Capítulo 46
✵ꕥ Cassandra Mueller –
Mis clases fueron lentas, y aburridas, así que fueron como lo estaba esperando. Acabé por la noche y todo lo que quería hacer era llegar a mi piso y dormir. Vienna me había dicho que al final había seguido mi consejo y había ido a la tienda de música, aunque le dijeron que la llamarían.
Durante las clases, varios profesores habían empezado a hablar del final de semestre y todos los trabajos o exámenes que esto conllevaría, lo que significaba que en poco tiempo empezaría a estresarme.
Mientras salía de la facultad, y cruzaba el patio para dirigirme hacia donde había estacionado mi moto, alguien se acercó a mí.
— Cassandra.
En cuanto giré mi mirada y ví de quien se trataba, seguí caminando, ignorándolo.
— Cass, porfavor, solo quiero hablar un segundo.
Suspiré cansada mientras me detenía, y me giraba nuevamente, con los brazos cruzados sobre mi pecho y la mirada seria. — ¿Qué necesitas, Owen?
— Mira, no quiero molestarte ni nada-
— Ya lo estás haciendo.
El puso los ojos en blanco, antes de sacar una invitación de su mochila. — Este sábado será la exposición de mis fotografías, en la galería del centro. Me pareció correcto invitarte, pero no tienes que ir si no quieres.
Mi mirada se suavizó mientras tomaba la invitación que me ofrecía, y la leía de forma superficial. No dije nada, no sabía que decir la verdad.
— Lamento como acabaron las cosas, lamento no haber sido lo que merecías, Cass.
Aclaré mi garganta mientras me encogía de hombros. — Esta bien, quizás solo no estábamos hechos el uno para otro.
— Ya.
Nos quedamos en silencio unos segundos, un silencio incómodo.
— Yo... no se si iré, tengo que pensarlo. — El asintió con la cabeza, de acuerdo conmigo. — Bueno, ya me voy. Que te vaya bien, Owen.
El suspiró, mientras asentía de nuevo. — Lo mismo digo, Cass.
Me giré y caminé hacia mi motocicleta, me subí sin volver a mirar atrás y arranqué con camino hacia mi piso. Al llegar estacioné en el garaje y tomé mi teléfono. No sabía que quería hacer, o a quien quería llamar.
Muchas cosas habían pasado y no quería molestar a nadie con mis problemas. Al final, luego de estar parada como idiota en el garaje por algunos minutos, me dirigí al elevador mientras marcaba un número en mi teléfono.
— ¿A que se debe esta sorpresa? — Murmuró la voz al contestar, de forma divertida.
Yo solté una suave risa. — Había pensado en tomar tu oferta, sobre la sesión de terapia.
Su risa se escuchó al otro lado. — Genial, solo tuviste que cambiar de continente para decidirte a hablar. Bien, Mueller, haré algo de tiempo en mi agenda para ti.
Suspiré al escucharlo, abrí la puerta del apartamento y entré, agradecida de no ver a Vienna por ningún lado. Me metí en mi habitación y me tiré en mi cama antes de volver a hablar.
— ¿Cómo lidias con eso de ser una decepción constante para tu padre? — Ya, quizás no había sido la mejor forma de decirlo. Pero a veces no pensaba en cómo sonaban las cosas antes de decirlas, no era a propósito.
El rió al otro lado de la línea, con algo de sarcasmo. — Vaya Mueller, a veces tienes tanto tacto. — Suspiró. — Supongo que, después de tantos años, ya me acostumbré.
— Vaya Verstappen, eso me ayuda demasiado. — Contraataque.
Él se rió. — A ver, ¿Qué fue lo que pasó? — Me preguntó.
Esta vez la que suspiró fui yo, mientras me movía en la cama, acomodándome, aunque terminé en una pose rara, con mi cabeza colgando y de cabeza al suelo.
— Mi padre, él... Llamó porque yo y Vienna nos habíamos ido de Las Vegas sin decirle, aunque tardó... mucho, es decir nos fuimos hace semanas y recién ahora dio señales de vida, lo cual no sé si es bueno o malo, digo fue genial no tener que preocuparme por él mientras estábamos en Abu Dhabi, pero también fue raro. Como sea, dijo que estaba decepcionado, y que estaba harto de mis comportamientos, y que era una decepción para la familia. — Enumeré exhausta, como si fuera un discurso que conocía de memoria, porque de alguna forma, así era. — Y luego dijo que no lo llamara, ya que quería "Olvidar que tenía una hija" por un tiempo.
No mencioné lo del dinero, no quería mencionar mis futuros problemas financieros con nadie, menos con Max, no me gustaba hablar de dinero, o de mi falta de él con las personas, sentía que podían pensar que solo sacaba el tema para pedirles ayuda en ese aspecto, y no era el caso.
Max se quedó en silencio un momento, supuse que no sabiendo exactamente que decir. — Mi primer consejo es muy básico, pero tienes que recordar que no todo lo que dicen nuestros padres es verdad o correcto siempre, que sean nuestros padres no los hace sabios directamente. Y si, suena repetitivo, pero enserio tienes que aprender a ignorarlos, porque sino te van a controlar ellos, sus creencias o expectativas toda la vida. — Asentí, incluso si no pudiera verme, era algo que ya sabía pero servía de mucho escucharlo. — Y Cass... A veces, aunque duela, es bueno tener a algunas personas lejos. Siempre será tu familia y todo eso, pero no por ello tienes que ser cercana a él, ni cumplir con ninguna de sus expectativas.
— Ni si quiera sé porque me duele, se supone que no me interesa, se supone que debería estar acostumbrada, después de tanto.
— Ya, dímelo a mí. — Suspiró y soltó una risa sarcástica. — Te doy todos estos consejos, y sé que son lo correcto, es como si mi cerebro supiera que hacer, pero al final terminara haciendo lo contrario. Mírame, sigo invitando a mi padre a todas las carreras, sigo sintiendo que nada que no sea un primer puesto es suficiente, sigo queriendo hacerlo sentir orgulloso.
— Eres el mejor hijo que tu padre podría haber pedido. — Murmuré, luego de escucharlo. — Y no solo él esta orgulloso de ti, porque estoy segura de que lo está, pero si es tan idiota como para no estarlo... Hay muchas personas que lo están, Max.
El rió, nervioso. — Ya, no estábamos hablando de mí, así que no cambies el tema.
Yo también reí, era raro, como podía sentirme tan cómoda en la conversación por con quién la estaba manteniendo, pero incómoda a la vez, por el tema del que se trataba. Y reconocí la evasión en su voz, como si no la hubiera usado miles de veces; pero la respeté, quien había llamado porque quería hablar era yo, solo esperaba que si algún día el no necesitaba, marcara mi número.
— Creo que me tomaré este tiempo, quizás dejé una de las carreras, no me importa después de todo.
— No creo que debas. — Dijo sorprendiéndome. — Es decir, si realmente quieres, claro, hazlo. Pero como alguien que pasó y pasa por lo mismo, creo que sería mucho más saludable que la terminaras. Pruébate a ti misma que eres más que sus expectativas, y luego, sé mejor que yo, más valiente, y mándalo a la mierda.
Me reí al escucharlo. — Me encanta la idea.
— Claro, es que soy muy inteligente.
Ambos reímos y nos quedamos en silencio por varios segundos.
— Gracias, Max. — Dije de forma sincera, me había servido hablar con alguien.
— Te diría que siempre que lo necesites, pero la verdad creo que empezaré a cobrarte.
— Cabrón.
— Quizás. — Ambos reímos de nuevo. — Hablando enserio, me alegra que hayas confiado en mí para contármelo.
— No te creas tanto, solo era porque compartíamos el trauma.
— Cabrona.
— ¿Quieres que ponga "Daddy Issues" y lloramos juntos?
— Voy a colgar ahora.
Me reí de nuevo y él lo hizo también, antes de colgarme. Miré al techo de mi habitación con una sonrisa. A veces, solo a veces, hablarlo si que hacía que se sintiera mejor.
Al poco rato, la puerta del apartamento fue abierta, acompañada por la voz de Vienna anunciando que estaba en casa. Me apresuré a levantarme y salir, para poder saludarla.
— ¿Qué tal tu día? — Me preguntó y yo suspiré.
— Cansado, pero creo que bien al fin y al cabo. — Desvié mi mirada, quería contarle sobre Owen y obtener su consejo, pero quizás lo haría durante la cena. — ¿Y el tuyo?
Ella se encogió de hombros. — Aburrido, pero no puedo quejarme. Trabajaré en la tienda de música, me aceptaron con facilidad.
— Eso es genial. — Dije con una sonrisa. — Quizás podrías tratar de ingresar al programa de música de la universidad... — Comenté con cautela, sabía que la idea de la universidad nunca le había atraído a Vienna, demasiadas reglas, según ella. Pero enserio quería verla triunfar en su sueño con la música.
— Quizás más adelante.
Asentí en silencio, no queriendo presionarla. — ¿Qué hay de los bares que te comenté? Podrías preguntar, quizás podrían contratarte los fines de semana para que te presentaras.
— Si, iré a preguntar el viernes. — Dejó salir un suspiro mientras caminaba hacia la cocina. — Bien, entonces... — Abrió la nevera y escaneó lo que había antes de mirarme nuevamente. — ¿Pollo y ensalada?
Asentí. — Suena bien.
— ¿Cuándo llegará tu príncipe azul? — Preguntó mientras sacaba lo que necesitaría para cocinar.
Me reí. — Eres una idiota. — Puse los ojos en blanco. — Dice que con suerte estaría viajando el viernes o sábado. Había pensado, que podríamos limpiar la pequeña oficina, y conventirlo en tu habitación, no me gusta la idea de que duermas en la sala.
Ella rió. — No me molesta, pero bien, si es lo que quieres no me opondré. Aparte estoy segura de que Lando dormirá aquí cuando venga.
— No lo hemos discutido. — Desvié mi mirada. — Supuse que pasaría aquí algunas noches, claro, pero nunca hablamos de si se quedaría en un hotel o... No lo sé.
Ella puso los ojos en blanco. — A veces ambos son tan estúpidos.
Me quedé en silencio, viendo com cortaba los vegetales para la ensalada. Vienna siempre había sido buena en la cocina, recuerdo muchas tardes, cuando nos despertábamos con resaca luego de una fiesta, y la pelinegra era la que cocinaba para los tres.
Suspiré. ¿Algún día dejaría de doler pensar en él?
Cerré mis ojos, tratando de pensar en algo más.
— Owen me habló hoy. — Dije de repente, tratando de desviar mi atención de mis propios pensamientos.
Vienna me miró sorprendida. — ¿Hizo algo? — Preguntó con cautela.
Yo negué con la cabeza. — Quería invitarme a su exposiciónn de arte, hablamos de eso cuando aún estábamos juntos, y no lo sé. — Me encogí de hombros. — ¿Crees que debería ir?
Ella se encogió de hombros también. — Creo que las cosas pasaron muy rápido, entre el y tú, entre tú y Lando... Quizás sería una forma de realmente cerrar eso. ¿No?
Suspiré. Quizás tenía razón.
— Es este sábado, Lando probablemente esté aquí.
— Deberías ir con él. — Me miró, de forma seria. — Hagas lo que hagas, incluso si decides no ir, que no se te ocurra ocultárselo. Me niego a verte en uno de esos dramas de las películas románticas por la falta de comunicación.
Me reí. — Tranquila, incluso si no iba, pensaba decírselo.
— Bien.
Pusimos una película y cenamos en el sillón de la sala, en silencio.
Al terminar la película, Vienna bostezó. — Estoy más cansada de lo que me gustaría admitir.
— Ya me voy, descansa, Vee. — Dejé un beso en su cabello mientras me levantaba y tomaba su plato y el mío, para poder lavarlos.
— Tu igual, Cass. — Apagó la telivisión para empezar a cambiarse, y yo me reí ante su espontaneidad.
Cuando terminé, la dejé ya recostada en el sillón, y entré a mi habitación, cerrando la puerta.
En la oscuridad de mi habitación, tomé mi teléfono y marqué el número de Lando, que respondió a los pocos segundos.
— Hola, rayito.
Sonreí al escuchar su voz. — Hola, ricitos, ¿Cómo estuvo tu día?
— Cansado. — Suspiró. — Aunque llegué hace un rato al hotel, los chicos están pensando en salir mañana por algo de comer; algunas equipos viajarán el jueves así que no nos veremos todos por una temporada.
— Deberías ir. — Le dije mientras me acomodaba en mi cama.
— Sí, si no estoy demasiado cansado mañana, lo haré.
Hablamos de su día, y yo le conté del mío, me quejé un poco de mis clases y los cientos de trabajos y exámenes que tendría en un par de semanas. El escuchó y se rió.
— Te extraño. — Confesé un rato después. — Es solitario dormir sin ti.
— Ya, daría lo que fuera por tenerte abrazándome justo ahora. — Dijo él, y yo sonreí con ternura.
— Un par de días más, ricitos. — Me quedé en silencio, preguntándome si debería traer el tema, y como hacerlo. — Oye Lan...
— ¿Si, rayito?
— Había pensado, si vienes a verme-
— Cuando vaya a verte. — Corrigió él, haciéndome sonreír.
— Cuando vengas a verme. — Me corregí yo. — ¿Te quedarás en un hotel?
El se quedó en silencio unos segundos. — Claro, si es lo que te hace sentir cómoda, Cass. — Me dijo suavemente.
Negué con mi cabeza, aunque el no pudiera verlo. — La verdad preferiría que te quedarás en mi departamento... — Mordí mi labio, nerviosa. — Pero no quiero que te sientas obligado a hacerlo, entiendo si quizás es demasiado rápido, aparte de que esta Vienna y-
— Cass, respira. — Se rió. — Me encantaría quedarme contigo, ese era mi plan desde el inicio, lamento no haberlo aclarado. — Suspiré aliviada. — Y no me molesta que Vienna esté ahí, solo espero que a ella no le moleste mi presencia.
— No, ella está de acuerdo. — Aclaré.
— Bien, entonces no hay de que preocuparse. — Dijo él, divertido.
— Lo siento. — Susurré.
— No te disculpes, yo debí ser más claro con el que era mi plan. Aparte, eres tierna cuando estás nerviosa.
— Jódete, Norris.
El soltó una carcajada. — Que romántica es mi chica. — Dijo con sarcasmo.
Yo me quedé en silencio.
Mi chica.
Me habia llamado su chica. La sonrisa en mi cara era gigante, tragué salivo antes de poder pensar en que responder a eso.
— Así me quieres. — Traté de decir sin que mi voz temblara.
— Muchísimo. — Susurró él.
— No más que yo. — Afirmé.
El bufó. — Eso es debatible.
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Capítulo de madrugada porque estaré todo el día fuera de casa y quizás no pueda actualizarles por la mañana.
Espero que les haya gustado, no olviden votar y comentar para qué la historia llegué a más personas. Aparte de que amo leer sus comentarios, diciendo lo que piensan o lo que les divierta/gusta :)
Gracias por leer!! <3
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