Capítulo 76
✵ꕥ Cassandra Mueller –
Salí del consultorio del doctor Thompson, luego de lo que fue una sesión realmente exhaustiva. Habíamos estado viéndonos todas las semanas, una o dos veces dependiendo de mi horario en la universidad. Y se había comprometido a desenlazar cada evento de mi infancia y adolescencia, como si fueran piezas de un rompecabezas.
Hoy habíamos hablado de mi madre.
Y era loco, como algo que yo pensaba que no era para tanto, comparado con lo demás, había logrado terminar por tenerme llorando y necesitando un abrazo con desesperación. Bien, el terapeuta lo hizo bien, sacando un nuevo trauma a la superficie.
En la sala de espera, como solía pasar, estaba Amara, pero por primera vez tenia una sonrisa en la cara; parecíamos haber intercambiado papeles, yo era la de los ojos rojos, sueño, cansancio y estrés, aunque eso se lo atribuía a la semana de exámenes que estaba teniendo.
— Hola Mara. — Hace varios días que me había pedido que la llamara así, según ella, Amara sonaba muy serio. Traté de sonreír. — ¿Que te tiene tan feliz?
Ella sonrió aun más y me hizo espacio en el pequeño sillón, para que me sentara junto a ella. — Dijeron que si sigo comportándome y siguiendo mis planes de comida, así como colaborando en la terapia, podría irme para fines de junio. — La miré sorprendida. — Podría estar fuera para el verano, salir al parque, caminar y... No lo sé, simplemente salir de aquí, Cass.
No podia creerlo, la amistad que había desarrollado con la pelirroja había sido completamente inesperada, pero justo ahora no podia sentirme mas feliz por ella y lo que estaba logrando. La abracé sin dudarlo, y ella rió, correspondiéndome. — Tienes que llamarme en cuanto salgas, podemos ir al cine, o a un museo, ¿Te gustan las galerías de arte no es así? — Ella asintió. Y antes de que pudiera dar ideas de alguna galería cerca. Pensé en algo más, que me hizo sonreír. — Espera, dijste que podrías salir a finales de junio, ¿Verdad?
Ella asintió. — Así es, eso dijeron... ¿Por qué?
Sonreí, planeando todo en mi cabeza. — ¿Que te parecería hacer un pequeño viaje? Nada muy lejano, estaba pensando en algo como... Silverstone. Solo por el fin de semana.
Ella me miró entre confundida y emocionada por la idea. — Suena bien pero... ¿Que haremos ahí?
— Eso es una sorpresa. — Sonreí y mi teléfono sonó con un nuevo correo de la universidad. Mierda. — Debo irme. Tengo que terminar muchos proyectos y estudiar para mi final de mañana. — La pelirroja asintió, despidiéndose con la mano. Me levante del sillón y antes de irme la miré de nuevo. — Estoy orgullosa de ti, tu también deberías estarlo.
La pequeña charla con Mara y las buenas noticias, me habían puesto de mejor humor que cuando salí de la terapia, y quizás fue eso lo que me ayudo a tomar la decisión que había discutido con el doctor Thompson.
Solté algo de aire, tratando de encontrar el valor mientras marcaba el numero en mi teléfono.
Un par de segundos después, contestaron.
— Hola mamá... ¿Qué harás el próximo fin de semana?
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───
La cantidad de estudiantes que salían al patio de la universidad riendo y jugando, alegres, era increíble.
Oficialmente los exámenes habían terminado, y con eso, mi primer año de universidad. Era loco pensar en el inicio, y como tantas cosas habían cambiado desde entonces.
Pero ahora era viernes, y aunque estaba emocionada de al fin tener un merecido descanso del estudio, también estaba exhausta y todo lo que quería era dormir por una semana entera.
Mi madre llegaba mañana. Luego de una conversación mas corta de lo que esperaba, me vendría a visitar por un par de días, bueno, me visitaría por dos, y luego aprovecharía para viajar por Inglaterra y algunos países cercanos, con su nuevo novio.
Como sea, los nervios en mi estomago parecían crecer con cada hora que pasaba, y cuando llegue a casa y Vienna no se encontraba ahí, solo lo empeoró.
Le había contado a Lando sobre esto, pero no había sido demasiado expresiva sobre las muchas preocupaciones y nervios que me causaba, aunque no hacia falta, ya que esa noche recibí su llamada.
— Hola rayito, ¿Que tal la universidad?
Sonreí al escuchar su voz, el estaba en Canadá justo ahora, y las prácticas habían sido hoy, las había visto entre una clase y otra. — Bien, oficialmente he terminado. — Bromeé.
El rió. — Lo sé, quizás deberías revisar tu habitación.
Confundida me levante del sillón y entre en mi cuarto, encontrando un ramo de peonias y un peluche de un pequeño elefante en la cama. Me reí con ternura mientras tomaba los regalos, y miraba a Lando desde la cámara de mi teléfono. Estaba recostado en su cama, pero me miraba expectante.
— Lando, esto es... — Me reí de nuevo. — Eres increíble. Te amo.
Chasqueó su lengua. — Mi chica se merece un regalo de felicitaciones. Estoy muy orgulloso de ti, rayito.
Nos quedamos hablando un poco más, hasta que Lando al fin preguntó. — ¿Cómo te sientes sobre mañana?
Suspiré, ya recostada en mi cama y abrazando el peluche. — Nerviosa, creo, no se que esperar, llevo casi dos años sin verla.
Lando me miró sorprendido. — ¿No fue al hospital cuando... Ya sabes?
Negué con mi cabeza. — Yo nunca se lo conté, no sé si mi padre lo hizo. — Me encogí de hombros. — Creo que así era mejor, no podría haber lidiado también con su presencia, considerando todo lo que estaba sucediendo.
Lando asintió, quedándose en silencio y dándome una pequeña sonrisa. — Te irá bien, verás que termina por no ser para tanto... Y si no es así, llámame y estaré ahí en un par de horas, ¿Bien?
Me reí. — ¿Dejarás la Quali para venir y consolarme?
Me miró confundido, como si hubiera preguntado algo tonto. — Cass, dejaría todo en medio de la carrera si es que me necesitas.
Me quedé en silencio, sabía lo importante que era su carrera para Lando, y que dijera tan abiertamente que no le importaría dejarlo por mí era incluso más grande que un te amo. Solo pude sonreír como una tonta, deseando tenerlo en frente para poder besarlo.
Pronto colgamos, pues yo estaba realmente cansada y el debía despertarse temprano para la Quali mañana.
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───
Me desperté y desayuné en silencio, Vienna se había ido temprano al trabajo y yo me había despertado un poco más tarde de lo normal, pues este sábado ya no tenía más clases.
Mi madre me había enviado un mensaje, avisándome que llegaría casi a medio día, y si me parecía bien que nos juntáramos para almorzar en su hotel en un par de horas.
Así que ahora estaba tratando de encontrar que ponerme para verla, terminé decidiendo por algo simple, unos pantalones cargo y un top negro; el clima ya había cambiado, y hacia algo más de calor. Salí del departamento con mi teléfono, algo de dinero y llaves en la mano, tratando de controlar mi respiración.
Conducir hasta el hotel logró calmarme un poco, y en cuanto llegué, me quité el casco y dejé la motocicleta aparcada.
Entré en el hotel y busqué el restaurante, que estaba en el primer piso. No era un hotel lujoso, pero no estaba nada mal, tenia una linda decoración.
En cuanto llegué pude divisar a la mujer rubia sentada en una de las mesas, me estaba dando la espalda, así que ella no me había visto. Había un hombre sentado frente a ella, parecía tener su edad su pelo era castaño oscuro, aunque empezaba a tener algunas canas.
Tomé algo de aire, obligándome a calmarme y me acerqué, a paso decidido, podía hacer esto.
En cuanto mi madre me vió frente a ella, se levantó con una sonrisa y me envolvió en un abrazo, que acepte de forma incómoda. Sarah Mueller no era la mujer que tenia en frente, no era la mujer que mi yo de pequeña recordaba. Para empezar, ya ni si quiera llevaba ese apellido, sus facciones eran mucho más maduras y algunas arrugas empezaban a notarse en su rostro, sus ojos seguían siendo oscuros y su cabello seguía brillando. Había dejado de vestir marcas de ropa caras y extravagantes, aunque seguía manteniendo su postura recta y sonrisa tranquila.
Me senté frente a la pareja, y mi madre me presentó a su pareja sin borrar la sonrisa en su rostro.
Carl parecía buena persona, callado y algo tímido, pero con una sonrisa amable y facciones suaves. Me saludo con un apretón de manos y palabras simples. — Es un gusto conocerte, Cassandra. Tu madre me ha hablado mucho de ti.
Sonreí. No tenía nada que decir. ¿De que podría hablar mi madre? ¿De mis primeros años de escuela y los recitales a los que iba sola porque mi padre trabajaba, cuando tenia 7 años? No es como si supiera mucho de mí luego de esa época.
Me ahorré las palabras, tratando de actuar tranquila y esperar a ver que sucedía.
— ¿Cómo va la universidad? — Preguntó mi madre.
Bien, podia hablar de eso. — Bien, ayer tuve el último examen del año... Ya estoy de vacaciones.
— Oh, eso es genial. — Carl sonrió. — ¿Tienes planes para el verano?
— Aún no tengo nada planeado.
Mi madre se limitó de preguntar nada cuando el mesero se acercó. Pidió una ensalada y me miró esperando. Oh, claro. Ojeé el menú con rapidez para terminar pidiendo lo mismo que mi madre, junto con un vaso de agua.
— Así que... ¿Sales con alguien? — Preguntó mi madre, con su sonrisa intacta.
Suspiré. Bien, tendríamos esta conversación entonces. — Si, tengo un novio.
Sus ojos se agrandaron. — Oh eso es increíble cariño. ¿Cómo se llama? ¿Cuando lo conoceremos?
Su sorpresa parecía realista. Lo que me llevó a pensar que quizás, realmente no sabía sobre Lando. No sabía si eso me hacía sentir mejor, podría haber lidiado con ella queriendo dinero, pero ¿Con ella tratando de conocer los detalles privados de mi vida? Se sentía como la típica conversación de madre e hija que ves en las películas. No me sentía cómoda.
— Él está de viaje, por trabajo.
— ¿Es mayor? — Preguntó entonces.
Asentí. — Tiene 22.
Mi madre frunció el ceño. — ¿22 y ya trabaja? Vaya.
Por suerte, no tardó en llevar la conversación a otras cosas, preguntándome por mis amigos y clases. No me sorprendió que no supiera que estaba estudiando, pero me limité a hacer una pequeña mueca y responder.
— ¿Que hay de la chica esa...? No recuerdo su nombre.
— Vienna. — Dije. — Vive conmigo, en mi departamento.
Mi madre asintió, Vienna siempre le había agradado para mí. Quién no le había agradado tanto era...
— ¿Y el chico con el que solían estar ustedes dos?
Mi estómago crujió. Bien, al menos podía confirmar que mi padre tampoco le contó. Suspiré, analizando mis opciones porque, ¿Cuánto tiempo duraría esto? Se iría pasado mañana con su novio, y podríamos fingir que no existíamos por meses, podría mentir y ella probablemente no se enteraría nunca.
Pero una parte de mí, quería ver la expresión en su cara, quería ver su culpabilidad al ver que no había estado ahí, que había sido una madre de mierda y que no se merecía si quiera poder llamarse madre.
Así que me dejé llevar por mis impulsos cuando solté. — Falleció, el año pasado.
Su boca se abrió con sorpresa, y su mirada se encontró con la de su novio, que tomó su mano sobre la mesa.
— Cariño yo... No lo sabía, lo siento mucho.
— Está bien. — No lo estaba. — Fue hace mucho. — No lo fue. — Estoy bien ahora. — No lo estaba.
Sarah carraspeó, como si tratara de quitar la tensión que se había instalado en la mesa, y comió de su ensalada. El silencio era incómodo y yo no podía esperar para salir de aquí.
— Entonces... — El novio de mi madre fue el primero en hablar luego de varios minutos, captando mi atención, pues no había participado demasiado de la conversación hasta ahora. — Tu madre y yo queríamos hablarte de algo.
Mi madre lo miró, entre nerviosa y decidida, cuando me miró a mí, la sonrisa estaba de nuevo en su rostro. Limpió sus labios con una servilleta antes de hablar. — Sí... Habíamos pensado que, quizás te gustaría ¿Pasar el verano con nosotros? Nos mudamos a Maryland hace un par de meses, Carl tiene la casa de su familia ahí. Es grande y linda, tiene un hermoso jardín y en el vecindario hay muchos chicos de tu edad. Podrías hacer nuevos amigos o conseguir un trabajo en una cafetería. O simplemente relajarte en la playa.
Creo que decir que estaba sorprendida era poco, y aunque traté de evitarlo, no fui capaz de retener la risa sarcástica que salió de mis labios. — Es una broma, ¿Verdad?
La mirada de reproche de mi madre era obvio. — No lo es, Cass. Estamos hablando enserio. Ambos queremos pasar tiempo contigo, hace mucho que no...
— Exacto. — La interrumpí. — Hace mucho que no pasamos tiempo juntas. — Tragué saliva y pasé mi lengua por mis labios. — Hace mucho que tu renunciaste a ser mi madre, así que no pretendas llegar ahora, diez años después, y que yo te acepte y me vaya a jugar a la casita feliz contigo.
Estaba enojada. Sí. Estaba furiosa y estaba harta de sonreír y guardar la compostura.
Mi madre estaba sorprendida, como si lo acababa de decir fuera la peor estupidez del mundo. — Tú fuiste la que eligió quedarse con tu padre.
Creo que podría romper algo ahora mismo.
— Tenía nueve años. No te había visto por meses hasta el día del juicio, y tú no te habías mudado a algún departamento en Los Ángeles, Sarah. — Ni si quiera era capaz de llamarla mamá ahora mismo. — Te fuiste al otro lado del país y yo era una niña que solo conocía su casa, sus amigos y su escuela. Aparte, cuando mi padre pidió mi custodia, no intentaste pelear.— El dolor en mi voz era obvio, porque luego de tantos años y el esfuerzo que me costó dejar de culparme por lo que pasó, no pensaba dejarla venir y deshacer todo ese avance.
— Estaba en un mal momento, lo sabes. No podía cuidar de ti y no era justo que...
— ¿Durante diez años?
Mi madre parecía molesta porque la interrumpiera. — Traté de llamarte, tú no querías saber nada de mí.
Me reí, de nuevo. — Sí, mamá. — Mi tono despectivo era obvio, y realmente me había cansado de fingir que todo estaba bien. Necesitaba decir las cosas, necesitaba hablar. — Tenía 14 y estaba matándome de hambre en una casa donde la cocinera y el chófer se preocupaban más por mi que mi propio padre. Así que discúlpame si no estaba en el mejor momento para reintegrar a una madre a mi vida.
Mi mano se levantó, callándola cuando estaba dispuesta a refutarme.
Suspiré, tratando de calmarme. — Escucha, entiendo que estuvieras mal, no te culpo por eso, todos tenemos derecho a deprimirnos o hundirnos en la vida. Pero tu eras una madre, y te olvidaste de eso por muchísimo tiempo... Tú misma lo dijiste, no podías cuidarme en ese entonces, así que lo hice yo sola. — Me reí, sintiendo las lágrimas formarse en mi ojos, pero me negué a llorar. — No lo hice demasiado bien, eso está claro. — Me levanté, dejando la servilleta en la mesa y algo de dinero par cubrir mi comida. — Me alegra ver que encontraste a una buena persona para que esté a tu lado, y enserio espero que estés mejor y que sigas así; no te deseo el mal, mamá. Pero ahora, ya no necesito que me cuides. Estoy bien así. Aprendí a cuidarme a mi misma, y me rodeé de personas que lo hacen cada día.
Me dirigí a la salida, no dispuesta a escuchar nada de lo que tuviera que decir.
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Muchos me habían pedido que contara más sobre la madre de Cass, así que aquí está, quizás no es tan dramático como se imaginaron, pero... Cass ya tiene suficiente con todo lo que le pasa ¿No creen?
Espero que les haya gustado!! Gracias por leer <33
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