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Capítulo 51

(TW: Pequeña mención de TCA aunque de forma no descriptiva.)

✵ꕥ Cassandra Mueller –

A la mañana siguiente, desperté relativamente temprano, no tenía clases hoy, pero quería aprovechar el tiempo libre para hacer algo con Lando.

— Buenos días, rayito. — Murmuró la voz del piloto a mi lado, mientras dejaba un beso en mi cuello.

Sonreí y me giré para poder dejar un beso en su barbilla. — Buenos días, ricitos. — Seguí besando sus mejillas y pronto me dirigí a su cuello, dejando pequeños mordiscos.

— Alguien está de buen humor. — Murmuró divertido.

— Deberíamos darnos una ducha, y luego podríamos salir a recorrer los alrededores.

— Me encanta la idea. — Se levantó y me tomó en sus brazos, yo divertida entrelacé mis piernas alrededor de su cintura, y ambos nos dirigimos al baño.

Lando abrió la ducha sin dejarme caer, y luego empezó a quitar la hoodie que le había robado, con una sonrisa divertida. Dejé que me besara mientras mis manos se apoyaban en su pecho, que estaba ya desnudo, ya que él no dormía con camiseta.

Pronto me dejó en el suelo, y se apresuró a quitar su ropa interior, tratando de no mirar demasiado, me concentré en quitar mi propia ropa, y antes de que pudiera terminar, las manos de Lando ya estaban sobre mí.

Sus besos en mi cuello, sus manos en mi cintura y mis pechos, jadeé cuando sentí como mordía mi cuello, en algo que definitivamente dejaría una marca. Sus manos fueron a mis costillas, y su boca siguió el mismo camino, dejando besos y mordiscos justo en donde se encontraba mi tatuaje, haciéndome jadear. Me alejé de él divertida, entrando en la ducha, mojándome con el agua que ya había calentado. Él me siguió segundos después, acercándose con una mirada hambrienta.

No lo dejé decir nada, ya que fui yo la que se acercó a él esta vez, besándolo con deseo y de forma brusca, una de mis manos descansaba en su ya mojado pecho, y la otra hacía su camino hacia su creciente longitud, sacándole un jadeo ahogado cuando lo tomé en mi mano.

El castaño me besó con más fuerza, mordiendo mi labio y ahogando un nuevo jadeo cuando empecé a mover mi mano con rapidez sobre él. Pero más pronto de lo que esperaba, me alejó de él, y con una sonrisa volvió a besarme, para luego hacerme girar, y pegarme a la pared mojada, dejándome de espaldas a él.

Sus manos recorrieron mi espalda, hasta llegar a mis caderas, un pequeño gemido abandonó mis labios cuando una de sus manos cayó con fuerza sobre mi trasero. — Te ves tan hermosa. — Susurró en mi oido, mientras sus dedos se abrían paso a mi intimidad. — Tan mojada, desesperada por que te toque. — Un nuevo gemido de mi parte cuando uno de sus dedos entró en mí, empezando a moverse de forma lenta.

— Lando... — Siseé, deseando más.

— ¿Si, rayito? — Preguntó con sarcasmo, divertido.

Y yo bufé, porque el cabrón me haría pedírselo. — Quiero que me folles, porfavor. — Gemí cuando un segundo dedo entró en mí.

— Tan bonita, rogando. — Murmuró mientras mordía mi cuello. Se alejó de mí un segundo, saliendo de la ducha, y en tiempo récord volvió con un envoltorio en sus manos. — Quiero escucharte, rayito. — Advirtió mientras su mano abría mis piernas y me presionaba contra la pared con fuerza, causando que jadee ante el contacto helado sobre mi cuerpo.

El agua seguía cayendo sobre ambos cuando giré mi cabeza, viendo como se cubría con un condón, acercándose a mí de nuevo. Sus besos volvieron a atacar mi cuello, haciéndome jadear y retener la respiración cuando sentí como empezaba a entrar en mí.

Un gemido que ahogó besándome cuando entró por completo, y mordió mi labio.

— Soy adicto a ti. — Confesó con la respiración agitada, antes de empezar a moverse en un ritmo algo rápido, causando que gimiera de nuevo.

— Lan... — Gemí. — Más rápido. — Le rogué y me besó con fuerza mientras aumentaba la velocidad de sus movimientos.

Sus estocadas se volvieron más rápidas y descuidadas, y su respiración contra mi cuello se volvió irregular, dándome a entender que estaba cerca, igual que yo. Uno de sus dedos siguió el camino hasta mi sexo y acaricio mi clítoris con su pulgar, dándome ese último estímulo necesario para que me corriera, gimiendo su nombre.

Siguió moviéndose dentro de mí por un par de segundos, hasta llegar a su propia liberación. Salió de mí con cuidado, girándome con sus manos en mi cintura, y besándome con suavidad.

Mi respiración seguía agitada, pero lo correspondí el beso, y mis manos viajaron a su cuello, enredándose entre sus rizos que ahora estaban mojados.

— Eso fue... — Murmuró.

Me reí suavemente aunque asentí. — Si.

— Joder Cass, ojalá pudiera despertar a tu lado todas las mañanas.

Contuve la respiración.

Pero fuera de lo que hubiera esperado, no sentí miedo ante su declaración, ni si quiera nervios.

Sí. Yo también desearía despertar junto a él cada día.

Me acerqué para besarlo de nuevo, y luego de muchos besos y que yo intentara alcanzar su altura para poder lavar su pelo, acompañado de muchas risas por parte de ambos, salimos de la ducha.

Ese día salimos a recorrer la ciudad, fuimos a un parque cerca de mi universidad y comimos en una cafetería, algunos fans lo habían reconocido por las calles, y Lando no había dudado en conceder fotos y autógrafos a todos los que podía.

— ¿Quién es la chica? — Le habían preguntado una pareja de chicas luego de tomarse un par de fotos cuando habíamos salido de comer.

Yo había dado un paso al costado, para que ellas pudieran conocerlo e incluso me había ofrecido a tomarles una foto con él. Pero en cuanto preguntaron eso, no pude evitar escuchar con atención, intrigada por cuál sería su respuesta.

— Bueno, ella es... — Empezó Lando, nervioso.

— No se parece a Luisa. — Comentó una de ellas, dejando a Lando sin palabras.

La otra chica asintió con la cabeza. — Es cierto, pensé que te gustaban morenas.

Lando tragó saliva, y ví la desesperación en sus ojos, entre no saber si callarlas o seguir siendo amable.

— Ya, Luisa era más bonita, creo yo. — Dijo la amiga, dirigiendo mi mirada hacia mí. Aunque me negué a avergonzarme, sino que la miré a los ojos de forma directa, causando que desviara la mirada.

— Y era más delgada.

Me encogí desde donde estaba.

Porque de todas las cosas en el mundo que podrían haber dicho, todo lo que podrían haber usado para compararme; podrían haber dicho que mi pelo era rubio y no café, o que mi nariz no era tan perfecta, que mis ojos eran menos expresivos o que incluso me veía menos amable.

Pero habían escogido compararme porque no era tan delgada como su ex.

Y de seguro las dos chicas no tenían ni idea del impacto que esas palabras tendrían en mí, joder parecían tener no más de 17 años; pero ahora todo en lo que podía pensar era en las fotos de Lando con Luisa, en lo delgada que se veía su cintura, en lo liviana que se veía.

Y pude sentir como las calorías del muffin de chocolate que había comido en la cafetería pesaban en mi estómago, causándome naúseas.

— Creo que es suficiente. — La voz de Lando me trajo de nuevo a la realidad, sacándome de mis pensamientos. — Aprecio mucho que sean mis fans, gracias por el apoyo, pero no tienen derecho a hablar de nadie de esa forma. Y con quien yo decida salir o no, con todo respeto, no es de su incumbencia.

Las chicas miraron a Lando sorprendidas, y nos tardaron en girarse e irse, dejándonos a ambos solos, en medio de la calle.

Mis manos se cruzaron en mi pecho, acariciando mis propios brazos, y cuando Lando se acercó, y quiso abrazarme por la espalda, me alejé con rapidez.

No podía tolerarlo tocándome justo ahora, no podía tolerar su manos en mi estómago, como las colocaba siempre que me abrazaba.

— Cass... — Me miró preocupado.

Tragué saliva. — Estoy bien. ¿Podemos porfavor ir a casa?

El se veía contrariado, era obvio que no me creía, pero tampoco parecía querer insistir, así que asintió con la cabeza de forma lenta. Cuando se acercó a mí suspiré de forma pesada, deslizando mi mano para entralazarla con la suya.

Necesitaba que supiera que no era su culpa. Que no estaba molesta con él.

Caminamos en silencio hasta que llegamos al apartamento, en cuanto entramos, me apresuré a quitarme los zapatos y caminar descalza hacia mi habitación, con Lando siguiéndome con cuidado.

— Necesito desmaquillarme. — Le dije y entré al baño, cerrando la puerta con pestillo detrás de mí.

Mis manos se apoyaron en el lavabo, mirándome en el espejo, solo entonces, en la soledad del cuarto de baño, dejé que la escena de hace minutos se reprodujera en mi cabeza, dejé que el peso de toda la comida del día cayera sobre mí, y dejé que mis manos se deslizaran a mi estómago, tocándolo, tratando de encontrar algo diferente.

Antes de que pudiera notarlo, lágrimas se deslizaban a través de mi mejilla, en silencio.

— Cass. — Toques en la puerta me hicieron girar mi cabeza. — Rayito, ¿Puedes salir por favor? Tenemos que hablar, ¿Sí?

No respondí, no me creía capaz de pronunciar palabra alguna, mi voz moría en mi garganta antes de que pudiera si quiera entreabrir mis labios.

Vi como la manilla de la puerta se movió, tratando de ser abierta, solo para que Lando descubriera que estaba cerrada.

— Joder, rayito, porfavor. — Suplicó, y yo solo pude sentarme en el suelo, apoyando mi espalda contra la pared y abrazando mis piernas.

Llorando en silencio mientras me desmoronaba lentamente.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

✵༄ Lando Norris –

Los minutos pasaban y yo no recibía respuesta alguna. Bufé frustrado, la impotencia de no poder hacer nada, de sentir que pude haber hecho más, que debí haber hecho más.

Debí haber reaccionado antes.

Debí haberla defendido mejor.

Que clase de novio quería poder ser para ella, ¿Si no era capaz de defenderla?

Tomé mi teléfono, decidiendo que no podía ser egoísta ahora, ya luego abría tiempo para culparme y lidiar con mi enojo; pero la prioridad ahora era Cass, y si no quería hablar conmigo ahora, no iba a dejarla sola, para que se perdiera en sus pensamientos. Marqué el número de Vienna, que respondió a los pocos segundos.

— ¿Lando? ¿Está todo bien? — Contestó la pelinegra, confundida.

Mordí mi labio. — Yo... No, no está todo bien. — Suspiré. — Cass se encerró en el baño, y se niega a hablarme, y sé que quizás estás ocupada pero si pudieras-

— Voy para allá. — Dijo con seguridad. — ¿Qué fue lo que pasó? — Me preguntó mientras escuchaba como se movía.

— Nos encontramos con unas fans hace un rato, ellas vieron a Cass y dijeron algunas cosas...

— ¿Qué cosas?

Cerré los ojos con fuerza, no quería repetirlo. — Dijeron que no se parecía a Luisa, mi ex. Que no era tan bonita.

Escuché el silencio al otro lado de la línea por un par de segundos. — No tiene sentido, Cass no, no se enojaría por eso. — Se quedó en silencio un segundo más, antes de hablar de nuevo. — ¿Dijeron algo más?

— No, solo... — Me callé, tratando de recordar, de dejar mi enojo de lado y recordar lo que había sucedido. — Dijeron que Luisa era más delgada que Cass. — Murmuré, sintiéndome como una mierda por el simple hecho de repetir esas palabras.

— Mierda. — Dijo Vienna con algo de fuerza. — Llegaré en 15 minutos, Lando no te atrevas a moverte de dónde estés, sigue hablando con ella, dile cualquier cosa, me da igual que no te responda. Que sepa que estás ahí, que sepa que la estás escuchando, que no está sola.

Asentí aunque no pudiera verme. — Bien, sí, yo-

— Quince minutos. — Prometió con seguridad y colgó el teléfono. 

Cómo lo prometió, Vienna entró en la casa al poco tiempo de haberme colgado, y se apresuró a entrar en el cuarto, con un juego de llaves.

— Bien, ya llegué, ahora largo. — Me dijo sin mirarme, concentrada en encontrar lo que supuse que sería la llave del baño.

La miré sorprendido. — No me iré, no pienso dejarla.

— Lando. — Me miró con seriedad. — Entiendo que estés preocupado y lo aprecio, pero tienes que irte justo ahora. La prioridad ahora es Cass, así que te juro que si no estás fuera del departamento antes de que abra la puerta, yo misma te arrastraré hasta la salida. ¿Entendido?

Tragué saliva.

¿Quién dijo alguna vez que una mujer no daba miedo?

— Me llamarás si algo pasa, o si necesitas ayuda, o cualquier cosa. ¿Bien? — Ella asintió y yo suspiré resignado mientras me dirigía hacia la puerta de la habitación. — ¿Podrías asegurarte de aclararle que no me fui porque quisiera? Ya sabes, que no fue mi elección dejarla.

— Ella lo sabe, tranquilo. — Me dijo, suavizando su expresión. — Pero sí, se lo diré en cuanto esté más tranquila, y te llamaré en cuanto puedas regresar, si es que quieres hacerlo.

— Claro que regresaré, no estaré lejos.

✯· ✧· ✧· ✧· ✯ 

Drama. Creo que ya varios habían visto venir este problema, ya que hubo pequeñas pistas a lo largo del libro. Espero haberlo tratado de la mejor manera, aunque no haya sido algo realmente descriptivo.

Gracias por leer, no olviden votar y comentar! <3

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