01| Una mañana en el apartamento
Nota: Si quieres entender algo de la historia y del por qué los personajes se comportan de cierta manera, deberás ver las ilustraciones del artista y dibujante Jago, quien es el creador del cómic LWHG. Además, algunas cosas fueron cambiadas para que se adapten a este pequeño Fanfic... No es obligación ver el cómic original, solo es parar evitar reclamos del tipo: porqué pasa esto, por qué piensa eso, etc.
El teléfono de Artur comenzó a sonar a tempranas horas de la mañana de un domingo.
Tardó en responder, revisó quien era el contacto y sonrió al ver que la pantalla decía Mamá.
"Hola mamá." saludó Artur en la línea.
La madre de Artur, Carmen, sonrió placenteramente al escuchar la voz de su hijo.
"¿Cómo amaneces hijo?" preguntó la señora mientras de fondo Artur podía escuchar varios sonidos de un característico aseo del hogar.
"Ya sabes... intentando hacer ejercicio por las mañanas... pero mi cama no me deja ir." Artur rió nervioso.
"Siempre serás un holgazán, incluso desde pequeño no te gustaba salir a jugar con tus amigos del vecindario." Carmen suspiró cerrando los ojos apoyando su teléfono en el hombro.
La risa nerviosa de Artur siguió en la línea. "¿Vas a venir hoy, mamá?" Artur se giró a ver su habitación, no estaba desordenada en su opinión, pero sabía que cuando su madre venía entre semanas la historia era diferente.
"¡Por supuesto!" respondió con alegría en su voz.
"Genial... las chicas han dejado un desastre en la cocina luego de su noche de películas." aclaró Artur un poco apenado con su madre llevando una mano a su frente.
"Descuida, esas jovencitas se llevarán un sermón de mi parte cuando llegue." aclaró determinada.
Artur tragó saliva esperando que Sophie y Erika no se enteren que las acaba de delatar con su madre.
"Te veo más tarde hijo, te amo." se despidió la madre de Artur.
"Yo también te amo, mamá." Artur miró su teléfono hasta que su madre colgó la llamada.
Artur caminó hasta la sala del apartamento. Justo en el sofá, él podía ver a Erika aún durmiendo con una manta cubriendo su cuerpo del frío de la noche y los vientos gélidos de la mañana. Estaban en invierno, así que el frío iba a ser una molestia para este trío de compañeros de apartamento.
"Sophie debe de estar afuera." pensó Artur pasando enfrente de Erika para llegar a la cocina. "Normalmente ella sale a correr todas las mañanas, pero debe de hacer mucho frío allá fuera... Me pregunto si estará bien."
Artur se detuvo delante de la estufa eléctrica, se preparó una taza de chocolate caliente solo para dejarla a un lado y preparar otra taza de chocolate añadiéndole leche y un malvavisco blanco.
Tomó ambas tazas y se dirigió otra vez a la sala, dejando su taza de chocolate en la mesa del centro, intentó despertar a Erika de lo que parecía ser un sueño muy profundo.
"Erika tiene el sueño pesado. Su chocolate se va a enfriar." Artur se sentó en una banca que estaba al lado de la mesa central.
Artur se quedó viendo el hermoso rostro de Erika, aunque las primeras veces que veía a Erika dormir en el sofá, era con un mando de videojuegos en sus manos, el pelo hecho un nido de pájaros y su boca siendo una cascada de baba. Pero ahora parecía dormir como cualquier otra chica, con delicadeza y fragancia a... ¿pepperoni? Girando la cabeza a todos lados extrañado por el olor, Artur vio la caja de la pizza asomandose por debajo del sofá.
Se agachó para tomar la caja de pizza quedando muy cerca del rostro de Erika, incluso sentía su respiración tocar su piel. Artur se sonrojó apartándose de inmediato.
"Mejor llevó esto a la basura antes que llegue mamá." cuando Artur se levantó para ir al cesto de la basura. Los murmullos de Erika atraparon su atención.
La mano de Erika se había salido de la manta, en vez de querer volver a entrar en la cálida manta, más bien parecía querer agarrar algo.
"¿Una pesadilla?" Artur dejó la caja de la pizza en la mesa central y se acerco a Erika. Sus movimientos expresaban miedo y buscaban la compañía de alguien.
Artur siempre consideró a sus dos compañeras como personas de un carácter muy peculiar, siendo capaces de defenderse por sí solas o hacer muchas otras cosas que Artur no podría hacer. Y ver a una de ellas con esa expresión de terror en su rostro era muy inusual, e incluso le producía inquietud a Artur saber que podía provocarle a Erika tal expresión.
En un principio, el sueño de Erika no era otra cosa más que estar jugando videojuegos incluso en su cabeza. Jugaba clásicos de consolas antiguas, luego aparecía jugando con las consolas más modernas como si hubiera dado un salto en el tiempo entre consolas. Pero no importaba que hacía o que juego jugaba, siempre era el mismo escenario; el mismo sofá, la misma TV de siempre. Sophie sentada a un lado y Artur al otro. Ambos veían a Erika jugar y la felicitaban cuando esta ganaba.
Luego de lo mismo en todos sus sueños, este se convirtió en una pesadilla. ¿Pero qué había cambiado? Sólo dos cosas: Artur y Sophie. Estos dos ya no estaban en sus sueños. Erika no sentía la misma emoción al jugar a pesar de que le encantará jugar. Ganar no era lo mismo si en el sofá solo estaba ella. Su mano derecha comenzó a congelarse dejando caer su mando. Intentó buscar algo de calor, pero no encontró nada, su mano se movía todo lo posible para encontrar algo de calor.
Una mano se acercó con calidez calentando la mano de Erika. Ella reconoció la mano en un instante, es la mano de un hombre, la mano de Artur. Con apuro sujetó la mano para no dejarla ir, con la fuerza que tenía, tiró de la mano de Artur para acercarlo más a ella. La silueta de Artur apareció enfrente de Erika con una sonrisa.
Artur se asustó cuando de la nada Erika sujetó su mano al intentar despertarla.
"Qué fuerza." mencionó Artur tratando de soltarse.
Cayó al suelo de rodillas luego de que Erika tirara de él.
Las lágrimas de Erika salieron luego de ver a Artur y a Sophie otra vez.
"¿Estás bien?" preguntó Artur en su sueño. "Luces muy mal." Erika asintió.
"Sólo nos fuimos por unos segundos y mira cómo te pones." Sophie sonrió dándole un abrazo a Erika aunque esta aún no haya soltado la mano de Artur.
"Sí, ya no tienes que preocuparte por nada mientras nosotros estemos aquí contigo." Erika asintió mientras sonría.
"¡Sí!" exclamó ella acercándose para abrazar al de su sueño Artur.
Cuando hizo eso, el cuerpo dormido de Erika se comenzó a mover hasta el borde, a punto de caerse Artur la sujeto como pudo dejando que su cuerpo actuara como cojín.
Tumbados en el suelo, Erika abrazó como pudo a Artur en una posición muy incómoda.
"¿Erika?" Artur se movió para salir del abrazo de Erika pero ella hizo más fuerza.
La puerta del apartamento se abrió mostrando a una bella mujer de unos 24 años de edad de cabello rojizo. Antes de notificar su llegada frunció el ceño algo consternada por ver a Artur y a Erika en el suelo.
"¿Qué estás haciendo, Artur?" Sophie se aproximó entrecerrando la vista a la vez que Erika iba despertando, viendo a Artur delante de él sentía que todavía estaba en un sueño.
"Será mejor que no le hayas hecho na-" Sophie se cayó por unos segundos al ver a Erika besando a Artur en los labios.
La chica pelirroja se sonrojo a tal punto que parecía hacer juego con su cabello. Artur tampoco era inmutable. Su rostro entró en calor casi echando humo por sus orejas como un personaje cartoon.
Hasta que por fin Erika terminó de abrir bien sus ojos, notando la clase de situación que estaba sucediendo.
"¿A-Artur?" habló nerviosa Erika viéndolo a él y luego a Sophie. "¿Esto no es un sueño, verdad?"
Sophie se cruzó de brazos algo molesta. Al parecer el frío de afuera se había esfumado de su cuerpo en un segundo. Trato de calmarse un poco conociendo el comportamiento de Erika, pero muy en el fondo no le gustaba lo que Erika hizo con Artur.
Erika se levantó dejando la escena con una sonrisa de inocencia hasta su cuarto, su intención era ocultar su rubor. Aunque para ella que le gusta expresar sus emociones muy abiertamente, esta vez siento un poco de vergüenza.
Artur se levantó muy lentamente sin voltear a ver a Sophie. Con una actitud calmada pero torpe se alejó de la vista amenazante de Sophie. Él todavía recordaba la advertencia del primer día en que se conocieron.
"No intentes nada con nosotras o verás lo que te pasará."
Las dos tazas de chocolate se habían enfriado.
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