Extra 3
Aclaración: Este es un extra que cuenta como una historia ficticia, sucediendo en un universo alternativo de "Love on Track". Por lo que lo que leerán en este capítulo no afecta de ninguna forma la historia original o la relación de Lando y Cass; por ello, no está situada en ningún punto concreto de tiempo, solo se aclara que Lando y Cass ya están en una relación formal.
TW: Es una capítulo lleno de relaciones sexuales detalladas, (+18) por lo que si no se sienten cómodxs, pueden saltarlo.
✵ꕥ Cassandra Mueller –
No podía creer que enserio llevara tanto tiempo pensando en esto, tanto tiempo dándole vueltas en mi cabeza. Pero claro que Vienna tenía que llamar y hacer un comentario estúpido, metiéndose en mi cabeza y no dejándome en paz.
— ¿Cómo está mi pareja favorita? — La voz de Vienna me había recibido al contestar la llamada.
La risa de Lando, que estaba acostado en la cama con mi cabeza descansando en su pecho, me hizo sonreír. — Estamos bien Vee. Por ver una película.
Mi mejor amiga bufó. — Joder, es sábado en la noche y ¿Verán una película? Hagan algo divertido, me dan dolor de cabeza.
Me reí. — ¿Qué sugieres? — Lando acariciaba mi cabello, prestando atención a la conversación.
— Ya sabes, salgan de fiesta, beban, tengan sexo en un lugar arriesgado, no lo sé, algo.
Lando se rió al escucharla, mientras yo me sonrojaba. Nunca me acostumbraría al poco filtro que tenía la pelinegra a veces.
— Quizás tomemos en cuenta tus consejos, Vee. — La voz de mi novio me sorprendió.
— Oh Norris, si quieres, tengo muchísimos. — Me quedé en silencio, deseando que la tierra me tragara por la vergüenza. — Ya sabes, quizás podrían buscar a alguien más, por la experiencia. Imagínalo, si nuestro beso en esa discoteca te puso tanto... Lo que sería ver a Cass con alguien más.
— Vienna. — La callé antes de que dijera nada más; avergonzada. Mi mejor amiga solo se rió.
— Bien, los dejó, par de aburridos. Iré a buscar algo de diversión por mi cuenta.
Suspiré. — No bebas demasiado y escríbeme cuando regreses al hotel.
— Lo haré. Adiós. — Se rió mientras colgaba la llamada.
Cuando había girado mi cabeza para mirar a Lando, el piloto solo sonreía, no parecía afectado por las palabras de Vienna, de ninguna manera, ni buena, ni mala. Nada.
No había dejado de pensar en eso durante toda la noche. Apenas si había prestado atención a la película que elegimos, y luego había pasado gran parte de la madrugada despierta, imaginando más de lo que me gustaría aceptar.
Así que ahora, mientras desayunaba el desayuno que mi novio nos preparó, no pude quedarme callada por más tiempo. — Oye, Lan... — Empecé con algo de vacilación.
Lando se giró para mirarme, dejando de lado los panqueques que estaba terminando de cocinar. — ¿Si rayito?
— Puedo... — Carraspeé, algo nerviosa. — ¿Puedo preguntarte algo?
— Mhm — Asintió y se acercó a mí, sentándose en la barra de la cocina, mirándome. — ¿Qué sucede?
Bueno, de una manera o de otra, ya me había metido en esto, ahora solo tenía que preguntárselo, ¿Qué tan difícil podría ser? — ¿Recuerdas, ya sabes, la llamada de Vienna, anoche?
— Sí, ¿Qué tiene eso? — Preguntó Lando, mirándome confundido.
Suspiré. — ¿Qué opinas de lo que dijo?
Lando sonrió. — ¿Qué está pasando por tu cabeza rayito? — Preguntó con diversión.
Yo solo pude morder mi labio. — Bueno, no lo sé, no es nada. Solo quería saber que pensabas.
Sabía que no se había tragado mi mentira, pero aún así decidió seguirme el juego. — Creo que tiene algunas... sugerencias interesantes. ¿Qué piensas tú?
Me encogí de hombros. — Supongo que... Sí, hay algunas cosas que podrían haber llamado mi atención. — Confesé, desviando la mirada.
Lando se acercó, su mano movió mi pelo, que estaba suelto y cubría mis hombros, solo llevaba una de sus camisetas y ropa interior, lo cual se había convertido en mi pijama de todos los días. Cuando quitó mi pelo de mi cuello, reemplazó su mano por sus labios, empezando a dejar suaves besos. — ¿Ah sí? — Preguntó con diversión, mientras empezaba a dejar pequeños mordiscos. — ¿Qué cosas rayito? ¿Qué haz estado imaginándote?
Un suspiro abandonó mis labios. — Esto es jugar sucio. — Me quejé, sintiendo sus manos tocando mis muslos, empezando a subir a través de ellos, causándome escalofríos.
Se rió. — Solo estoy divirtiéndome un poco, ya sabes que todo lo que tenga que ver contigo, me encanta. — Susurró la parte final, mordiendo el lóbulo de mi oreja, y sacándome un pequeño jadeo. — Así que, ¿Por qué no me dices que haz estado deseando?
Mierda. Mierda. Mierda. Esto realmente debería considerarse una trampa. Pero ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Que me dijero que estaba loca y se riera?
Me alejé de él, extrañando su tacto en mi cuerpo al momento. Pero lo miré, y pude ver la clara curiosidad en sus ojos. Suspiré una vez más, tratando de organizar las ideas en mi mente. — Bueno, ya sabes, la parte de... Probar algo con... — Carraspeé. — Alguien más.
Lando sonrió, acercándose de nuevo, aunque parecía sorprendido. — No era lo que esperaba escucharte decir... ¿Con quién rayito? Estoy seguro de que llevas imaginando esto desde que Vienna colgó el teléfono.
Ahogué un gemido cuando su mano se coló dentro de la camiseta, acariciando mis bragas de una forma tan suave que quería gritar, necesitaba más, y el lo sabía. — No lo sé. — Dije, tratando de que mi voz no temblara.
Chasqueó su lengua. — Creo que estás mintiéndome, Cass. — Dijo serio, para luego besarme, al fin. Sus labios se conectaron con los míos y los entreabrí sin dudarlo, apreciando la cercanía. Sus dientes mordieron mi labio inferior y ahogaron un nuevo gemido de mi parte cuando dos de sus dedos evadieron mi ropa interior y al fin me tocaron. Cuando alejó su boca de la mía, su otra mano se apresuró a quitar mi camiseta, su cuerpo empujando el mío hasta que estuve apoyada contra la barra de la cocina, el frío del cerámico enviando escalofríos por toda mi columna vertebral. — Vamos, rayito. Dime que es lo que estás imaginándote, que es lo que te ha tenido mojada desde que empezó esta conversación. — Acentuó sus palabras acariciando mi punto sensible, haciéndome jadear.
— Joder, Lando. — Me quejé. — Lo juro, no pensé en nadie, yo solo... — Gemí de nuevo cuando uno de sus dedos pellizcó uno de mis pechos. — ¿En quién haz pensado tú? — Pregunté, desafiante.
Sonrió. — Quizás tengo un par de ideas. — Confesó entonces, carcando sus labios a mi oído para poder susurrar. — Sé que quiero que sea un chico, rayito. Poder ver como alguien más te toca, solo para luego poder follarte, demostrarte a ti y a él que soy el único capaz de hacerte gemir como lo haces, que te corras con esa intensidad...
Gemí, por sus palabras, por el sentimiento de su aliento contra mi cuello y sus dedos dentro mí. Y solo entonces, al escucharlo describir como sería... Fue que un nombre, un rostro, apareció en mi mente.
Solo por un segundo. Pero fue suficiente para que Lando lo notara. — ¿Quién, Cass? — Preguntó, su voz más grave mientras sus movimientos se volvían más rápidos.
Joder. Ni si quiera sabía porque había pensado en él, no sabía como reaccionaría a eso Lando. ¿Y si se enojaba?
— Dímelo rayito. Quiero saber exactamente todas tus fantasías. — Murmuró de nuevo.
Y quizás fue su tono, sus dedos, o el pequeñó beso que dejó en mi cuello, que me covencieron de que podría decírselo. Así que antes de pensarlo demasiado, susurré. — Max.
─── ≪◦ ❈ ◦≫ ───
Mierda, ¿Enserio estábamos haciendo esto?
Mi muslo y el de Lando se rozaban, ambos sentados en la cama mientras veía como Lando escribía el mensaje de texto en su teléfono.
"Hey, Max"
"Estás en Mónaco?"
Mis dedos se movían sobre la cama con nerviosismo, al igual que mi pierna. Después de lo que había sido un poco de... Amor por parte de Lando en la cocina. Habíamos terminado en la ducha, tomando un baño juntos, cuando salimos, esperé que dejara el tema de lado y lo olvidara, como si nunca hubiera pasado.
Pero, el piloto se sentó en la cama, y espero a que terminara de vestirme antes de pedirme que me sentara a su lado. Preguntó si lo decía enserio, y aunque lo admití con algo de miedo, su reacción fue tan simple como una sonrisa y una mirada hambrienta.
— Si lo dices en serio... No me opondría a intentarlo. — Había dicho, como si fuera la decisión sobre que cenaríamos hoy.
— ¿No te molesta que sea Max? — Pregunté preocupada. — Ya sabes, el y yo... Antes.
Negó. — Lo sé, creo que eso lo hace aún más interesante. — Lo había mirado con confusión, no entendiendo a que se refería. Lando me había besado, con fuerza y pasión antes de hablar de nuevo. — Saber que el te tocó... Que te escuchó... Cuando lo descubrí logró volverme loco, solo por un rato. — Dijo relajado, sin saber el efecto que causaban sus palabras en mí. — Pero luego entendí, que, al final, te habías quedado conmigo. Así que dejé de preocuparme. Pero esto... Es una experiencia nueva para ambos, espero, al menos para mí lo es.
Me reí. — Para ambos.
Suspiró, casi con alivio. — Bien. Entonces creo que sería mejor si fuera alguien con quien tu te sintieras cómoda. Podemos intentarlo y... No lo sé, ver que pasa. — Se encogió de hombros.
Así que aquí estábamos, a la espera de la respuesta del holandés.
"Si, llegué hace unos días ¿Por qué?"
Lando me miró, como si quisiera asegurarse de que no me había arrepentido, y yo, aunque moría de nervios, también estaba llena de adrenalina, así que asentí despacio.
"¿Quieres venir a mi departamento?"
"Tengo que hablar contigo de algo importante"
"Cuanto misterio. Estaré allí en media hora"
"¿No estabas con Cass?"
Lando no respondió, simplemente me besó, con suavidad y acariciando mi espalda.
— Cuando llegué, antes o después, si en algún momento te sientes incómoda. Me lo dices, y todo se detiene. — Dijo con seriedad. — ¿Entendido?
Asentí. — Lo mismo para ti, ricitos, no quiero que esto cause algún tipo de problema entre nosotros.
Bufó. — Nunca he sido celoso contigo, ¿O sí?
— No demasiado. — Me reí. — Pero esto es diferente, ya sabes. — Dije tomando un poco más de seriedad. — No quiero que pienses que estoy tratando de acostarme con alguien más porque tu no eres suficiente o porque... — Suspiré. — No lo sé, cualquiera de esas cosas que siempre causan problemas.
— Tranquila Cass, es solo un poco de diversión, yo sé eso. — Asentí y el volvió a besarme.
─── ≪◦ ❈ ◦≫ ───
Cuando la puerta sonó, pude sentir como temblaba, ¿Cómo siempre lograba meterme en estas situaciones? Aun así, no podía negar la emoción que recorría mi cuerpo. Había hablado con Lando csobre como podríamos... Proponerle la idea al piloto, ya que no sabíamos si diría que si, y habíamos acordado un pequeño plan.
Mis nervios eran inmensos, y luego de un par de segundos al fin logré acercarme a la puerta, abriéndola. Había arreglado un poco mi pelo luego de ducharnos, pero me había colocado solo ropa interior y otra de las camisetas de Lando, así que cuando Max me miró, pude notar la sorpresa en sus ojos mientras me recorría con la mirada.
— Cass, no sabía que seguías en Mónaco. — Mencionó.
Sonreí mientras abría más la puerta para que pasara, cerrándola luego. — Sí, me quedaré quizás una semana más. — Aseguré y me senté en el sillón de la sala. — Lando se está duchando, pero supongo que terminará en un momento. — Aseguré. — ¿Quieres algo de tomar? — Pregunté mientras doblaba una de mis piernas, logrando que la camiseta de Lando se levantara un poco por mis muslos.
No me perdí como el holandés siguió el movimiento con sus ojos. — No, gracias. — Me sonrió y desvió la mirada, revisando su teléfono.
Minutos después, Lando salió de la habitación que compartíamos, con su cabello mojado y una toalla en la cintura, y su pecho descubierto. Para mi sorpresa, pude ver la misma mirada que me dedicó a mí hace un rato en el rostro de Max.
Oh. Interesante.
Se aclaró la garganta, levantándose y pasando su mirada entre Lando y yo. — Quizás debería irme, no sabía que Cass estaba contigo, y no quiero interrumpir. — Dijo, algo inseguro.
Yo miré a Lando, aún insegura y nerviosa sobre como se suponía que hiciéramos esto, si aún estábamos ambos de acuerdo con hacerlo.
Mi novio sonrió y asintió suavemente con la cabeza. — Tú decides amor, yo me apunto.
Max nos miró a ambos, como si tratara de entender a que nos referíamos. Me acerqué a él, pasando mi mano por su pecho, de forma suave, para luego pararme a un lado de Lando, que pasó su brazo alrededor de mi cintura. — De hecho... Nos preguntábamos, ¿Sí te gustaría acompañarnos? — Mi voz sonó mucho más segura de lo que me sentía.
— ¿Acompañarlos? — Preguntó con confusión, como si tratara de entender a que nos referíamos.
Lando se rió, de forma suave, y lo conocía lo suficiente para saber que era en parte una risa nerviosa. — Ya sabes. Quedarte a... pasar la tarde con nosotros.
Frente a nosotros, la expresión de Max cambió de la confusión, a la sorpresa y al deseo, en pocos segundos; supuse que entendió a lo que nos referíamos, y lamió sus labios antes de tragar saliva. — Están completamente locos... Los dos.
— Lo estamos. — Aseguré, siendo mi turno de reírme, mientras sentía el agarre de Lando en mi cintura aflojándose, como si me dejara libre para poder empezar. ¿Solo así? Bueno, bien. — Te invitamos porque te queremos con nosotros. — Dije con una sonrisa antes de acercarme de nuevo al holandés, y luego de una última mirada a mi novio, me permití pasar mis manos por su pecho, antes de tomarlo por la camiseta y acercarlo hasta que nuestros labios se unieran.
Uf. Estaba besándolo. Con mi novio viéndonos.
Y me estaba poniendo demasiado.
Si no estaba loca antes, definitivamente lo estoy ahora.
Max pareció sorprendido, alejándose por un segundo para mirar al castaño detrás de nosotros. — ¿Tú estás de acuerdo con esto? — Preguntó inseguro; pero en cuanto Lando asintió, sonriendo, no tardó en seguirme el beso, y aunque había pasado mucho tiempo, pude reconocer al instante esa particular forma que tenía de besarme. Lleno de adrenalina, de ganas de llevar el control; y yo siempre se lo había permitido, lo dejaba darme órdenes y dominar la situación.
Cuando me alejé, no tardé en extender mi brazo, animando a Lando a acercarse, y enterrando mis dedos en su cabello, para luego besarlo también. Con él todo era más suave, aunque seguía estando lleno de pasión, se tomaba su tiempo, sus manos me tocaban donde sabía que me volvería loca, su lengua conocía cada parte de mí y sus dientes mordían mi labio inferior como me encantaba; con él éramos iguales, ninguno le daba órdenes al otro, y eso nos funcionaba, amaba nuestra dinámica.
Sin embargo, hoy, y solo hoy, quizás me apetecía tomar un poco las riendas de la situación.
— Vamos a la habitación. — Indiqué y camine, agradeciendo que mis piernas no fallaran por la adrenalina. Al llegar, no tarde en sentarme en la cama, apoyando mi cuerpo contra las almohadas, y mirando a ambos chicos, que acababan de entrar.
Lando sonrió al verme. — Tú das las órdenes, rayito. — Aseguró, solo logrando que mi emoción y excitación creciera más.
Max se rió. — No solía ser así cuando estabas conmigo.
— Ey. — El tono serio de Lando llamó su atención. — Cuidado, sigue siendo mi novia.
Me reí. — Tranquilo Lan, Max solo esta recordando un poco de nuestra diversión... Pero las cosas serán un poco diferentes esta vez. — Dije con seguridad, antes de recostar mi cabeza de forma desinteresada. — Tiene mucha ropa, ¿O no? — Le pregunté a Lando con diversión. — ¿Por qué no lo besas y lo desnudas para mí?
Lando se rió, y le dedicó una mirada a Max, como si estuviera preguntándole si estaba bien; cuando el holandés no protestó, mi novio se acercó para besarlo. Y joder. Había posas cosas tan jodidamente calientes que yo hubiera presenciado.
Los miré con detalle, cada vez que sus labios se juntaban y como las manos de Lando empezaban a meterse dentro de la camiseta de Max, para pronto quitarla. Cuando pasó a sus pantalones, no pude resistirme más, me acerqué hasta estar arrodillada al filo de la cama, y empecé a besar el cuello de Lando, que jadeó aún sin dejar de besar a Max. Pronto, mis labios cambiaron de lugar, concentrándose en el cuello y la clavícula del rubio, que parecía ya lo suficientemente excitado.
Lando se alejó del piloto para poder besarme, y Max, sin quedarse atrás, empezó a besar mi cuello, con sus manos en mi cintura.
Pronto, cambiaron de lugares, Max estaba besándome y Lando me empujó hasta que quedé rescostada en la cama. Besaba el interior de mis muslos moviéndose lentamente hasta llegar a mi ropa interior. Me dio un beso por encima de las bragas, justo en el punto más sensible, y luego utilizó sus dientes y su mano para quitarme la ropa interior. Mientras nos besábamos, Max pasaba sus manos por mi clavícula y el valle entre mis pechos, sin haber quitado mi sujetador aún; pude notar lo excitado que estaba, pero mi concentración se deslizó cuando gemí dentro de la boca de Max que seguía besándome, cuando sentí que Lando ponía su lengua sobre mí en el único punto que había estado deseando ser tocado todo este tiempo.
Los movimientos de Lando habían logrado que cualquier gramo de concentración que quedara en mí, se desvaneciera por completo. Max se rió cuando arqueé mi espalda, tratando de obtener más, mucho más.
— Tan desesperada como recordaba. — Susurró en mi oído, antes de empezar a besar mi cuello, dejando pequeños mordiscos, aunque nada demasiado fuerte como para dejar una marca.
Cuando Lando aumentó sus movimientos y los acompañó con dos de sus dedos, sentí como empezaba a tensarme, estaba cerca, tan cerca.
Llevaba mojada desde la noche anterior, mis pensamientos rondando en el mismo escenario durante horas; y ahora que se estaba cumpliendo yo sentía que podría...
Lando se alejó, causando que levantara mi cabeza, confundida y frustrada.
Mi novio sonrió. — ¿No esperabas que fuera tan fácil? ¿O sí? — Rió, al igual que Max, que chasqueó la lengua.
Bufé frustrada, aunque a ninguno pareció importarle. Max se apresuró a quitar mi sujetador para poder empezar a besar y morder mis pechos, logrando que mordiera mi labio ahogando nuevos jadeos. Lando empezó a besar mis muslos, ignorando por completo mi punto más sensible, que gritaba por su atención.
Me sentía al borde de un precipicio, rogando por ser capaz de lanzarme, pero retenida un centímetro antes de lograrlo.
Podría gritar.
Antes de que lo notara, Lando quitaba a Max para poder besarme, y con cuidado, levantaba mi espalda que estaba apoyada contra las sábanas. — ¿Por qué no te pones en cuatro y le demuestras a Lando lo buena chica que puedes ser? — Preguntó Max, causando que jadeara.
Lando me miraba con deseo, sus pupilas oscurecidas ante la sugerencia del holandés. Sin dudarlo, hice lo que pidió, y mis labios se posaron en el estómago de mi novio, que estaba de rodillas en la cama, frente a mí. Una de sus manos fue a mi cabello, tomándolo en una coleta improvisada mientras la otra quitaba su ropa interior, revelando su erección.
Lamí mis labios antes de entreabrirlos, dejando que se deslizara en mi boca. Y antes de que pudiera empezar a moverme, gemí con sorpresa, al sentir los dedos de Max deslizándose dentro de mí, sin previo aviso.
Mi gemido causó un jadeo del castaño, que me hizo sonreír. Traté de controlar mi instinto de retroceder y ceder al contacto de Max; empezando a mover mi cabeza al ritmo que la mano de Lando en mi pelo marcaba.
Max se acercó a mi oído, sin dejar de mover sus dedos dentro de mí. — Había olvidado lo linda que sonabas cuando estás desesperada porque te follen.
Lando gruñó al escuchar sus palabras, moviéndose con más fuerza y chocando contra el fondo de mi garganta, causando que entreabriera los labios para tomar algo de aire. Pero esto solo causó que el castaño llevara su mano a mi cuello, presionando de forma suave, y haciéndome gemir de nuevo.
— Vas a hacer que tu novio se corra, bonita; y solo entonces quizás considere darte lo que quieres. — Informó Max, moviendo sus dedos de forma más lenta y menos profunda, causando que mi frustración creciera.
No me quejé, solo me concentré en los mivimientos de mis labios y mi boca, tratando de tomar toda la longitud de Lando con cada movimiento, sonriendo cuando sus gemidos y la presión que ejercía en mi cuello se intensificó. Lo conocía bien, y sabía que estaba al borde de su propio orgasmo.
No paré, aumenté mi velocidad y pocos segundos después me alejé al sentir el líquido en mi boca, tragando con una sonrisa con la mirada de ambos chicos sobre mí; con un sentimiento triunfal cuando ambos jadearon.
— ¿Qué dices Norris? — Preguntó Max divertido, mientras Lando respiraba de forma acelerada. — ¿Se lo merece?
Aunque era obvio que Lando seguía lleno de adrenalina, no evitó sonreír y hacer un pequeño gesto de cabeza. — Supongo que puedes darle lo que quiere ahora. — Lando dijo antes de dejar un beso en mi frente, antes de acercarse a mi oído. — Si su nombre sale de tus labios más de lo necesario, me encargaré de mantenerte en esta habitación todo el fin de semana, hasta que lo único que quede en tu vocabulario sea el mío. — Se alejó con una sonrisa, mientras mi respiración se entrecortaba. — ¿Entendido rayito?
Asentí, sin ser capaz de encontrar mis palabras. Lando asintió y se acercó de nuevo, para empezar a besarme, mientras por el rabillo del ojo veía a Max tomando uno de los preservativos que estaban a un lado de la cama.
Seguí el beso, jadeando al sentir que atrapaba mi labio inferior entre sus labios con fuerza, su mano volviendo a mi cuello, presionando y causando que gimiera; antes de que pudiera si quiera darme cuenta, pude sentir las manos algo frías de Max en mis caderas, detrás de mí. Lando seguía besándome con fuerza y desesperación en el momento en que el neerlandés se deslizo dentro de mí, haciéndome gemir con fuerza al sentirlo llenarme de una sola estocada.
Ninguno me dio un solo respiro, Max empezó a moverse sin darme tiempo para acostumbrarme a la sensación, en movimientos rápidos; mientras que los besos de Lando seguían atrapando mis labios y una de su jugaba con mis pechos, pellizcándolos de forma suave.
No podía pensar en nada que no fuera el placer que recorría cada partícula de mi cuerpo, mi respiración pesada y acelerada por los besos de Lando, mis caderas doliendo de forma sutil por la fuerza de las manos de Max al sujetarlas para mantenerme quieta mientras se movía con fuerza y velocidad en un vaivén que me volvía loca.
Ambos estaban comprometidos con hacerme sentir como nunca antes y lo estaban logrando, no me creía capaz de formular palabras aunque fuera una situación de vida o muerte, mi vocabulario se había reducido a gemidos y jadeos en forma de los nombres de ambos pilotos, que quedaban ahogados sobre los labios del británico.
No esperaba durar demasiado, no después de llevar horas y horas estando al límite con la simple fantasía. Pero quería terminar junto con el piloto.
Los besos de Lando me volvían loca, aún podía sentir su sabor en mis labios que mordía con fuerza cada pocos segundos, mientras sus manos seguían divirtiéndose con mis pechos; la única razón por la que no soltaba cada sonido era que el castaño tenía sus labios pegados a los míos. Pero Max estaba haciendo su trabajo sin darme descanso alguno, con rapidez y fuerza, como siempre lo había hecho, hace tanto tiempo.
Pude sentir el más mínimo vacilar de parte del rubio, y fue suficiente para saber que estaba tan cerca como yo. Por lo que me alejé un segundo de Lando, dejando de besarlo para girar levemente mi cabeza, conectando mi mirada con Max, y soltando un gemido cuando volvió a moverse con fuerza, causando que sonriera, engreído.
La mano de mi novio en mi barbilla me hizo volver a mirarlo. — No lo mires. — Advirtió. — Quiero que estés mirándome a mí cuando te corras, quiero ahogar tus gemidos en mis labios y ver la excitación en tus ojos. — Dijo con seguridad mientras dejaba nuevos besos en mi cuello, con mordiscos algo más fuertes, que en definitiva dejarían una marca.
Las sensaciones eran demasiado, ambos pilotos estimulándome y dejándome sentirlos tan cerca... Antes de que pudiera controlarlo pude sentir ese nudo en mi estómago, como una explosión de sensaciones que di a conocer con un fuerte gemido, mientras mis ojos y los de Lando se miraban fijamente.
Max tardó pocos segundos más en correrse, alejándose de mí y recostándose a un lado de la cama, exhausto y cubriendo sus ojos con uno de sus brazos. — Ustedes están jodidamente locos.
— Y tú lo disfrutaste. — Aseguró Lando, dejando un pequeño beso en mis labios antes de ayudarme a recostarme a un lado de Max, para luego hacer lo mismo a mi otro lado, también con la respiración agitada. Dejándome entre ambos.
— Claro que lo hizo. — Dije divertida, moviendo mi mano hacia el abdomen de mi novio, repasando con mis dedos sus abdominales de forma suave.
Los tres nos reímos, exhaustos.
— Todo es culpa de Vienna. — Dijo luego de unos segundos Lando, causando que mi riera de nuevo.
Quizás debería llamarla luego, para agradecerle.
✯· ✧· ✧· ✧· ✯
Ay por Dios, bueno, esto acaba de suceder.
No voy a mentirles, llevo muchísimo tiempo pensando en si debía o no publicar este capítulo. Es una dinámica que no había escrito NUNCA, así que ya les puedo pedir disculpas si está horriblemente redactada; aparte, para qué mentir, tenía miedo de salir cancelada, Terror.
Sin embargo fue una idea que me dejaron en Instagram desde hace meses, cuando anuncié que esta historia tendría Extras, y desde el momento uno llamó mi atención, así que llevo ya un tiempo trabajando en el capítulo.
Realmente espero que lo hayan disfrutado y se hayan divertido leyendo, sin tomarlo muy enserio.
Como siempre, gracias por leer!! <33
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro