Arrepentimiento
¿Está mal posponer una conversación importante?
No.
Quizás sí, pero le había gustado el descontrol que creó en Hyungwon con unas pocas palabras.
Internamente sonrió cuando lo vio tropezar con los cubiertos, por tercera vez. Él creía que un restaurante tradicional y barato estaba bien para una cena tranquila, pero fue Hyungwon quién insistió en ir a un restaurante de comida internacional.
¿Acaso quería utilizar la presión social a su favor?
Aunque ese fuera su plan, la decisión estaba tomada.
—¿Necesitan algo más? —preguntó la mesera. Una rubia con acento sureño y una sonrisa amigable.
Hoseok sacudió la cabeza correspondiendo a la sonrisa. Miró por el rabillo del ojo a Hyungwon fruncir los labios, probablemente de celos y engrandeció su sonrisa.
—¿Cómo estuvo el trabajo? —preguntó Hyungwon, enrollando los tallarines en el tenedor.
El mayor lo miró con los ojos entrecerrados. No estaba fingiendo la conversación, de verdad le interesaba saber de él y ese fue un pequeño incentivo para el corazón de Hoseok.
—Bien. Como cerraron la tienda de la calle de atrás, más clientes nos visitan a diario, así que no tengo mucho tiempo libre.
Hyungwon se inclinó sobre la mesa y sonrió.
—¿Necesitas un compañero?
La pregunta tomó por sorpresa a Hoseok. Tenía curiosidad por saber hasta donde estaba dispuesto a llegar por su perdón.
—Aunque lo necesitara, no es el tipo de trabajo al que estás acostumbrado.
El alto asintió, masticando delicadamente un camarón.
—No lo estoy. Pero en mi puesto en la empresa de la familia, hago negociaciones hasta con los ojos cerrados. No puede ser tan difícil el servicio al cliente y soy bueno en los números —dijo Hyungwon—. Y tú estarás ahí. ¿Qué más necesito?
Hoseok contempló su respuesta en silencio y al final asintió.
—Pareces dispuesto a dejar tus comodidades para estar conmigo, ¿es eso así?
—Sí.
Una señal de peligro imaginaria apareció en la frente de Hyungwon. Sus respuestas eran buenas pero al mismo tiempo despertaban cierta desconfianza en Hoseok. No queriendo arruinar la cena, decidió pausar la conversación y se concentró en la comida. Hyungwon aprovechó para contarle de un nuevo proyecto que estaba haciendo junto a su amigo Jooheon. Una marca de ropa propia. Como sus padres pertenecían a la lista de empresas textiles más conocidas de Corea, él también buscaba su propio lugar en el mundo empresarial. Ese pequeño dato le permitió conocer un poco más a Hyungwon y es que el bello hombre no siempre hablaba sobre él y sus metas o proyectos.
Una chispa de alegría y esperanza se alojó en su pecho.
—Toda tu vida has crecido con el apoyo financiero de tus padres, adoras la ropa costosa, la carne forma parte del menú de todos los días en tu casa, sales de vacaciones cada que quieres y detestas los departamentos de una habitación —dijo Hoseok mirándolo directo a los ojos—. Conmigo no puedes tener nada de eso. Mi salario me alcanza solo para la renta, fideos y arroz. No tengo auto, no tengo un apellido de renombre ni dinero en el banco, mis cuadros apenas se venden. Lo único que puedo ofrecerte es sexo, ¿eso quieres?
Después de la cena, Hyungwon sugirió dar un paseo antes de regresar a casa siendo este el momento indicado para hablar.
Hyungwon se detuvo frente a un puente de madera y levantando la mirada dijo.
—Mi familia ya tiene un apellido famoso, tengo dinero en el banco, tengo un auto... dos en realidad —ladeó la cabeza y mordió su labio inferior—. Mi salario no es tan malo. Hoseok, no necesito que seas rico. Yo ya lo soy.
Hyungwon se dio la vuelta y le regaló una sonrisa coqueta.
—Bombón, necesito que estés conmigo —susurró—. Necesito abrazarte, besarte, tocarte. Necesito esto, salir contigo después del trabajo, a cenar, a caminar. Necesito escuchar tu voz todos los días y que disfrutes los postres que te compro. Desearía poder hacerlos con mis propias manos pero soy un desastre en la cocina y no quiero que te mueras de intoxicación.
Hoseok rio sin dejar de mirarlo. Sabía que estaba mal encontrar adorable lo idiota y ególatra que era Hyungwon, pero ahí estaba, sonriendo por sus estupideces.
—No puedes hablar así —Hoseok resopló. Frunció el ceño dando dos pasos hacia atrás—. No quiero que me mantengas.
—¡Puedo permitírmelo! No tienes que hacer nada más que amarme.
Si pudiera, Hoseok lo hubiera golpeado justo en la cara porque al parecer esa parte de su cuerpo era la que le elevaba el ego, eso y dinero de su familia.
—Gracias pero no gracias. Lo único que estoy dispuesto a aceptar de ti es una disculpa.
Las cejas de Hyungwon se elevaron y sus labios se fruncieron en una sonrisa incómoda.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —repitió Hoseok—. Hay muchas cosas que hiciste y dijiste en el pasado.
Hyungwon abrió los ojos, se sonrojó y bajó la cabeza.
—Ah...hablas de ese día —susurró Hyungwon.
Esa noche la temperatura había disminuido gradualmente hasta que el cuerpo de Hoseok comenzó a temblar. Y era lógico cuando llevaba la camisa del trabajo y jeans claros. Sin embargo, no prestó atención a las reacciones de su propio cuerpo en la espera de escuchar una disculpa sincera de Hyungwon.
—Fui muy grosero, ¿cierto?
Hoseok asintió.
—Lo fuiste —murmuró—. Me gustabas, Hyungwon y por eso me dolieron todas las palabras que me gritaste la última vez que estuvimos juntos. Pensé que habías vuelto para disculparte y me equivoqué. Félix nunca te hizo nada malo ¿Por qué tenías que tratarlo tan mal?
Las palabras de Hoseok cayeron como dagas sobre la cabeza de Hyungwon. Él era consciente del daño que causó en Hoseok y que seguía provocando porque, hasta el momento, no le había pedido perdón correctamente. Solo lo quería de vuelta sin corregir sus errores primero. ¿Eso era válido? No.
—Estaba celoso —comenzó—, no fue agradable verlo usando tu ropa y me dejé cegar por la ira.
Hyungwon evadió su mirada, avergonzado de su actitud del pasado.
—Quisiera tener una razón para poder entenderte —comentó Hoseok en voz baja—. Es difícil estar aquí contigo, aceptarte y quererte después de todo lo que pasó.
—¡Ya dije que te quiero! —exclamó altamente ofendido—. No es necesario que pongas en duda mi amor. Me gustas, Hoseok. Si crees que no podemos estar juntos porque eres pobre, no te preocupes, no me interesa. Yo me haré cargo.
El mayor no resistió más y rodó los ojos. Cada vez que Hyungwon repetía que iba a "encargarse" le restaba dos barras a su nivel de paciencia. Hyungwon podía ser guapo, sexy, pero no muy inteligente.
—Ya sabes mi respuesta, Won.
—No quiero elegir entre el amor y el dinero —dijo Hyungwon, caminando hacia él—. No es necesario, solo ocúpate de quererme y yo me encargo de mis gastos.
—Jamás voy a poder estar a tu nivel..
—¡Tonterías! —frunció el ceño y le echó los brazos al cuello—. ¿Cuál nivel? No existe ninguno, deja de pensar así —lo regañó.
Las manos de Hoseok tomaron los brazos de Hyungwon y con cuidado se lo quitó de encima. Se sintió débil por la mirada herida del alto pero decidió ignorarla.
—Yo no pensaba así. Es lo que tú me has enseñado —aclaró, en un tono que dejaba en evidencia la seriedad del asunto—. ¿O por qué otra razón mantenías oculta nuestra relación? Todos nuestros encuentros pasados fueron en mi departamento y jamás te atreviste a llevar tu auto. Cuando te pregunté, dijiste que no querías tentar la envidia de todos los pobres perros que vivían ahí.
Hoseok suspiró ruidosamente y encogió los hombros.
—Y como ese, hubo muchos malos comentarios que solo me demostraban que nunca iba a cumplir con tus estándares.
—Soy un idiota —afirmó Hyungwon—. Esa es la razón. Ni tú ni tus vecinos fueron irrespetuosos conmigo, en ningún momento. Yo fui quién se equivocó desde el principio.
Los ojos cafés de Hoseok lo estrujaron y se sintió cohibido por un segundo, pero internamente celebró tener su atención completa.
—Me equivoqué al pensar que me pertenecías y que podía dejarte cuando quisiera porque tú siempre aceptarías meterte en mis piernas a cambio de dulces —Hyungwon tomó la mano de Hoseok impidiendo que la hiciera puño y le sonrió—. Te traté como un perro al que podía darle regalos para que se portara bien y me siguiera. Eso fue cruel.
—Hyungwon... —murmuró apretando los dientes.
—Mi padre siempre llenaba de regalos a mi madre cuando olvidaba una fecha importante, la dejaba plantada o simplemente la trataba mal. Y mi madre está contenta así —frunció el ceño dándose cuenta, por primera vez, que el matrimonio y la felicidad de sus padres no era verdad y solo estaban juntos por un bien en común. El dinero—. Pensé que esa era la receta correcta. Desde que era niño todo lo que deseaba lo tenía. Me acostumbré a que todos cumplieran mi voluntad, porque mi dinero los hacía obedecerme.
—Vas más allá del capricho, Won. Yo no soy un objeto ni puedes obligarme a estar contigo con tu dinero o dulces —dijo, marcando cada palabra.
Hyungwon asintió despacio.
—Perdón, Hoseok. Perdón por lastimar tu orgullo, minimizar tus sentimientos y por tratarte como perro —Hyungwon se inclinó en una reverencia de noventa grados y se mantuvo así hasta que Hoseok despertó del shock y lo instó a enderezarse—. Te quiero, Hoseok. Por favor no me alejes de ti.
El mayor abrió la boca para replicar pero en su lugar decidió seguir el plan inicial.
—No voy a aceptar tu perdón ahora.
—¿No?
—No. Necesitas esforzarte más —murmuró sintiendo las mejillas calientes.
Hyungwon asintió. Inclinó su cuerpo y lo besó con suavidad. Los dedos de Hoseok se enterraron en su cabello obligándolo a estar más cerca. Hyungwon no se atrevió a hacer nada más, temiendo arruinar el momento. Gimió entre el beso y separó los labios. La lengua contraria se introdujo en su boca con prisas y todo raciocinio se fue por la borda. No supo cuánto había extrañado la boca de Hoseok hasta que vio imposible separarse de él.
Tomar decisiones apresuradas no siempre conduce al éxito. Hyungwon lo comprobó al cabo de unos cuantos días. Cuando Hoseok le sugirió "probar" si funcionaban juntos, él aceptó sin dudar aún sin saber a qué se refería exactamente. No pasaron más de dos días antes de darse cuenta de la tomada de pelo que le dio Hoseok. Su falso noviazgo era similar al de dos niños. Cuando se veían, Hoseok lo tomaba de la mano ¡Pero nada más! Sin besos, sin abrazos, sin caricias (sus manos eran las únicas que recibían caricias y besos) y en los días de suerte Hoseok le daba un beso en la frente o en la mejilla.
Hyungwon no se atrevía a reclamar, pues si lo hacía se arriesgaba a perder, posiblemente, su última oportunidad de estar con Hoseok. Como todo un buen hombre Chae resistió valientemente, aunque más tarde tuviera que irse corriendo en busca de privacidad para autocomplacerse.
La gota que derramó el vaso fue la singular invitación al gimnasio. Él normalmente salía a correr muy temprano con Jooheon y cuando estaba aburrido se distraía en el gimnasio de su casa. Las ansias de ver a Hoseok lo arrastraron a aceptar la invitación sin saber que se trataba de la prueba más difícil que se le presentó en la vida.
—Llevo quince minutos parado afuera de los baños esperando a que Ho salga —comentó al teléfono mientras golpeaba su pie contra el piso gris—. No quiero incomodar, por eso no voy a buscarlo.
—¿Y si él está esperando a que lo hagas?
Con el ceño fruncido se volvió hacia la entrada de los baños.
—¿Es así? Hoseok fue claro y no vi segundas intenciones en sus ojos —dijo desesperado—. Como sea, si no sale en los próximos minutos iré por él...
No fue necesario moverse, Hoseok apareció por arte de magia frente a él con una brillante sonrisa usando una sudadera negra y un micro short deportivo del mismo color. Su cabello caía desordenado y húmedo sobre su frente y en conjunto era la vista más caliente.
—Lo siento, las duchas estaban llenas.
Hyungwon balbuceó un par de palabras antes de colgar la llamada y mandar al diablo su celular. Sonrió luchando por mantener sus ojos en los de Hoseok y no mirar su pecho voluptuoso ni sus músculos de fantasía. Pero de fantasías sexuales.
"Jodidamente necesito volver a sentarme en esas piernas" —pensó Hyungwon mordiéndose el labio.
—N-no te preocupes. Te esperaría cien vidas —dijo nervioso. Sonrió como idiota y fingió no darse cuenta de lo rojo que se había vuelto su rostro—. ¿Qué haremos hoy?
—Cuadriceps y abductor —respondió Hoseok caminando hacia su bolso. Sacó su botella de agua y dio un largo trago.
Hyungwon siguió diligentemente el movimiento de la manzana de adán y pensó que era lo más sexy que había visto a Hoseok hacer en los últimos días.
—Primero calentaremos antes de ir a las máquinas.
La familia de Hyungwon no practicaban ninguna religión, pero cuando Hoseok se preparó para hacer sentadillas, Hyungwon le rezó a todos los dioses de todas las culturas por un poco de control sobre su cuerpo y mente.
—¿Entendiste?
"¿Qué demonios dijo Hoseok? ¿qué debía entender? Él solo vio lo malditamente provocador era haciendo sentadillas."
Hoseok levantó la mirada y le regaló una sonrisa tan dulce que Hyungwon se sintió tan mal por desear morder la piel blanca del interior de sus muslos.
—Claro...
—Mi método de aprendizaje es visual, así que no hay problema si no sabes cómo explicarte —comentó, arrastrando pequeñas mentiras en su palabrería—. ¿Dónde se encuentra la mayor tensión de los músculos?
El mayor asintió y empezó a explicar los ejercicios que harían los próximos veinte minutos y los beneficios de cada uno. Hyungwon dejó de prestar atención desde el minuto uno, le gustaba ver el movimiento de los labios de Hoseok y el juego de baile de cejas.
—Una vez a la semana visito el gimnasio de mi casa. Mi mamá lo mandó a construir para ponerse en forma el año pasado —dijo frunciendo el ceño. Cruzó las piernas y se secó las escasas gotas de sudor de la frente—. La última vez que entró ahí fue para corroborar que habían traído todas las máquinas.
Hoseok se echó a reír, más por ver a Hyungwon sentado en una de las máquinas platicando que por el chiste de su madre.
—¿No te gusta hacer ejercicio? —preguntó Hoseok, devolviendo las pesas a su lugar.
Hyungwon encogió los hombros.
—Prefiero el cardio.
El mayor lo miró de reojo y sacudió la cabeza.
—Sí funciona para ti, está bien —comentó con una sonrisa. Sonrisa que fue rápidamente correspondida por el alto—. No quise molestarte, normalmente vengo con Kihyun pero le cambiaron el horario en la cafetería.
Asintiendo desvió la mirada. Si conseguir el perdón de Hoseok estaba siendo difícil, ser aceptado por su pequeño amigo sería todavía peor. Pero tenía que hacerlo, el tal Kihyun podía hacerlo cambiar de opinión y no podía correr esos riesgos.
—Puedes llamarme cuando quieras. Estoy disponible para ti a cualquier hora —dijo alzando la cabeza con orgullo.
—¿Sí? Tu trabajo es muy importante y siempre rechazabas mis invitaciones para no "perder" tu valioso tiempo —dijo mirándolo fijamente.
Hyungwon abrió la boca llevándose una mano al pecho.
—Mierda. No sabía que eras rencoroso —susurró, con un creciente sonrojo en la cara.
Hoseok encogió los hombros y se dio la vuelta para buscar la hip thrust. Escuchó los pasos apresurados de Hyungwon detrás de él y frunció los labios para evitar sonreír.
—Me gusta tener claro mis prioridades y las de quienes me rodean.
—¡Eres mi prioridad! —exclamó Hyungwon en alto, atrayendo la atención de todos.
Cerrando los ojos, Hoseok avanzó más rápido hacia la máquina. Se sentó sin dirigirle la mirada a Hyungwon. Apoyó la espalda en el cojín de cuero, acomodó los pies en la plataforma con las rodillas flexionadas y separadas y ajustó el rodillo a la altura de la pelvis.
—Bueno, debería serlo. Estamos en un plan de prueba, ¿no?
—Plan de prueba —repitió Hyungwon en voz baja.
—Hmm.
Hoseok bajó la cadera hasta acercar los glúteos al asiento y empujó elevando explosivamente la pelvis hasta volver a la posición inicial. Repitió el movimiento diez veces liberando cortos jadeos y respiraciones entre cada elevación poniendo de puntas los nervios de Hyungwon.
Se dio cuenta que los ojos grandes de Hyungwon estaban fijamente mirando su pelvis y se arriesgó a ampliar la serie. Estaba jugando sucio, sí, pero Hyungwon se había comportado como un completo hijo de puta por casi un año. Tenía derecho a hacerlo sufrir. Y así lo hizo.
Con su pecho subiendo y bajando y la punta de su lengua mojando su labio inferior despertó el pene de Hyungwon. Hoseok quiso reír cuando descubrió el prominente bulto en los pantalones cortos de compresión que llevaba el alto. Queriendo alargar su tortura, abandonó la máquina con movimientos lentos y sin apartar la mirada de sus ojos que reflejaban el deseo que lo consumía.
—¿Qué te gustaría comer después? —preguntó Hyungwon, con voz ronca.
Hoseok fingió pensarlo mientras se acercaba como león en posición de caza hacia él.
—Panceta y ramen —respondió con la respiración entrecortada.
—O-ok. Ya lo pido.
Mientras Hoseok intercalaba las secciones entre el hip thrust y el outer thigh, Hyungwon luchaba para controlar su erección trayendo a su mente las imágenes más asquerosas y repugnantes que podía. Pero nada funcionaba, seguía tan duro que dolía.
—¿Por qué de repente estás tan callado? —preguntó Hoseok, al terminar su último ejercicio de piernas. Tocó la frente Hyungwon y frunció el ceño—. ¿Estás sudando? Pero si no has hecho nada.
El alto se echó a reír preso del pánico. Pasó una pierna sobre la otra y juntó sus manos sobre su entrepierna.
—Creo que me cansé de solo verte —comentó alegre.
Hoseok le sonrió y se inclinó para besar su frente.
—Voy a darme una ducha, ¿me esperas?
—Aja —tarareó Hyungwon.
Cuando Hoseok desapareció de su campo de visión, Hyungwon suspiró ruidosamente. Su "cita" no había terminado y estaba más que seguro que no podría mantener sus manos lejos de Hoseok. ¡Tenía que conseguir algo! ¡Lo que sea!
✨ Feliz cumpleaños al ser más hermoso y dulce ¡Wonho! ✨ Qué ya regrese!!!! 🐰❤️ 😪
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