visiblemente en sus ojos, y si mirabas más de cerca, también podías ver dolor. El dolor que había tratado tan duro de esconder, esperanzado de que tal vez así desaparecería.

- Se quedará con un adulto, Dustin, eso no se discute- acordó Hopper, su voz un poco dura, aunque todos sabían que tenía la mejor intención. El mayor desvío su mirada hacia Joyce-. ¿Estás segura de que puede quedarse aquí?

- Si. Si, por supuesto- asintió Joyce sin dudar. Le estaban pidiendo que acoja a un chico desconocido y le dé refugio; a un chico que podría ser peligroso y ella ni siquiera estaba dudando-. Podemos hacer espacio para él.

- Está bien, pero entonces vendremos todos los días a visitarlo- declaró Dustin con sus brazos cruzados y una mirada en sus ojos que les decía al resto que no estaba bromeando. Honestamente, Five no sabía por qué hacían por él tanto problemas. Aunque era bonito, incluso si era sólo por sus habilidades.

- Siempre son bienvenidos aquí.

Fue silencioso por un momento, ninguno sabía que decir o como decirlo. Hopper fue el único en terminar la tensión, con su voz como fragmentos de vidrio rotos y mirando al chico que estaba detrás de Mike dijo:

- ¿Estás de acuerdo con eso, niño?

Nunca le habían preguntado eso.

Aún había miedo evidente en el verde de sus ojos, tragando duramente, Five se tomó un momento para observarlos, tratando de ver si había alguna posibilidad de peligro. Hizo un pequeño movimiento de cabeza, sabiendo que o era eso, o vivir en el bosque.

Hopper le ofrecío una vaga, a penas visible pero reconfortante sonrisa, como si le asegurara que estaría bien, sin importarle de que ambos recién se hayan conocido.

Poco sabía que Hopper estaba refugiando a alguien justo como él, un secreto que era escondido para el resto. El hombre lo entendía de una forma que los otros lo podían, porque él se había convertido en la figura paternal de la chica que había pasado por casi lo mismo.

- Cariño- la voz de Joyce, parecida a miel derretido, se escuchó, la cabeza del chico dirigiéndose a donde ella estaba-. ¿Puedes decirnos lo que pasó?

- Escapé- informó él, su voz baja y suave como si no hubiera hablado en años. Los recuerdos de lo que había pasado estuvo repitiéndose en sus mente desde entonces. Quería tenerlos al alcanze, con el miedo de que desaparecieran y que ya no sean más que un sueño-. Era 1981.

- ¿Tu poder es viajar en el tiempo?

- Viajar en el tiempo y teletransportación- confirmó Five, disgusto sabiendo horrible en la punta de su lengua. Él odiaba lo que otros llamarían un regalo. Sus poderes fueron los que arruinaron la oportunidad de tener una vida normal, fue la causa de haber terminado en el Laboratorio de Hawkins en el primer lugar. Sus poderes habían arruinado su vida, dándole nada más que dolor y tragedia

- Supongo que cada experimento tenía un poder diferente- Jonathan Byers, un adolescente con cabello castaño cortado pobremente y ojos que le recordaban a su madre habló por primera vez desde que habían llegado.

- ¿Tienes hambre?- cuestionó Joyce tomando el papel de su nueva guardiana, sus ojos mostrando preocupación por el chico.

Five se apresuró a asentir con su cabeza, no pudo recordar la última vez que había llenado su estómago. Cualquiera podría mirarlo y saber que los niños atrapados en el laboratorio apenas eran alimentados.

Él era peligrosamente delgado, sus pómulos se notaban demasiado y sus manos eran horriblemente huesudas. Si mirabas debajo de la ropa, verías costillas que ni siquiera parecían cubiertas con piel.

- ¿Te hago un sándwich?- Joyce le dirigió una sonrisa cálida como una día de verano, indicándole que se acerque a la cocina.

Five dudó por un momento, sin saber si debería seguirla o no. Giró su cuello para observar a los tres chicos a su lado, confiaba en ellos más que en el resto. Ellos ya estaban mirándolo, esperando pacientemente a su respuesta. El chico tragó saliva antes de salir de atrás de Mike y seguir a Joyce, sin saber que dejaba a los demás para que hablaran sobre él.

Lejos de las miradas ardientes de los otros, Five sintió sus hombros relajarse. Joyce ya se encontraba parada junto al mostrador trabajando, mientras el menor se sentaba en la mesa con un suspiro tembloroso. Estaba sintiendo demasiado de una sola vez. Confundía su mente y sus acciones.

- Ahora estás a salvo, Five- la madre rompió el silencio entre ellos, deslizó un plato hacia él y se sentó a su lado. Sus ojos eran demasiado reconfortantes, demasiado llenos de calidéz y amor, hizo que Five se sienta mejor alrededor de ella en el instante.

- Era un hogar para mí- le recordó a ella y a él. Sus ojos se veían vacíos y pedidos cuando observó el plato, sus dedos lo movieron de aquí para allá. Creciendo no conoció nada más-. Crecí allí, no conozco nada más.

Las facciones de Joyce se suavizaron aún más si eso era posible, su corazón ardió por el joven chico y por todo lo que había enfrentado a tan poca edad. Recostó su barbilla en la palma de su mano, las comisuras de sus labios alzándose levemente.

- Un hogar no es necesariamente donde creciste, Five. Un hogar puede ser una persona, también. Un hogar es cuando te vas, pero añoras regresar.

Tal vez ella tenía razón. Tal vez ese podía ser su hogar, o alguien podría convertirse en el.

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