Extra 1
✵༄ Lando Norris –
Mientras abrochaba los botones de mi camisa, podia sentir los nervios cruzando mi cuerpo.
Llevaba planeando esto toda la semana, y realmente esperaba que saliera bien.
Cass y yo llevábamos más de un año y medio de relación, y amaba cada segundo que pasaba a su lado. Amaba tenerla cerca y amaba despertar con ella junto a mí.
Así que la había invitado a salir hoy, estábamos en Mónaco, durante unos días. Cass había llenado su horario de clases los últimos semestres, y ahora apenas le faltaban algunos cursos para graduarse, así que podia tomarse un par de días más seguido.
Justo ahora estaba en el departamento de Charles y Vienna, supuse que la pelinegra la estaba ayudando a decidir que ponerse. Y yo la recogería en casi media hora.
Suspire mientras arreglaba mi cabello, y me ponía los zapatos. Había elegido ponerme una camisa negra, porque por alguna razón, la rubia amaba cuando las usaba.
Estaba nervioso, demasiado; había pensado en esto por un largo tiempo, y no sabía como reaccionaría la rubia, no sabía si era demasiado pronto o...
Suspiré y traté de calmarme, terminé de colocarme el reloj y de tomar mis llaves para poder salir por mi chica. Conduje un par de minutos hasta llegar al departamento de Charles, y tomé mi teléfono para llamarla.
— Rayito, estoy abajo. — Dije con una sonrisa en cuanto contesto.
Escuché la risa de Vienna de fondo. — Bien, ahora bajo. — Me colgó sin dejarme responder y yo esperé pacientemente.
Unos segundos después, por la puerta salió Cassandra, usando un vestido largo, de color blanco con pequeñas flores azules, tenía un corte a un lado que dejaba ver su pierna derecha, y una pequeña abertura en el pecho, unida por un lazo. Se giró para despedirse de Vee, que bajó con ella, y entonces pude ver su cabello, llevaba una especie de corona de trenzas, con pequeñas y delgadas trenzas que caían alrededor, y el resto del cabello estaba suelto y brilloso, como siempre.
En cuanto se giró de nuevo, me sonrió y se acercó, besándome suavemente. — Amo esa camisa.
Me reí. — Lo sé, amor. Estás increíble. — Saludé a Vee con la mano, y la pelinegra respondió el saludo de igual forma antes de meterse de vuelta en el edificio. Dejé otro beso en sus labios antes de abrirle la puerta del auto. — ¿Nos vamos?
Asintió mientras entraba. Cerré su puerta y di la vuelta para subirme al lado del conductor. Sabía que la rubia se estaba conteniendo de preguntar, pues no le había dicho a donde iríamos.
Conduje hasta que salimos de las calles principales, entrando en la carretera, y no me detuve hasta que estuvimos en la parte alta de la ciudad, desde donde podías ver todo Mónaco, había venido algunas veces, corriendo durante los entrenamientos. Pero ahora, era por una razón mucho más especial.
Aparqué a un lado de la carretera, con la mirada confundida de Cass sobre mí. Bajé del auto y abrí su puerta, extendiendo mi mano para que bajara, la cual aceptó con una sonrisa.
— ¿Qué hacemos aquí? — Preguntó, admirando la vista.
Me encogí de hombros. — Quería darte una cita especial, hace algún tiempo que no tenemos una. — No dije más mientras iba al maletero del auto, sacando una cesta y un manta, extendiéndola en el pasto.
— ¿Planeaste un picnic? — Preguntó entonces Cass.
— Lo intenté, sí. — Dije, algo nervioso de nuevo. No sabía si realmente le gustaría, pero luego de nuestra primera cita y todas las que siguieron, había sido difícil pensar en algo nuevo que hacer con ella, no quería simplemente llevarla a un restaurante, por muy caro que fuera sabía que eso no le interesaba a la rubia. Así que se me ocurrió esto.
Todas mis dudas murieron cuando se acercó a mí y me besó con entusiasmo. — Cada día eres más perfecto, ricitos.
Me reí y la besé de nuevo.
Luego de un rato, ambos estábamos sentados en la manta, bebiendo una copa de champagne. Frente a nosotros había pequeños sandwiches de pollo y fruta. No había traído demasiada comida, pues aunque el tiempo había pasado y Cass estaba cada día mejor, seguía tratando de no presionarla demasiado cuando salíamos del apartamento.
Los restaurantes seguían siendo algo que evitaba siempre que podía, sabía que ella se sentía mejor en casa, los dos solos, sin que nadie la mirara.
Pero hoy parecía cómoda, comió un poco de cada cosa, se rió y me besó.
Todo se sentía en su lugar.
Quizás eso fue lo que me dio la valentía para hablar, mientras mis dedos jugaban con un mechón de su pelo.
— Había estado pensando... — Empecé, tragando saliva.
— Extraño. — Dijo Cass con diversión, y se rió al ver mi expresión indignada.
Suspiré. — Había pensado. — Dije de nuevo, y ella mordió su labio para no reír, me concentré en eso, en la diversión en su rostro, lo cómoda que se sentía a mi lado. Todo estaba bien. — Cuando estoy en Inglaterra, me la paso en tu departamento; y luego pasamos ambos el tiempo aquí. — Ella asintió, de acuerdo. — Y tu probablemente termines la carrera este semestre, ¿No?
— ¿A dónde vas con todo esto? — Me preguntó, y aunque aún sonreía, pude ver los nervios llegando a ella.
Tomé su mano, acariciándola. — Quizás, cuando termines con todo en Oxford, podrías venir a Mónaco... Permanentemente. Sé que quieres trabajar en el Paddock y sé que haz estado hablando con Lizzie desde hace semanas, estoy seguro de que lo lograrás. — Mordí mi labio. — No trato de ninguna manera de detenerte de hacerlo, pero, ya sabes, cuando la temporada acaba, o durante el receso de verano, o cuando hay un fin de semana entre carreras, casi todos vuelven a casa, como lo hacía yo. — Ella sonrió, asentía con su cabeza, escuchándome. — Así que, pensé que quizás podríamos volver a casa, ambos. Aquí, ya sabes... Juntos.
Ella me miró, sin decir nada por varios segundos. — ¿Quieres que me mude a Mónaco?
— Quiero que te mudes conmigo. — Admití entonces, en un susurro inseguro.
La sorpresa cubrió su rostro, y antes de que pudiera entrar en pánico, ella soltó una risa, y me besó. Con fuerza, tirándose sobre mí y logrando que cayera hacia atrás, en el pasto, con ella sobre mí.
— Claro que quiero vivir contigo, Norris. — Dijo con seguridad, besándome de nuevo.
Me reí y le seguí el beso, con mis manos en su cintura. — Te amo.
— Te amo. — Respondió, mirándome con una sonrisa. Me besó una vez más, y cuando se separó de mis labios, no trató de alejarse, solo me observó fijamente. — ¿Viviremos juntos? — Preguntó.
Me reí y asentí. — Eso parece.
— ¿En tu departamento?
Negué. — Estuve buscando otro espacio, algo un poco más grande. Aunque aún no decidí nada, quería que lo eligiéramos juntos, que fuera de ambos.
Suspiró, no dijo nada, simplemente envolvió sus brazos alrededor de mi cuello, apoyando su mejilla en mi pecho. — Eres lo mejor que tengo. — Susurró entonces.
Sonreí, dejando un beso en su cabello. — Y yo soy todo lo que soy, gracias a ti.
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───
Dejé la última de las cajas en el piso, suspirando.
Cass a mi lado, se rió. — ¿Cansado tan pronto?
Me reí y la tomé de la cintura, levantándola del suelo para besarla.
Oficialmente la rubia se estaba mudando conmigo, había terminado la universidad hace una semana, y aunque llevaba el último mes trayendo algunas cosas, recién ahora se había mudado de forma permanente. Habíamos elegido un duplex en un edificio frente al puerto. Cass amaba ver los yates y estar algo alejada del centro, donde estaban los casinos y el centro comercial.
Nuestra habitación era grande, tenía un clóset gigante para que la rubia llenara con su ropa, e incluso en el baño privado, aparte de la ducha había una bañera, que Cass había amado desde el primer momento.
Y yo, bueno... También me gustaba los usos que podríamos darle.
Dejamos las cajas y fuimos a la cocina, sentándonos en la barra para poder comer algo antes de empezar a organizar todo.
Mi teléfono sonó, una llamada de la compañía de mudanzas. Habían traído casi todas mis cosas el fin de semana, pero sabía que había una cosa más, que llegaría hoy. Contesté la llamada y les confirmé que estábamos en el departamento, por si querían venir.
Carraspeé, mirando a la rubia. — Así que, la compañía de mudanzas traerá algo más.
— Pensé que ya habías traído todas tus cosas. — Dijo confundida.
— Bueno... Sí, pero esto que traerán... No lo tenía en el anterior piso, lo compré hace tiempo y lo había tenido guardado. — Dije, explicándome de forma vaga. — Antes de que lo veas, solo quería aclarar que, ya sabes; si no te gusta siempre podemos guardarlo donde estaba, o tirarlo, o quemarlo, da igual, lo que tu quieras. Para ser sincero por un tiempo incuso olvidé que lo tenía.
Cass me seguía mirando, sonriendo ante mi nerviosismo. — Lando, ni si quiera se de que me estás hablando, así que tranquilízate.
Suspiré y pronto el timbre sonó, me levanté para abrir la puerta y dejar a dos trabajadores entrar, en sus manos, cargaban un gran cuadro, cubierto por una funda para que no se dañara.
— Pueden dejarlo en la sala, muchas gracias. — Dije de forma amable.
Los chicos hicieron lo que les pedí y se despidieron poco después.
— ¿Un cuadro? — Preguntó entonces la rubia, que lo miraba confundida.
Mordí mi labio. — No cualquier cuadro. — Aclaré, y decidí que era mejor que lo viera por si misma antes de tratar de explicarlo. Quité la funda, revelando el rostro de una chica, con su cabello rubio con un lazo rosado. Llevaba un vestido del mismo color, con la espalda descubierta y un lazo en la espalda baja, sus manos sostenían un ramo de flores y su mirada estaba en forma horizontal a la cámara, no mirándola directamente.
Vi la sorpresa en el rostro de Cass. La última vez que había visto esa fotografía, estaba colgada en una galería de arte, en Oxford. Recuerdo ese día, recuerdo como se congeló a mi lado cuando la vió, como trato de explicarme que no sabía sobre ella y lo nerviosa que estaba de que pudiera molestarme. Incluso ahora me daba ganas de reír ante esa tonta idea, ¿Cómo podría haberme enojado? Si desde que cruzamos las puertas, todo lo que había sido capaz de hacer era admirarla, tan pacífica, hermosa, con decisión en su mirada y delicadeza en su vestimenta. Para ese entonces, ya sabía que sentía algo por ella, pero creo que verla retratada, había logrado confirmarme lo fuertes que eran mis sentimientos.
Me había enamorado de ese fotografía casi tanto como me había enamorado de la modelo en la vida real, y mientras Cass recorría la galería admirando los demás cuadros, yo había llamado a mi manager para pedirle que la consiguiera, me daba igual cuanto costara.
Pero nunca se había sentido bien tenerla, exhibirla. Incluso en mi propio apartamento, se sentía como si estuviera poseyendo una parte de Cass, no me gustaba.
Pero ahora, que viviríamos juntos... Pensé que quizás, a ella también le gustaría tenerla; pues aunque intentó disimularlo, había visto en sus ojos ese día que la había amado, esa parte de si misma retratada.
— Me enamoré de esta fotografía en cuanto la ví. — Admití. — No dudé un solo segundo en que la quería, quería poder ver esta parte de ti... Y no podía soportar la idea de alguien más siendo capaz de verte, no como yo te veo. — Dije en un susurro la última parte. — Así que la compré, pero nunca quise tenerla en el apartamento, no se sentía correcto. Pero... no lo sé, pensé que quizás te gustaría. — Carraspeé. — Si no es así, como dije, podemos guardarla, o tirarla. Lo que tu quieras, Cass. — Dije, nervioso por su reacción.
— ¿Llevas teniendo esto desde hace casi dos años? — Preguntó, incrédula.
— Pues... Sí, algo así. — Asentí.
Ella se rió. De todas las formas de las que pudo reaccionar, Cassandra empezó a reírse. De mí, creo. — Dios quizás Pierre tenía razón y tu estabas más enamorado de mí de lo que yo estaba de ti.
— ¡Oye! — Me quejé, aunque ella no dejó de reír mientras se acercaba, para poder besarme.
Cuando se alejó, miró el cuadro. — ¿No es un poco pretencioso? Tener una fotografía gigante de mi misma colgando en la sala de estar.
Negué. — No, porque te ves absolutamente espectacular en ella, y no es solo por ti. Es porque yo también la amo.
Se rió de nuevo, y antes de que pudiera protestar, la tomé de la cintura y la besé, con fuerza.
Suspiró. — Bien, supongo que... Puede quedarse.
Sonreí. — Genial, porque es sin duda de mis fotografías favoritas.
— Estás loco, Norris.
— Loco por ti, rayito. — Aseguré, besándola mientras la llevaba a la que, desde ahora, era nuestra habitación.
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Este es mi pequeño regalo por las 100K lecturas!!!
Creo que a lo largo de este libro he dejado varias notas agradeciéndoles, así que no quiero aburrirlos con una mas; por lo que seré breve. Solo necesitaba decirlo una vez más, GRACIAS. Por cada voto, comentario y lectura, por elegir ocupar su tiempo libre escribiendo las locuras que crea mi imaginación. Espero que hayan disfrutado esta pequeña aventura tanto como yo.
Y también espero que les haya gustado este pequeño Extra, en la dinámica que hice en Instagram hace algún tiempo, me pidieron mucho ver pequeñas partes del futuro de Cass y Lando, así que intenté mostrarles un poquito aquí. Y bueno, ¿Recordaban esa fotografía? Quién diría que volvería a aparecer alguna vez.
Me pidieron un par de extras más y creanme que los tengo en mente y poco a poco los iré publicando, por ahora, espero que este fuera de su agrado.
Gracias por leer! Lxs amo <33
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