Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 59

✵ꕥ Cassandra Mueller –

Llegamos al puerto y nos subimos a un ferry lleno de turistas, estaba llena de emoción y no había soltado a Lando desde que salimos de la casa; mi muñeca estaba adornada por la pulsera que el me regaló, y cada vez que la miraba sentía que la amaba más, y que me enamoraba más de él.

El viaje fue de casi dos horas, me pasé todo el viaje admirando el mar y conversando con Lando, que parecía relajado y feliz.

En cuanto llegamos, nos separamos de los demás turistas, que iban hacia la ciudad; nosotros en cambio, caminamos por el puerto, lleno de barcos pesqueros y algunos ferrys. Mientras más caminábamos, las embarcaciones cambiaban a unas mucho más costosas, y Lando se detuvo frente a un yate que me dejó con la boca abierta.

Era grande y tenía tres pisos, el primero, dónde supuse que estarían las habitaciones, tenía una plataforma en donde podías tomar el sol, y cuando el yate estaba en mar abierto, saltar al agua. Lando tomó mi mano y me ayudó a subir.

Yo no podía creerlo, la simple idea de pasar el día en Santorini ya era maravilloso, ¿Pero esto? Era tan inesperado y perfecto que no podía dejar de sonreír como una niña pequeña.

— ¿A dónde vamos?

Lando se rió mientras me llevaba al tercer piso, para poder encender el yate. — Me pareció verte muy emocionada ayer, acerca de cierta playa, ¿No es así?

No podía ser cierto. — Es broma, ¿No?

Lando se rió de nuevo ante mi desconcierto, y me tomó de la cintura para acercarme y besarme. — Claro que no es broma... Todo con tal de hacerte sonreír, rayito.

Era el hombre más perfecto del mundo. De verdad.

En cuanto salimos del puerto, no tarde en alejarme un poco, para poder apreciar lo bien que se veía Lando pilotando el yate. ¿Acaso hay algo que no sepa hacer? ¿O que se vea mal haciendo?

Luego de un rato lo dejé y bajé al segundo piso, admirando las tumbonas que había para tomar el sol, la barra de tragos y más cosas. Sin poder evitarlo, bajé al tercer piso y entré por la pequeña puerta para investigar.

Era muy curiosa.

Había dos habitaciones, una con dos camas personales y la otra con una cama matrimonial. Baños y un pequeño almacén. Desde aquí, por las pequeñas ventanas circulares podías ver como el agua del mar llegaba casi al borde de tu mano, era increíble.

Cuando volví a subir, luego de probar un poco la cama, pude ver a lo lejos la que supuse que sería la playa roja. Me acerqué a Lando con emoción, besando sus hombros que habían quedado desnudos, cuando en algún punto decidió quitarse la camiseta.

Mientras más nos acercábamos, mas pude notar cómo la playa tenía una parte alta, como si fuera una pequeña montaña de color rojo, con el verde del pasto encima. La parte que estaba al ras del mar también era roja, y ver cómo se mezclaba el agua cristalina con el rojo de la arena era extremadamente hermoso. Solo había una pareja más en la playa, lo cuál agradecí.

En cuanto el yate llegó a un punto en el que no podía avanzar más, por la altura del agua, Lando me sugirió tomar la moto acuática, que por cierto, ni si quiera había notado, pero yo negué.

— De eso nada, nademos. — Me miró como si estuviera loca, aunque en cuanto me quité el vestido y quedé en bikini frente a él, no dudó en seguirme, causando que yo riera.

Me tiré al agua sin si quiera pensarlo, complacida por descubrir que no estaba extremadamente fría. Lando me siguió a los pocos segundos y nadé hasta él para poder subirme en su espalda. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su estómago.

Lando se rió. — ¿Así que nadar significa que yo nade y te llevé a ti en mi espalda?

Yo solté una carcajada, pero dejé un beso en su mejilla. — Efectivamente.

— Esto es abuso. — Bufó y yo me volví a reír, cuando quise dejar un nuevo beso en su mejilla, el giró su cabeza, robándome un pequeño beso en los labios. — Ahora al menos lo vale.

Yo no podía parar de reír mientras el nadaba conmigo en su espalda; luego de algunas minutos lo dejé de molestar y me alejé para poder nadar a su lado. No tardamos demasiado en llegar a tocar la arena bajo nosotros, y pronto llegamos a la orilla.

Sin importarme que estuviera mojada, salí hacia la arena, que se sentía diferente en mis pies, para poder tocarla y ver como el rojo se deshacía bajo mis dedos. Había pequeñas piedras y guijarros por toda la orilla, y sonreí el recordar la historia que escuchamos ayer, sobre los deseos.

Lando también pareció recordarla, porque tomó una piedra de color blanco y la guardó en su bolsillo.

— Deberías elegir una. — Murmuró en mi oído, y su mano quitó un mechón de mi cabello mojado, que se había soltado de la trenza.

—¿Y que podría pedir? — El me miró confundido y yo sonreí, acercándome a él para poder besarlo. — Si ya tengo todo lo que desearía contigo, y más. — No me perdí el brillo en sus ojos antes de que cortara la distancia entre ambos y me besara.

Pasamos la tarde jugando en el agua y la arena, la pareja que estaba ahí se fue al poco rato y terminamos teniendo la playa entera solo para nosotros. Cuando el sol empezó a caer, ambos estábamos recostados en la arena, admirando como los últimos rayos de sol se perdían en el agua y reflejaban el rojo de la arena; cuando los besos de Lando bajaron de mi boca a mi cuello, no me negué, sino que lo recibí gustosa.

Pronto, su cuerpo estuvo sobre el mío y una sonrisa cubría mi rostro.

— Oye rayito. — Me dijo mientras besaba mi clavícula. — Estas son las mejores vacaciones que he tenido.

Sonreí por su confesión, y lo atraje hacía mí para poder besarlo de nuevo. — También son las mías, porque estoy contigo.

Llegamos al yate cansados, por todo el tiempo que nos habíamos pasado nadando, y ya podía sentir el hambre asentándose en mi estómago.

— Ve a darte un baño, prepararé algo de comer.

Asentí y dejé un nuevo beso en sus labios para dirigirme al baño que estaba dentro de la habitación grande. Lave mi pelo tardando más de lo normal, ya que tenía arena y estaba enredado. Cuando salí me apresuré a cambiarme con ropa que estaba ahí, la cual ni si quiera había notado que Lando tomó de la casa.

Salgo a cubierta y me sorprendo al ver a Lando cambiado y terminando de cocinar algo que huele delicioso.

La mesa tiene dos velas blancas y un pequeño ramo de rosas en el medio; y yo no puedo evitar sonreír como una tonta, porque es la típica cita que ves en una película y sueñas con tener.

Me acerco a Lando y en cuanto el nota mi presencia sonríe, recorriéndome con la miradas. — Estás hermosa, rayito.

Pongo los ojos en blanco porque no he hecho literalmente nada por arreglarme, pero aunque me gustaría negarlo puedo sentir mis mejillas calentarse ante el cumplido.

— ¿A que se debe todo esto? — Pregunto divertida.

El se encoge de hombros, quitándole importancia. — Quería darte una cita como, ya sabes, tradicional.

Me reí. — Es perfecta, Lan, me encanta.

El sonríe y se apresura a tomar los platos para servir lo que cocinó, en cuanto mis ojos ven la pasta con salsa blanca, no se si gritar de la emoción o esconderme en la habitación y no salir hasta el día siguiente.

Porque conozco las calorías exactas de ese plato y podría recitarlas hasta con los ojos cerrados.

Cuando estuve en terapia hace años, mi psicóloga me explico que aunque estaba luchando contra cualquier comida, iba a ser normal que cuando mejorara igual hubieran ciertos alimentos o comidas en especifico que me causaran rechazo, o terror, como yo prefiero llamarlo. Me dijo que seria un proceso mas largo, y que siempre que no dañara mi salud podría evitarlos si eso me hacia sentir mas cómoda.

Así que lo hice.

Lo evite a toda costa por años. Pero aquí estaba, con Lando sosteniendo el plato sin tener idea de lo que causaba en mi. Y estaba segura de que, si le contaba a Lando, el castaño no tardaría en cocinar algo mas o buscar una solución.

Pero no quería hacerlo.

Quería disfrutar de esta cita porque me lo merecía, porque ambos nos merecíamos una velada normal y tranquila.

Así que respire hondo y sonreí mientras me sentaba en la mesa, en cuanto el plato estuvo frente a mí, mordí el interior de mi mejilla, obligándome a mi misma a alejar mis pensamientos de los números que conocía de memoria, y mejor concentrarme en la compañía que tenia frente a mi.

Supongo que Lando lo noto, porque comió de forma lenta y se ocupo de distraerme con conversaciones estúpidas durante casi una hora.

Desearía poder decir que vencí el miedo y termine mi comida. Pero no es un cuento y yo no tengo días perfectos siempre, así que no fue así. Sin embargo si puedo decir de forma orgullosa que comí casi la mitad, mastique cada bocado y lo tragué convenciéndome a mi misma de que eso no estaba mal, de que no estaba perdiendo el control, sino que lo estaba tomando al decidir comer.

Porque lo merecía y porque lo necesitaba.

El brillo de orgullo del piloto mientras comía me ayudo inmensamente, y cuando ambos dimos por terminada la cena, el dejo los platos a un lado y tomo mi mano para que me levantara.

— Ya se que dije que esto era solo una cita como cualquiera... — Empezó a hablar, mirándome nervioso. — Pero, puede que haya mentido un poco, solo un poco. — Me reí ante su voz, empezando a ponerme nerviosa yo también. — Ven conmigo.

Sin rechistar tome su mano y lo seguí con una sonrisa, intrigada, hacia la proa. Ya había anochecido por completo, y el cielo se veía casi negro y lleno de estrellas brillantes, era hermoso.

Lando soltó mi mano, y saco una venda de su bolsillo, era negra y de seda, nada especial, aunque me hizo sonreír el leve temblor de su mano.

¿Porque estaba tan nervioso?

— ¿Planeas tirarme al mar en medio de la noche, Norris? — El se rio, logrando disipar algo sus nervios.

— No exactamente, pero necesito que te pongas esto. — Señaló la venda, y yo asentí, dandole permiso para que se pusiera detrás de mi y deslizara el pedazo de seda por mis ojos, privándome de ver cualquier cosa frente a mi.

Sentí sus pasos alejarse un poco, aunque aun podía sentirlo cerca. — Esto fue difícil de conseguir, y realmente busque una copia exacta, pero en mi defensa fue una idea un poco de último minuto... así que lamento si no es exactamente lo que podrías esperar.

— Ricitos, no tengo la menor idea de lo que estas hablando. — Dije seria, empezando a sentirme nerviosa yo también, aunque los míos eran mas nervios ante la espera, quería ver a que se refiera y entender que es lo que estaba sucediendo.

El también rio. — Bien entonces, llevamos un tiempo... — Carraspeó y lo escuche acercarse, supuse que estaba frente a mi, porque sus manos tomaron las mías. — Llevamos un tiempo saliendo, y han sido mis meses favoritos, estando a tu lado. Y se que pasaron muchas cosas, y probablemente falta que pasen mil mas. Pero quiero pasarlas contigo, lo bueno y lo malo, quiero seguir conociéndote cada día, cada pedazo de ti, y también quiero que tu conozcas todo de mi. Cuando estuve en tu departamento antes de navidad, esa semana, levantándome a tu lado, cocinando el desayuno y durmiendo juntos cada noche... Quiero que sea así el resto de mi vida. — Contuve la respiración, no estaba haciendo lo que creo que estaba haciendo ¿Verdad? — Y puede sonar loco o apresurado, pero enserio quiero dar este paso, que puede que no signifique demasiado, pero es como una pequeña certeza para ambos, de que estamos juntos en esto. — Se quedó en silencio algunos segundos, antes de soltar mis manos y llevarlas al nudo que sujetaba la venda en mis ojos, aunque aun no me la había quitado. — Cass, ¿Me concederías el honor de poder llamarme tu novio?

La venda cayó y pude verlo frente a mi, mordiendo su labio con nerviosismo y mirando a todas las direcciones menos a mi.

Sonreí encantada, por su pequeño discurso y la manera de preguntarlo, pero lo que más ame fueron sus nervios, porque, ¿Enserio era capaz de creer que había alguna posibilidad de mi diciéndole que no?

— Por supuesto que si, Lan. — Contesté segura, haciéndolo sonreír al momento y acortando los pocos centímetros de distancia entre nosotros para poder besarme, cosa que acepte gustosa.

Me beso con suavidad, pero a la vez con emoción, era como si no pudiera creerse mi respuesta y tuviera miedo de que me desvaneciera en cualquier segundo.

No te preocupes ricitos, no pienso irme de tu lado.

— Entonces, había imaginado que dirías que si. — Su tono egocéntrico me hizo reír cuando nos separamos. — Y conseguí algo, es lo que dije antes, cuando no sabia como comenzar y mencioné que fue de ultimo momento.

Asentí, intrigada. — ¿Que es?

El se rio ante mi curiosidad y tomo la venda. — ¿Puedo?

Puse los ojos en blanco. — Empezaré a pensar que te gusta tenerme vendada.

— Quizás así sea.

Me reí y dejé que volviera a ponerme la venda, dejándome incapaz de ver nada a mi alrededor de nuevo. Escuche que se alejaba y probablemente entro a traer algo, porque tardo varios segundos; cuando regresó, sentí como dejaba algo en una de las tumbonas que tenia el yate, y un pequeño clic que se repitió dos veces.

— Bien, espero que te guste... — Los nervios volvieron a su voz y yo no podía mas con la curiosidad cuando quito la venda de mis ojos.

Mierda.

Saben ese momento en el que una persona te conoce tan bien, que es capaz de elegir algo perfecto que ni si quiera sabías que querías, como, si te preguntaran no lo pedirías, pero muy en el fondo es algo que siempre soñaste. Y esa persona lo sabe, sin necesidad de que lo digas, simplemente lo sabe, porque esa es la clase de atención que prestan en ti.

Lando estaba parado frente a mi, jugando con sus dedos nervioso, y detrás de el había dos pequeñas linternas en forma de cilindro, como las que se ven en mi película favorita.

Y en el medio, tienen un sol morado cada una, que puedo adivinar que Lando pinto.

Mi boca esta abierta porque realmente no puedo creerlo, y no me doy cuenta que estoy llorando hasta que la mano del castaño se posa en mi mejilla, limpiando las lagrimas con su pulgar.

— No llores rayito, ya se que no soy el mejor pintando pero no creo que este taaan feo, como para hacerte llorar.

Me rió como una tonta, aun entre lágrimas, y me arrojo a sus brazos; lo abrazo con tanta fuerza que creo que podría estar asfixiándolo, pero Lando no se queja ni una sola vez, sino que me abraza con fuerza también.

— Esto es lo mas lindo e increíble que nunca nadie ha hecho por mi. — le digo sincera y sonrió a la vez que el.

— Mereces que te traten como una princesa, con las linternas mágicas y todo incluido.

Golpeo su brazo. — No son linternas mágicas, son luces flotantes.

El suelta una carcajada y besa mi frente. — Bien, como se llamen, ¿Quieres lanzarlas?

Trago saliva pero asiento emocionada, sin duda quiero hacerlo, Lando toma mi mano y me da una con cuidado, para luego tomar un encendedor y prender la pequeña vela que esta dentro. Hace lo mismo con la suya y dejo un beso en su mejilla antes de que ambos soltemos las linternas, y las veamos alejarse con ayuda de la brisa del océano.

Se siente como si acabáramos de sellar una promesa. Quizás así sea, prometemos estar siempre uno junto al otro.

✯· ✧· ✧· ✧· ✯ 

Bueno, bueno... ¡Nuestra pareja al fin es oficial!

Lamento no haber actualizado ayer, pero ya estoy de vuelta. Espero que no haya ningún error, sigo sin sentirme del todo bien pero hice lo mejor que pude con la edición del capítulo.

Gracias por leer, no olviden votar y comentar! <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro